60 años de conflicto permanente... Hasta cuándo?

Domingo 4 de mayo de 2008

La paz en el Oriente Medio depende de que se haga justicia a las poblaciones exiliadas y expoliadas de Palestina. Y depende también de que la población de Israel no siga siendo utilizada en beneficio ajeno, instrumentalizando y atizando los miedos creados por la miseria, el antisemitismo o el terrorismo... 

Hace a 60 años, mientras los combates se intensifican sobre el terreno, el Estado de Israel es proclamado el 14 de mayo de 1948. Pero el otro Estado – el árabe -, previsto en el plan de partición de Palestina adoptado el 29 de noviembre de 1947 por la asamblea general de las Naciones Unidas (resolución 181), no vio nunca el día. Palestina contaba entonces con casi dos millones de habitantes: un tercio de judíos, dos tercios de árabes. 

Después de dos años de hostilidades entre judíos y palestinos – y más tarde entre israelíes y árabes - Israel, Jordania y Egipto se reparten el territorio de la Palestina histórica. Centenares de miles de árabes palestinos emprenden el camino del exilio. El éxodo palestino anuncia la entrada del Oriente Medio en una espiral de conflictos de la cual no ha salido todavía... 

Más de 500 pueblos fueron arrasados; numerosas ciudades perdieron toda su población árabe. 800.000 árabes palestinos, originarios de los territorios que pasan a formar parte de Israel, pueblan campos de refugiados fuera de sus fronteras. El 13 de septiembre de 1993, cuarenta y seis años más tarde, Yitshak Rabin, primer ministro de Israel, y Iàssir Arafat, presidente del comité ejecutivo del OAP, intercambian en Washington un memorable apretón de manos de manos. Pero el proceso de paz ne tardará à encallarse. ¿Las consecuencias desastrosas del reparto abortado del 1947 serien pues insuperables?

La Tierra “Santa” había sido "tres veces prometida" por los británicos durante la primera guerra mundial : primero, a dos soberanos árabes rivales, el sherif hachemita Hussein y el wahhabite Ibn Seud; y, por otra parte, al movimiento sionista, mediante la conocida declaración de Lord Balfour. Treinta años más tarde, pero, olvidando las promesas de circunstancia hechas a los árabes y sordo a las aspiraciones sionistas, el poder colonial hará todo el posible por conservar su control estratégico sobre Palestina, saboteando los esfuerzos de la ONU en sus inicios. 

Pero la voluntad de Washington y de Moscú, haciendo por última vez causa común antes de la guerra fría, será decisiva. A partir de mayo de 1945, Andrei Gromiko había anunciado el color : "Sí al reparto." La URSS y sus satélites no se contentaron con votar sólo la resolución de noviembre: también dejaron partir acto seguido a "sus judíos" hacia Palestina y suministraron a Bien Gurion, a través de la República Checoslovaca, un armamento que fue decisivo para la victoria. Para Stalin, en la época, había un objetivo primordial: debilitar a los ingleses. En aquellos momentos, el régimen de Moscú consideraba los judíos – globalmente “progresistas” - como mejores aliados potenciales en aquella región que no los regímenes árabes feudales. 

Ante de esta coyuntura, las élites árabes se comportaron como los peores enemigos de su propia nación. Mientras Bien Gurion, profeta en su país, preveía cada nueva etapa y se preparaba manejando con realismo el arte del compromiso, el mundo árabe se aferraba, por su parte, al rechazo puro y simple. Demasiado seguro de su superioridad, a la vez que rechazaba el reparto, el proyecto binacional y las esquemas de autonomía provincial, se dividía internamente por el choque de ambiciones personales, como por ejemplo entre el muftí de Jerusalén y el rey Abdal·là de Transjordania. Los extremismos de su discurso, la debilidad y la corrupción, sellaron su fracaso, provocando la desgracia del pueblo palestino. La cuestión de Palestina - y de Israel - sólo ha supuesto un intenso esfuerzo internacional a partir de 1967, cuando la administración norteamericana comprendió que este conflicto representaba algo más que un "sencillo" contencioso regional y tenía, por el contrario, implicaciones de alcance mundial. 

A partir de la guerra de 1967, Palestina se convierte en un problema para los americanos- y dado que era la época de la guerra fría -para los rusos también. Palestina se transforma incluso en uno de los objetivos de esta guerra fría. Una vez superada esta etapa, hemos asistido más a un show mediático americano que no a un auténtico esfuerzo internacional por solucionar el conflicto. Los orígenes del problema, la raíz más profunda del conflicto – la cuestión de los refugiados – no estuvo nunca en el orden del día de los esfuerzos de paz.

Una resistencia histórica 

El pueblo palestino, pero, existía. Y no sólo existía, sino que se había dotado de un movimiento nacional, e incluso de una organización que encarnaba este movimiento nacional: la Organización de liberación de Palestina (OAP). De hecho, a finales de los años 60 y a principio de los años 70, la OAP era considerada como una organización puramente terrorista. La OAP fue creada antes que Israel ocupara Cisjordania y la franja de Gaza, el año 1967. Antes de esto, el movimiento nacional palestino ya exigía que los refugiados, que habían sido expulsados de sus casas, de sus pueblos y sus barrios, fueran autorizados a volver. Hace falta recordar que, entre marzo de 1948 y el fin des años cincuenta, 530 pueblos palestinos fueran destruidos, once ciudades arrasadas y centenares de miles de hombres, mujeres, gente mayor y niños transformados en refugiados apátridas. 

El año 1967, Israel ya controlaba el 80 % de lo que había sido la Palestina histórica, y las regiones palestinas se limitaban al 20 % restante; es decir, Cisjordania y la franja de Gaza. Así pues, refiriéndonos a la actual realidad demográfica, tenemos aquí doce millones de personas, de los cuales seis millones no son Palestinos – sino que representan la población israelí – y disponen del 80 % de las tierras. 

Estamos hablando de un país sito en un lugar estratégico, al lado de Europa y muy cerca de los campos petrolíferos del Oriente Medio: un lugar que no deja indiferente a la opinión publica americana y occidental. Muy a menudo, los israelíes pudieron tener el sentimiento que el mundo comprendía esta ocupación, incluso que se acomodaba muy bien a ella. En el resto del mundo, en cada uno de los nuestras países, debemos decir bien fuerte que no encubriremos esta injusticia con nuestro silencio. Esta violencia no tiene ninguna justificación. 

El futuro de Palestina no se reduce al futuro de los judíos y los palestinos que viven ahí, sino que afecta a las relaciones entre el mundo árabe, la comunidad musulmana en general, y Occidente. La población israelí debe tomar conciencia de que está atrapada en un círculo infernal del cual debe salir. Y esto pasará por enfrentar la verdad de su propia historia, y creando nuevas relaciones con inteligencia y justicia para todos los pueblos de la región, borrando las lacras del racismo, el antisemitismo y la negación de la otro. 

Si el problema palestino quedara resuelto, el mundo árabe en su conjunto vería como sus dirigentes ya no podrían utilizar la cuestión palestina como pretexto por desviar la atención de los pueblos de la opresión y la miseria a qué son sometidos... y resultaría más factible avanzar hacia unas sociedades más justas y progresistas, liberadas del espectro del terrorismo. Necesitamos esta solución, no sólo en interés de árabes y judíos, sino de todos los ciudadanos y ciudadanas de Oriente Medio y del mundo.

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0