Balance de la huelga de contratas en Movistar: Los esclavos de Telefónica se rebelan

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Merce Amado y Francesc Queralt | Viento Sur

Ante la noticia de que Telefónica iba a volver a bajar el precio del trabajo, el 17 de marzo los técnicos de instalación y mantenimiento subcontratados de Telefónica-Movistar en Madrid decidieron en asamblea ir a la huelga indefinida contra la extrema precariedad de sus condiciones laborales. La asamblea de Madrid estaba compuesta por trabajadores y trabajadoras asalariadas de subcontratas, contratados por 2h y 4h, y falsos autónomos. Ambos colectivos están sometidos a un trabajo a destajo de 10h horas al día 7 días a la semana, con un alto índice de accidentalidad y sueldos que no alcanzan los 800 €. En menor medida, en la asamblea y la huelga también participaron propietarios de subcontratas pequeñas, que con los precios que imponían Telefónica y las contratas no podían garantizar sueldos y condiciones dignas ni para ellos ni para sus trabajadores.

Este colectivo, altamente precarizado y fragmentado, constituye la amplia mayoría personal técnico de instalación y mantenimiento de Telefónica-Movistar. El resto del personal técnico está compuesto, en menor medida, por personal directo de contratas (COTRONIC, ELECNOR, ABENTEL, etc.) y por personal propio de la matriz, prácticamente residual, ya que Telefónica desde hace años sigue una política de externalización del trabajo.

En todo el Estado español, la tendencia en Telefónica es la de sustitución de plantillas por cadenas de subcontratación, donde cada nuevo eslabón tiene condiciones más precarias que el anterior y que muchas veces acaban en la figura de un falso autónomo. El proceso sigue un desarrollo desigual por provincias y también según la contrata. Está más avanzado en Madrid, Canarias y Euskal Herria que en Barcelona o Andalucía, donde todavía hay cerca de un 50 % de personal propio de contrata. La tendencia generalizada es la de reducir las plantillas a la mínima expresión, bien con incentivos para que los trabajadores y trabajadoras se hagan autónomos o creen una subcontrata, o bien con despidos por baja producción. El panorama resultante es que miles de trabajadores -se calcula que unos 18 000 técnicos– trabajan para Telefónica en el conjunto del Estado, distribuidos en una decena de grandes empresas (contratas), cientos de micro y pequeñas empresas, y falsos autónomos en todos los niveles.

Gracias al marco jurídico existente, Telefónica puede disponer del trabajo de ese personal técnico como si lo hubiese contratado directamente -los envía a casa del cliente en su nombre, exigiéndoles altos estándares de calidad- mientras que a la vez puede eludir toda responsabilidad sobre sus condiciones laborales. Telefónica solo asume responsabilidad social para con el personal que tiene contratado en su plantilla directa y que constituye una minoría respecto al personal subcontratado. En total la compañía tiene alrededor 20 000 personas contratada directamente y, según sus informes, más de 100 000 mil empleada indirectamente en todos los sectores en lo que tiene negocio.

Sin embargo, más allá de lo que diga la legalidad y Telefónica, las condiciones de trabajo y el día a día del personal técnico deja claro que son trabajadores y trabajadoras de Telefónica y que la multinacional es tan responsable de su precariedad como las empresas a las que están vinculados contractualmente.

El inicio de la huelga

El 28 de marzo de 2015, por primera vez en la historia de la compañía, trabajadores y trabajadoras contratadas por diferentes empresas iniciaron una huelga contra su empleador final, impugnando el poder de Telefónica para imponer su definición de la realidad. No solo luchaban contra la precariedad de sus condiciones laborales sino para que Telefónica reconociese que era parte del conflicto. Se consideran esclavos sublevados de Telefónica, como simboliza el dorsal que cosieron a su ropa de trabajo y que rezaba “esclavo nº...” durante la movilización.

