«El orden reina en Bagdad»

Jueves 10 de abril de 2003

Por Miguel Romero, 10-04-03

El juego es conocido: unas pocas y pobres imágenes, acompañadas de raudales de palabras de los comentaristas y enviados especiales, mientras desde los estudios se nos repite una y otra vez, que estamos viendo "la historia", invitándonos subliminalmente a aceptar que lo que vemos y oímos es efectivamente la verdad, la "Historia", de la que seríamos testigos privilegiados. Pero lo que en realidad vemos, es unos planos fijos de un centenar de ciudadanos de Bagdad, intentando derribar una enorme estatua de Sadam Husein por procedimientos rudimentarios, primero con una cuerda, después a mazazos, en los que se van turnando, posando ante los reporteros gráficos que buscan un improbable premio Pulitzer.

Como la estatua es resistente, los comentaristas se ven obligados a rellenar los tiempos muertos con palabras, más propias de discursos que de crónicas periodísticas. Así por ejemplo, Ángela Rodicio, de la brigada mediática de TV1 al mando de Alfredo Urdaci ("lacayo" le llama con propiedad Juan Cueto), nos cuenta algo que debe haber leído en algún manual de instrucciones: la caída de la estatua de Sadam sería semejante a las que vimos durante el derrumbe de la URSS en 1990-1991. Unas horas después, el jefe Rumsfeld, matizaría: el precedentees la caída del Muro de Berlín. Pero por más que lo repitan, ninguna de las imágenes que nos llegan tiene dimensión heroica, de ningún signo. Bagdad no es Berlín, ni es Moscú... ni ha sido Stalingrado.

Pasan los minutos y sigue el centenar de paisanos, a los que se suma ahora un blindado yanki, recibido con menos entusiasmo de lo que exigía el guión. En estas circunstancias, el zapping puede ser instructivo. Antena 3 y Tele 5 mezclan los comentarios con recuerdos a los compañeros muertos. TV1, ni media palabra. Cuando no sabe que decir, Ana Blanco, lacaya adjunta, nos cuenta con júbilo que ha visto pasar un taxi, mientras Rodicio nos sigue anunciando que numerosos ciudadanos se dirigen hacia la plaza, pero no se les ve por ninguna parte. "La historia en directo"...

El zapping ofrece también un momento duro. Jon Sistiaga, que ha hecho la única información soportable desde Bagdad (aunque están circulando por la red críticas muy duras a la manipulación informativa que también parece que se ha hecho en Tele5) exhibe un móvil de última generación, prohibido por la seguridad iraquí, y cuyo uso sería un "signo de los nuevos tiempos" (sic). También nos informa con alegría de la destrucción de una gran foto de Sadam, que servía como obligado fondo a sus crónicas. No es difícil compartir su hostilidad a los censores y policías del régimen caído; puede entenderse el alivio de alguien que el día anterior estuvo al borde de la muerte. Pero Sistiaga conoce muy bien otros signos de los nuevos tiempos muchos mas importantes, y dolorosos, que el uso de móviles con GPS.

En realidad, el "signo de los nuevos tiempos" lo crea un soldado que no será felicitado por ello, al colocar la bandera americana sobre la estatua de Sadam, tapándole la cara. Ahí estaba la foto buscada, la que estará en las portadas del día siguiente y en las enciclopedias, el "Iwo Jima" de Bagdad. Pero el signo lo ha creado un tanquista poco versado en la semiótica de la "libertad duradera", la "llegada de la democracia a Bagdad", "el restablecimiento del consenso de la comunidad internacional bajo el amparo de las Naciones Unidas" y todas esas cosas: incluso los corresponsales le reprenden inmediatamente. Rodicio y Sistiaga coinciden: tenía que haber puesto una bandera iraquí. ¡Of course!, piensa algún oficial atento y ordena que se retire la bandera. Pero los responsables de atrezzo del Pentágono, que lo habían previsto todo, incluso las comparaciones con el muro de Berlín, olvidaron este detalle. No hay banderas de Irak disponibles. Por el momento, porque la mano invisible del mercado, Dios de las tropas aliadas, creará oferta donde hay demanda y suministrará miles de banderas iraquíes que, los próximos días, ya mismo, veremos por todas partes.

