Ni tregua ni atentados: tregua

Miércoles 25 de febrero de 2004

Por Santiago Alba Rico *

El 16 de diciembre del pasado año, Batasuna hizo la llamada «propuesta de Bergara» ofreciendo a las otras fuerzas nacionalistas vascas la formación de una coalición electoral de amplio espectro que permitiese afrontar las elecciones del 14 de marzo desde una «interlocución nacional» compacta sobre la base común del soberanismo y por encima de otros intereses partidistas. Creo expresar no sólo mi opinión ­la de un defensor no-vasco del derecho a la autodeterminación para Euskal Herria­ sino también la de muchos abertzales de izquierdas si digo que la iniciativa de Bergara despertó la ilusión de un viraje, el atisbo de una nueva oportunidad histórica que había que aprovechar. Batasuna, como se recordará, hizo esta propuesta en el contexto más amplio de toda una serie de movimientos sordos y rumores atmosféricos que hacían concebir la esperanza de que esta vez sí se iban a ajustar todas las condiciones para un enderezamiento de la ruta soberanista. En último término, claro, todo dependía de ETA y algunos signos insistentes y estimulantes indicaban que ETA iba a hacer algo. Y lo hizo. El 29 de diciembre emitió un comunicado muy largo de dos puntos muy cortos en el que apoyaba explícitamente la propuesta de Bergara haciéndola así definitivamente inviable desde el principio. ETA añadía que estaba dispuesta a dar «los pasos necesarios» para facilitarla, a sabiendas de que el único paso que podía dar lo había dejado ya atrás con esta declaración. Lo que se venía pidiendo a ETA ­desde fuera y desde dentro de la propia Batasuna­ no era una declaración metalingüística sino performativa; es decir, una declaración que fuese al mismo tiempo una acción: si ETA quería realmente apoyar la propuesta de Bergara ­si quería, al menos, que ésta provocase desplazamientos y contradicciones­, se tenía que haber limitado, como muchos esperábamos, a declarar una tregua sin condiciones e indefinida para el conjunto del Estado. Batasuna podrá seguir sosteniendo que busca solamente el diálogo (creo que realmente lo busca) y que son los demás los que lo rechazan (lo que al menos también es cierto en el caso del PNV), pero nadie podrá decir que no sabía que el apoyo explícito de ETA a la iniciativa de Bergara la hacía «legítimamente» inaceptable para las fuerzas políticas invitadas a participar. Por mi parte, no soy tan ingenuo como para pensar que la tregua de ETA hubiese garantizado el apoyo alborozado y unánime a la propuesta, pero sí quizás, al menos, la erosión electoral del PNV y el fortalecimiento del electorado espectral de Batasuna, únicas vías realistas hoy por hoy para obligar a Lakua ­llave, nos guste o no, de toda solución­ a abandonar su ambigüedad.

Menos de dos meses después, y a tres semanas de las elecciones del 14 de marzo, ETA ha vuelto a meter su manita con el anuncio de una tregua parcial limitada al territorio de Cataluña. He seguido con irritación, reservas o aprobación las reacciones al comunicado, pero confieso que lo que me ha preocupado enormemente es que Arnaldo Otegi y el editorial del GARA coincidieran en considerarlo «una buena noticia». Otegi, además, denuncia retóricamente a los que «reaccionan de la misma manera ante un atentado y ante una tregua», como si lo que hubiese estado siempre en juego para él ­y lo que la tregua vendría parcialmente a aliviar­ fuese el «coste» en vidas humanas de la «lucha armada». Contra los que condenan hipócritamente la violencia a partir de principios abstractos (los mismos que practican la tortura en el Estado español y matan iraquíes en Bagdad), Batasuna ha insistido siempre en la naturaleza política del conflicto y no puede ahora limitarse a celebrar que al menos los catalanes se vayan a ver libres del horror de los atentados. En este sentido y haciendo abstracción del contexto político (imperialismo, colonialismo, capitalismo), igualmente podría decirse que es «una buena noticia» que Israel vaya a retirarse de Gaza (aunque sólo lo haga para anexionarse parte de Cisjordania) o que Sadam ya no esté en el gobierno (aunque vayan a sustituirle los estadounidenses) o que un juez español haya condenado a un guardia civil que va a indultar luego el PP. Lo que tiene que explicar Batasuna, lo que tiene que explicar un editorial de GARA, es por qué la tregua parcial de ETA es políticamente «una buena noticia». No es de recibo que los mismos que defienden la legitimidad de la lucha armada en ciertas circunstancias (como yo mismo en Palestina o Iraq) y que reivindican el derecho de Euskal-Herria a la auto-determinación (como también es mi caso) no nos expliquen en qué medida la tregua de ETA favorece la causa por la que luchan y se conformen con decir que la organización armada tendrá sus «razones políticas» y que, en cualquier caso, es «una buena noticia» para la vida humana.

