MOVIMIENTO ALTERMUNDISTA: VIGENCIA Y RETOS

Jueves 25 de enero de 2007

Pepe Mejía[1] / publicado en la revista Crítica. Nº 941. Enero 2007

Desde hace aproximadamente siete años, estamos asistiendo al desarrollo de lo que se ha dado en llamar Movimiento Altermundista y que la prensa generalista llama "movimiento antiglobalización". Sus acciones, propuestas y presencia son cada vez más habituales y es por ello que es importante acercarnos, conocerlo y si es posible -¿por qué no?- alentar su desarrollo. La referencia de inicio del Movimiento Altermundista es el alzamiento zapatista en la selva de Lacandona en México el 1 de enero de 1994. Ya desde su inicio, el alzamiento se hace en contra del Acuerdo de Libre Comercio que Estados Unidos, Canadá y México desean impulsar. El Ejército zapatista propone la celebración de un Encuentro Internacional por la Humanidad y contra el neoliberalismo. Este alzamiento "anuncia una nueva era de movimientos de resistencia" de la mano del ciberactivismo. El Movimiento no se inicia en las calles de las grandes ciudades de los países del norte enriquecido sino en las tierras de las poblaciones más míseras de nuestra humanidad.

Aunque siempre se les ha vinculado -en la mayoría de los casos deliberadamente- con la violencia callejera, lo cierto es que detrás de este amplio y variado Movimiento existen propuestas muy serias y alternativas a esta globalización neoliberal.

Esta nueva fuerza altermundista es un numeroso "ejército" civil que es cada vez más horizontal, no jerarquizado y bastante coordinado. Como dice Pepa Roma[2], "los nuevos guerreros no matan. Cantan. Provocan. Desafían leyes. Tanto están sobre un escenario como sobre una lancha neumática". Los grupos altermundistas están proliferando cada vez más y los escenarios de sus acciones se multiplican. Ya no sólo les mueven las citas de las grandes cumbres de los organismos internacionales sino la necesidad de coordinar y extender la "red de redes". Ha nacido una nueva forma de resistencia, una nueva forma de lucha alejada de las tradicionales. Con debilidades en formación, avanzan lentamente hacia el objetivo: la convergencia de los diferentes movimientos en contra de la globalización neoliberal.

La revuelta de Seattle, en 1999, fue el pistoletazo de salida. Aunque antes de esa fecha muchas fueron las señales, lo cierto es que la irrupción de este nuevo movimiento tuvo su puesta de largo en aquella memorable ciudad estadounidense. Varias son las razones que explican el motivo de la protesta y el inicio de un movimiento de carácter internacional y planetario. Uno de ellos, sino el principal, es la constatación del descenso constante de participación electoral en muchas democracias.

Estados Unidos, paradigma del sistema democrático, alcanzaba porcentajes escandalosos de abstención. Pero no sólo Estados Unidos. Muchos países de Europa también experimentan este sabor amargo de la victoria. La juventud, en su mayoría, rechaza la participación electoral y se constata la existencia de un abismo que se hace cada vez más profundo entre la sociedad y sus políticos profesionales.

Por lo tanto, he aquí un primer elemento de cuestionamiento que se mantiene. El actual modelo de democracia formal está en crisis. Está y se encuentra alejada de la ciudadanía. El discurso político pasa no solamente por la reivindicación o la protesta puntual sino sobre el cuestionamiento mismo del sistema. Si bien es verdad, con nuevas formas de hacer política, de intervención social y de organización. En este sentido, los zapatistas siguen siendo la referencia. La imagen de encapuchados ya no es sólo por motivos de seguridad y de clandestinidad sino para visualizar lo invisible, lo oculto. Esa realidad indígena invisible a los poderes constituídos, largamente marginada y explotada por siglos. Los zapatistas dijeron "¡Ya basta!".

Contra el neoliberalismo y contra la democracia formal que no ha dado respuesta contundente a problemas de la humanidad[3]: el empobrecimiento de las mayorías, el enriquecimiento de unas minorías, las injusticias y la impunidad a favor de los traficantes del dolor. Los modelos se han agotado y los agentes más activos de la sociedad intercambian información y empiezan a organizarse, con la inestimable ayuda de las nuevas tecnologías. Primero concentrándose ante los centros de poder financieros y después participando activamente en los Foros Sociales que se inició en Porto Alegre, ciudad emblemática para abordar lo que significa la participación ciudadana.

La ciudadanía empieza a sentir como necesidad reivindicar un espacio en la calle. Nuevas formas de resistencia aparecen cada vez más ligadas a los efectos mediáticos. Cabe destacar la experiencia de la Public Citizen. Creada en 1971 por Ralph Nader, un antiguo activista contra la guerra de Vietnam, denuncia las actividades de las grandes compañías en donde más daño les puede hacer: los intereses de los consumidores. La ciudadanía constata que cada vez más se prima el beneficio a costa de cualquier otra consideración. Y así, poco a poco, las nuevas generaciones van tomando conciencia que el poder político ya no representa a los ciudadanos sino a los intereses de las empresas.

