Dossier: ELECCIONES ARGENTINAS: debate postelectoral en la izquierda

Lunes 31 de octubre de 2005

[b]-> Votos al gobierno sin cheque en blanco: El país y las elecciones[/b] [i]Guillermo Pacagnini , Alternativa Socialista Nº 416[/i]

[b]-> La elección de la izquierda: Retroceso pero no debacle.[/b] [i]Socialismo o Barbarie, 28-10-05 (http://www.socialismo-o-barbarie.org)[/i]

[b]-> Un debate sobre los catastróficos resultados del domingo pasado[/b] [i] Miguel Jorquera, Página/12.[/i]

[b]Votos al gobierno sin cheque en blanco: El país y las elecciones[/b]

[i]Guillermo Pacagnini *[/i]

[b]Alternativa Socialista Nº 416 Buenos Aires, octubre 2005 [/b]

Ganó Kirchner y perdió el PJ, la UCR siguió en picada y no surgió una alternativa nacional de recambio ni desde la derecha ni la centroizquierda. Pese a lograr más de un millón de votos a nivel nacional, la izquierda tampoco emergió como un polo de referencia por su dispersión. El gobierno tratará de usar el triunfo para aplicar el ajuste pendiente. Pasadas las elecciones, la crisis política que abrió el argentinazo no está resuelta y los problemas de los trabajadores y el pueblo tampoco. Por eso seguirán los reclamos en las calles y también la gran tarea pendiente de construir un nuevo proyecto de izquierda que se postule como alternativa.

La primera lectura que tenemos que hacer es que el gobierno se alzó con un triunfo electoral. Tuvo un peso determinante la victoria de Cristina K. sobre el duhaldismo bonaerense y el apoyo de K. a distintas variantes provinciales. Las expectativas en K. obraron como argamasa para “unir” el rompecabezas de un PJ feudalizado y de otros sectores aliados circunstanciales, incluso radicales. Pese a perder en el segundo y cuarto distritos del país –Capital y Santa Fe- el gobierno sale fortalecido.

[b]¿Por qué se produjo este respaldo a Kirchner?[/b]

La relativa recuperación económica, después de la depresión recesiva en la que se sumió el país desde el 98, es la base material sobre la que Kirchner construyó un doble discurso que todavía despierta expectativas en sectores de la población.

Es evidente que obró a su favor el superávit fiscal acumulado y la percepción popular de que hay plata en el país. En la balanza de la gente, con el recuerdo fresco aún de la peor de las crisis que nos hundió en la miseria, pesó más la sensación de que algo está mejor y ello favoreció electoralmente al gobierno. La gente arrancó, lucha mediante, una porción del crecimiento económico traducida en aumentos salariales y la “reactivación” permitió que haya un poco más de trabajo.

Con una poderosa maquinaria publicitaria, Kirchner se presentó como renovador de la vieja política, enfrentando al duhaldismo y denostando al viejo PJ y deplegando un doble discurso teñido de centroizquierda, criticando al FMI y atribuyéndose victorias populares como la nulidad de las leyes de impunidad. Pidiendo el voto al “pingüino que está solo” para no volver a lo de antes. Si bien la victoria electoral del gobierno fue clara, cabe señalar que del 40% de votos que se le atribuye realmente lo votó un 26,08 del padrón, o sea poco más de 2 de cada diez argentinos.

Este respaldo electoral no significa un cheque en blanco. Casi al mismo tiempo que la prensa adicta canta loas al triunfo kirchnerista, no deja de señalar casi unánimemente esta definición. La apatía e indiferencia y la ausencia de demostraciones multitudinarias, muestran que no se votó con entusiasmo. Porque la gente que asume que “está un poco mejor” en términos relativos, no percibe tampoco un verdadero cambio de fondo. Porque K. gana sobre la base de reventar al viejo PJ que lo sostuvo cuando asumió en el 2003 y está por verse si logra vertebrar una nueva estructura política, ya que tras la careta de lo nuevo, se apoyó en mucho de lo viejo, como viejos intendentes y punteros bonaerenses o gobernadores como Solá, Obeid, De la Sota, Romero, Maza y en la burocracia de la CGT. Porque, para ganar las elecciones, fue postergando medidas de ajuste comprometidas con el FMI. Para seguir pagando la deuda, tendrá que recortar los presupuestos sociales de salud y educación, subir las tarifas renegociando con las privatizadas, contener el salario en una perspectiva inflacionaria y un sinnúmero de problemas no resueltos que los analistas señalan como el lado oscuro del triunfo del domingo. En esa perspectiva, seguirán las luchas y los reclamos obreros y populares y al calor de los mismos, la realidad irá disipando las expectativas que posibilitaron su triunfo y desnudando los límites del doble discurso. Los conflictos del Teatro Colón, ferroviarios, del subte y las tercerizadas, son expresiones de lo que vendrá. La alfombra de lujo que le pone al genocida Bush, con una Mar del Plata militarizada, es la primera muestra de lo que viene desde arriba. Su triunfo no lo festeja en las barriadas populares, sino en una cumbre con los poderosos del imperio.

