La izquierda ausente. Unas notas al vuelo

Jueves 13 de marzo de 2008

kaosenlared.net img .jpgPepe Gutiérrez-Álvarez / Kaos en la Red

Claro, lo peor es que hubiera ganado el PP, pero después, lo peor es que el PSOE se quede sin oposición de izquierdas, aunque hay que ser muy ingenuo para creer que ese papel lo podría haber jugado Llamazares. Aunque en realidad, lo peor es que por abajo, la piedra de Sísifo apenas si empieza a moverse.

Creo que no estará de más explicar cuatro cosas sobre la historia…

A veces cuesta creer que hubo un movimiento obrero y popular contra la derecha-derecha, o sea contra una Dictadura que había ganado la guerra y que, aunque estaba perdiendo base social a marchas forzadas, mantenía íntegramente el aparato militar y policíaco, amén de las alianzas con el “mundo libre”… Sin embargo, existió. Es más, llegó a hacer la vida imposible a la Dictadura, y abortó cualquier tentativa de continuidad por arriba. Cuando esto quedó claro, tomaron una iniciativa, entraban con la suya (reformas rupturistas), y salían con la nuestra, las libertades. A cambio se mantenía el aparato institucional, y se establecía un pacto social llamado de la Moncloa. En aras de este compromiso, el PCE-PSUC se suicidó, creyeron que podría ganar la partida a la socialdemocracia…

Prácticamente ausente en los movimientos (por abajo), reapareció con varios factores a su favor como una permisibilidad mayor por parte del régimen, la ayuda y el referente europeo (que se había mostrado capaz de construir una socialdemocracia donde no había ni tradición: Portugal), el aspecto tranquilizador y atractivo de un equipo de políticos jóvenes capaces de decir cosas muy diferentes (no olvidaré nunca una frase de Almunia: “Somos marxistas porque creemos en la armonía social”). En un principio, recogieron a mucha gente que no se sentía cómoda en un partido comunista todavía con resabios estalinianos (Carrillo era un auténtico Hermano Mayor), además, el pacto social desplazó totalmente la vida política hacia el ámbito parlamentario. En ese terreno, el PSOE tenía casi todas las cartas. Tanto fue así que se convirtió en la mayor agencia de colocación –institucional- para arrepentidos de toda laya.

El 23-F “peinó” todos los posibles “excesos” de la lucha democrático-social del pueblo, el PCE comenzó a fraccionarse, el maoísmo entró en un vertiginoso declive, y el PSOE se encontró que tenía una oportunidad histórica. Podría cumplir el programa que la UCD no era capaz de aplicar por el rechazo de abajo y sus propias divisiones, y al mismo tiempo presentarse como lo más de izquierda que el país se podía permitir. Entre el franquismo de la derecha, y el “comunismo” tal como se estaba descomponiendo, la vía europea, moderna y “socialdemócrata” convenció a ocho millones de electores. Entonces ya había “abandonado” toda referencia al marxismo, y su interpretación de la democracia quedó ejemplificada por ejemplo en Sagunto. Concretamente en unas municipales en las que el PSOE barrió con un programa contra el desmantelamiento de los astilleros. Cuando una vez en el poder gestionaron dicha faena, respondieron que para eso habían ganado las elecciones.

Todo esto fue acompañado por un mecanismo de desactivación de los movimientos. Una manera fue captando como funcionarios diversos (en la vida municipal, en los sindicatos, etc.) líderes sociales que antes habían dado la cara, acentuando la división (en esto, el “rollo” de las elecciones sindicales fue clave)… Pero sobre todo gracias a un triple mecanismo, el digamos integracionista o sea forjando la idea que tan bien quedaba expresada en el chistecito del paralítico en Lourdes, o sea mejor no “desestabilizar” la democracia con movilizaciones porque al final puede ser peor, y esto fue posible porque se creyó que nos habíamos instalado en una variación del “Estado del Bienestar”… También influyó el descrédito del partidismo y de las burocracias, tal fue así que millares de personas que iniciaron su militancia en algunas formaciones antifranquista acabaron con una fuerte sensación de haber sido manipulados…Todo esto se acabó jodiendo con la implantación de modelos de vida cada vez más “personalistas”, más apegado al “vaya yo caliente”…El Referéndum de la OTAN fue la última gran batalla, luego cayeron los sueños liberadores en Nicaragua y el Salvador.

Cierto que ya no estamos en la pendiente de entonces, que los desastres provocados por el propio triunfal-capitalismo ha ido creando un ascenso de las resistencias, y aquí entra el dato fundamental que el sueño intermedio del Estado social está siendo cercenada por el neoliberalismo. Como proclama el personaje encarnado por Kris Kristofferson en la película Silver City, del combativo John Sayles, la palabra clave es: PRI-VA-TI-ZA-CIÓN. En eso están todos de acuerdo, incluyendo los ayuntamientos que hasta los años noventa tuvieron un cierto margen de maniobra reformadora hasta que la Ley del Suelo del PP los hizo dependientes de las constructoras. En esa clave están también Iniciativa (no hay más que darse una vuelta por el Prat del Llobregat, su mayor feudo en Catalunya), y buena parte sino la mayoría de IU. Ese es el objetivo, la diferencia radica en los ritmos y las formas.

