IU con esos pelos

Sábado 10 de enero de 2004

IU llegaba a la nueva coyuntura política a finales del 2003 y a su VII Asamblea Federal por los pelos y a medio peinar, pero llegaba. La VI Asamblea Federal, celebrada hacia tres años, la había recogido de la UVI tras la “era Anguita” en la que el fracaso de la política de sorpasso del PSOE, la escisión de Nueva Izquierda y la ruptura con ICV había terminado con el sorprendente y súbito giro de 180 grados de Frutos y la alianza electoral sin programa con el PSOE. IU se había colocado en su resultado electoral más bajo, en una caída continua desde 1995 que amenazaba con convertirla en una fuerza extraparlamentaria y en provocar su explosión.

Aunque había pocas dudas sobre el estado pre-agónico del enfermo, los diagnósticos de cómo tratarlo variaban considerablemente. Para Frutos, secretario general del PCE y último responsable de IU tras el infarto de Anguita, el remedio era un giro radical en el funcionamiento de IU que asegurase una linea política única, definida por un PCE hegemónico, la condena de la línea de Madrazo en Ezker Batua en nombre de la defensa del “constitucionalismo español” y una política subordinada de alianzas con el PSOE que aceptase la correlación de fuerzas electoral en la izquierda, sin ponerla en cuestión. Frutos consiguió aliar al aparato central del PCE con la dirección mayoritaria del PC e IU en Andalucia y Madrid (Alcaraz y Perez) y obtuvo el 39,38% de los votos. Nines Maestro, por el contrario, consideró que había que mantener el giro a la izquierda iniciado con la política de sorpasso, eliminando ambigüedades y entroncandola en los movimientos sociales antiglobalización, en una lucha abierta por su dirección política que cambiase la naturaleza misma de IU y la transformase en una organización anticapitalista. Junto con la CUT andaluza, sectores del PCE y organizaciones trotskistas como CEA o el PRT, obtuvo el 18,02% de los votos, que se transformarían poco después en la Corriente Roja. El bloque que apoyo a Gaspar Llamazares era mucho más heterogéneo, pero estaba unido por la voluntad de defender la soberanía de IU y de sus federaciones frente a los intentos hegemonistas de la dirección del PCE y conservar la organización como un instrumento abierto, plural y democrático al servicio de los movimientos sociales alternativos. Sus señas de identidad era la defensa de la autonomía de Ezker Batua para definir su propia política de alianzas con el nacionalismo democrático en Euskadi y la promesa de discutir de todo sin tabús en un horizonte post-PCE. La lista de Llamazares obtuvo el 42,59% de los votos y la Coordinación General por un solo voto en el nuevo Consejo Político Federal /1.

De hecho, Llamazares estaba en minoría y solo había llegado a la Coordinación General por la catástrofe electoral que había acompañado la alianza de Frutos con el PSOE y que había dividido profundamente al PCE, haciendo imposible una coalición, incluso temporal, de su corriente con la de Nines Maestro. Esta temía con razón acabar siendo victima de los escasos hábitos democráticos internos del aparato del PCE (de los que ya había pruebas en Madrid y otras federaciones de IU). Su debilidad le obligó a un enorme esfuerzo, apoyado en un equipo muy reducido, para hacerse con el control de la dirección política del grupo parlamentario (nunca lo consiguió con el grupo en el Parlamento Europeo), de la Presidencia y, en menor medida del Consejo Político Federal –los tres principales organismos centrales de IU- en medio de una agobiante crisis financiera por la deuda heredada. Aunque se comenzaron a acumular elementos de una nueva orientación política -como el deseo de abrirse a los movimientos sociales alternativos, la recomposición de las relaciones con los sindicatos y las izquierdas nacionalistas, el replanteamiento de las imprescindibles relaciones con el PSOE desde un proyecto autónomo no subordinado-, la propia debilidad de IU, la continua tensión en la dirección con el aparato del PCE y el extremo fraccionalismo en las federaciones bloquearon cualquier avance real hasta finales de la presidencia española de la UE, en junio del 2002.

Llamazares y su equipo apoyaron la entrada de EB en el Gobierno Vasco, para acompañarla a continuación de todo tipo de ambigüedades y señales contradictorias, bajo la presión de un PCE que exigía la defensa del “constitucionalismo español” y argüía que la política de Madrazo era la causa esencial de la caída de voto de IU en el resto del Estado. Llamazares asistió personalmente a todas las manifestaciones y actos del movimiento antiglobalización que pudo y se convirtió en la principal voz crítica contra el PP en el Parlamento. Pero IU como tal no cumplió un papel significativo en la organización e impulsión del movimiento, porque las diferentes fracciones y corrientes de IU intervinieron autónomamente en su propio nombre para construirse directamente. El apoyo de IU a la huelga general del 20J tuvo características similares y el intento de diálogo con las direcciones de UGT y CC OO se vío limitado por el completo posicionamiento de ambas a favor del bipartidismo, porque solo aspiraban a reanudar la política de pactos sociales con un posible gobierno del PSOE ante la imposición por decreto de la reforma laboral del PP.

En la política de fraccionalismo que corroía a IU como proyecto, la presión más fuerte era sin duda la del aparato del PCE, porque en su seno -como demostró su XVI Congreso- la correlación de fuerzas de los distintos sectores era la inversa a la de IU y la corriente de Llamazares solo obtuvo el 20% (frente al 59% de Frutos y el 21% de Nines Maestro)/2. Llamazares solo podía recomponer el funcionamiento organizativo de IU, más allá de su dirección central, apoyándose en los sectores independientes y de origen distinto al PCE, que suponían ya casi el 50% de la afiliación de IU. Pero encontró escaso eco porque, por un lado, optó por la formula de situarse por encima de las luchas fraccionales en una posición de arbitro y, por otro, los continuos tiros y aflojas con la dirección del PCE limitaron la credibilidad de un discurso alternativo lleno de ambigüedades que no compartían además buena parte de las direcciones de las federaciones. Los sectores organizados más alternativos que lo habían apoyado en la VI Asamblea comenzaron a construir su propio perfil independiente en las movilizaciones.

Se iba extendiendo la impresión de que una caída electoral fuerte de IU en las municipales podía simplemente implicar su explosión, entre otras cosas porque un número importante de militantes del PCE se preguntaban abiertamente “¿para que sirve IU?” y se diseñaban varios proyectos de “refundación comunista” eurocomunistas, cossutistas y bertinottianos, buscando en Italia soluciones precocinadas, dado que las recetas francesas simplemente se habían agriado tras la derrota de la izquierda plural francesa y de su gestión neoliberal. El propio sustrato de la defensa de una IU abierta, plural y democrática se estaba erosionando rápidamente, como puso de manifiesto la confección de las listas municipales en Madrid, que se convirtió en una merienda de aparato (con el trasfondo de la mayor operación especulativa inmobiliaria en Europa ligada a la reubicación del Real Madrid y cuyos ramales llegarían hasta el escándalo posterior de la Asamblea de Madrid). Para no hablar de otras federaciones, donde las cosas se arreglaban poniendo en la calle a las minorías críticas, como en Rioja o en Almería.

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