Las brasas del 68

Miércoles 4 de junio de 2008

mai 68Pepe Gutiérrez-Álvarez

Siguiendo con el itinerario de la campaña Mayo del 68: continuamos el combate, emprendida por el Espacio Federal, no ha sido poca cosa encontrarnos con alguien que hable de las "cenizas" de mayo cuando estábamos celebrando las "brasas"…

Esto sucedía el miércoles día 28 en la Facultat de Ciencias Sociales de la Universitat de Valencia, en un acto organizado por el Sindicat de Estudiants del Països Catalans, y una hora después de que el colega Carlos Sevilla, denunciara la lógica empresarial de los acuerdos de Bolonia desde la A hasta la Z, y se sumara a la discusión.

Lo que en un principio parecía que iba a resultar un acto más, sobre todo por las palabras de Ernesto García,ahora "profe" y en mejores tiempos, secretario general del PCPV, amén de autor de un título harto indicativo Les cendres de Maig, tomado obviamente de Las cenizas de Gramsci, de Pier Paolo Pasolini, aunque en sentido opuesto. Mientras Pasolini lamentaba como el PCI había estado quemando el legado de Gramsci (cuyas cenizas parecen ya más bien polvo) y abogaba por retomar la tradición revolucionaria, Ernest venía a diagnosticar que nada quedaba de aquel mayo sobre el que no habló ni bien ni mal sino todo lo contrario, y que a mi entender, pronto se olvidó de las cenizas de una generación colocada e inmersa en el estupor.

Mientras lo escuchaba en su letanía todo fue más o menos bonito pero acabó fatal, recordaba alegatos parecidos de antiguos camaradas de la cúpula del PCE del tipo de Antonio Elorza, aunque dicho sea en honor de Ernest, resulta difícil alcanzar las cimas de corrupción ideológica de éste. Elorza se apunta a la narración del antiguo colega Henri Weber, hoy "notable" barón del socialismo liberal, y parte "beautiful" del "tout Paris", y del ínclito Daniel Cohn Bendit. Su mayo es una traducción de aquello tan cretino de quien a los 20 años no ha sido…El intelectual orgánico carrillista tiene un mayo a su medida, el "que privó de legitimidad a las formas autoritarias en la universidad, la familia y la empresa", pero había también un Mayo Mr, Hyde que "llevaba dentro asimismo gérmenes de irracionalidad, de miopía ante una realidad social compleja, de fanatismo izquierdista". Este personaje que durante años permaneció inédito a cualquier crítica al estalinismo, y al verticalismo burocrático del PCE, nos advierte ahora desde el carro de los vencedores que no "tiene sentido regresar a un Parque Jurásico plagado de líderes sanguinarios, de Lenin a Mao y Pol Pot, pasando por Stalin sin canonizar a Trotsky", aunque si para canonizar a Kissinger, Reagan o a Wotyla, todo una precisión para –finalmente- disparar contra el PNV en nombre de la España democrática "realmente existente", en especial en El País.

O de las jeremiadas del benemérito Antonio Muñoz Molina, que confesaba estar harto de Mayo del 68 como debe estarlo de la II República, de Max Aub, y de todo lo que pueda perturbar la fiesta de los instalados en la que tan súbitamente se le ha otorgado los más altos reconocimientos.

A mí todo esta buen pero mal, el discurso sobre el ayer apocalíptico y el hoy perfectamente integrados como sí no estuviéramos andando para atrás, como si la gestión de pasadas conquistas siguieran ahí, como sí mayo fuera solo mayo, y no todo un conjunto de mayos, un poco en todas partes, pero especialmente en Francia y en Italia hasta la Portugal de los claveles siguiendo un curso que pasa haciendo caer dictaduras en Grecia y en España, donde el 68 fue el sello de toda una generación, la que dio el relevo a la extenuada resistencia republicana, sin olvidar la crisis social en el vientre del monstruo, hasta llegar hasta la revolución nicaragüense…Ni los mayos ni por supuesto, los sandinistas tuvieran ninguna culpa del desastre geoestratégico provocado por el deshielo de las castas burocráticas, y si al fina murió –como dijo una compañera en una magnífica intervención-,no fue por sí mismo, sino porque su continuidad fue desbaratada.

