Tomar la medida de la crisis

Miércoles 26 de noviembre de 2008

 Una contribución sobre la crisis y las respuestas...

François Sabado

Desde el comienzo de la crisis de las "subprimas" de septiembre de 2007, habíamos señalado que esta crisis bancaria y financiera anunciaba una crisis económica global, que esto marcaba un giro histórico en la economía y la situación mundial. Hoy, para todos los comentaristas, el punto de referencia histórico para estimar la amplitud de la crisis es la "crisis de 1929", con diferencias... pero de la misma amplitud.

De hecho, esta crisis de 2007-2008 se encuentra en el cruce de varios cambios históricos.

1. Crisis sistémica generalizada.

Un nuevo hundimiento de la onda larga recesiva comenzada a finales de los años 1960 que, combinada a la crisis ecológica mundial alcanza los "límites históricos" del sistema capitalista. Inmmanuel Wallerstein tiene razón al situar esta crisis en el cruce de una crisis sistémica y de una fase histórica de declive del capitalismo comenzada hace cerca de cuarenta años, pero no se puede hablar, como hace, de un "fin del capitalismo", pues no hay "situación sin salida para el capitalismo"...hasta que se produzca su derrocamiento. Esta crisis no es una crisis de ciclo corto, una crisis coyuntural, es una crisis estructural. Muestra claramente los límites históricos del sistema capitalista. Por primera vez en la historia este sistema abarca todo el planeta: hay un mercado mundial de producción generalizada de mercancías y un mercado mundial de la fuerza de trabajo. Ningún sector de la economía escapa ya no solo al dominio sino a la integración misma en el sistema capitalista. Y esta extensión /generalización del capitalismo se produce en una economía mundial marcada por una onda recesiva que dura desde hace cerca de 40 años. Es un sistema en el que la "producción por la producción" se enfrenta a los límites de la demanda solvente de millones de asalariados, campesinos, de trabajadores, y en el que su lógica de búsqueda del beneficio capitalista y no de la satisfacción de las necesidades sociales de las poblaciones, conduce a crisis de sobreacumulación del capital y de sobreproducción de mercancías cada vez más fuertes. 

La explosión del capital ficticio, de una financiarización de la economía mundial, de un endeudamiento generalizado puede hasta un cierto punto llevar más allá los límites del sistema, retrasar los plazos, pero tarde o temprano sus contradicciones mayores desembocan en crisis. Éstas se suceden y se aproximan unas de otras. Seis crisis en quince años: crisis mexicana en 1994, crisis asiática en 1997, crisis rusa en 1998, crisis argentina en 2001, crisis de la burbuja internet en 2001, crisis de las subprimas en 2007... La crisis actual es cualitativamente más importante porque ya no es la periferia sino el centro del sistema capitalista el que se ve alcanzado. Más importante, e inédita en la historia, es la conjunción de una crisis económica con múltiples dimensiones como la crisis alimentaria, la de las materias primas y una crisis ecológica mayor una de cuyas dimensiones más graves es el calentamiento climático. La crisis ecológica va a agravarse porque encuentra un capitalismo en crisis. El "capitalismo verde" es la respuesta de las clases dominantes a esta crisis. Pero la lógica de búsqueda del beneficio a toda costa combinada al modo de gestión capitalista y a la destrucción de los servicios públicos no pueden sino provocar nuevas catástrofes como la de Nueva Orleáns o en países más pobres.

En este terreno, no es ser catastrofista prever catástrofes...

No se si estamos o no al final de la onda larga recesiva comenzada al comienzo de los años 1970, pero en cualquier caso estamos en una situación de crisis sistémica generalizada... Una crisis que va a durar. 

Pues para salir de la onda recesiva son precisos factores exógenos a la lógica económica, en general factores políticos, guerras y/o revoluciones... Estas grandes fallas no están aún al orden del día, por ello, la situación va a durar, va a pudrirse y mientras tanto, el coste de la dominación capitalista puede ser cada vez más elevado, con repetición de crisis cada vez más importantes, de situaciones de hundimiento y de putrefacción económica y social, catástrofes ecológicas o humanas, particularmente en los países y los pueblos más pobres. Las decisiones productivistas de una economía capitalista en crisis, con recesión, desvalorización del capital, reducción de los presupuestos públicos, agravarán también la crisis ecológica mundial.
 

