Hamás busca un compromiso

Viernes 3 de marzo de 2006

Michel Warschawski

Tras la victoria de Hamas en las elecciones, Estados Unidos, Europa e Israel amenazan a la autoridad palestina con sanciones económicas. Por su parte, el Primer ministro palestino, Ismaïl Haniyeh (Hamas), debe encontrar un compromiso con el presidente de la Autoridad palestina, Mahmoud Abbas (Fatah), para gestionar la nueva situación.

Las más altas autoridades del mundo de la seguridad israelí se han reunido para decidir las medidas a tomar para hacer pagar a los palestinos haber votado masivamente por Hamas. "Se les va a hacer adelgazar, pero no morir de hambre", ha anunciado, con un raro cinismo, uno de los consejeros del Primer ministro israelí, resumiendo así el método israelí de castigo colectivo y el estilo propio a todo estado colonialista. Bajo la presión internacional, Israel no cortará la electricidad y el agua (agua que es robada desde hace 35 años de las reservas acuíferas palestinas), pero el estado judío no devolverá a los palestinos los millones de dólares mensuales provenientes de los impuestos aduaneros que cobra en nombre de la Autoridad palestina. En lo que los dirigentes israelíes se equivocan, una vez más, es cuando creen que la política colonial del garrote va a triunfar hoy, cuando ha fracasado lamentablemente, tras cinco años de terror de masas, tras más de 5000 muertos y decenas de miles de heridos.

Esta operación de pacificación, entre otras cosas, ha hecho elegir a Hamas a la cabeza de la población palestina de Cisjordania y de la banda de Gaza. El éxito de Hamas es, ciertamente, la consecuencia de la gestión desastrosa de la dirección del Fatah, incluso de la corrupción de ciertos miembros importantes de dicha dirección. El escrutinio ha tomado el aspecto de un voto de sanción contra los que son tenidos por responsables de la situación económica desastrosa y de la prosecución de la ocupación, como consecuencia de la decisión de proclamar una tregua unilateral frente a un poder colonial que no tenía la intención de poner fin a su dominación. Pero el voto del 25 de enero es también un desafío lanzado a Israel y a la comunidad internacional, proclamando alto y fuerte que, si los moderados chocaban con la arrogancia colonial, no dudarían en elegir para la dirección del país a quienes son percibidos por la comunidad internacional como extremistas. Y esto, a pesar de las amenazas de la administración americana y de ciertos gobiernos europeos.

Como exige la Constitución, el presidente Abbas ha pedido al dirigente de Hamas, Ismail Haniyeh, formar el próximo gobierno. Este último querría un gobierno de unión nacional, entre otras cosas para mostrar a la comunidad internacional que habrá una continuidad en la gestión de las relaciones con Israel. La izquierda palestina que, dividida, ha recogido el 15% de los votos (pero el 7% de los electos), no está en contra.

¿Qué va a hacer la dirección saliente, el Fatah?. Está dividida en tres tendencias. Una minoría rechaza la decisión de los electores y se declara dispuesta a derrocar por la fuerza al nuevo poder, para salvar sus intereses, a menudo mafiosos. Una solución a la argelina de alguna forma, que tiene el apoyo de determinadas corrientes del aparato de seguridad israelí. En el otro extremo de la formación creada por Yasser Arafat, algunos quieren una democratización del partido -una gran limpieza. En medio, alrededor del presidente Abbas, quienes querrían que su partido respondiera favorablemente a la propuesta hecha por Hamas de constituir un gobierno de unión nacional.

Cualquiera que sea la decisión de las instancias dirigentes del Fatah, los territorios palestinos van a vivir a la hora de la cohabitación, puesto que al lado de un Parlamento (y por tanto de un gobierno) de mayoría Hamas, la presidencia permanece en manos del Fatah. Y, como en Francia, el presidente de la Autoridad palestina goza de poderes muy importantes, incluso el de gobernar por decretos. Lo que deja suponer que la victoria de Hamas no será, en los hechos, la ruptura que algunos temen y otros esperan.

 

* Publicado en Rouge nº 2148, 23/2/2006. Traducción al castellano de Alberto Nadal para Viento Sur. Versión en catalán en la web de Revolta Global.

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