Digamos “no” al estatuto humillante que quieren imponernos!

Lunes 10 de abril de 2006

En Cataluña como en Euskadi, el pueblo tiene derecho a decidir

revolta globalDeclaración de Revolta Global

1- El anuncio del alto el fuego permanente por parte de ETA ha coincidido prácticamente con el final de los trabajos de la Comisión parlamentaria encargada de "pulir" el texto del Nuevo Estatuto de Cataluña - hasta dejarlo, según la fórmula consagrada, "limpio como una patena". Querida o no, esa coincidencia en el tiempo tendrá un efecto contradictorio. Por un lado, puede conferir a Zapatero un aura de "estadista", haciéndole aparecer como el audaz promotor de un proceso de paz en Euskadi y, al mismo tiempo, como el presidente de gobierno español que habrá sabido dar una respuesta a las reivindicaciones catalanas. Sin embargo, con el paso de los días - y a pesar de los esfuerzos que desplegarán los medios de comunicación para reforzar esa imagen -, otro sentimiento ira imponiéndose entre los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña: es sentimiento de haber sido, sencillamente, víctimas de una estafa.

Y es que una de las consecuencias más positivas del hecho que hayan callado las armas en el País Vasco, será sin duda alguna la desdramatización del debate sobre la autodeterminación nacional. Por muchas precauciones verbales que puedan tomarse desde los estados mayores de los partidos, parece evidente que, si se abre un proceso de negociación política, ese proceso deberá culminar dando la palabra al pueblo y remitiéndose, tarde o temprano, a su derecho a decidir. Esa perspectiva esperanzadora, perfilándose en una comunidad autónoma que, incluso en estos momentos, está mucho más avanzada que Cataluña en materia de autogobierno y financiación, proyecta una luz cruda, reveladora e inapelable sobre la miseria del nuevo Estatuto que algunos querrían que aceptásemos "para siempre" - o, cuando menos, durante treinta años más - como marco de las relaciones de nuestro país con un inamovible Estado monárquico español.

2- Ni los más ingenuos pueden sustraerse a esta realidad: el Estatuto que nos devuelve Madrid constituye una verdadera decepción por lo que respecta a las aspiraciones de la ciudadanía de Cataluña. Si la propuesta del Parlamento catalán era muy insuficiente en el terreno democrático - por cuanto renunciaba a la autodeterminación y se enmarcaba en el actual orden constitucional - como en el ámbito económico y social - al moverse bajo los parámetros de la sociedad liberal o incluso al desnaturalizar, por razones de consenso con la derecha nacionalista, el carácter laico de la enseñanza -, el texto exhaustivamente "expurgado" por la Comisión supone un retroceso notable y profundamente humillante en relación al documento adoptado el pasado 30 de setiembre por el 90 % de la cámara autonómica. No sólo se niega a Cataluña su reconocimiento jurídico como nación, sino que incluso se ha llegado a eliminar cualquier referencia sobre el derecho a decidir de su pueblo en la redacción de un preámbulo, desprovisto por otra parte, de cualquier fuerza normativa. Por carga histórica, después de una transición tutelada por el ejército franquista, así como por el contexto político de virulenta agitación de la derecha española de estos últimos meses, el término "nacionalidad" en que se pretende disolver la realidad de Cataluña aparece teñido con los colores sombríos de una opresión política harto conocida. Aunque sólo fuera por eso, en los albores del siglo XXI, este no podría ser en modo alguno un Estatuto aceptable para Cataluña.