UGT y CCOO tienen mayoría de representación en las contratas directas, en las que con frecuencia se elaboran listas pro-empresa o en las que participa personal de estructura y/o mandos de empresa bajo estas siglas. Sin embargo, no tienen representación alguna entre los trabajadores que fueron a la huelga indefinida ya que en la multitud de micro y pequeñas empresas subcontratadas no hay representación sindical. Por ello, explica L., miembro del comité de huelga, y por la desconfianza debida a los escándalos de corrupción y a la política del mal menor con la que abordan los conflictos, la asamblea de Madrid acudió a AST (un sindicato minoritario que tiene mayoría en el comité de empresa provincial de Telefónica en Madrid), para que proporcionara cobertura legal a la huelga. AST convocó la huelga para presionar a Telefónica y sus contratas con el objetivo de que se retirase el nuevo el contrato mercantil que iba a volver a rebajar el precio del trabajo. Con un seguimiento de entre el 80 y el 90 % (y dado que el personal técnico de contrata y de Telefónica es una minoría respecto al total de técnicos), la huelga indefinida del personal de subcontrata y falsos autónomos logró paralizar servicio y provocar una acumulación de averías sin solucionar a la matriz. Todo ello sin servicios mínimos, ya que las contratas y subcontratas están enmarcadas en el convenio del metal.

La huelga adquiere una dimensión estatal

El día 24 de marzo se celebra la primera multiconferencia de coordinación estatal de la huelga/1 impulsada por la asamblea de comités de contratas y Telefónica de Barcelona, activa desde el año 2007, y en la que venían participando delegados de diferentes fuerzas sindicales de personal de contratas directas y de la matriz Telefónica. En esta multiconferencia, ahora sí, se reúnen por primera vez para coordinar su acción colectiva representantes de todas las tipologías de modelos contractuales que tienen a Telefónica-Movistar como empleador final: trabajadores de la plantilla directa de Telefónica, personal propio de contratas, asalariados de subcontratas, falsos autónomos e incluso propietarios de subcontratas. Todos los participantes coinciden en que el estallido asambleario en Madrid es el mejor método para organizarse en un escenario de extrema fragmentación y el extender la huelga indefinida a todo el Estado, la mejor manera de frenar la espiral de precarización a la que el personal técnico subcontratado de Telefónica-Movistar se ve abocado.

Sin embargo, las y los participantes consideran necesario ampliar los objetivos de la huelga para que reflejen las necesidades de los diferentes colectivos implicados. A la retirada y mejora del contrato mercantil, que beneficiaría a propietarios de micro empresas y por extensión a sus asalariados y asalariadas y a falsos autónomos, se añaden objetivos que beneficiarían a todos los trabajadores y trabajadoras, como aumentos salariales para el personal de plantilla de contrata y (lo que supone un salto cualitativo en la lucha), el pase a plantilla de los falsos autónomos que así lo quieran. Las plantillas directas son muy conscientes de que si no se produce esa incorporación, acabarán transformadas en falsos autónomos. Las diferentes asambleas que se celebran a partir de ese momento deciden, una tras otra, sumarse a la huelga y la coordinación estatal pide a CGT metal y co.bas (sindicato de base en Telefónica) que convoquen huelgas estatales para incluir los nuevos objetivos acordados.

El sindicalismo oficialista entra en escena

El 31 de marzo, cuando Madrid entra en su cuarto día de huelga, CCOO y UGT aparecen en escena de forma repentina. La federación de industria de UGT publica un comunicado/2 en el que anuncia la convocatoria de una huelga indefinida a principios de abril “similar a la que están llevando a cabo los trabajadores de Madrid” ante la “precarización salvaje” del empleo en las subcontratas de Telefónica”. J.L, delegado sindical de UGT en COTRONIC, explica cómo los delegados recibieron un email de la federación ese mismo día, sin ningún tipo de comunicación o reunión previa, que les informaba de tal decisión. Era una convocatoria realizada sin ningún tipo de contacto con las “bases”, hecha desde arriba.

La coordinación estatal de la huelga indefinida, aunque con escepticismo, valoró positivamente/3 esta convocatoria de la UGT que interpretaba como el resultado del éxito de la convocatoria en Madrid. El anuncio de la convocatoria de una huelga indefinida por parte de los sindicatos oficialistas podría reforzar la huelga a nivel estatal, sobre todo entre el personal directo de contratas, que es donde UGT y CCOO tienen, según sus fuentes, más de un 85 % de la representación, así como en provincias donde la huelga no había conseguido implantarse. Sin embargo, el comité de huelga hacía hincapié en que el poder debía residir, en todo momento, en las asambleas, y que cualquier “pre-acuerdo debería ser sometido democráticamente a la aprobación de las asambleas en cada provincia/4.

