Declaración de la LCR (30-5-05)
El no ha ganado. Es una victoria magnífica para todos aquellos que sufren desde hace muchos años los desastres de las políticas neoliberales aplicadas con constancia desde hace más de veinte años. Una victoria para el mundo del trabajo frente a un proyecto de constitución que pretendía anular todas las conquistas acumuladas durante el siglo XX. Victoria para las poblaciones sometidas a una mercantilización creciente que destruye los servicios públicos y las solidaridades. Después de una campaña aturdidora que movilizó al conjunto de los medios de comunicación y de las elites al servicio del Sí, donde el presidente, el gobierno, la patronal, los partidos institucionales han organizado una campaña del miedo, con chantajes y presiones, el No ha finalmente vencido. Que derrota para las fuerzas que lo han utilizado todo para el Sí: los miedos, los insultos, las amalgamas con la extrema derecha para esconder los debates verdaderos. Han querido plebiscitar una visión desencarnada de Europa y al final el No ha censurado al liberalismo.’ Es una derrota para todos aquellos y aquellas que sueñan con una sociedad liberal, sin los obstáculos que representan las resistencias del mundo del trabajo y del pueblo de este país, que nunca ha asumido durante la campaña su proyecto. El sueño de una sociedad basada en el beneficio, la competencia, las desigualdades como fuerzas motrices, en lugar de la igualdad, la cooperación y la solidaridad. Esta victoria no cambiará todo frente a la apisonadora capitalista, Europa tal y como hoy existe continuará proponiendo directivas que atacan los derechos sociales, los gobiernos continuarán sus ofensivas liberales. Pero en un contexto diferente. Frente a un No social y democrático, que frente a Europa, los pueblos, los trabajadores, rechaza esta sociedad del beneficio para proponer otra. Este No social y democrático se dirige a toda Europa, a los pueblos del Este como del Oeste que sufren plenamente la demolición de los derechos sociales. Es un espaldarazo formidable para las fuerzas, numerosas, que creen que otra Europa es posible a condición de derrotar esta Europa liberal y capitalista. Nos corresponde a nosotros, que venimos de rechazar esta constitución proponer iniciativas europeas que dibujen otra Europa. Una Europa que armonice los derechos sociales y democráticos por arriba. Una Europa que haga criterios de convergencia sociales, que instaure un salario mínimo Europeo, una fiscalidad comuna sobre los capitales, que cree auténticos servicios públicos europeos. Una Europa que extienda a todas las mujeres el derecho al aborto, y a todos los residente extranjeros la igualdad de derechos. Una Europa de la paz, de la cooperación, solidaria con el Sur del planeta, que gire la espalda a la OTAN y a la remilitarización prevista por el Tratado.
Chirac y Raffarin, que impulsan la política liberal inscrita en el Tratado, han sido de nuevo duramente sancionados. Aquellos que nos prometieron el caos, la crisis, son más que nunca ilegítimos. Deben dimitir. El parlamento que habría ratificado esta constitución casi en un 90% no representa el país real. Esta asamblea debe ser disuelta y nuevas elecciones convocadas. ¿Dejaremos a Chirac la capacidad de negociar un futuro plan B que nos robe la victoria del campo del No social? Dejaremos que el gobierno continúe durante dos años su política antisocial? Este voto muestra una crisis de representación mayor: si el voto hubiera tenido lugar en el parlamento, casi el 90% de los diputados y de los senadores habrían ratificado el tratado. La próxima Asamblea debe ser elegida de forma proporcional. La patronal que se movilizó a fondo para un proyecto que era el suyo ha sufrido un revés. A nosotros nos corresponde aprovechar esta debilidad de la derecha y la patronal, sin esperar el 2007, para tomarnos la revancha social. Imponer otro reparto de las riquezas y del trabajo, salvar y extender los servicios públicos, defender y extender la protección social. Desde este punto de vista, las recientes luchas de los trabajadores de IBM y de Total muestran el camino a seguir. Hace falta generalizar las luchas. En la izquierda, las direcciones del Partido Socialista y los Verdes han querido, aliándose con la derecha, que esta constitución fuera aprobada. Ellas han sido también duramente sancionadas como lo han sido todas las fuerzas que asumen el balance de su participación gubernamental y de su política liberal. Decididamente hay dos izquierdas en este país. Una izquierda liberal que acepta las constricciones de un capitalismo cada vez más brutal y salvaje y que acompaña las contra-reformas liberales. Esta es la izquierda que provocó el desastre del 21 de abril de 2002, la que no combate los proyectos de la derecha, y que tiene finalmente el mismo proyecto económico y social de la derecha. Pero otra izquierda, otro campo ha aparecido en esta campaña.
El no social y democrático a sido el acontecimiento de esta campaña. Ha planteado las preguntas correctas, luchado contra una campaña de mentiras, y ha instalado el auténtico debate que atraviesa al país: por o contra el liberalismo, aceptar o resignarse contra la brutalidad de la ofensiva patronal. Miles de debates, centenares de mítines, un millar de colectivos han perturbado la bella maquina de ratificación y la estafa liberal y antidemocrática que representaba esta constitución. Reagrupando todos aquellos que luchan, que resisten desde hace muchos años, el No lleva la esperanza de otro mundo, de otra Europa, de otra política. Este No es el futuro. Está representado por las luchas de los jóvenes y de los trabajadores, viene de los combates de los movimientos altermundistas, ha permitido la convergencia de militantes de la LCR, el PCF, ecologistas y socialistas por un No antiliberal, así como el encuentro entre militantes políticos y sindicalistas y militantes asociativos. Esta convergencia de fuerza, este alzamiento de la Francia de abajo, es el gran acontecimiento de esta campaña. Lo que ha permitido superar numerosos obstáculos para la convergencia de estas fuerzas, debe continuar. Luchas contra la derecha y la patronal. Proponer una alternativa al capitalismo liberal en Europa como en Francia, que devuelva la esperanza a aquellos y aquellas cada vez más numerosos que no se resignan a aceptar las leyes de hierro de esta sociedad capitalista. Las fuerzas políticas que se han agrupado en el marco del "Llamamiento de los 200" deben igualmente, y así lo proponemos, encontrarse rápidamente para desarrollar y favorecer estas perspectivas.
A nivel europeo, un Foro Social Europeo debe permitir en un plazo bastante rápido de diseñar los contornos de otra Europa social, solidaria y democrática. Un proceso constituyente y democrático debe ser puesto en discusión.