[b]La crisis del régimen no se soluciona[/b]

Una resultante fundamental del argentinazo ha sido la bancarrota del bipartidismo. La UCR dejó de ser una alternativa de gobierno y el PJ pasó a ser una federación de partidos provinciales corroído por la crisis y profundas divisiones internas.

Por eso en estas elecciones se hundió el duhaldismo y el viejo PJ, perdió Menem en La Rioja y casi no existió su “Frente Popular” con Rodríguez Saa. Por eso siguió retrocediendo la UCR, que perdió en Catamarca y Río Negro (histórico bastión) y perdió votos en Bs. As.

Por eso los sectores dominantes están tratando de instaurar un nuevo régimen bipartidista. Como ya ven imposible la resurrección de sus dos viejos partidos, se ilusionan con poder reciclarlos y conformar dos nuevas fuerzas políticas, una de centroderecha y otra de centroizquierda, para volver a contener a un movimiento de masas que ya no les responde como antes. Por eso, también en el análisis de estas elecciones, se ha dedicado mucho espacio a ver cómo queda el complicado “mapa político” y cómo impactaron las mismas en los intentos por vertebrar esos proyectos de recomposición del régimen. Sin embargo, también la conclusión de los analistas es que, si bien el triunfo kirchnerista puede darles algo de aire para usarlo en esta ingeniería, detrás de la nube triunfalista no se avisora que estos proyectos avancen.

Varios se postularon como referentes para aglutinar un polo de centro derecha.. López Murphy fracasó alegremente. Lo mismo Duhalde y un sector del viejo PJ que recibieron una paliza. Sólo Macri –con un triunfo favorecido por la división de los votos de la centroizquierda entre Bielsa y Carrió y también por el derrumbe de Ibarra y su desastrosa gestión-, apareció como ganador en la Capital, aunque con un retroceso en votos. Y Sobisch en Neuquén. Difícilmente confluyan. La razón no está en la disputa de liderazgos, sino en que no hay espacio nacional para una variante de ese signo en la Argentina pos 2001.

Por el lado de la centroizquierda, tampoco emergió un proyecto dinámico. El ARI se estancó y Carrió mostró sus límites: perdió en la Capital y no emergió como referente nacional. No terminó de diferenciarse del gobierno, que es el que capitaliza el discurso de centroizquierda. Binner, que ganó en Santa Fe aliado al radicalismo y, distorsionadamente expresa la ruptura con años de dominio del PJ, por ahora es un fenómeno local. Y su posición conciliadora frente a Kirchner y el pésimo debut de sus socios del Encuentro Amplio- en Capital y Bs. As., los centros políticos del país, limita que arranque con fuerza este proyecto. Obviamente es Kirchner quien va a intentar avanzar como referente. Pero, todos lo señalan, está lejos de este objetivo y mucho más de la pretensión de refundar un nuevo movimiento histórico. Cuenta con el inmenso problema de que lo hace apoyado en otra parte del viejo PJ y un abanico heterogéneo que puede desarmarse apenas caiga su popularidad.

La gran debilidad de todos estos proyectos, que preocupa a la burguesía ya que no queda garantizada ninguna alternancia con capacidad de gobierno, es que no pueden solucionar ningún problema estructural de los trabajadores y el pueblo. La crisis estructural del capitalismo argentino y el sometimiento del país al imperialismo no les deja margen alguno para hacer concesiones. Por el contrario, en la medida que los problemas se agraven y el propio K. intente usar el aval de los votos para avanzar en las exigencias del FMI, van a crecer no sólo más las luchas sino la necesidad de una nueva alternativa.

Es de destacar que en estas elecciones un 29% no fue a votar, otra expresión de la continuidad de la crisis del régimen. Aunque el rechazo activo, expresado en voto bronca (nulo o en blanco), fue del 9%, una cifra sensiblemente menor a la del 21% registrado en el 2001.

