Afrontemos la crisis con un sindicalismo reivindicativo

Lunes 6 de octubre de 2008

kalvellidoP. Alonso

A lo largo de los últimos meses, se va acrecentando claramente la crisis económica y financiera, del sistema capitalista Estadounidense y europeo. Esta crisis, arrastrara entre otras cosas, una reducción de los márgenes de beneficios, a los que estaban acostumbrados en los últimos tiempos, y esta situación va a mostrarnos la perspectiva cada vez mas palpable de la perdida de trabajo, de estabilidad laboral y de jornada, de poder adquisitivo, de reducción de derechos sociales, laborales y económicos de la clase trabajadora.

Me voy a circunscribir al Estado Español, donde la crisis tiene su cara particular basada en la finalización del periodo expansivo de especulación inmobiliaria, y con un tejido industrial que no va a ser capaz de absorber la mano de obra que la construcción y el campo lanzan al paro; en los últimos treinta años, los dirigentes de los principales sindicatos de clase, UGT y CCOO, se han subido al barco de lo que ellos llaman sindicalismo moderno. Han convertido a estas centrales sindicales, en centros de trabajo llenos de profesionales, dispuestos a dotar de servicios a una clase obrera, a la que se le ha vendido el producto de la Paz Social, producto que consiste fundamentalmente en establecer un sistema de relaciones laborales adecuado para el aumento de la productividad y por lo tanto de los márgenes de beneficios de los empresarios. 

Estas relaciones laborales, se han adecuado a los intereses del empresariado en los siguientes campos, flexibilidad laboral, congelación salarial, reducción de los gastos en seguridad social, desregulación de la jornada, desregulación del despido y abaratamiento del mismo, pensiones bajas, cobertura de desempleo corta y escasa. Todas estas concesiones son el esqueleto fundamental de las cesiones de los sindicatos, junto con la desmovilización y la ausencia de la conflictividad laboral. A cambio los empresarios se comprometían a la contratación de los trabajadores, o como lo llaman ellos, en su lenguaje postmoderno, la creación de puestos de trabajo.

Bien, estos años de oro, les ha llevado al gran enriquecimiento, a la vez que hemos visto la perdida de conciencia de clase y derechización de la clase obrera, como una característica fundamental de la situación política laboral que vivimos.

Pero ahora, llega la crisis y empieza el aumento del paro, más de 90.000 personas en le mes de septiembre. Bueno y entonces ¿donde queda el famoso contrato de la paz social? ¿Donde queda el reparto de los sacrificios?, ahora ¿para que sirven las oficinas de servicios de los sindicatos?, ¿van ha ir a las puertas de los empresarios a pedir trabajo de mano de los trabajadores?, ¿en esto consiste el sindicalismo moderno?

Durante estos años, han dirigido su política sindical, hacia practicas negociadoras y han volcado sus centrales en una política alejada de la reivindicación y la conquista de derechos, vendiendo la idea del final de la clase obrera y fomentando pautas y aptitudes conservadoras , han alejado los sindicatos de los sectores de trabajadores en precario, ahora ante la situación que se espera y que ya está apareciendo, el aumento del paro, de la precarización, han convertido en tan barato el despido que las indemnizaciones no van ha parar las intenciones de los empresarios, ni van a ayudar a las familias de los trabajadores.

Así mismo las estructuras de los sindicatos no están preparadas para la movilización laboral, para la búsqueda de una apuesta por la conquista de avances en la situación laboral y social; ¿como van a forzar la mano del empresariado?, ¿que les van a oponer? ¡Una resistencia obrera que ellos mismos se han encargado de anular durante estos años! Nos encontramos ante unas direcciones sindicales incapacitadas para afrontar esta nueva situación, parten de principios absolutamente equivocados y desfasados, la paz social no sirve, ya no servia antes, pero ahora aparece hasta ridícula. La vuelta de tuerca de las políticas empresariales y gubernamentales necesita una clara oposición que tenga un proyecto alternativo en el campo de la regulación de las relaciones laborales, de la política industrial, social y económica.