3- Pero es que, siguiendo la lógica de semejante negación de la democracia política, el texto no supone tampoco ese "salto hacia adelante del autogobierno" que pretenden vendernos. No habrá soberanía fiscal ni, por lo tanto, transparencia en cuanto a los recursos recaudados. Faltarán, pues, los medios efectivos para decidir políticas distributivas progresistas, para atender a las nuevas y crecientes necesidades sociales o para establecer auténticas solidaridades. El modelo de financiación autonómica seguiría siendo el mismo que ha conducido a Cataluña a un creciente déficit fiscal. El propio conseller de Hacienda del Tripartito, el socialista Antoni Castells, lo reconocía públicamente hace unos días: resulta imposible cifrar la supuesta mejora que, por cuanto a los ingresos de la Generalitat de se refiere, representaría el incremento previsto en la participación de determinados impuestos, como el IVA o el IRPF - mientras que otros recursos de capital importancia, como el impuesto de sociedades, permanecerían exclusivamente en manos del Estado. Imposibilidad de cálculo manifiesta, sobre todo si se tiene en cuenta que aún quedan por definir los complejos mecanismos de compensación entre las distintas comunidades autónomas. La tan cacareada "bilateralidad" entre la Generalitat y el gobierno central se reduce a funciones consultivas. El Estado conserva, de hecho, la última palabra en todo.

4- ¿Cómo podríamos hablar de "salto hacia adelante en el autogobierno" cuando hemos asistido estos días a un lastimoso regateo acerca del traspaso de la gestión de infraestructuras básicas como puertos y aeropuertos… y cuando, al cabo de todo eso, ha resultado imposible obtener el control del Prat? ¡Cuántas cosas han ido cayendo por el camino desde que se formulara la Propuesta estatutaria aquel 30 de setiembre! ¿Qué ha sido del derecho a convocar consultas populares? ¿Y de la reforma de leyes orgánicas? ¿Qué queda realmente del capítulo de derechos y deberes, buque insignia de las aportaciones de ICV-EUiA, a fuerza de recortes y de "pequeñas enmiendas", todas ellas destinadas a colmar las fisuras de progreso que se abrían en el actual ordenamiento jurídico? Así pues, las mujeres tendrían derecho a disponer de su propio cuerpo… pero remitiéndose a las disposiciones de la vigente legislación española - que, no está de más recordarlo, sigue considerando el aborto como un delito, salvo en determinados casos. Del mismo modo, hemos pasado imperceptiblemente del derecho a una muerte digna al "derecho a vivir con dignidad el proceso de la propia muerte" - es decir, al rechazo a legislar sobre la eutanasia. Incluso, por lo que se refiere al conocimiento de la lengua catalana por parte de los jueces, ha sido necesario buscar formulaciones sinuosas, eco de los privilegios seculares de la magistratura española, para remitirnos a su valoración "específica y singular" de las aptitudes de los aspirantes a obtener una plaza en Cataluña. En cuanto a la inmigración, sin recursos financieros ni herramientas jurídicas de integración a la ciudadanía, ¿qué significa el traspaso parcial de competencias sino la gestión compartida de la injusticia que padece un colectivo de miles y miles de hombres y mujeres, privados de derechos y condenados a una vida clandestina? ¿Es necesario seguir con la lista de agravios? Decididamente, para llegar a semejante resultado no valía la pena emprender un proceso de reforma estatutaria. En cualquier caso, todo ello sólo merece una respuesta por parte de la ciudadanía y, en primer lugar, por parte de las clases trabajadoras y populares de Cataluña: el rechazo más claro y contundente.

5- A partir de ahora, sin embargo, oiremos todo tipo de explicaciones. Desde la izquierda, que se ha avenido a tantas renuncias en nombre de un pretendido "realismo", empiezan ya a sermonearnos, percibiendo el desencanto o la indignación de la ciudadanía, con la idea de que rechazar el Estatuto equivaldría a "hacerle el juego a la derecha", "votar con el PP", etc. Pero, en realidad, éste es el Estatuto que han ido moldeando las campañas y presiones de la derecha. Antes de que, por razones de conveniencia partidista, la dirección estatal del partido conservador no llamase al orden a Josep Piqué, éste había mostrado su satisfacción por la concordancia del pacto Mas-Zapatero con los postulados del PP al inicio del proceso. Tampoco se engañaban los barones del PSOE, los Bono, Rodríguez Ibarra, Chaves y Cía. al proclamar que los españolistas habían ganado este pulso. Existe un cierto reparto de papeles entre la derecha heredera del franquismo y la burocracia "socialista" de esta "España de las autonomías": la agresividad del PP hace que el "Estatuto de La Moncloa" acabe por parecerse al cigarrillo que, en un gesto conciliante, el policía bueno ofrece al detenido sometido al tercer grado. Pero, hay que atenerse a la realidad.