[b]Los resultados de la izquierda[/b]

Los escribas de la prensa del sistema, se apresuraron a reflejar un “fracaso electoral” de la izquierda. Tratando de alimentar la percepción colectiva de una mala elección de la izquierda debida a que no surgió una referencia a escala nacional y a la pérdida de la mayoría de los cargos parlamentarios conquistados en el Congreso y las legislaturas de Bs. As. y Capital. Todo ello abre lógicos interrogantes entre los luchadores. ¿Se cerró el espacio para la izquierda? ¿Por qué no se expresó electoralmente con un masivo voto a la izquierda el creciente proceso de luchas, la bronca popular contra lo viejo y el peso que la izquierda ha venido ganando en el terreno sindical y social desde el argentinazo?

En primer lugar, debemos analizar las cifras. La izquierda en sus distintas variantes, sumó cerca de 1.100.000 votos, frente a 1.200.000 del ARI y 1.300.000 de todas las variantes de centroderecha sumadas. Si bien no se alcanzó el millón y medio que la izquierda sacó en los albores de la rebelión del 2001, se obtuvieron resultados similares a los del 2003. Lo cual explica que sigue existiendo un importante espacio electoral para la izquierda, aún en medio de la tracción de votos hacia el kirchnerismo.

En segundo lugar, es evidente que no se tradujo en votos la fuerza que la izquierda posee en el movimiento social. Su explicación fundamental es objetiva. Tiene que ver con el clima electoral más general que analizamos más arriba, que motorizó el triunfo del kirchnerismo, que canalizó parte de la ruptura con el PJ y los viejos partidos. No hubo un giro a la derecha, pero tampoco se expresó un giro a la izquierda como en el 2001.

Pero también tiene una explicación clara en la dispersión de las fuerzas de izquierda y en la política oportunista y sectaria de gran parte de sus variantes que impidieron la constitución de un amplio frente de izquierda. Ello impidió que una franja de trabajadores y sectores populares que buscaba una nueva alternativa mirando hacia la izquierda, terminara dejando su voto en Kirchner o alguna variante de centroizquierda. Es importante profundizar en un debate abierto a los luchadores, en las razones que lo impidieron, ya que tenemos que tener una visión crítica de un problema de vida o muerte que hay que encarar.

[b]Por qué la izquierda no fue un polo[/b]

En A.S. Nro. 397 (6/4/05) decíamos “Sería un error negar los avances de la izquierda (en los procesos de movilización y reorganización de trabajadores, desocupados y juventud). Sin embargo debemos preguntarnos por qué, pese a ello, la izquierda no ha logrado transformarse en una alternativa… de no mediar un cambio puede plantear incluso la posibilidad de un retroceso electoral en octubre”.

“Existen causas objetivas…. reflejo de las cuales K. ha logrado confundir con su doble discurso… pero la unidad está ausente a la hora de levantar una propuesta política y viene siendo una gran debilidad que no hemos sabido superar”.

Una gran responsabilidad de no desarrollar el proceso iniciado en los albores del argentinazo, fue Zamora que fue visto como un referente de la izquierda. Su negativa a encabezar un llamado a conformar un amplio movimiento unitario de la izquierda y los luchadores, hizo perder una oportunidad. Su sectarismo acérrimo, sumado a su no postulación y a priorizar un proyecto personal e incluso renegar de la izquierda, hizo que se fuera desdibujando. Por ello, fue uno de los grandes castigados en estas elecciones. Pasó de haber logrado 3 diputados nacionales y 8 legisladores a ganar sólo un diputado porteño.

La otra gran responsabilidad sin lugar a dudas la tiene el Partido Comunista y la decisión política de su dirección de romper Izquierda Unida para conformar el Encuentro Amplio, abandonando el programa de izquierda al servicio de un proyecto de centroizquierda. Izquierda Unida había logrado transformarse en la referencia nacional de izquierda más importante, logrando varios cargos legislativos en 2001 y 2003. El nuevo armado del PC con el PS y el PI, logró un pobrísimo resultado, uno de los más bajos entre la izquierda. Pero sin dudas, lo más grave fue que, alentado por sus socios del encuentro de Rosario, trabajó para evitar que desde la conquista que significaba IU se lograra conformar un frente más amplio, como bregamos incansablemente desde el MST y las fuerzas que conformamos UNITE. La ausencia de IU ayudó a que no se visualice a la izquierda como alternativa. Ese camino equivocado sectario y oportunista a la vez, produjo la reacción de militantes y sectores enteros que se negaron a avalar el nuevo engendro como el PC de Avellaneda e incluso muchos abandonaron las filas de su partido.