Es una dinámica y un objetivo que queda fuertemente establecido por la lógica política bipartidista a la norteamericana. Poco importa que una mayoría de la población esté en contra, que quiera otras alternativas ya que, a la hora de los hechos, carece de los instrumentos para “desafiar” lo que se ha establecido como “normal”, “razonable”, “viable”, palabra mágica donde las haya. La utilizan mucho los historiadores institucionales para establecer los límites de la historia posible, más allá es Finisterre. En los años treinta, el Finisterre era la República liberal, ahora lo es la monarquía constitucional. Lo que marca el horizonte de la historia no son las necesidades humanas (asimiladas como lo están por citar un ejemplo, los muertos de las pateras), sino el mercado.

Ahora ya no queda ni tan siquiera la idea de una presión por la izquierda que, hipotéticamente, habrían de jugar lo que quedaba de IU y de IC… Es evidente, que se puede hablar de la injusticia del sistema electoral, elemental. Aunque no es menos cierto que en su momento la cúpula comunista la firmó, como no es menos cierto que hasta el momento no ha protagonizado ni tan siquiera una pequeña “sentada” de protesta. Es una utopía reaccionaria creer que se puede presionar desde las alturas parlamentarias sin contar tan siquiera con unos sindicatos dignos de su nombre. A esto me viene a la memoria un artículo en El País que el que fue Joaquín Nieto publicó a raíz de una suma de accidentes laborales. Desplegaba un conocimiento de primera mano de todas las leyes que se habían firmado, algo apabullante. Lástima que esas mismas leyes las aplica la patronal a su real gusto, y los accidentes laborales siguen siendo una plaga que no entiende de jurisprudencia pero sí de precariedad laboral, y de una patronal que sabe que lo último que van a hacer los políticos es molestarles.

¿Qué queda pues?. Algo así como lo que decía Ignacio Silone de los campesinos den su extraordinaria novela Fontamara. Cita todas las diversas clases sociales, y dice, y luego no hay nada, después no hay nada, sigue sin haber nada, y solamente después de varias nada, están los campesinos. Actualmente no hay ninguna izquierda digna de este nombre con capacidad de establecer una propuesta alternativa de conjunto en todos los terrenos: sindical, social, político, cultural… Lo que existe es minoritaria, y además fraccionado. El peso de las “patrias” organizativas llega a veces al ámbito de lo grotesco. Decenas sino centenares de reinos de Taifa en medio de los cuales sobresalen algunos referentes. Cierto, y lo digo desde mi propia perspectiva (Revolta Global, Espacio Alternativo, etc), todo va teniendo mejor cara que en los años triunfales. Pero, sí bien el descrédito del neoliberalismo es cada vez mayor, el descrédito de sus alternativas siguen pesando.

Esto no ha sucedido porque sí. El movimiento social no se ha descompuesto por las derrotas infligidas, al menos no solamente. También ha sufrido calamidades internas tan graves como la socialdemocracia liberal o los estalinismos, o sea del esquema del mando único con el que Stalin dio nombre a una escuela que se apoyaba –paradójicamente- en la referencia de la revolución de octubre que fue protagonizada por millones y millones de personas que luchaban y discutían. Estas fases han acabado históricamente, la socialdemocracia se sostiene electoralmente en oposición a la derecha, pero las demás escuelas marchan a la deriva. La idea de renovarse o morir es fundamental, y las mejores tradiciones son las que se esfuerzan por ponerse al día, por cambiar sus propios vicios y limitaciones. Se tratará de regenerar y desactivar los movimientos por abajo para poder ocupar nuevos espacios de lucha… En este trayecto, hay algunas cosas que deben estar claras como el día. Tales como:

1. No hay manera de transformar las instituciones existentes a favor de mejoras sociales sin luchas por abajo; sin la revocabilidad de los cargos;

2. No se puede luchar siguiendo las pautas políticas tradicionales, esto es evidente por ejemplo en el terreno mediático. Hoy toda lucha deberá tratar de romper el cerco mediático con acciones que rompan la conspiración de silencio;

3. Hay que huir de la burocracia y de los “profesionales” institucionales como de la peste….

4. Es muy importante priorizar los criterios democráticos y pluralistas que unifican contra los cerrados y sectarios que dividen

La recomposición de la izquierda militante requerirá tiempo, trabajo y paciencia, pero también es cierto que hay que dejar el pesimismo para mejores tiempos. Estamos mucho peor de lo que es posible, y desde luego de lo que nos merecemos. Desde este punto de vista, toda plataforma de debate debe ser bienvenida, y en este sentido, lo que se está haciendo en Catalunya bajo el nombre de LAFARGA merece la mayor atención.

Tendremos que reconocer que estas elecciones han demostrado algo incuestionable: que el camino que llevaban IU-IC es justamente el que no había que hacer…

No sería la primera vez en la historia en la que un retroceso puede servir para saltar mejor…

 

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