2. Agotamiento del modelo de acumulación neoliberal.

Este cambio histórico se expresa en la crisis y el agotamiento del modelo de acumulación neoliberal mundial cuya punta estalla por la economía americana. El origen de esta crisis es el consenso de Washington, una serie de derrotas y retrocesos sociales de los años 1980 y del comienzo de los años 1990, una clara degradación de las correlaciones de fuerzas globales entre las clases en detrimento del mundo del trabajo. Es una bajada considerable de los salarios reales y de la parte de los salarios en las riquezas producidas, una desreglamentación generalizada, privatizaciones de los servicios públicos. 

Entre 1980 y 2006 la parte de los salarios pasó del 67% al 57% de la producción de las riquezas en la mayor parte de los quince países de la OCDE. Es decir, perdió 10 puntos y la de los beneficios ganó otros tantos. Según el "Informe sobre el trabajo en el mundo" de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) de 2008, "el mayor declive de la parte de los salarios en el producto interior bruto se ha producido en América Latina y en el Caribe -menos 13%, seguido por el Pacífico y Asia- menos 10%, y las economías desarrolladas -menos 9 puntos". Se trata de un "nivel excepcionalmente bajo según las normas históricas", según Alan Greenspan, antiguo director de la FED (Banco federal americano). Así pues, las ganancias han aumentado considerablemente pero no se han reinvertido en la producción, sino que han ido adonde había más "ganancias", más rentabilidad, a saber, a los mercados financieros. Este mecanismo lógico ha desembocado en una bajada duradera de la inversión: en 2005, para los Estados Unidos, Japón y Europa, las tasas de ganancia aumentaron el 5,5% y las de inversión solo el 2%. Esta masa de ganancias no reinvertidas en la producción invadió los mercados financieros: en los EEUU, en 2005, las inversiones financieras aumentaron el 21% y los beneficios financieros el 150%... En 2006, en el momento del apogeo de los mercados financieros, las transacciones en estos mercados representaban ¡50 veces el montante del producto interior bruto (PIB) del conjunto de los países del mundo!

Mientras ese PIB se elevaba a 45.000 millardos de dólares, las transacciones se elevaban a la astronómica suma de 2.100.000 millardos de dólares. Estas diferencias entre los salarios y las ganancias así como entre los beneficios y las inversiones han sido pues colmadas por la explosión de los mercados financieros, por la industria de lujo y por la búsqueda de nuevos mercados en China y en los ex países del Este. En los Estados Unidos, es el endeudamiento generalizado el que ha sustituído a los salarios en descenso: el endeudamiento de los hogares ha pasado del 62% de la renta disponible en 1975 al 127% en 2006. Y el déficit comercial -700 millardos en 2008- ha sido financiado por las inversiones de fondos chinos y los fondos "soberanos" que han reemplazado al declive de la industria americana... una buena parte de la cual ha sido deslocalizada a Asia. Este planteamiento de la crisis es importante pues no opone un "capitalismo financiero" predador de la economía a un capitalismo "empresarial" sano. Es la lógica interna del capitalismo que busca el beneficio máximo, recorta los salarios y conduce al capital financiero (que, desde hace decenios, es ya la fusión de los capitales industrial y bancario) a cada vez más especulación.

Este modelo está hoy agotado. Los millardos del Plan Pawlson han contenido la crisis bancaria y financiera... pero ¿hasta cuando?. Solo se sabrá dentro de algunos meses la amplitud de los productos "tóxicos" en el conjunto de los sistemas bancarios americano y mundial, sobre todo tras las últimas modificaciones del plan Pawlson que consisten en dejar a los activos "tóxicos” en los mercados bancarios. 

