20-M, Dos años despues de la invasión de Iraq

Domingo 20 de marzo de 2005

Antonio Arnau

Dos años después de la invasión de Iraq, de más de cien mil muertos, sobre un país cada día más destruido y expoliado de sus recursos, la violencia continua siendo diaria y los iraquies siguen sin poder reconstruir las bases de su existencia, con un 67% de paro, cortes constantes de agua y luz, etc., instalados en la precariedad de la guerra, sin presente y sin futuro.

La destrucción y muerte en Iraq, parece haberse instalado como un dato más de la realidad, apenas un minuto más en los telediarios, que procuramos mirar sin ver, sin entender, para que no nos duela en el corazón. Quizás creamos que es una defensa ante la cruel irrupción de la violencia en nuestra cotidianeidad, no ver, no sentir, pero es un error esta actitud, es necesario ver y sentir el horror de lo injusto, hemos de recordar con Henimway que “las campanas siempre doblan por ti", todas y cada una, y que son más de cien mil las razones de sentirlo así.

Demasiadas, si las afrontamos, para no gritar ¡Basta de ocupaciones, de agresiones a la soberanía de los pueblos, que se retiren las tropas invasoras ya!

Hoy 20 de marzo se cumplen dos años de “Conmoción y pavor”, la operación programada desde la Casa Blanca sobre Iraq, que recibió en las calles de todo el planeta, la repulsa que expresaban millones de manifestantes por la Paz. Y hoy vuelve a ser jornada internacional de lucha contra las ocupaciones, convocada en EE.UU por la coalición de movimientos ANSWER, en Europa por el Foro Social celebrado en Londres y, en todo el mundo, por el V Foro Social Mundial de Porto Alegre. Todos con el mismo motivo central, el fin de todas las ocupaciones, desde Iraq a Palestina, sin olvidar Chechenia o Haití; reivindicando el derecho a la vida y de los pueblos a su soberanía, pero también desde la exigencia de que los enormes presupuestos militares se dediquen a promover la salud, la educación, el empleo, en vez de ser, por el contrario, victimas de recortes.

(Per a la vida i no per a la mort s’ha fet l’home cantaba el nostre Raimón).

Hace dos años denunciábamos las mentiras de la Guerra, las que pretendían encubrir la injusta agresión, y en las que hoy ya nadie cree (nunca hubo armas de destrucción masiva, ni peligrosos terroristas, hasta que ilegalmente entro el ejercito estadounidense en Iraq). Hoy debemos denunciar las mentiras de la ocupación, la insidia de que aunque nunca debieron entrar, ahora ya no pueden irse sin desestabilizar aún más el país.

Decir claramente que la presencia indeseada de las tropas invasoras, es la que provoca el crecimiento continuo de la violencia, que mientras permanezcan en el país es imposible la reconstrucción y la democracia y que, en cambio, aumentaran la radicalización religiosa y los conflictos étnicos, culturales o nacionales, que conduzcan a la inviabilidad de Iraq y a su desmembración.

Denunciar que EE.UU. sigue teniendo las riendas del país, de su economía y su petróleo, y que las catorce bases militares permanentes que esta construyendo no parecen expresar su deseo de marcharse, algo que sería un duro golpe para sus intenciones hegemonistas y un “mal ejemplo” para todos los pueblos que se resisten a su dominación.

Alertar sobre el riesgo anunciado de la huida hacia delante, de la catastrófica locura que supondría cumplir las amenazas sobre Iran o Siria, bajo excusas en las que ya nadie puede creer, sea la central nuclear o la opresión de la mujer iraní. Todo el planeta sabe, siente, que es la necesidad de afianzar y ampliar su dominio de única superpotencia el que mueve al gobierno de EE.UU. en sus acciones, y que su debilidad es la resistencia de los pueblos. Es la que le obliga a hacer elecciones en condiciones imposibles, a enfrentarse a unos resultados que expresan que, los iraquies que han podido y querido votar, lo han hecho por su retirada de Iraq, por “otras” medidas económicas a las que dejo el “procónsul” estadounidense Paul Bremer (la venta del país a las multinacionales y a su supeditación al Fondo Monetario Internacional), lo han hecho por las promesas de los secretos candidatos, por un gobierno que garantice salud, educación, vivienda y empleo. Lo contrario que han hecho los 40.000 asesores que impuso Bremer y que continuaran “asesorando” al Gobierno provisional de ahora.

Es necesario que se vayan las tropas... y los “asesores”, que han hipotecado el futuro de Iraq mediante un estricto plan de ajuste con el FMI, que le “permitirá” pagar la inmensa e injusta “Deuda” y, además, las “compensaciones” que el pueblo iraquí sigue pagando por la invasión de Kuwait (1800 millones pagados desde la caída de Sadam, 70 de ellos a EE.UU y Gran Bretaña, según la web de la ONU). Iraq paga y se endeuda para ello, mientras nadie parece escandalizarse ni tratar de averiguar donde han ido a parar los 8.800 millones de dólares de ingresos del petroleo volatilizados durante los 14 meses de mandato de la Coalición (según informe de la inspección de EE.UU.).

No podemos permanecer callados, mientras son los propios iraquies los que se pretende que paguen por los sufrimientos recibidos. Son los supuestos acreedores los que deben pagar sus deudas. No nos basta con que los soldados invasores salgan de Iraq, se debe reparar en parte del daño causado (nunca podrán compensar las muertes inocentes), las infraestructuras destruidas, los suministros de agua y energía, los hospitales y escuelas. Y, las deben pagar los agresores, son ellos quienes deben pagar “compensaciones” al pueblo Iraquí. Los que han de devolver el control del petróleo y los ingresos que produce al pueblo soberano de Iraq. Después de todo ¿quién debe a quién?

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