Un tercer responsable, es el Partido Obrero que se negó sistemáticamente a toda unidad, siguiendo su tradicional sectarismo. Su miopía política es tal que, a la hora del balance, lejos de toda visión crítica sobre la votación de la izquierda y el marco más general, cae en una fiebre autoproclamatoria con titulares tales como “generalizada votación a los piqueteros”, para cocinarse en su propia salsa. Y hasta tergiversa la realidad para presentarse como los ganadores en la izquierda. Se conforma con muy poco y, una vez más, está lejos de las necesidades de los trabajadores y el pueblo y sus reclamos de unidad y termina otra vez siendo funcional al régimen al fomentar la dispersión.

La pelea que dimos por la mayor unidad desde el MST y en la que confluimos con sectores los sectores con los que conformamos UNITE/Nueva Izquierda, fue un paso adelante y una siembra a futuro al servicio de un nuevo proyecto. Al calor de una gran campaña con mucho esfuerzo y pocos recursos, logramos instalar nuestra propuesta y lograr una franja de simpatía muy importante. Pese a los votos logrados en las barriadas obreras y populares, estuvimos lejos de cubrir nuestras expectativas. Y no alcanzó para renovar la banca de Patricia y meter nuevos diputados y legisladores. Sabíamos que era una pelea difícil, por las razones objetivas expuestas, pero también porque no se logró una mayor unidad de los luchadores y la izquierda por la que peleamos hasta el último momento.

Una gran tarea que tenemos por delante es impulsar las luchas que los trabajadores, los desocupados y el pueblo desarrollarán contra las políticas pro FMI de Kirchner, al servicio de las cuales va a tratar de utilizar su victoria electoral.

La otra tarea prioritaria, es continuar esta pelea por construir una nueva izquierda, confluyendo con más sectores, para que cuando se agote el verso kirchnerista, la existencia de un fuerte polo de izquierda sea una realidad.

[i]* Integra la dirección del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST - Alternativa Socialista), una de las dos tendencias públicas del MST. [/i]


[b]La elección de la izquierda: Retroceso pero no debacle.[/b]

[i]Socialismo o Barbarie, 28-10-05 (http://www.socialismo-o-barbarie.org)[/i]

Como parte de la sistemática campaña del gobierno y los medios contra la izquierda, han querido instalar la idea de que el resultado electoral habría sido una “debacle”: esto es completamente falso. Hasta los propios diarios han puesto datos que expresan lo contrario. Clarín ha presentado un calculo incluyendo al PO (Partido Obrero), MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores), PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas), MAS (Movimiento al Socialismo) sumando al PH (Partido Humanista), el PC (Partido Comunista) y Zamora que ronda los 900.000 votos. Si sacamos estos tres últimos por ser claramente reformistas o frentepopulistas, tenemos unos 550.000 votos en todo el país, lo que para nada es despreciable.

En este marco, lo que esta claro, es que hubo un claro retroceso: de los 850.000 votos del año 2001 (incluyendo al PC en Izquierda Unida), se perdió mas de un tercio. Esto, además de haber perdido todas las ubicaciones parlamentarias que se tenían y que habían sido obtenidas en lo años mas agudos de la crisis.

Una de las razones objetivas determinantes de este retroceso es que el proceso ha sido mas “social” que “político”, es decir, dio lugar a riquísimas experiencias de organización y de lucha entre los explotados y oprimidos. Pero no fue así en el terreno“político”: no se dio una radicalización hacia la izquierda de franjas masivas de trabajadores. Esto es lo que explica que no se desarrollaron experiencias de construcción de un movimiento político o partido de trabajadores. O que se diera un salto cualitativo de todos o algunas de las principales corrientes de la izquierda en su influencia mas allá de la vanguardia.

En este marco, hay responsabilidades subjetivas enormes. Nos referiremos a las organizaciones de la tradición obrera y socialista, no a las que están en la “otra vereda”: el PS, el PC e incluso Luis Zamora.

[b]La bancarrota del tacticismo[/b]

De alguna manera, el balance esta sobre la mesa: no sólo se produjo la división sin pena ni gloria de IU y una muy mala elección de UNITE, sino que ahora el que va a la división es, lamentablemente, el propio MST.

Los compañeros eligieron para estas elecciones, volver a “fugar hacia adelante”: concretaron un acuerdo con un político burgués peronista marginal: Mario Cafiero. No se trato sólo de su candidatura a senador, sino que se intercalaron los candidatos de su agrupamiento en las listas de MST-UNITE, incluso llegándose, en varios municipios, que las listas estuvieran encabezadas por reconocidos punteros peronistas.