Mujeres y jóvenes son los nuevos protagonistas. El llamado ecofeminismo, las nuevas formas de cooperativismo agrario y los grupos de vigilancia del mercado van creando y potenciando red. Internet y el correo electrónico son los instrumentos de rebeldía, información y autoformación. Nuevos elementos de resistencia para este nuevo tipo de capitalismo.

Grupos de ciudadanos de la Alianza para la Democracia se entrenan con vídeos de San Suu Kyi y Gandhi para aprender las técnicas de la resistencia pacífica, cómo sentarse en el suelo, entrelazar los brazos para constituirse en una cortina humana, o también saber reagruparse de nuevo como el agua cuando la cadena ha sido rota. El objetivo es adueñarse del espacio de los ciudadanos.

Pero para abordar los movimientos que luchan contra la globalización es quizás necesario acercarse a su esfera internacional. A escala planetaria existen dos tendencias: una que gira en torno a ATTAC[4] y de los grupos que se han dado cita en el Foro Social Mundial de Porto Alegre. Dentro de esta tendencia se hace hincapié en la fijación de mecanismos para regular las transacciones de capital especulativo, la creación de un gobierno mundial que controle los desmanes de la globalización o el fortalecimiento de los estados-nación. La segunda tendencia que podríamos calificar de "radical" aglutina a los grupos que conforman la AGP (Acción Global de los Pueblos). Dentro de esta línea se pide el fin de los organismos internacionales encargados de "regular" el comercio internacional (OMC, FMI, BM, UE, TLC, etc.) como principio para un cambio total del sistema.

La AGP, en su nacimiento, saluda el levantamiento zapatista de enero de 1994 como "una respuesta armada autodefensiva ante el terrorismo del Tratado de Libre Comercio (NAFTA)"[5]

Precisamente el gran debate entre los movimientos ciudadanos y grupos radicales jóvenes como los anarquistas no son tanto sobre los objetivos de la protesta como sobre los métodos de lucha. Como dice Pepa Roma, "la colaboración con las instituciones y las empresas será lo que más dividirá a las ONG. Una división que no está entre los que arrojan las piedras y los que se manifiestan de forma pacífica, sino entre los que aspiran a "cambiar el sistema" y los que sólo aspiran a adecentarlo, entre los que reclaman "justicia" y los que se contentan con "ayudar", algo parecido a la caridad".

LA VIGENCIA DEL MOVIMIENTO

La fuerza altermundista es un ejército multiuso, multiétnico[6], multiprofesional, de efectivos intercambiables, que se juntan para la acción y se dispersan, para reencontrarse en otro punto del planeta o en una acción de naturaleza diferente, como puede ser la campaña de denuncia de unos laboratorios que fabrican medicamentos antisida y no lo facilitan a los países empobrecidos o recabar dinero para un concierto rasta o un festival ecologista en Río[7]. Ahí radica la riqueza. Pero la perspectiva es ir construyendo red. Red de redes, construyendo alternativas y no sólo manifestándose puntualmente.

Una globalización de la solidaridad, como dice Juan José Tamayo[8] "desde abajo, que incluya a quienes la globalización neoliberal excluye. ¿Cómo? Participando en los diferentes foros de solidaridad con iniciativas tendentes al logro de una auténtica fraternidad-solidaridad e intentando hacerlas realidad en sus ámbitos de influencia. He aquí algunas de ellas: derribar el muro de separación entre el Sur y el Norte; colocar la economía al servicio del desarrollo integral de las personas y los pueblos, y no viceversa; denunciar el carácter idolátrico del capital, que exige sacrificios de vidas humanas; defender la democratización de los Estados en torno a los valores comunitarios; mundializar las luchas sociales haciendo converges sus ideales emancipatorios e integrando las microutopías en un proyecto ético global".

Más explícitamente lo explica Rafael Díaz Salazar[9] al hablar de "movimiento de movimientos". En el sentido de que el movimiento contra la globalización neoliberal articula numerosos grupos y abordan muy diferentes temas; sólo algunos grupos están "especializados" en la globalización, mientras otros conectan con ese tema general a partir de sus temas particulares y/o en las acciones concretas[10]. No existe tampoco una gran coordinación estable y de carácter mundial: lo que más se parece a ello, la estructura que organiza el Foro Social Mundial (FSM), no llega a coordinar, ni mucho menos, a los innumerables grupos existentes, aunque sí que existe una relación informal en la que el FSM actúa como referente común[11].

Pero la diversidad no proviene sólo de la diversidad temática, sino también de las diferentes culturas y territorios de origen, del diferente grado de radicalidad de las propuestas, de la diferente ideología más o menos difusa que impregna las alternativas sociales (aceptación o no de la propiedad privada, diferente valoración del papel del estado...) y de las diversas formas organizativas (pequeños grupos/grandes organizaciones, organización estructurada/difusa, toma de decisiones centralizada/descentralizada...)

