La plena actualidad del Che

Miércoles 10 de octubre de 2007

Revolta Global

Hace ahora cuarenta años, en octubre de 1967, Ernesto Che Guevara fue capturado y posteriormente asesinado por un destacamento de “Rangers” del ejército boliviano, especialmente dirigido y adiestrado por agentes de la CÍA.

¿Qué queda hoy de este símbolo, de este ejemplo? ¿Solo un respeto, una admiración lejana? ¿Es solo un combatiente de las batallas del pasado? No, de ninguna manera.

Un revolucionario de nuestra época

La más fuerte característica del Che, su alma de revolucionario, estuvo en la identificación de la revolución y la vida. Hay que partir de ahí para entenderlo. Cuando el Che quiere definir que es un militante habla de “sentir la revolución...ser un revolucionario por dentro”.

Su pensamiento se realizó a partir de la experiencia viva y de la reflexión en profundidad sobre ella. Buscó conclusiones teóricas, hacer avanzar el marxismo, pensando en las necesidades prácticas de la construcción del socialismo en Cuba y de la extensión de la revolución.

El motor esencial de esta búsqueda es la convicción de que el socialismo no tiene sentido – y no puede triunfar– si no representa un proyecto de civilización, una ética social, un modelo de sociedad totalmente antagónico a los valores de individualismo mezquino, de egoísmo feroz, de competencia, de guerra de todos contra todos de la civilización capitalista.

Actualmente, el capitalismo aparece como el gran vencedor. Y lo hace con una arrogancia que solo se explica por la ausencia de una alternativa política creíble. El balance del stalinismo pesa terriblemente sobre la idea socialista: no solo se contabiliza en millones de muertos, sino que ha desacreditado a los ojos de toda una generación la idea de que otro sistema diferente del capitalismo, podía ser instaurado y funcionar. No obstante, la imaginación vuelve a alzarse. En medio de esta nueva ebullición ideológica a la búsqueda de soluciones igualitarias, democráticas y antiburocráticas, el pensamiento del Che constituye una fuente de inspiración inagotable.

La democracia socialista

Aunque el Che nunca llegó a elaborar una teoría acabada sobre el papel de la democracia en la transición socialista, rechazaba las concepciones autoritarias y dictatoriales que tanto daño hicieron al socialismo en el siglo XX. El socialismo para el Che era el proyecto histórico de una nueva sociedad, basada en valores de igualdad, solidaridad, colectivismo, altruismo revolucionario, libre discusión y participación popular. Tanto sus críticas –crecientes– al “socialismo real” como su práctica como dirigente y su reflexión sobre la experiencia cubana están inspirados por esta utopía comunista.

La necesidad de la solidaridad internacional

“El internacionalismo proletario es un deber, pero también es una necesidad revolucionaria”. Esta combinación entre el contenido moral y la fuerza de la necesidad práctica es la clave del pensamiento del Che en todos los terrenos. El 1 de enero de 1994, a la luz del camino trazado por los combates del Che, los campesinos zapatistas tomaron las armas para lanzar un “hemos dicho basta” dirigido al nuevo orden mundial. En diciembre del 1995, en Francia, la primera gran revuelta contra el neoliberalismo anunciaba la renovación de las luchas sociales.

Desde entonces, por todos los sitios, no se han dejado de repetir estas palabras: “Otro mundo es posible!” Este grito de urgencia lanzado por los pueblos ha tenido eco en el decurso de vagas generales en Europa y en Asia, en Venezuela, en Argentina, en Bolivia y en Ecuador...

El socialismo y el comunismo nacieron de la dialéctica entre la reflexión y las experiencias de lucha de organizaciones de los oprimidos. La esperanza manó desde abajo. Y desde allá volverá a surgir. Para el Che, el socialismo no era un proyecto de sociedad que se recibía “llave en mano”; el combate para derribar el capitalismo debía ser percibido por cada un como una urgencia personal. Una urgencia más actual que nunca...

 

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