La última lucha de Miniwatt

Viernes 18 de febrero de 2005

Antoni Fuentes *

Bajo una sudadera roja de la multinacional alemana Adidas fabricada en Turquía se calienta el alma del comité de empresa de la fábrica de Miniwatt en Barcelona. "Cuando me la compré no me di cuenta que era de marca", asegura Juan Montero, un veterano comunista, activista antimundialitzación y líder de CCOO en la empresa. Por no dar una imagen equivocada a las fotos, desafía la fresca de la mañana quedándose con el uniforme de lucha, una camiseta contra el cierre de la fábrica y una gorra negra.

Montero y los otros 16 miembros del comité de empresa de Miniwatt (denominada ahora Barayo) afrontan el desafío más importante: como poner fin a los 45 años de una planta emblemática que agoniza con sólo 362 trabajadores tras haber llegado a un máximo de 1.560 en 1975.

Aquel fue el año en qué se forjó la aureola de Miniwatt en el movimiento obrero de la transición con la denominada "gran huelga" de dos meses, con detenciones incluidas, contra unos despidos. Poco después el comité consiguió una subida salarial del 41,4%, más del doble que la inflación, saltándose los límites máximos de los Pactos de la Moncloa de moderación salarial, y esto dejó en una situación difícil los sucesivos directivos de la fábrica.

Sindicalista politizado

"Nosotros no estamos hegemonizados por las reformas y las posiciones del capitalismo", asegura Montero. Su historial lo prueba. Pepe Gutiérrez, autor del libro Miniwatt-Philips. La memoria obrera, lo define como "uno de los sindicalistas que ha mantenido más entrega y continuidad además de ser el más politizado de Miniwatt".

Johnny, como le llaman, dejó a los 13 años la localidad malagueña de Fuente de Piedra, dónde nació en 1948, con destino al Hospitalet. Tras varios despidos en empresas por no acatar la disciplina, entró a Miniwatt los 70, con el inicio de la producción de televisores en color, y se alistó a la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), por la cual se presentó como candidato a diputado al Congreso en varias ocasiones. "Casi nadie de la empresa votó nunca la LCR", explica Pepe Gutiérrez.

Sin embargo no se descorazonó y participó en la constitución de Izquierda Unida y Alternativa y se ha mantenido al ala crítica de CCOO. En el último congreso del sindicato en Catalunya, el palacio de congresos de Tarragona se estremeció cuando defendió la nacionalización de las empresas industriales en crisis. Algunos dirigentes sindicales exclamaron: "¡Este es Montero!" Y acto seguido su propuesta fue derrotada.

Su última cruzada es una campaña contra la Constitución europea, junto con otros sindicalistas, al considerar que está "al servicio de las multinacionales", entre otros motivos que colisionan con la aceptación de la Carta Magna manifestada por el sindicato en qué milita. Es la última discrepancia.

Junto con Johnny, en el comité de empresa también quedan otros sindicalistas históricos nacidos como activistas de Miniwatt en el mismo tiempo en que apareció la tele en color. Además del núcleo de la LCR, había algunos militantes de PCE, del PSUC y de la CNT, entre otras organizaciones.

Uno de ellos, Justino Escribano, el maño, asegura que la reducción de la producción a una cuarta parte de la capacidad desde el 2001 ha desolado la fábrica "Da miedo entrar en algunos pasillos, que están con las luces apagados".

Ante la decisiva batalla iniciada, la mayoría del comité de CCOO comparte objetivos con los delegados de la UGT, encabezados por el veterano Joan Hernández, y los de USOC, al frente de los cuales hay el joven electricista Carlos Castrillo, de 34 años.

No es la única cara joven en un comité elegido en el 2002 y que tendrá al otro lado de la mesa de negociación un peso pesado especialista en reconversiones de empresas. Trasmediterránea, Izar, Minas de Almadén y Ence son algunas de las empresas en qué intervino Jordi Dagà como vicepresidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).

Dagà, presidente de Barayo desde el 2003 —cuando Business Creation compró la fábrica—, ha estudiado con detenimiento los movimientos de los líderes sindicales de la empresa y, en especial, de Montero. Se encontrará un dirigente y un comité que tienen poco que ver con las cúpulas de CCOO y la UGT con qué acostumbraba a negociar a la SEPI.

* Aparecido en "El Periódico" el día 16 de febrero de 2005.

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0