La perdida constante de trabajo, la precarización de la vida de amplias capas de la clase obrera, ¿como lo van a solucionar las direcciones de estos sindicatos que hace tiempo enterraron a la clase obrera? Me imagino que llamando a las puertas del gobierno y de los empresarios, para justificar su funcionamiento y sus estructuras, a costa de ofrecer una vuelta de tuerca mas, en los ya de por si precarios derechos que les quedan a los trabajadores. Jornadas de más horas, al amparo de la directiva de las 65 horas, mayor abaratamiento, si cabe, del despido, reducción de los gastos laborales, léase cuotas empresariales de la seguridad social, flexibilidad de la movilidad geográfica y funcional, pérdida de competencias en la negociación colectiva y como guinda a todo este pastel, mayor congelación de los salarios.

Es evidente que la estrategia de la paz social, no hace desaparecer el fundamento básico de la realidad social, de un sistema opresor, como es el sistema capitalista, la propiedad privada de los medios de producción, elemento que en épocas, como esta, hace si cabe más patente la falacia postmoderna del fin de la clase obrera.

Que nadie espere un cambio de estrategia, en las cúpulas sindicales, sin que nadie les empuje. Solo desde la extensión de luchas concretas, que pasen de la actitud defensiva, a la fase de reivindicación de avances, de recuperación de elementos claves, como son:

1. Reducción de jornada,
2. Adelanto de la jubilación y aumentos considerables de las pensiones,
3. Aumento de salarios,
4. Encarecimiento de los despidos,
5. No reducción de las cuotas empresariales de la seguridad social para proteger el sistema de protección obrera,
6. Protección ante la movilidad geográfica y funcional,
7. Fortalecimiento de la estabilidad laboral,
8. Desprivatización de las empresas privatizadas en los sectores de servicios sociales, educación, sanidad,
9. Nacionalización de las empresas en riesgo de cierre y de los centros de trabajo de las multinacionales que quieran llevarse las producciones y el capital fuera del estado,
10. Aumento de los subsidios de desempleo en tiempo y cantidad que asegure un bienestar adecuado de las familias obreras,
11. Subida del salario mínimo,
12. Aumento de la inversión pública en la creación de tejido industrial,
13. Nacionalización de los bancos que entren en crisis, (pero no para sanearlos y privatizarlos posteriormente) etc.


Solo con una contundente propuesta laboral, económica y social, que manifieste un claro programa sindical de izquierdas, podremos plantearnos una oposición clara a las propuestas oficiales de las cúpulas burocráticas de CCOO y UGT. Sin olvidar que la izquierda política oficial y postmoderna, que estaba aprendiendo las reglas del liberalismo económico, se ha quedado fuera de juego, ante la situación actual de crisis económica, que ha llevado a que los gurús del sistema de libre mercado les hayan pegado una larga cambiada y hayan puesto ante todos nosotros su verdadero ideario, el enriquecimiento sin límites sea como sea. Dejándoles claro que el capitalismo solo tiene una regla la ampliación o salvaguarda de los márgenes de beneficio de los empresarios y de la división del trabajo. Y haciendo mas evidente al servicio de quienes están los estados, su función como queda claro es puramente un instrumento de gestión de los intereses del capital.

En definitiva, debemos aprovechar la actual situación de contradicción en el debate publico de los defensores del sistema de libre mercado, para hacer ver ante la población que la única alternativa, ante los juegos del capitalismo y sus voraces gestores, es profundizar en medidas de intervención publica y control política del sistema económico.

El paro de 15 minutos, del día 7 de octubre de 2008, convocado por CCOO y UGT, y la central Europea CES, tiene muchos detractores, CGT y otras gentes, está claro que la convocatoria esta hecha por quienes tienen una gran responsabilidad en la situación que vivimos los trabajadores, pero debemos partir de nuestro deber de empujar hacia una época de resistencia y lucha obrera con continuas movilizaciones que nos lleve a una huelga general, si no sale la jornada del martes, ya sabéis que lo que van a concluir es que la gente no esta por la movilización. Debemos centrarnos, en lanzar y apoyar, cualquier movilización laboral, que apueste por romper o ayudar a romper esta dinámica de apatía, fomentada por estas cúpulas burocráticas que por supuesto tienen miedo de perder, en procesos de movilización, el protagonismo que necesitan.

Hay mas gente, de la que a ellos les gustaría, dispuesta a secundar una huelga general, la gente necesita ver que tiene herramientas para oponerse a esta situación, y esas herramientas son las movilizaciones, apoyadas por un programa de mínimos básicos para darle la vuelta a una situación que se puede tornas en dramática.


* P. Alonso, Abogado, militante de CGT y de Espacio Alternativo de Zamora.


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