Giovanni Roberto
Desde el pasado 15 de mayo y de manera indefinida, los trabajadores y trabajadoras de la empresa de transporte Casal en Sevilla están en huelga. Lo hacen luego de haber intentado por todos los medios, y tras semanas de huelgas esporádicas, llegar a algún acuerdo con la compañía. Casal conecta al menos 9 municipios metropolitanos con Sevilla Capital y cubre una zona de más de 240.000 habitantes.
Los trabajadores y trabajadoras se han cansado de la arrogancia y el desprecio de la empresa que lleva todo el año ignorando sus reclamos laborales y se han lanzado a la calle de manera contundente. Según reconoce el propio director de Casal, Luis Martín, la huelga tiene un seguimiento de más del 90%.
La empresa ha estado intentando romper la huelga indefinida desde el mismo momento en que supo la decisión unánime de la asamblea de trabajadores a principios de mayo. Primero intentó imponer unos “servicios mínimos” que en algunos casos sobrepasarían el 80% del servicio, mientras que no bajarían en ningún caso del 60%. Los trabajadores han logrado que los servicios oscilen entre el 60% en las horas puntas y 30% el resto de horas.
Reunidos para presionar, los ayuntamientos a los que les afecta la huelga se han mostrado dispuestos a cooperar para romper la huelga. De esta manera, han comenzado a contratar autobuses gratuitos en algunos tramos, en Dos Hermanas por ejemplo, en una clara maniobra para debilitar la huelga y volcar la opinión de los usuarios contra los y las huelguistas. Además, muchos trabajadores y trabajadoras, sobretodo los más nuevos, han recibido llamadas donde se les amenaza con despidos si participan de la huelga. Lo más reciente ha sido recurrir al Sistema Extrajudicial de Resolución de Conflictos Laborales de Andalucía para que declaren la huelga ilegal, alegando “falta de representatividad” del sindicato convocante, la Agrupación Sindical de Conductores, dentro del Comité de empresa de la compañía. Una mentira más para intentar parar la voluntad mayoritaria de los trabajadores y trabajadoras en su lucha por mejores condiciones de trabajo.
Y es que como norma general, los conductores y conductoras de Casal suelen estar más de 10 horas (y en muchos casos más de 11!!!) trabajando, con apenas 15 minutos para comerse un bocadillo e ir al servicio. Cuando se ven obligados a parar unos minutos adicionales (por ejemplo, para ir al servicio por segunda vez en el día!!!!), reciben la reprimenda y el hostigamiento de sus supervisores. Y esto por un sueldo que no sobrepasa los 850 euros al mes.
Pero el desprecio y la arrogancia patronal también se expresan en lo poco que le importan a esta compañía la vida de los conductores y conductoras y sus usuarios y usuarias. Durante mucho tiempo, los autobuses de Casal no pasaban por las inspecciones técnicas de vehículos y sólo han comenzado a hacerlo gracias a la presión de sus propios trabajadores y trabajadoras. Además, algunos autobuses reportados con desperfectos o problemas mecánicos por los conductores y conductoras, son autorizados por la empresa a salir de las cocheras sin ninguna revisión. En al menos una ocasión, esto ha provocado un accidente entre un autobús y un coche, que por suerte no tuvo mayores consecuencias.
Los empresarios y políticos se presentan ante la prensa como los más y mejores defensores de la población, pero hasta los propios usuarios, que día a día ven y comparten los problemas de los conductores, saben identificar nítidamente a los responsables. En el municipio de Alcalá de Guadaira, por ejemplo, este jueves 22 de mayo se organizó una manifestación de casi 100 personas en apoyo a los trabajadores y trabajadoras en huelga. Marchando por el municipio gritando “Solidaridad con la huelga de CASAL”, estos denunciaban ante el alcalde la cooperación de este ayuntamiento con la empresa, y la ausencia de una solución rápida, que pasa, para los propios usuarios y usuarias, por aceptar las demandas de los trabajadores y trabajadoras.
Estos exigen un sueldo digno de 1200€, el respeto a la jornada de 8 horas, mayor seguridad y mejores condiciones de trabajo. O sea, exigen derechos básicos y fundamentales para cualquier trabajador/a.
Para los y las que luchamos por la defensa de los intereses y niveles de vida de la clase trabajadora, la lucha de los conductores y conductoras de Casal también es nuestra lucha. Mientras los empresarios se preparan para exprimir aún más los bolsillos de los trabajadores y trabajadoras bajo la excusa de la crisis económica, hace falta levantar un movimiento de apoyo y extensión de las luchas, allí donde haya y se pueda. Una victoria de un sector de la clase trabajadora (sean conductores, limpiadores o profesores) es un claro mensaje al resto de que es posible vencer a la patronal. Ese es quizás el mensaje más importante que la victoria de los conductores y conductoras de TMB de Barcelona han extendido por el resto del Estado español. Resistieron y vencieron.
Ya es hora de que los servicios básicos como la educación, la salud y la transportación estén realmente para servirle al conjunto de la población. Para ello, hace falta que sean 100% públicos, es decir, que el estado garantice todo su correcto funcionamiento y financiación. Detrás de esta huelga, y de las pésimas condiciones de trabajo impuestas por la empresa privada Casal, está la ausencia de unos servicios públicos que el Estado vende, entrega o cede en aras de seguir beneficiando a las compañías capitalistas. Solo la lucha de amplios sectores de la población por defender o recuperar esos servicios puede invertir ese proceso y destapar las prioridades torcidas de un gobierno que sólo le sirve a las empresas.
Hoy los trabajadores y trabajadoras de CASAL necesitan todo nuestro apoyo. El próximo lunes 26 de mayo a las 11 de la mañana marcharán hasta el Parlamento Andaluz saliendo desde el Prado de San Sebastián en la capital sevillana. Todos y todas debemos estar allí.