Los ataques a la huelga del 7 de abril desde el sindicalismo oficialista

Solo un día después del comunicado de UGT en el que anunciaba la huelga, la coordinación estatal de la huelga empezó a recibir numerosos correos electrónicos y llamadas de trabajadores que temían secundar la huelga indefinida de AST, ya que habían sido notificados por fuentes de CCOO y UGT que la huelga era ilegal. El día anterior al inicio de la convocatoria estatal, UGT publicaba un comunicado/5 en el que advertía a los trabajadores que la convocatoria, al no haber “seguido los cauces legales, podía perjudicar gravemente los intereses de los trabajadores de las contratas y subcontratas que trabajan para Telefónica-Movistar que la secundasen.” Desde la coordinación estatal de la huelga se denunció este ataque a la huelga desde las filas del sindicalismo oficialista que, sin que ninguna empresa la hubiese denunciado todavía, estaba creando confusión e infundiendo el miedo; haciendo que algunas provincias, como Asturias, se echaran atrás en ese momento y esperaran que entrase en vigor la convocatoria de CGT y co.bas, que por motivos de plazos se convocaron para el 14 de abril. Muchas provincias se sumaron posteriormente, aunque en menor medida, ya que la confusión y la división generada hizo estragos en la unidad sindical. Además, el hecho de que el sindicalismo oficialista promoviera el discurso de la ilegalidad de la huelga proporcionaba bazas a la patronal para que, de forma efectiva, terminase denunciando la huelga.

La huelga indefinida anunciada por UGT nunca llegó a materializarse como tal. El 8 de abril, nuevamente sin consultar con los miembros de los comités de las empresas, CCOO y UGT anunciaban paros para los días 15, 16, 22, 23, 29 y 30 de abril. En un contexto de trabajo a destajo, con jornadas de hasta 10h durante siete días a la semana, una convocatoria de paros parciales significaría a la práctica eliminar la presión de la huelga sobre las empresas, ya que, como criticaba en una carta a la federación un delegado de UGT, “el trabajo que se dejase de realizar durante los dos días de paro, se realizaría los siguientes/6”. Además, dificultaba mucho el trabajo de los piquetes durante el conflicto. En definitiva, parecía una convocatoria pensada para desmoralizar y dividir a los huelguistas.

Una negociación indirecta, pero impuesta

Tras la convocatoria de paros, comienza la negociación de la patronal con CCOO y UGT. Sin embargo, dichos sindicatos carecen de legitimidad para negociar la solución al conflicto por una doble vía. Por un lado, la única huelga que está ejerciendo presión a Telefónica y las contratas es la huelga indefinida que, a pesar de los ataques que recibe, tiene aún un seguimiento muy importante. Por otro lado, CCOO y UGT, si bien tiene mayoría de representación entre el personal de contrata directa, éste constituye un colectivo proporcionalmente muy minoritario en el subsector. En los cientos de micro y pequeñas empresas, donde trabajan unas 18 000 personas en todo el Estado, no existe representación sindical. En esas empresas reina la persecución del sindicalismo y cualquier intento de crear una sección sindical es atajado mediante despidos. Por otro lado, en empresas pequeñas el clima de identificación empleado-dueño es una realidad, ya que las diferencias salariales y funcionales entre ambos también son muy pequeñas.

La huelga, sometida a una férrea censura mediática, sigue presionando fuertemente a las empresas. Las averías se acumulan, grupos autoorganizados de apoyo recurren a cortes del servicio para contrarrestar la ineficacia de Inspección de Trabajo contra la vulneración del derecho a la huelga mediante el esquirolaje organizado, es decir, sustitución de trabajadores en huelga. Algunas contratas intentan conseguir que autónomos y subcontratas vuelvan al trabajo ofreciendo aumentos del precio del trabajo. Los huelguistas siguen las negociaciones de CCOO y UGT con la patronal y exigen participar en las negociaciones. Con el lema “nosotros luchamos, nosotros negociamos” se cuestiona también la legitimidad de un sistema de representación que favorece los intereses de la patronal.