Aquí hay un grave problema: efectivamente, el de la unidad es un problema muy sentido. Pero la unidad que podemos llevar adelante los socialistas revolucionarios tiene un limite preciso: se debe tratar siempre de una unidad de clase; es decir, de experiencias de frente único entre organizaciones que se reivindican de la clase obrera y no con figurones ajenos a ellas y menos que menos de una familia burguesa tradicional como son los Cafiero. Para colmo, no siempre el oportunismo “paga”: los compañeros del MST se especializan en hacer oportunismo “gratuito”: ponen siempre en cuestión las perspectivas mas estratégicas, para llevar a cabo experiencias que no redundan nunca en una acumulación real del lado de los trabajadores y el socialismo.

Es de desear que ahora, en función de la crisis de este partido y de los balances que se imponen, haya compañeros que sepan poner sobre la mesa estos problemas.

[b]La autoproclamación como método[/b]

Luego tenemos el caso del PO. Esta claro que esta organización tiene una tradición mucho mas independiente que el MST. Pero esto no quita que este marcado también por agudos rasgos oportunistas, electoreros y aparatistas.

Para ejemplo, tenemos el balance electoral que están haciendo los compañeros: según su calculo, son el partido de la izquierda que “mas votos ha sacado; el partido mas grande de la izquierda”... Efectivamente, dentro del actual universo donde las organizaciones de la izquierda revolucionaria somos todas relativamente muy pequeñas, el PO es un poco el primero entre pares: es decir, la organización relativamente mas fuerte entre organizaciones parejas y donde no hay establecida prácticamente ninguna hegemonía de alguna de ellas sobre las demás. Esta es la realidad, por más que se pretenda pasarla por encima.

Parte de este problema es la sistemática perdida de las proporciones que caracteriza esta organización: nunca el propio balance puede estar por encima de las relaciones de clase reales, que están indicando, un fortalecimiento del gobierno y el régimen y la apertura de una coyuntura defensiva de duras luchas.

El mecanismo aparatista viene, precisamente, del intento de desconocer la realidad, que dificulta los pasos que se deben dar en común entre organizaciones revolucionarias y con la vanguardia independiente.

No se trata sólo de esto: el PO también termino realizando una campaña sin ejes claros... o con un eje exactamente igual al del MST: “meter diputados del PO en el Congreso”... Con un método existista y electorero anuncio por los medios que “ya tenia 200.000 votos en la Provincia de Buenos Aires y que podía meter diputados en Santa Cruz y Salta” . Los votos en la Provincia fueron la mitad y a pesar de buenas elecciones en ambas provincias (facilitadas por la inexistencia de opciones burguesas de “centroizquierda”) no lograron ingresar ningún diputado.

[b]El balance del MAS-PTS[/b]

Mas allá de la cantidad de votos, queremos reivindicar, que aun en pequeña escala, se trato del único frente real, clasista, de la izquierda revolucionaria. Desde ya que el resultado electoral fue muy pobre. Digámoslo claramente: un mal resultado. Pero para los revolucionarios el balance no sólo se limita a “cuantos votos se sacaron”. Nunca jamás la izquierda revolucionaria se presenta a las elecciones con el objetivo central de “meter diputados”. Si estos se obtienen como subproducto de una política electoral revolucionaria, bienvenidos sean: pero otra cosa es hacer como el MST y el PO, que terminan subordinando todo a la obtención de los mismos. Eso es oportunismo liso y llano.

Hay un segundo elemento, íntimamente ligado al anterior: nos presentamos a elecciones para construir la (o las) organizaciones revolucionarias. Desde ese punto de vista, desde el Nuevo MAS, usamos de manera consecuente la elección para dar pequeños pero reales pasos en nuestra construcción. El propio acto que realizamos el sábado 15/10 fue una conquista en ese sentido: llevamos cerca de 1000 compañeros y junto con los compañeros del PTS realizamos uno de los actos electorales mas importantes de la izquierda (2000 compañeros), frente a la pobreza de los del MST y el propio PO.

Al mismo tiempo, se trata de iniciales pasos constructivos del Nuevo MAS. En el periodo que se ha abierto, esta planteado avanzar de manera cualitativa en nuestra construcción orgánica. Esforzándonos por estructurar e insertar el partido entre la vanguardia obrera y principales lugares de trabajo y profundizando los pasos iniciales que comenzamos a dar en la juventud universitaria. Construcción orgánica que nos va a demandar todo un periodo histórico por delante, pero sin la cual todo es “pan para hoy y hambre para mañana”.