Las bolsas se han hundido: menos el 50% en las principales plazas, es decir 25.000 millardos de pérdida de capitalización bursátil. La inyección de miles de millardos en los bancos y la bajada de las tasas de interés no relanzan la máquina económica. La hipótesis de una aceleración de la bajada de la libra inglesa puede conducir a una situación en la que Gran Bretaña no puede ya continuando tomando prestado y por tanto pagando su deuda. La bancarrota islandesa es hoy la pesadilla de las clases dominantes del mundo. La ralentización económica, registrada antes de la crisis financiera, y ahora la contracción del crédito (el "credit crunch"), transforman la crisis en recesión económica generalizada: bajada de la actividad, bajada del consumo, reestructuraciones, despidos. Es el ascenso del paro en todos los países capitalistas avanzados. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé para 2009 un crecimiento mundial de alrededor del 3%, incluso menos, que se declinaría bajo la forma de un crecimiento del 0% en los Estados Unidos y en Europa y del 6% en el resto del mundo. Estima en 25 millones del número de parados. En los Estados Unidos cerca de 1,2 millones de empleos han sido destruidos desde comienzos de año, de ellos 240.00 solo durante el mes de octubre. El sector automóvil está en crisis. ¡General Motors y Ford exigen fondos públicos para recuperarse!. Miles de despidos están previstos en Renault, Volvo, Seat así como entre sus proveedores y subcontratas. 

Hablábamos, hace un momento, de la crisis de 1929: hay muchos puntos comunes en la amplitud de la crisis actual pero también grandes diferencias. La primera, es que, debido a la experiencia, los estados y los gobiernos han intervenido para contenerla. La segunda -ya lo hemos indicado y no podemos medir todas sus consecuencias- es la interpenetración de las economías nacionales en una economía capitalista mundial globalizada. Esta internacionalización amplifica la crisis. La economía mercantil mundial ha penetrado todos los sectores de la economía, el mundo rural, los países del ex-tercer mundo y, debido a la restauración del capitalismo, también lo que era llamado el "segundo mundo" (ex-URSS y su "glacis", China, Indochina). Las ondas de choque de la crisis son mundiales. Pero por ello, esta "internacionalización" puede también amortiguar su choque y diferir los plazos. Es en este marco en el que se plantea una cuestión: ¿es que el desarrollo capitalista en China, pero también en los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) puede limitar los efectos de la crisis mundial?

Ya hay elementos de respuesta. El crecimiento de los BRIC no ha podido evitar la crisis. La teoría del "desacoplamiento" entre la recesión mundial y China no se ha confirmado. El crecimiento en China y en Asia está también afectado por la recesión mundial: la dependencia de las exportaciones chinas de la capacidad de absorción de los mercados americano y europeo, pesa directamente sobre sus equilibrios económicos. Las previsiones del crecimiento chino pasan del 11% al 7%. Es una reducción importante. Se ha producido, estos últimos meses, en la región de Cantón, el cierre de más de 3.000 fábricas. ¿Será suficientemente importante este crecimiento, incluso disminuido, para amortiguar el choque de la crisis mundial?. Esto plantea otra pregunta: ¿se habrá desarrollado suficientemente el mercado interno chino como para relanzar la máquina económica mundial?. Esto supone un cierto nivel de salarios, un cierto desarrollo de las infraestructuras y servicios públicos en China. Cuestiones políticas que remiten a la lucha de clases y a la lucha política en el seno mismo de la sociedad y del partido en el poder (PCC). 

Pero más allá de los interrogantes sobre el lugar de China en su relación con la economía mundial, la crisis en los Estados Unidos y en la zona euro, no ha hecho sino comenzar. Estamos en sus primeras fases. Los economistas burgueses están presos del pánico. Se suceden las previsiones pesimistas. Los efectos acumulativos de la crisis son difíciles de prever. Pero en los meses que vienen, la actividad va a reducirse cada vez más, a endurecerse las condiciones del crédito, a multiplicarse las quiebras de empresas, a dispararse los despidos y el paro, a reducirse el consumo. Será también la ocasión para los grandes grupos capitalistas de reestructurar, intensificar la productividad, despedir y bajar los salarios. Esto tendrá efectos sobre el comercio mundial con una mayor competencia. La transformación de la recesión en profunda depresión no está excluida. No se pueden prever sus ritmos, las idas y venidas, pero la perspectiva de los meses que vienen es la crisis. 

3. ¿Declive de los Estados Unidos?