Sin otra manera de participar en las negociaciones más que la presión en la calle, los huelguistas intentan establecer un diálogo con la mesa negociadora a través de su medio de comunicación, la web teleAfonica.net. Cada borrador surgido de una reunión es comentado y criticado por la coordinación estatal en la web/7 y cada nuevo borrador mejora ligeramente el anterior. No obstante, el tiempo no transcurre en balde y finalmente el 5 de mayo patronal y CCOO y UGT creen encontrar el momento adecuado para escenificar un acuerdo. Crean una "comisión paritaria" para velar porque se cumpla e interpretar lo acordado y “regular las cuestiones que han quedado pendientes". Desconvocan la huelga parcial que habían convocado.

En ese momento se pone en evidencia que el sindicalismo oficialista no tenía legitimidad para negociar. Los huelguistas consideran que el acuerdo es insuficiente y la huelga sigue; a pesar del eco mediático al servicio de dicho acuerdo. Al día siguiente, se suceden manifestaciones en varias ciudades antes la sedes de CCOO y UGT. En Bizkaia, donde la totalidad de huelguistas son falsos autónomos, sindicalistas de CCOO y UGT contestan a los abucheos llamando “empresarios” a los huelguistas, lo que demuestra o bien la falta de comprensión del sindicalismo tradicional frente a la realidad del nuevo proletariado, o la necesidad de auto justificarse.

El acuerdo golpea a la huelga pero no la liquida

Se consolida un importante número de huelguistas en Madrid, Barcelona, Bizkaia y Gipuzkoa, y un número menor en otras provincias, que deciden resistir y seguir adelante con la lucha. Se suceden los actos de protesta aparejados a la huelga, se mantiene un número de huelguistas activo de un 20 % en Barcelona y Madrid, así como un 95 % en Bizkaia y 90 % en Gipuzkoa. Una participación que tras de un mes de huelga indefinida no es nada desdeñable y da fuerzas para que las asambleas decidan continuar con la huelga y las acciones complementarias.

En Barcelona se decide protestar públicamente ocupando pacífica pero visiblemente la sede permanente del Mobile World Center (MWC) , ubicado en la tienda insignia de Telefónica en Plaça Catalunya. El 9 de mayo, después de varias horas de encierro, se obtiene el compromiso de una negociación con Telefónica y se abandona el edificio. Los huelguistas celebran la promesa de reunión como un éxito: por fin, sientan a Telefónica a negociar/8. Dicha negociación resultará, dos días después, un fiasco y se revelará como un engaño a los huelguistas por parte de Telefónica, quien insiste en que no puede hacer nada para mejorar las condiciones de los trabajadores, ya que no es parte del conflicto. Sin embargo, la huelga da un salto cualitativo en Barcelona y llama la atención de los movimientos sociales y políticos por la duración, la determinación, la firmeza y la justicia de sus objetivos.

Mientras todo esto sucede, las reuniones de seguimiento de las comisiones paritarias van anunciando ciertas mejoras al texto firmado el 5 de mayo. No se limitan a mejoras, sino que incluso hay redactados nuevos, en lo que la coordinación de la huelga ve un claro intento de desactivar la movilización y de vender la idea que las mejoras son fruto de la habilidad negociadora y del marco legal existente. Concretamente, la desaparición de las penalizaciones por instalaciones defectuosas es recibida con júbilo por los huelguistas, pero les anima aún más a seguir la movilización. La subida del baremo en un 2,5 % adicional sobre el 10 % anteriormente firmado, también causa el mismo efecto.

A las alturas en las que ya se encuentra la huelga, el cansancio acumulado, la frustración porque la negociación directa de Telefónica con los huelguistas ha resultado ser una burla, por un lado, pero el gran apoyo social que tiene la huelga y el convencimiento de las propias fuerzas por otro, provoca que se lleve a cabo una segunda demostración de fuerza y se produzca un nuevo encierro en el MWC de Barcelona.