[b]Un debate sobre los catastróficos resultados del domingo pasado.Blues de la izquierda postelecciones[/b]

[i]Miguel Jorquera. Página/12, Buenos Aires, 30-10-05[/i]

Fragmentado, el sector de izquierda perdió todas y cada una de las bancas que puso en juego. Los números fueron calamitosos y la primera explicación puso el dedo en la falta de unidad en las listas. Admiten que la fragmentación fue una de las razones de la derrota electoral, aunque la unidad de los partidos de izquierda seguirá siendo una utopía. Página/12 convocó a distintos dirigentes para debatir cómo salen de esta crisis. Acudieron al encuentro Patricia Walsh (Unite), Patricio Echegaray (Partido Comunista) y Christian Castillo (Partido de los Trabajadores Socialistas); Vilma Ripoll (Movimiento Socialista de los Trabajadores) no pudo llegar a la cita y Jorge Altamira (Partido Obrero) prefirió no participar, aunque esta nota también refleja sus opiniones.

Coincidieron en que el Gobierno logró imponer su discurso y mantener “expectativas” en la sociedad. También hubo críticas y reproches mutuos. Reconocen que volverán a coincidir en “los reclamos y las luchas”, pero descartaron la concreción de un frente político. La última vez que Página/12 reunió a un núcleo de dirigentes de izquierda fue en 2000 y el panorama era otro: habían obtenido representantes en la Legislatura porteña con una importante cantidad de votos y mantenían una representación parlamentaria. Ahora vienen de la dispersión y de perder todas las bancas de diputados nacionales que pusieron en juego.

[b]–¿Qué balance hacen de este resultado?[/b]

Patricia Walsh: –Soy independiente y extrapartidaria, pero tengo un compromiso, sostener la construcción de la unidad. La falta de unidad, que no es el único, pero creo que es fundamental, nos ha puesto en una situación de debilidad que nos llevó a esta derrota electoral lamentable. Podemos querer una unidad mejor y mayor, pero si para lograrla rompemos lo que tenemos, la verdad es que no estamos a la altura de la circunstancia.

Christian Castillo: –Es un momento en el que una mayoría de la población, incluyendo a la clase trabajadora, todavía tiene expectativas en que este gobierno va a darle alguna mejora. En pequeño nosotros hicimos un frente entre el PTS y el MAS, y planteamos propuestas hacia otros partidos que no fueron acompañadas. En números fue una elección mediocre: sumado, según donde se haga el corte, da entre 550 y 900 mil votos en todo el país. Si se compara con 2001 es una baja y con 2003 son un poco más de votos. Pero sería un error sacar la conclusión de que la unidad en sí misma resuelve mágicamente el problema. No hay alquimia electoral que pueda resolver la todavía débil influencia orgánica de la izquierda entre los trabajadores.

Patricio Echegaray: –Esta es una muy mala elección, porque el grado extremo de fragmentación esteriliza esa cifra y no permite exhibirla como una fuerza política de peso. Tenemos dos posibilidades, tocar fondo y seguir subsistiendo entre dos aguas en una especie de asfixia, esterilizados como fuerza de cambio; o tocar fondo, empujar hacia arriba y emerger como una fuerza capaz, sobre la base de la unidad, sin dogmatismo ni sectarismo, de articular un nuevo movimiento histórico. No lo puede articular la izquierda sola, pero sí buscando más unidad con fuerzas de centroizquierda para constituir ese movimiento capaz de confrontar por el poder.

P.W.: –Me parece que falta ponerse en el lugar de protagonista. Uno no puede quejarse de la fragmentación que uno produce. Es bueno preguntarse que aportó cada uno y si pudo aportar un poco más. Participé en los intentos que se hicieron con el PO para ver si lográbamos un acuerdo electoral, en las discusiones previas a la ruptura de Izquierda Unida y las posteriores en las que hubo una posibilidad de preservarla, y la verdad que en ese sentido me siento muy decepcionada. No entiendo a Patricio cuando hace la referencia a esa centroizquierda, de Hermes Binner, que se proclama socialista y es más oficial que opositora. Me parece que nos dividió esa propuesta de un escenario con dos fuerzas, una de centroderecha y otra de centroizquierda, que implica hacer desaparecer a la izquierda.

