Llamamiento de sindicalistas por otra Europa

Martes 9 de noviembre de 2004

[Texto presentado en el FSE 2004 de Londres]

Como sindicalistas sabemos que necesitamos a Europa frente a la globalización neoliberal y a las empresas transnacionales. Pero la Europa que necesitamos no es la que se está haciendo hoy.

La "Constitución", adoptada por los jefes de Estado y de gobierno el 18 de junio de 2004, fija con detalle todo tipo de opciones políticas, económicas y sociales que afectan a un debate democrático normal. Ese conjunto de disposiciones concretas y restrictivas va siempre en el mismo sentido: la dominación del mercado, la libertad de acción del capital y de las empresas transnacionales. En el frontispicio de ese edificio está inscrito el principio fundador de la Unión Europea: el de una "economía de mercado abierta en donde la competencia es libre y no falseada".

Ese objetivo, que está en el centro de los tratados europeos, fomenta los ataques a la protección social, la incitación a la prolongación de la jornada laboral y su flexiblización y el estímulo de la regresión social en cada uno de los países de la Unión Europea. Los derechos de los parados y de los asalariados se ven amenazados, como se comprueba ahora con el proyecto de directiva sobre el tiempo de trabajo. El paro y la precariedad aumentan como consecuencia de las políticas económicas neoliberales.

Es también ese principio el que, pese a todas las declaraciones de intenciones sobre los Servicios de Interés General, organiza la apertura de los mismos a la competencia y a las privatizaciones. Es también ese criterio el que estimula las deslocalizaciones y el "dumping" social siguiendo el modelo del proyecto de directiva sobre la liberalización de los servicios, conocida como "directiva Bolkenstein".

La Carta de Derechos Fundamentales ha sido integrada en la "Constitución". Pero, por un lado, no crea derecho social europeo susceptible de reequilibrar el derecho de competencia que seguirá siendo, en la práctica, el único derecho con carácter realmente comunitario. Por otro lado, esa Carta es inaceptable en muchos puntos: sustituye el derecho al trabajo por el derecho a trabajar, no reconoce el derecho de huelga a escala europea y rechaza la igualdad de derechos de quienes residen en Europa y no poseen la nacionalidad de un estado miembro.

Si este texto es ratificado, será necesario luego el acuerdo de los 25 Estados miembros para modificarlo, lo cual será, en realidad, casi imposible. Así, no sólo las opciones de política económica escaparán al debate público y a la decisión democrática sino que todo avance social, especialmente mediante una mejora de la Carta de Derechos Fundamentales, será una quimera.

Las cesiones de soberanía se hacen en beneficio de instancias independientes como la Comisión o el Banco Central Europeo cuya única misión es mantener la estabilidad de precios y bloquear las políticas presupuestarias en detrimento de los servicios públicos, los ingresos sociales, las remuneraciones y el empleo. Esta Europa se está construyendo sin los pueblos mediante la negociación opaca entre los gobiernos.

Esta Europa neoliberal representa una gran amenaza para la idea europea misma. Favorece el peligroso auge de los populismos reaccionarios, las derechas "soberanistas" y la extrema derecha xenófoba.

Es urgente dar a Europa nuevas bases que la emancipen del liberalismo financiero depredador y la reconcilien con el progreso social, la paz, la democracia, el desarrollo sostenible y la cooperación entre los pueblos del planeta.

Somos decididos partidarios de una Europa movilizada contra el paro, la precariedad y la degradación de las condiciones de vida. Hay que reforzar las garantías sociales, coordinar las políticas económicas y armonizar las fiscales y desarrollar servicios de interés general a escala europea para contrarrestar la libre competencia. Hay que poner en pie un desarrollo económico respetuoso de los equilibrios ecológicos y reconocer a las mujeres la igualdad y los derechos que reivindican. Aspiramos a una Europa democrática, basada en la ciudadanía plena y entera de todas las personas residentes en su territorio.

Para que esa Europa, tan necesaria, se haga posible, hay que dar la palabra en todas partes a la ciudadanía. Es preciso que en todos los países de Europa los pueblos sean consultados sobre su futuro. Para abrir la posibilidad de "otra Europa", no podemos aceptar esta Constitución y llamamos a la movilización para imponer que los derechos de los asalariados, parados y jubilados sean realmente tenidos en cuenta en la construcción de la Unión.

Contacto y adhesiones: Trade-unionist.appeal@wanadoo.fr

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