Podemos decir -siguiendo con Díaz Salazar- que existe una diversidad temática que puede complementarse mutuamente (ecologistas, pacifistas...), una diversidad que puede generar procesos de enriquecimiento mutuo entre los diferentes grupos (aportando perspectivas feministas a las luchas laborales, por ejemplo) y una diversidad que genera contradicciones cuando se trata de hacer propuestas concretas (comunistas/libertarios; radicales/reformistas...).

EL FUTURO DEL MOVIMIENTO

No cabe duda de que el movimiento nació de la denuncia de una injusticia global. Y de la afirmación de valores, como dice Jaime Pastor[12], "como la dignidad, la autonomía, la autoorganización, la solidaridad internacional e intergeneracional, la cooperación, la justicia y la reconciliación con la naturaleza dentro de esa casa común que es la Tierra. La socialización de esos valores frente a la "corrosión del carácter" generada por el neoliberalismo, a través de la competitividad, el cinismo, la resignación o la desesperación, sigue siendo el horizonte del movimiento"

En este sentido, el Movimiento Altermundista tiene futuro porque las causas que lo generaron siguen ahí. Desde sus inicios, el movimiento ha ganado en influencia social y en realizar propuestas alternativas al actual modelo económico y social. El futuro del movimiento está ligado a su capacidad de ir construyendo espacios comunes, en tender puentes con organizaciones mas institucionalizadas, mantener su discurso radical y alternativo, su independencia de las estructuras partidistas que buscan su control y, por supuesto, su independencia con los estamentos gubernamentales.

Es evidente que a su interior subsisten discrepancias sobre todo cuando se quiere concretar una propuesta. Pero el principal reto que tiene el movimiento es que no tiene representación en el marco político electoral. Como dice el filósofo marxista, Daniel Bensaïd, "La incapacidad de organizarse políticamente genera frustración". En cualquier caso, el movimiento seguirá llegando a los consensos imprescindibles, radicalmente anti-neoliberal y rabiosamente sin dueño.


[1] Periodista, miembro de Attac-Madrid. Fue portavoz de la Plataforma 0’7 y la RCADE (Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa). Activista en diversas campañas -la última en contra de la Constitución Europea- ha asistido a diversas Cumbres Alternativas como Niza, Barcelona, Sevilla, y Foros Sociales Mundiales, la última el II Foro Social Mundial de las Migraciones (FSMM) celebrado en junio de 2006 en la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid. http://www.fueradefoco.org.

[2] Jaque a la globalización, Pepa Roma. Editorial Grijalbo. Barcelona 2001

[3] En el Encuentro Internacional ¿Dictadura de los mercado? Otro mundo es posible celebrado, a finales del 2000, en París y organizado, entre otros, por ATTAC, el autor presentó una ponencia en este sentido.

[4] ATTAC nace al llamamiento realizado por la versión española de Le Monde Diplomatique y enraizada con la plataforma internacional con el mismo nombre con epicentro en Francia. Su discurso no sólo incluye el tema de una tasa a los flujos financieros sino una crítica a la globalización planteando alternativas. Ver: www.attacmadrid.org.

[5] Acción Global de los Pueblos. Resistencia al neoliberalismo en los cinco continentes. Eguzki Irratia. Iruñea-Abril 2001.

[6] Así lo constató el autor en su ponencia presentada ante el Congreso Europeo de Ciudadanos celebrado en Lieja el 23 de septiembre de 2001.

[7] Las acciones de los desempleados en Francia, la ocupación de edificios en Europa, la lucha campesina en Brasil, "la comunidad de jardines" de Nueva York, las protestas populares en Tailandia, la destrucción de transgénicos en la India, "la creación de espacios para la libertad", el movimiento Jardinería Guerrillera (que siembra cultivos en las ciudades). Para más información se puede consultar We are everywhere, the irresistible rise of global anticapitalism (Estamos en todas partes, el irresistible ascenso del anticapitalismo global) Jennifer Whitney, co-autora. http://www.weareeverywhere.org/)

[8] El País, 4 de enero de 1999.

[9] Rafael Díaz Salazar, profesor de Sociología de las desigualdades internacionales en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus obras se recomienda la de "Justicia global". Icaria editorial. 2003

[10] En el Estado español hay una amplia experiencia del Movimiento Altermundista. Ver: "Otro punto de inflexión es necesario". Luis González Reyes, miembro de Ecologistas en Acción. www.rebelion.org febrero 2004. También la rica experiencia de la lucha a favor del 0’7 del PIB para cooperación. Ver: "Cooperación para el desarrollo y ONG". Una visión crítica. Coordinador: Luis Nieto Pereira. Co-autor: Pepe Mejía. Editorial Catarata. 2001.

[11] Así lo constató el autor que participó en la organización del II FSMM celebrado en Rivas-Vaciamadrid. 3.391 personas inscritas, más de 870 organizaciones representadas, 318 voluntarias/os, 200 periodistas acreditados Ver: http://www.fsmm2006.org/es/

[12] Qué son los movimientos antiglobalización. RBA Libros. 2002

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