C.C.: –Hubo una cierta ilusión óptica que con una cooperativa electoral o que con alguna personalidad que captara el voto de izquierda y contestatario, mágicamente se iba a resolver un problema difícil. También hubo una ilusión que con la administración de los planes del Estado y la construcción de organizaciones piqueteras colaterales, que permitían ampliar la movilización callejera de columnas partidarias, se resolvía el problema de ganar la dirección de una parte de la clase obrera. Los trabajadores tienen que superar la experiencia del peronismo, las ilusiones que genera la centroizquierda en la humanización del capitalismo y avance en construir una fuerza socialista. Porque lo que Echegaray plantea no es solución para los trabajadores.

P.E.: –Lo más importante es abandonar el izquierdómetro: esa disputa entre los sectores de izquierda a ver quién es más auténticamente de izquierda, el mejor o quien tiene mayor porcentaje. La obligación de la izquierda es cambiar la correlación de fuerzas en la sociedad. Hace tiempo que la izquierda es casi marginal políticamente. La gran oportunidad se da en este período porque los dos grandes movimientos históricos burgueses, el justicialismo y el radicalismo, se han desgastado. El rol de la izquierda será no aislarse, sino participar de ese otro movimiento en gestación y garantizar su contenido.

[b]–En 2001 se lamentaron de no tener la herramienta política capaz de direccionar la crisis que estalló en la sociedad. En 2005 proclamaron que pondrían las bancas al servicio de las luchas reivindicativas y sociales. Ahora no tienen ni la herramienta ni las bancas. ¿No es un fracaso?[/b]

P.W.: –Fue un fracaso. Fue malo perder las bancas porteñas porque ésta era una experiencia de la articulación de la tarea legislativa y las luchas, si no, los proyectos son nada más que papeles. En derechos humanos logramos articular la lucha con el proyecto, entonces éste tiene chances porque tiene historia de lucha y masivo, y se logró la derogación de las leyes de impunidad y avanzamos en la nulidad de los indultos. Insisto en esto de querer ser comentarista y no responsable. No es el izquierdómetro sino el programa, que tampoco debe ser un dogma. En el ER hay figuras que no representan a la izquierda ni a las luchas. Yo me hago responsable de este 2,01 que pierde la banca de diputado nacional y me gustaría que Patricio se hiciera responsable del ALBA-Encuentro Amplio que saca el 0,53 por ciento. Esto no cierra nada sino que tendría que abrir un proceso de crítica y autocrítica.

[b]¿No consideran que la sociedad les dio la espalda?[/b]

–C.C.: –No me avergüenza decirlo, en parte nos dio la espalda porque tiene expectativas que este modelo es mejorable. No creemos que los trabajadores que hoy están luchando pueden llegar ya a la conclusión de que es necesaria una alternativa revolucionaria. Pero tampoco se logrará con el ER, con dirigentes como (Víctor) De Gennaro y el banquero Carlos Heller. Con la implosión de la UCR y la división del PJ, la clase obrera va a buscar otra expresión política verdaderamente socialista y anticapitalista.

P.E.: –Debe ser una gran preocupación que las luchas sociales no tengan una referencia política. Por esa razón fracasa la idea un tanto espontánea, de que como hay luchas e incluso algunos sectores de la izquierda puede haber tenido más o menos protagonismo en la lucha sindical o piquetera se saca la conclusión de que va a haber repercusión inmediata en lo político. Pero si no doy pelea por temor a mi capacidad para direccionar esos procesos, nunca podremos salir de ser una izquierda con un alto grado de marginalidad y testimonialidad más allá de la virulencia de nuestro discurso.

P.W.: –No formo parte de una izquierda marginal y testimonial, toda la tarea legislativa que nosotros hicimos es reconocida dentro del recinto y articulada con las luchas que se dan afuera del Congreso. Si bien estoyhaciendo un balance negativo, crítico y autocrítico, y que reclamo lo mismo al resto, no quiere decir que tenga una visión depresiva del futuro. Estoy convencida de que la izquierda es necesaria en la Argentina y con éstos u otros dirigentes se reconstruirá de forma no sectaria, ni dogmática, ni personalista. Y tiene compromisos inmediatos como la aprobación de la ley contra los indultos porque esa lucha es y fue siempre de la izquierda, y no del kirchnerismo.

