Lo que no mata engorda

Domingo 1ro de febrero de 2004

Por Manolo Garí

Según un reciente informe de científicos canadienses los salmones criados en cautividad tienen una concentración de contaminantes organoclorados cancerígenos catorce veces superior a la de los que han crecido en libertad. Dichos compuestos se acumulan en el organismo humano durante décadas lo cual los hace especialmente nocivos.

La ramplona expresión que sirve de título a este artículo fue utilizada literalmente como “argumento” editorial por el prestigioso The Times del pasado 12 de enero para relativizar el riesgo tóxico asociado al consumo de pez rosa. Esta perla, acompañada de afirmaciones tan conformistas e irresponsables como “las toxinas están presentes desde en el aire hasta la leche materna”, tiene como finalidad explícita defender las piscifactorías salmoneras escocesas y como objetivo oculto blindar la industria de piensos para alimentación animal.

14 veces más contaminantes en las piscifactorias


El motivo de la cruzada del rotativo londinense es la publicación tres días antes en la revista Science del informe “Global Assessment of Organic Contaminants in Farmed Salmon” de los científicos canadienses Ronald A. Hifes, Jeffery A. Foran, David O. Carpenter, M. Coreen Hamilton, Barbara A. Knuth y Stern J. Schaager en el que se constata que la concentración de contaminantes nocivos para la salud humana presentes en los peces criados en cautividad frente a los que lo han sido en libertad es catorce veces mayor. Lo que lleva a los autores del estudio, basándose en los criterios e indicadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la conclusión de que la ingesta más de dos veces al mes de salmón de piscifactoría es peligrosa para los humanos dada la concentración detectada de catorce contaminantes organoclorados, como PCB, DDT, HCB, dioxinas, mires o nonacloro, que como es sabido son inductores cancerígenos.

Para más INRI de los intereses del sector capitalista que defiende The Times, Oceana (organización internacional para la protección de los mares) afirma que entre las piscifactorias de los principales países acuicultores las europeas son las que han dado los peores indicadores de contaminación, seguidas de las norteamericanas y canadienses y a mucha distancia de las chilenas.

Efectos acumulativos de los compuestos organoclorados


Los organoclorados, tal como se ha demostrado y ha recordado David Carpenter de la Universidad de Nueva York a raíz de la polémica surgida tras la publicación del informe, se almacenan durante decadas en el organismo humano. Ello les hace especialmente nocivos para el feto en caso de embarazo, por lo que el salmón de piscifactoría no es aconsejable para las mujeres en edad fértil pero tampoco para las niñas. La razón de la importancia del peligro que comportan es que estos contaminantes son persistentes no se degradan fácilmente, actúan de forma nociva en muy pequeñas cantidades, los efectos son acumulativos y actúan como disruptores endocrinos.

Para Miriam Jacobs, especialista en Nutrición y Toxicología de la Universidad de Surrey, el primer paso sería reducir la contaminación de los piensos. De nuevo nos encontramos con un problema similar al de las vacas locas: a través de la cadena alimenticia las multinacionales del cebamiento rápido animal nos están matando a la chita callando mientras nos engordan. Lo que unido a la constatación de que hay enfermedades provocadas por virus que dan el difícil salto interespecies como pudimos comprobar con el ganado bovino y probablemente ahora lo podamos verificar desgraciadamente con la denominada gripe del pollo en Asia, presentan un panorama de inseguridad alimenticia más que alarmante pese al “que no cunda el pánico” que nos intenta trasmitir el citado rotativo inglés. Que no cunda, pero el mismo día 9 de enero en The Observer, Stephen Khan, también daba noticia de la existencia de peces radiactivos en Rusia, lo que no es de extrañar por otro lado. Como el principio de precaución no es un valor que cotiza en el mercado, todo es posible.

Amplitud de la contaminación por PCB


Lo peor es que, tal como se deduce de las anteriores comparaciones, algunos organoclorados también están presentes en los salmones libres, concretamente los PCB. La presencia de estos compuestos no es casual. Los bifenilos policlorados forman una familia de 209 sustancias cloradas que han sido sintetizadas en fábricas y han tenido numerosos usos industriales. Han surgido como subproducto en la fabricación de plaguicidas y de disolventes clorados y forman parte de las emisiones de procesos de combustión de sustancias cloradas en incineradoras, acerías o en incendios de plantas industriales y almacenes. Los PCB se han usado como aceite aislante en de transformadores y condensadores presentes a lo largo y ancho de todo el Estado español, donde desde 1986 se prohibió, en miles de centros de trabajo, postes eléctricos y almacenes. Desde 1996, la Directiva comunitaria 96/59 exige la recogida y descontaminación de los equipos y aparatos que los contienen, para hacer realidad el Convenio para la Protección del Medio Ambiente Marino del Océano Atlántico Nordeste (PARCOM) pero da un plazo hasta 2010 para llevarlo a cabo. Mientras tanto la contaminación ya se ha producido (y sigue produciéndose) y los daños para la salud inmediata de las y los trabajadores expuestos al contacto con los mismos en los centros de trabajo, así como los efectos negativos para la salud pública también. Una vez más se demuestra que nuestra lucha ecologista por la producción limpia es imprescindible para defender los intereses de las y los trabajadores y la sociedad.

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