El PSOE muestra los limites de su política

Lunes 14 de marzo de 2005

Editorial

El desarrollo de la campaña y los resultados del referéndum sobre el Tratado de Constitución Europea, la importante crisis política producida en Catalunya a raiz de los hechos del Carmel, la cumbre “antiterrorista” del 11-M en Madrid y las inminentes elecciones en Euskadi, añaden nuevos datos que nos pueden permitir perfilar un poco más las características de esta etapa de gobierno socialista, algunas de las cuales ya intentamos enunciar en nuestra anterior Editorial.

La campaña del referéndum se ha caracterizado por la utilización de un amplio abanico de técnicas de manipulación de la opinión pública por parte del gobierno y de los medios de comunicación afines al SÍ, por la ausencia de debates y de verdaderas explicaciones de los contenidos del TCE y por el silenciamiento de las opiniones partidarias del NO, llegándose en más de un caso a la represión directa de éstas (prohibiciones, multas y detenciones por pegadas de carteles...). A pesar de todo lo anterior la victoria del SÍ ha carecido de legitimidad política, al representar tan solo el 31% del censo electoral y la derrota formal del NO se ha visto muy atemperada por el hecho de que su 17,24% se halle casi diez puntos por encima de los resultados obtenidos por los partidos partidarios del NO en las elecciones de marzo del 2.004.

Se puede concluir de lo anterior que el tan publicitado nuevo talante del PSOE y de Zapatero encuentra un límite cuando lo que se halla en juego tiene que ver con el núcleo de la política de estado- como era el caso del TCE –subordinado enteramente a la política y pensamiento neoliberales.

Los hechos del Carmel, aunque acontecidos en Catalunya, son ejemplificadores para el conjunto del estado y muestran en primer lugar las consecuencias del tipo de gestión basada en los principios neoliberales de reducción del gasto público y desmantelamiento de las empresas y servicios públicos. Dicho modelo de gestión fue utilizado en Catalunya durante los gobiernos CiU, pero el Tripartito- formado por el PSC-PSOE, ERC i ICV-EUiA -no ha sido capaz de romper con él. Aparece a continuación el tema de la corrupción y de la financiación ilegal de los partidos, sacado a la palestra en pleno debate paralamentario por un Maragall a la defensiva -“Su problema se llama 3%”. Finalmente, se evidencia como el conocimiento público de los riesgos del método de perforación denominado “austríaco” y de la existencia sistemática de “mordidas” en la adjudicación de obras públicas, no los evita, al no existir procedimientos eficaces de control y fiscalización de la gestión de los gobernantes por parte de la ciudadanía.

El pacto finalmente sellado entre el PSC-PSOE y CiU, junto con la esperpéntica moción de censura presentada y retirada por el PP, indican que- escenificaciones aparte -el partido gobernante, sus socios y la oposición “responsable” buscan ante todo salvaguardar un determinado modelo político-institucional basado en la exageración y teatralización de las diferencias secundarias existentes entre los grupos, y en la existencia de acuerdos tanto explicitos como soterrados sobre “cuestiones de estado” intocables. Y parece que, hoy por hoy, se hallan entre las cuestiones intocables el propio modelo de gestión neoliberal y la ausencia de control y fiscalización ciudadana- independiente de los propios partidos -sobre ésta. El nuevo talante del PSOE tiene aquí un otro límite.

La falta de reflejos y la incapacidad manifestada por Eui+A durante la crisis para aparecer con una voz propia e independiente resulta únicamente explicable en términos de su corresponsabilidad en un gobierno en el que participa con atribuciones de segunda categoría. Propiciar un cambio de política hacia la izquierda, la ruptura con el modelo de gestión neoliberal y la adopción de medidas que impidan otros “Carmeles” no son tareas que puedan desarrollarse desde el interior del Tripartito, dada la orientación política mayoritaria en el PSC, la composición misma del Tripartito y la correlación social de fuerzas. EUiA debería recuperar su indepencia política para así poder impulsar la movilización social y romper los límites antisociales marcados por la política del PSC-PSOE. El ejemplo catalán debería servir de espejo a la actual dirección de IU para alejarse de su política seguidista respecto al PSOE, renunciando a los intentos por convertirse a toda costa en partido “responsable” y “de gobierno”.

La conmemoración del primer aniversario del 11-M ha sido aprovechada por el PSOE para promover la cumbre del “Club de Madrid” centrada en la lucha antiterrorista mundial. Dicha cumbre no parece otra cosa que un intento más de aprovechar los lamentables sucesos del 11-S y del 11-M para sembrar miedo entre la población y así dar pie a la aprobación de un arsenal de leyes y medidas de tipo represivo. El PSOE da así un ejemplo más de su alineamiento con el “pensamiento único” y la doctrina antiterrorista de la adminitración Bush.

El próximo 17 de abril tendrán lugar en Euskadi elecciones autonómicas en condiciones de restricción de libertades, por el mantenimiento de la ilegalización de Batasuna. El bloqueo del “Plan Ibarretxe” realizado por PSOE-PP en el parlamento español, contando con la innecesaria colaboración de IU, han convertido estas elecciones en un plebiscito implícito sobre el derecho a la autodeterminación y a la soberanía del pueblo vasco. Sea cual sea el resultado electoral concreto, la dinámica soberanista y de “segunda transición” que se ha abierto en Euskadi parece imparable. El PSOE queda así enfrentado a un problema que no puede solventar únicamente con un talante más dialogante y abierto que el del PP. Tampoco ofreciendo nuevas competencias o versiones mejoradas del Estatuto de Guernika, siempre- ¡como no! -dentro del marco intocable de la Constitución española... El problema de Euskadi, de Catalunya y de los pueblos integrantes del estado español requiere para su solución el reconocimiento de su plena soberanía política. Un límite más que el PSOE no parece capaz de transpasar.

Pero los límites del PSOE, sus líneas de fractura: políticas sociales en ruptura con el neoliberalismo, modelos de gestión democráticos y participativos, solidaridad y ayuda a los pueblos necesitados atajando las causas de las acciones violentas, respeto al derecho de autoderterminación de los pueblos para constituir una libre unión entre ellos... son justamente los pilares sobre los que debe irse construyendo una izquierda anticapitalista y alternativa, autónoma y desobediente.

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