Cara y cruz de Bolonia

Viernes 21 de noviembre de 2008

Ana María Cavero.

Los detractores de la adaptación al Espacio Europeo creen que perjudica a los alumnos con menos recursos, los partidarios avalan la profesionalización del plan.

Desde que se inició la adaptación del sistema universitario al Espacio Europeo se han levantado numerosas voces, algunas a favor y otras en contra, convirtiendo al proceso de Bolonia en un tema polémico. Los detractores señalan que este nuevo sistema promueve una descualificación de la Universidad y la implantación de numerosas barreras económicas que perjudicarán a los estudiantes con menos recursos. Los que están a favor, por su parte, opinan que se están orientando los estudios hacia un nivel de profesionalización real y que la homologación les permitirá ejercer su profesión fuera de España.

  La puesta en marcha del proceso de Bolonia ha generado en los últimos días un acalorado debate entre quienes se muestran a favor del cambio y de aquellos que están en contra. La palabra más utilizada en ambos bandos es «desinformación» y es por ello que lo que buscan es dar a conocer sus puntos de vista.
Por un lado, quienes se manifiestan en contra de la adaptación de la universidad al Espacio Europeo de Educación Superior señalan que la oposición a este proceso no es nombre de la defensa del status quo ya que «es evidente que el modelo de universidad actual tiene serias deficiencias» pero añaden que esta reforma «no responde a los problemas reales de la sociedad» y de ahí su protesta.

Las principales novedades de esta reforma son la adaptación a un sistema de titulaciones de dos ciclos, grado y postgrado, y la utilización de créditos universitarios ECTS (por las siglas en inglés de European Credits Transfer System) igual para todos los países europeos.

Carlos Sevilla, de Espacio Alternativo, explica que este nuevo sistema supone la introducción de numerosas barreras económicas que perjudicarán a los estudiantes de menores recursos. «Se han aumentado las tasas hasta en un 300 por ciento y los postgrados serán muy difíciles de financiar. El Gobierno ha intentado solucionarlo con la introducción de préstamos, para que los estudiantes puedan completar sus estudios, con el compromiso de su devolución una vez terminados. Quienes inviertan en un postgrado valorizarán su formación en puestos de trabajo de una cualificación mayor. Los que no puedan permitirse un postgrado quedarán discriminados».

Sin embargo, Rubén Martín, de la delegación de estudiantes de la Politécnica, sostiene que tras reunirse con el rector de la Universidad de Salamanca éste les aseguro que habrán becas para quienes no puedan afrontar el pago de los postgrados y que además estos serán más baratos de lo que actualmente puede costar un máster. «Tampoco es cierto que se busque la privatización de la Universidad. Quienes -están en contra del proceso de -Bolonia dicen que van a firmarse acuerdos con las empresas, pero -lo que no saben es que esos convenios al día de hoy ya existen».

Otro de los temas que ha motivado protestas se refiere a la «reducción de los años de formación y la sustitución de una serie de conocimientos por el entrenamiento en capacidades». Según explica Carlos Sevilla, de Espacio Alternativo, «nosotros defendemos que la universidad no puede convertirse a una escuela de formación para oficios sino que tiene que ayudar a mantener cierto nivel de conocimientos. El entrenamiento en capacidades por encima de los conocimientos implica, sin dudas, una descualificación».

Pero, los estudiantes que están a favor del cambio como David Pichardo, alumno de Arquitectura Técnica de la Politécnica, señalan que «la especialización es lo que te da trabajo y no una educación generalizada. De la manera en que se ha planteado en España y de cara a las carreras que se imparten en Zamora nos parece que se está haciendo lo correcto al orientar los estudios hacia un nivel de profesionalización real. Está muy bien aprender la teoría pero tampoco es posible que al llegar a trabajar a una empresa te tengan que enseñar qué hacer». Su compañero Rubén Martín agrega: «En este campus existen laboratorios para realizar prácticas pero los vemos de lejos y eso va a cambiar».

Las delegaciones de estudiantes apuntan que están participando en la redacción de los nuevos planes de estudio y que lo que se busca es una calidad educativa igual o superior a la que existe actualmente y que los alumnos terminen sus estudios con una preparación completa. «Nosotros sabemos de primera mano que es así y lo que se ha avanzado hasta el momento, al menos en el papel, nos gusta. Confiamos en que cuando se ponga en práctica no habrá ningún problema», puntualiza Rubén Martín.

Por su parte, Carlos Sevilla alega que las reformas planteadas hasta el momento son sólo el principio de lo que está por llegar. «Los recursos materiales con los que va a contar cada universidad dependerán de sus resultados y significará el establecimiento de universidades de primera y de segunda categoría. Obviamente aquellos centros que no estén situados en entornos competitivos económicamente, como es el caso de Zamora, irán desapareciendo».

Por último, los delegados de estudiantes sostienen que lo mejor que aporta Bolonia es la homologación «que permitirá ejercer una profesión en cualquier país de Europa». Sin embargo, quienes se oponen al proceso señalan que «la homologación debe ser también, por ejemplo, en que se cumplan los mismos sistemas de financiación que en los de los países escandinavos, o el acceso a la vivienda que hay en los campus de las universidades francesas».

Los ingenieros informáticos exigen la regulación de su profesión.
Cerca de un centenar de ingenieros informáticos y estudiantes de Ingeniería Técnica de Informática de Gestión se congregaron ayer a las puertas de la Subdelegación de Gobierno para exigir la regulación de su profesión y que se le otorgue el mismo tratamiento que a cualquiera de las otras ramas de la ingeniería. Además, según sostienen, es precisamente esta falta de atribuciones la que ha motivado que el Ministerio de Educación no haya incluido esta carrera como un grado dentro del proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior.

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