Ernest García llegó a decir que mayo y la "primavera de Praga" fueron víctimas de la política de bloque, pero lo cierto es que lo último que tanto Moscú como el fascismo exterior made in USA querían en Checoslovaquia era un socialismo en la que el pueblo participará con toda su pluralidad. Definió la URSS y a los partidos comunistas como "marxistas ortodoxos", un verdadero anacronismo ya que el marxismo había sido aniquilado, expulsado o marginado, y esto era más que evidente en Francia donde todo el marxismo vivo que se movía estaba en la otra barricada que la del PCF.

Un indicador general de todas estas crónicas es el tono personal, así como el tono intermedio. Así sin ir más lejos, a Javier Cercas, le "resultan tan sospechosos los defensores entusiastas de Mayo del 68 como sus no menos entusiastas detractores". Pero no crean ustedes que nuestro famoso novelista va a hablar de su dimensión internacional, ni del pequeño detalle de diez millones de huelguistas con fábricas ocupadas con banderas rojas y negras, ni de la Comuna de Nantes, ni mucho menos del otro pequeño detalle como que en una Francia que se aburría con más razones que ahora, estalla casi una insurrección como la de 1848 con todas las osadías políticas y poéticas imaginables. No.

Cercas tiene su propia medida, y miren que mona que es. Dice que no le "parece que haya que ser un defensor entusiasta de Mayo del 68 para aceptar que muchas cosas saludables que han ocurrido después no habrían ocurrido sin Mayo del 68", y para completar el ejercicio del término medio, añade, "no me parece que haya que ser un detractor entusiasta de Mayo del 68 para aceptar que no todo lo que surgió de Mayo del 68 fue saludable". En Mayo hubo "perdedores" y como tal considera "el principio de autoridad, que entró en una crisis de la que aún no ha salido a causa del ímpetu libertario de aquella revuelta global; otro, si aceptamos el brillante diagnóstico de Josep Ramoneda, fue "la generación de la droga", aunque yo la verdad es que no me enteré. Yo llegué el septiembre, y me topé con unas mejores salariales y de condiciones de trabajo que contrastaba con nuestras miserias, con un aliento poderoso que llevaba a Cohn Bendit y a otros a gritar en Tel Avic, "Todos somos árabes palestinos". Lo de la droga llegó más bien después, y tiene mucho más que ver con la guerra del Vietnam, y con la "contracultura".

Me llama la atención que Ramoneda simplifique aquellos tiempo meándose en todo lo que le llevó a ser conocido, aunque al final del camino pronunció unas palabras que parecían pensada para una buena novela sobre la traición: "Menos mal que no ganamos". No ganamos la guerra pero si algunas batallas, y a pesar de ser la generación de la droga vivimos el Portugal de abril, y la gran batalla de obreros y estudiantes contra el régimen franquista, o contra los coroneles griegos. A mi corto entender "los que pensaron que la fiesta continuaba en la heroína y lo pagaron con la vida", también sufrieron de otra cosa, en especial de la decepción política. Lo pensaba cuando después del estupendo acto en Zaragoza con Manolo Gari y Miguel Urban, Alberto, un "compa" de Acción Comunista me preguntó sobre una muchacha sevillana que había conocido en Barcelona, y que era de las que se hacía notar. Después de dar vueltas, resulta que aquella muchacha se llamaba Amparo,y que después de diversas vicisitudes con el sexo y droga, acabó suicidándose. No fue la única, otras y otros acabaron de psiquiatras, sobre todo los y las que habían creído que toda aquella lucha era de verdad para cambiar las cosas y no para llegar a una componenda.La droga fue más que otra cosa una falsa alternativa, una huída hacia la nada.