Esta vez el encierro, contra todo pronóstico, se prolonga durante siete largos días. Siete días en los que la solidaridad social se hace evidente con ruedas de prensa a cargo de colectivos sociales y vecinales, apoyo de innumerables personas y presencia de medios de comunicación/9. Todo ello provoca que Telefónica acceda de nuevo a otra negociación, que no se ejecute el desalojo en principio dictado por un juez y que la nueva representación municipal en el Ayuntamiento (Barcelona en comú) sea en cierto modo “mediadora” en la salida del MWC.

Éxitos parciales y fin de la huelga con la mirada puesta en otoño

Esta vez, las reuniones tienen más contenido. Se producen dos rondas de negociación de las que solo se obtienen buenas palabras y promesas de mejora del sector pero que no tienen concreciones escritas. Después de dos semanas más de huelga indefinida, y tras el relativo fracaso de esta nueva tanda negociadora, las asambleas se preparan para abandonar la huelga, eso sí, de forma ordenada y obteniendo el máximo rédito de la lucha realizada.

De este modo, en Bizkaia, donde el seguimiento de la huelga aún estaba intacto, se consiguen sendos acuerdos con las dos contratas directas que, obteniendo de facto un acuerdo provincial que deja en evidencia al firmado por CCOO y UGT tan sólo un mes antes. Se obtiene, además de importantes aumentos, que se traducirá directamente en ingresos de entre un 40 y un 80 % mayores, el pase a plantilla de casi el 30 % de los trabajadores, casi en su totalidad autónomos. Sin duda, un rotundo éxito que servirá de acicate para próximas movilizaciones. Para los huelguistas, el pase a plantilla es un objetivo estratégico que revierte el proceso de externalización y por tanto la espiral de precarización.

Los huelguistas suspenden la huelga hasta el otoño, para descansar, reponer la caja de resistencia y hacer balance de lo conseguido. En definitiva reponer fuerzas y mantener la presión sobre la mesa paritaria abierta durante todo el verano, para poder fiscalizarla y volver con garantías a la lucha en caso de que resulte ser un fiasco o un nuevo engaño. Queda para el balance el escaso entusiasmo en esta huelga de la plantilla directa de Telefónica y sus sindicatos, tanto oficialistas como alternativos, que no han visto o no han sabido ver la oportunidad que representaba que representaba esta huelga para defender de forma conjunta sus propios intereses. Este sector precarizado el que desarrolla hoy en día una buena parte del trabajo propio de Telefónica y tiene, como lo ha demostrado durante la huelga, una enorme capacidad de afectar el servicio con lo que ello comporta de desequilibrio en la balanza de correlación de fuerzas en la lucha contra la patronal. Aún cuando la huelga de las contratas llegó en un momento en el que el sindicalismo alternativo había decidido, por fin, abordar el debate estratégico en torno a impulsar la lucha por el pase del personal subcontratado a plantilla fija. Una reivindicación que en Latino América está presente en todas las luchas en Telefónica desde hace años.

La coordinación de sindicatos alternativos de Telefónica empezó en mayo del 2014 a discutir la ponencia de algunos sindicalistas que abogaban por promover dicha lucha. La huelga sin duda ha resuelto el debate en el seno del sindicalismo crítico. Ahora es necesario llevar ese debate a la plantilla directa para que en los nuevos episodios, todas las plantillas que tienen a Telefónica como empleador final puedan movilizarse juntas y las huelgas recuperen así la fuerza para afectar el servicio que la fragmentación de plantillas intenta debilitar.

1/07/2015

1/ http://teleafonica.blogspot.com.es/2015/03/resumen-de-la-multiconferencia-estatal.html

2/ http://mcaugt.org/noticia.php?cn=22601

3/ http://teleafonica.blogspot.com.es/2015/04/resumen-multiconferencia-estatal.html

4/ http://teleafonica.blogspot.com.es/2015/03/ugt-convocara-huelga-indefinida-en.html

5/ http://mcaugt.org/noticia.php?cn=22616

6/ http://teleafonica.blogspot.com.es/2015/04/mail-de-un-delegado-de-ugt-la.html

/7 http://teleafonica.blogspot.com.es/2015/04/valoracion-del-informe-de-la-reunion.html

8/ http://teleafonica.blogspot.com.es/2015/05/la-ocupacion-de-la-sede-permanente-del.html

9/ http://teleafonica.blogspot.com.es/2015/05/la-huelga-y-la-ocupacion-construyendo.html