[b]–Ustedes respaldan esas luchas reivindicativas y políticas, pero la sociedad no los respaldó en las urnas. ¿Les preocupa que los cuestionamientos a la metodología utilizada en muchas de esas luchas también les quite legitimidad?[/b]

C.C.: –Una cosa es que la clase media que ha vuelto al consumismo de los ’90 viene solicitando, en medio de una campaña de los medios de comunicación, una política de orden que el Gobierno alienta y apoya. Se trata de un sector social al que la derecha dirige su discurso en contra de los que luchan, pero de ninguna manera va a voltear el motor del conflicto de los últimos tiempos, que es la lucha por el salario y los trabajadores no van a dejar de reclamar. Una posibilidad de unidad hubiese sido poner como candidatos a todos esos compañeros que la gente le confía la primera línea de trinchera en las luchas y ahí hubiésemos estado más fuertes. No se dio. ¿Por qué? Porque la idea de que lo que la izquierda acumula se va a potenciar poniéndola detrás de tipos de centroizquierda nos lleva al desastre. ¿Dónde estuvo Mario Cafiero en las luchas previas?, en ninguna. Lo mismo digo de Binner y De Gennaro que no expresan una perspectiva clasista y de izquierda.

P.W.: –Creo que Mario Cafiero no se merece esa referencia que se acaba de hacer. Más allá de que si haya o no estado en todas las luchas, fue una voz de denuncia en el tema de la deuda externa muy lúcida dentro del propio recinto. Las luchas van a seguir a pesar de que tengamos un recurso menos sin la tarea parlamentaria para apoyarlas. Pero esas luchas tampoco van a estar expresadas en los diputados de centroizquierda que ahora van a ocupar algunas de esas bancas, como Hermes Binner. Y de esas luchas seguramente van a surgir los futuros diputados y legisladores de la izquierda porque ésta no es más que una derrota coyuntural y la izquierda va a recomponerse si usa sus propios recursos de crítica y autocrítica para superarlo.

P.E.: –La carencia de una referencia política no favorece a las luchas. Sin embargo, las luchas que se están dando en la Argentina, que son económico-sociales, se alimentan de la objetividad de los problemas y creo que esos problemas no sólo se van a mantener sino que se van a potenciar. Se trata de unir a la izquierda, pero aun así, esto no va a alcanzar para cambiar la correlación de fuerzas en el terreno del Gobierno y del poder. Mi planteo no es que la izquierda se rinda y subordine ante nadie, sino que la izquierda se una para poder articular un gran movimiento que pueda aspirar a desafíos políticos en el terreno del Gobierno y del poder. No creo que para alcanzarlo haya que demonizar a Binner ni a De Gennaro ni Heller.

[b]–Pero muchas de esas luchas no sólo enfrentaron a distintos sectores sociales sino también a los propios trabajadores.[/b]

P.W.: –Me preocupa y es motivo de discusión y debate interno, y cuáles son los sectores afectados cuando, por ejemplo, se producen paros como los del transporte. Pero eso no le puede quitar justicia al reclamo de recomposición salarial. Eso se llama lucha de clases, y estamos obligados a discutir cómo se legitiman las luchas, reciben solidaridad y respaldo, pero no se puede plantear no luchar. Sí hay un debate entre las organizaciones de desocupados, de trabajadores del transporte, de la educación, de cómo darse formas de lucha para no comprometer, por ejemplo el año escolar, los exámenes. Tampoco se puede decretar una ley de obligatoriedad de 180 días de clase si los salarios docentes están por debajo de la línea de pobreza, es un contrasentido.

C.C.: –Hay distintos casos. Zanon consiguió la cesión hasta lograr expropiación definitiva de la fábrica, en medio de una gran solidaridad de la población de Neuquén. En otras, como el conflicto del Garrahan fue demonizado por el Gobierno y los medios de comunicación, pero también contó con una enorme solidaridad y hasta boicoteado por la CTA que no llamó a un paro nacional de respaldo. Lo que pasa que un triunfo de los trabajadores allí hubiese sido un ejemplo que al Gobierno no le convenía. Hay que tratar de ganar la hegemonía sobre los usuarios y otros sectores sociales.

P.E.: –De 2001 ahora se perdió el 30 por ciento del valor del salario y los 150 pesos de ayuda social no alcanzan ya para mantener no a una familia sino a una sola persona. Por lo tanto estas luchas son totalmente legítimas, a pesar que algún ministro haya tratado a los trabajadores del Garrahan de “terroristas sanitarios”. Insisten en cuestionar la metodología para quitar legitimidad a las luchas y enfrentar al pueblo. Hay que alertar sobre este discurso que pretende transformar a las víctimas en victimarios.

Fuente: CORRESPONDENCIA DE PRENSA

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