Está claro que fuimos una generación de perdedores, aunque una parte de entre nosotros aprovechó que el poder cambio de manos para formar parte de una élite política, además con "curriculum" forjado con las "cenizas" de mayo. Otra parte más numerosa se pasó a la vida privada, y hacia la guerra particular desde una o­nG o una trina como la que representa Javier Ortiz, tan lúcido a veces, tan de vuelta de todas las utopías en otras, con aquellos que gustan de esa canción que menos mal que no ganamos, que mayo no era mejor que De Gaulle, que la revolución no a mejor que la monarquía constitucional, que la CNT no era mejor que Franco, o que Trotsky no era mejor que Stalin. Fue una generación que llegó a las puertas de roma como Aníbal, pero que no cruzó su Rubicón, vale. Pero para volver para atrás tuvieron que pasar otras cosas, y para andar oro paso hacia atrás en el camino de Sarkozy y de Berlusconi, quieren quemar dejar las llamas de mayo en cenizas porque los héroes de ayer están cansados, están instalados en sus zapatillas, sus cátedras, y sus diarios, los mismos que hace diez años ni se acordaron de la fecha, y que ahora nos abruman con sus equidistancias.

Hay una guerra sobre la historia de mayo, y en esta guerra los mayores perdedores fueron los que ya entonces habían dejado de ser jóvenes, los siguientes perdedores fueron los arrepentidos, también están los que se extraviaron en la búsqueda de los paraísos artificiales…Pero, más allá de unos y de otros nos quedan las brasas. Son las que nos recuerda Daniel Bensaïd cuando nos informa de esas encuestas clamorosas que se han hecho en Francia y de las cuales se deducen que una gran mayoría de franceses aprueba lo que se hizo en mayo, y apuesta por volver a hacerlo, razones no le faltan aunque muchos de los que entonces fueron magníficos provocadores como Henri Weber o Daniel Cohn Bendit se confundan ahora con los "crápulas" que servían a los partidos comunistas desde el sometimiento a líderes educados bajo la égida de Stalin, y con su buena colección de cadáveres en el armario.

Éramos jóvenes, y algunos y algunas no queremos dejar de serlo. Por eso estamos escribiendo y hablado sobre aquel 68 en el que el mundo pudo cambiar de base, y lo hacemos desde otro planeta. El contraste entre los trabajos de Tariq Ali, Bensaïd, Rousset, Romero, etcétera, y esos artículos ocasionales en los diarios, es de sideral. Este libro que ha editado Viento Sur con Libros de la Catarata es de la misma categoría que aquel Viento Sur Nº 93 sobre los combates por la revolución en la guerra española, la conjunción de una generación que no ha dejado de luchar y de reflexionar, con el aporte de estudiosos que nunca se equivocaron de barricadas. Que no se olvidaron del nosotros por el yo (que es ninguna al decir d Brecht), que sigue apostando por transformar el mundo y cambiar la vida, que entiende la política como algo vivo que une la lucha con la reflexión y la imaginación, y con todas las razones que nos dan los triunfadores. Después de mayo, las diferencias entre el mundo rico y el mundo empobrecido, entre los señores del sistema y los trabajadores, no han hecho más que aumentar, pero estas cosas no entra entre los exquisitos dedicados a ofrecer su mercancía en el mercado de las letras establecidas.

Seguiremos hablando del 68 el próximo 6 de junio en Elche, y también el año próximo y el otro, luego hablaremos de la Semana Trágica, o del setenta aniversario de la cuarta Internacional, y lo ha haremos con la conciencia de la continuidad histórica, con la misma lógica con la que después de soltar mi propio discurso desde mi perspectiva sesentayochista en trance de jubilación, escuchaba con la misma atención que los jóvenes presentes como Miguel Urban o Carlos Sevilla me ayudaban a entender una nueva realidad que ya es, plenamente, de ellos que no entienden de diferencias entre el yo y el nosotros, y que sabenque las barricadas se hacen por los de abajo y contra los de arriba.

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