Entonces, ¿la historia en directo? Bagdad tiene cinco millones de habitantes. ¿Dónde están sus gentes, que sólo hace unos días trataban de sobrevivir en la durísima vida cotidiana, donde sus heridos y sus muertos? Ya no los veremos, o sólo veremos lo que decidan los vencedores: otro signo de los nuevos tiempos,.

Las noticias del día siguiente traen otros signos de estos tiempos, la verdadera "historia" que quiere aplastar en directo al movimiento antiguerra, como aplasta ya al pueblo iraquí.

En alguna de las charlas contra la guerra he dicho que esta era una guerra "sin victoria". Probablemente sea verdad a medio plazo, cuando se muestren los estragos de la conquista colonial y estallen sus consecuencias internacionales. Pero ahora mismo es mentira. Esta guerra ha terminado con la victoria de la Administración Bush y sus aliados, y los intereses que representan, y su estrategia imperial que sale reforzada, no en legitimidad, pero sí en credibilidad. No olvidemos que en este mundo, la combinación de fuerza y credibilidad es una fuente de legitimidad muy potente.

También aquí, donde Aznar ha querido y quiere instalar una provincia destacada del imperio, llega la fanfarria de los vencedores. Anson titula en su libelo: "Mala suerte Zapatero, la guerra sólo ha durado veinte días". Y añade: "Se acabó pues el chollo pacifista". Cuentan que algunos diputados del PP, recuperado el resuello, se burlan de los de la oposición diciéndoles: "Habéis perdido la guerra".

Algunas respuestas que se escuchan a esta basura no son convincentes: "Los que nos opusimos a la guerra somos quienes nos sentimos mas felices porque haya terminado". Pues dicho así, no. Es verdad que tal como iban las cosas, un día más de guerra sólo podía añadir sufrimientos al pueblo iraquí. En este sentido, mejor que haya terminado, incluso de esta manera. Pero no puede pasar a segundo plano cómo ha terminado la guerra. "No ha llegado la paz; ha llegado la victoria", se escucha al final de "Las bicicletas son para el verano", la hermosa obra de Fernando Fernán Gòmez sobre la guerra civil española: ese 1 de abril de 1939 es una analogía mucho mejor que el Muro de Berlín, para lo que ocurre ahora en Bagdad.

Ahora habrá que ocuparse inmediatamente del regreso, y de la protección solidaria cuando lleguen, de los y las brigadistas cuyo comportamiento merece el máximo respeto. Y habrá que repetir: "No en nuestro nombre", frente a ese pillaje colonial que llaman "reconstrucción".

Pero sobre todo, tendremos que trabajar con paciencia, con tozudez, con unidad para que el movimiento antiguerra viva en los nuevos tiempos. Todos preveíamos que serían más difíciles. Van a serlo.

Hay una amenaza real de que el enorme sentimiento antiguerra se debilite para mucha gente, se extinga para otra. Por eso va a ser tan importante mantener activas las redes sociales grandes y pequeñas que ahora se han movilizado, combatir la resignación, desvelar los disfraces de la "reconstrucción" aunque se vistan de bandera de la ONU, buscar medios para que pueda seguirse expresando en todas sus formas el rechazo que esta guerra ha creado no sólo hacia la guerra misma, sino a también a sus responsables y a los valores e intereses que representan...

Así seguiremos al lado del pueblo iraquí que, a costa de enormes sufrimientos, ha pasado de una tiranía a otra.

Miguel Romero es director de la revista "Viento Sur" www.vientosur.info

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