Estado español: Desarrollo de la reforma del estatuto andaluz

Viernes 2 de marzo de 2007

Luis (Espacio Revolucionario Andaluz)

El pasado 17 de febrero se celebró en Andalucía el referéndum para la ratificación de la reforma del Estatuto de Autonomía, vigente desde 1981. Varios hechos llaman poderosamente la atención en todo este proceso de reforma.

En primer lugar, destaca el apabullante apoyo de los partidos políticos con representación parlamentaria (PSOE, PP e IU), así como la mayoría de las organizaciones sindicales, patronales y sociales de Andalucía. Sólo el Partido Andalucista, dentro del arco parlamentario andaluz, solicitó el no, al verse excluido, en la consulta. Con este apoyo, los resultados han sido los esperados: un 87.45% de los votos a favor de la reforma, un 9.48% de votos en contra y un 3.07% en blanco.

Por otro lado, y quizás sea el dato más importante, ha sobresalido la muy elevada abstención en la consulta. Si histórico fue el 28-F, este 17-F lo será al tratarse de la consulta electoral que menos ha interesado a los andaluces y andaluzas. De esta manera, sólo el 36% de los llamados a las urnas ejercieron la facultad del voto. Todo ello ha provocado, incluso, el cuestionamiento de la legitimidad del texto entre las fuerzas políticas y medios de comunicación. Y digo bien, fuerzas políticas y medios de comunicación, porque el debate ya sea preelectoral, electoral o postelectoral no ha trascendido entre los andaluces y andaluzas de pie. Las justificaciones que se han dado han sido muy variadas: desde el "exceso de optimismo" (lo que implicaría que el 64% de los andaluces y andaluzas están tácitamente a favor del texto), hasta el "fracaso del impulsor del proceso", alegado por los populares (sugiriendo la escasa capacidad de movilización del PP en Andalucía), pasando por el "déficit democrático" aducido por Diego Valderas, coordinador general de IU-CA.

En el proceso de reforma estatutario andaluz se ha puesto en evidencia varias de las contradicciones del sistema. El proyecto se ha "cocinado" en el seno institucional, en el de los partidos políticos con representatividad parlamentaria. Desde su iniciativa, no reclamada en ningún momento por el pueblo, hasta su propuesta final, elaborada en el Congreso de los Diputados, la tramitación se ha desarrollado al margen de los andaluces y andaluzas. El referéndum se veía como un trámite más y de fácil superación, al llegar a un acuerdo casi general de los partidos políticos parlamentarios. Así se ha sentido esta reforma como algo ajeno

A esto se ha añadido que el medio más poderoso con el que cuenta los poderes públicos para alcanzar cierto grado de movilización, esto es, la publicidad institucional, se empleó torticeramente para solicitar el sí formal, insustancial … Tal fue el descaro de la campaña que la Junta Electoral Central decretó su retirada.

Por último, la falta de debate sobre el auténtico alcance de la reforma ha resultado muy evidente. No se ha querido explicar qué implicaba esta reforma en los problemas que más afectan a los andaluces y andaluzas. El debate, zanjado con la consecución del acuerdo en Madrid, se centró en la naturaleza de Andalucía: ¿realidad nacional o no? Se han excluido deliberadamente cuestiones como la precariedad y siniestralidad laboral, la vivienda, la ocupación norteamericana y británica, los derechos de los inmigrantes,...

Desde el Espacio Revolucionario Andaluz se mantuvo una oposición frontal a esta reforma. Este posicionamiento fue expuesto en sendos actos públicos celebrados en Granada y Almería. Un texto gestado, articulado y decidido entre las fuerzas políticas institucionalizadas lógicamente adolece de fórmulas innovadoras para resolver las cuestiones más acuciantes de las andaluces y andaluzas. El texto apuntala el régimen constitucional actual. Entendíamos que era necesario que la clase trabajadora debía liderar su propio proyecto de construcción de Andalucía al servicio de la aparición de un proyecto socialista, ecologista e internacionalista. Una Andalucía que sea voz de la lucha contra el capitalismo y contra esta globalización en cuyo campo de juego a Andalucía le ha tocado perder. El nuevo estatuto presenta una lógica continuista auspiciada por una política institucional pactista que subordina económica y socialmente a Andalucía.

Así, de nuevo, cambió todo para no cambiar nada


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