Personalmente llevo ya mucho tiempo reclamando a ETA una tregua y sin embargo ­o por eso­ su anuncio de tregua parcial me ha escandalizado. Si he reclamado una tregua a ETA, aparte consideraciones morales (que todos, creo, compartimos), es porque me parecía el único camino para favorecer la lucha por la auto-determinación; porque me parecía la única manera de apoyar seriamente propuestas como las de Bergara; porque me parecía una condición inexcusable para legitimar cualesquiera otras formas de acción (desde la desobediencia civil hasta las asambleas municipales); porque me parecía el único procedimiento hoy por hoy para explotar todo el inmenso capital organizativo de la izquierda abertzale sin presiones inútiles sobre sus militantes, debilitando al mismo tiempo el pacto anti-terrorista y comprometiendo al PNV en la vía soberanista. Para eso esta tregua no sirve. Por eso, además, se me antoja distractiva y retórica la frase de Otegi. Porque creo, en efecto, que una tregua parcial limitada significativamente al territorio de Cataluña es exactamente lo contrario de una tregua. Aún más: creo que la tregua parcial ­desde el punto de vista político­ puede ser incluso peor que un atentado. Aún más: creo que la tregua parcial es el atentado de ETA de estas elecciones. Me gustaría que Arnaldo Otegi o un editorial de GARA ­el segundo mejor periódico del mundo­ explicaran a los militantes de Batasuna en qué medida el anuncio de ETA acerca a Euskal Herria a la independencia y al socialismo. Podemos sostener que el futuro es inescrutable o resignarnos a tener que corregir después los errores de hoy (como sugería otro artículo del mismo periódico aludiendo a la terrible crisis provocada por el asesinato de Miguel Angel Blanco), pero ni siquiera Jose María Esparza, la pluma más penetrante del periodismo abertzale, podría justificar los beneficios de esta medida para el movimiento de liberación nacional. Entonces, ¿De qué se trata? ¿Para qué esta tregua? ¿Para apoyar a Carod, que siempre ha negado haber negociado nada en su encuentro con la dirección de ETA? ¿Para apoyar a la Generalitat de Cataluña, gobernada por el mismo PSOE al que pertenecía Ernest Lluch, uno de los elementos más dialogantes del partido del GAL? ¿Para aliviar los temores de los «catalanes» ­independientemente del partido al que pertenezcan­ amenazando a los extremeños, los andaluces y los gallegos ­también con independencia de lo que piensen? ¿Para «premiar» a los militantes independentistas catalanes, cuyo apoyo a la «lucha armada» es más bien dudoso? No me gusta nada estar de acuerdo con el PNV ­por la misma razón que al PNV no le gusta estar de acuerdo con Sozialista Aberzaleak­, pero todas las respuestas a estas preguntas conducen inevitablemente, una y otra vez, a un fortalecimiento del PP y al aislamiento inoperante de la izquierda abertzale. Contra la independencia de Euskal Herria y contra la de Catalunya, ETA ha inventado ahora, en un birlibirloque humanista y según la expresión de Pascual Serrano, la tregua-pinza.

ETA puede ir «perdonando» Comunidades Autónomas a medida que se porten bien ­escogiendo con cuidado el momento más dañino para todos­ o hacer humildemente lo que dice querer hacer y apoyar realmente la causa de la independencia y el socialismo dejando a los luchadores vascos que lo intenten solos por sus propios medios. Creo que no soy el único: incluso dentro de Batasuna hay sin duda gente que está hoy un poco menos contenta y un poco más desesperanzada que ayer.

* Filósofo / Publicado en Gara, 25/02/04

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