6- Este ha sido el resultado, por otra parte previsible, de la llamada "vía catalana": un camino de negociaciones institucionales, que ha dado la espalda a la movilización ciudadana. Y cuando, finalmente, como ocurrió el pasado 18 de febrero, esa ciudadanía se ha echado a la calle para reclamar su derecho a decidir, los promotores del Estatuto y, singularmente, las fuerzas de izquierda, han estado vergonzosamente ausentes. Con la excepción, es cierto, de Esquerra Republicana que, a pesar de todas sus incongruencias anteriores, se ha resistido a plegarse al acuerdo entre el PSOE y CiU. Sobre la formación republicana se ha desatado una indignante campaña de presiones y chantajes con objeto de arrancar de ella un "sí" que permitiese amordazar por completo la expresión de los sentimientos de la población. ¡Que nadie se deje engañar por el discurso oficial acerca de los valores de izquierdas! El acuerdo Mas-Zapatero ha sellado la suerte del tripartito. El PSOE se orienta hacia la configuración de nuevas mayorías, más acordes con las políticas liberales que, en materia fiscal, en lo referente a la reforma del mercado del trabajo o de la construcción europea, tiene en su agenda. Son las mismas políticas sobre cuya base se estableció en Alemania la "gran coalición" entre el SPD y la democracia cristiana. Y son también las políticas, implementadas en este caso por un gobierno de la derecha clásica, que han suscitado la revuelta de la juventud y del movimiento obrero que está sacudiendo a Francia.

7- Justamente, esa formidable movilización es hija del "no" a la Constitución neoliberal europea, que se expresó el 29 de mayo del año pasado. Entonces también, quienes rechazábamos la Europa de las multinacionales y los Estados fuimos acusados de ponernos al lado de Le Pen. Pero aquel "no" - ¿alguien se atrevería a discutirlo en estos momentos? - resultó ser progresista, social, democrático… Del mismo modo que será profundamente catalanista y de izquierdas el rechazo del pueblo de Cataluña a un Estatuto de rebajas que pretende contener sus anhelos y su necesidad de avanzar. Este Estatuto es una trampa. Euskadi muestra el camino que, aquí, tan sólo hemos empezado a tantear: el de la movilización ciudadana y la presión social para conquistar nuestro derecho a decidir. Esa movilización hay que levantarla desde las entidades y movimientos ciudadanos, desde la acción de la juventud… y también desarrollando corrientes de opinión favorables a la autodeterminación dentro de los sindicatos y partidos de izquierdas. Es urgente constituir un amplio frente del rechazo que agrupe a cuantas fuerzas estén dispuestas a hacer patente, una vez más, la voluntad que se manifestó el 18 de febrero por las calles de Barcelona. Desde un agrupamiento de lucha tan modesto como es "Revolea Global" nos comprometemos a contribuir decididamente a ello.

8- Mirando hacia París, escuchando el clamor de Bilbao… y recordando la respuesta popular del 18 F, decimos: es posible vencer. Es posible echar atrás ese Estatuto tramposo y abrir un proceso político que tenga como horizonte la autodeterminación de Cataluña. La discusión en torno al voto en el próximo referéndum está abierta entre los distintos colectivos y movimientos que rechazan el Estatuto. Por nuestra parte, pensamos que sería una equivocación promover un voto nulo, que tan sólo seguiría una minoría militante. (Como mal menor, incluso los defensores del "sí" preferirían que el movimiento por el derecho a decidir se empantanase en una vía de tan dudosa eficacia). Y es que no se trata de protestar contra la estafa que representa ese Estatuto, sino de forzar efectivamente su retirada. Ese propósito sólo es posible, hoy por hoy, desde un "No" que, convirtiéndose en un rechazo masivo, sería inequívocamente reconocido como el voto catalanista y de izquierdas. He aquí el desafío del momento.

¡DIGAMOS "NO" AL ESTATUTO DE LA MONCLOA!

¡UN "NO" CONTUNDENTE, CATALANISTA Y DE IZQUIERDAS!

2/04/06

* Versión original en catalán: www.revoltaglobal.net

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0