Los EEUU siguen siendo la potencia dominante de la economía y de la política mundiales. Pero una serie de factores alteran esta posición. La crisis en el corazón mismo del Imperio, la evolución de las relaciones entre los EEUU y China, así como el debilitamiento del dólar plantean de forma velada la cuestión central: ¿no está puesta en cuestión la hegemonía americana en el mundo?... ¿No se está dando el fin de un ciclo político abierto en los años 1980-1990, alrededor de la caída del muro, (ciclo) que está ahora cerrándose?.

La victoria de Obama es un acontecimiento histórico. Es preciso, desde este punto de vista, distinguir dos cosas. La inmensa significación de la victoria de Obama para los negros americanos, para las poblaciones negras y más en general para los más pobres, para el mundo entero, y la política que va a llevar a cabo éste, la de la clase capitalista y de la máquina político-militar norteamericana. Estos últimos, así como la dirección del partido demócrata, han elegido a Obama porque la posición americana estaba tan debilitada que era necesario no solo un nuevo rostro sino un nuevo equipo que de una cierta forma registrara las nuevas correlaciones de fuerzas y recuperara la iniciativa. Es demasiado pronto para medir todas las consecuencias de la llegada al poder de Obama, pero este acontecimiento histórico -la elección de un presidente negro en los Estados Unidos- no puede comprenderse más que registrando el retroceso norteamericano en el mundo. Este retroceso exigía un cambio fuerte -es lo que explica la elección de Obama antes que la de Hilary Clinton en el seno mismo del Partido demócrata. Es también la razón del apoyo de lo esencial de las clases dominantes a Obama. La crisis ha hecho el resto... Pues para millones de americanos, votar a Obama era también sancionar a la derecha republicana y a Wall Street. ¿Cuál será la política de Obama?. Ha hablado mucho de seguridad social, de nueva política fiscal, de nuevas políticas medioambientales, de retirada de las tropas de Irak. Sobre la retirada... los plazos se diluyen según pasa el tiempo. Sobre las cuestiones económicas y sociales, es verosímil, en la continuidad de su apoyo al plan Pawlson, que hará pagar la crisis a los asalariados y a las clases populares.

Pero más allá de las elecciones americanas, hay un declive de la parte de los Estados Unidos en el PIB, declive acentuado por la crisis actual (recordemos que el FMI prevé un crecimiento cero para los Estados Unidos, Japón y la zona euro en 2009). Declive manifestado por la inversión de los flujos de capitales a escala mundial: estos últimos vienen ahora de China, de los países emergentes y de sus fondos "soberanos" para colocarse en los Estados Unidos. 

El debilitamiento de la posición norteamericana se traduce también cuando se discute sobre la hipótesis de acompañar al dólar como moneda de referencia con otras monedas, el euro o el yuan. En esta etapa el dólar resiste bien: tiene que ver con el valor de las inversiones hechas en los Estados Unidos. Pero la crisis puede debilitar la posición de la moneda norteamericana. Pues, más allá de estas discusiones monetarias, hay nuevas correlaciones de fuerzas económicas que emergen en la economía mundial. La crisis económica va también a desembocar en una nueva fase de competencia que agudiza las relaciones entre los Estados Unidos, Europa y Asia. Por ello se están reestructurando en el mundo relaciones multipolares. La posición estadounidense está debilitada, particularmente en el plano económico, pero no olvidemos que sigue siendo decisiva en el plano político-militar. Incluso si los Estados Unidos encuentran obstáculos de talla en Irak y en Afganistán y sus capacidades de intervención en otras partes del mundo están debilitadas (como en América Latina o en los aledaños de Rusia), siguen siendo hegemónicos en el plano militar. 

Y van a servirse de ello. La agudización de la competencia económica, la lucha por el control de los recursos petroleros o de la producción de materias primas, las exigencias estratégicas frente a China y Rusia, así como el control de América Latina frente a Cuba y los "regímenes progresistas" (Venezuela, Bolivia, Ecuador) pueden conducirles a nuevas intervenciones militares. La crisis georgiana es un buen ejemplo de aventurerismo militar americano en un contexto de acentuación de las contradicciones interimperialistas. La situación en Irán será, desde este punto de vista, decisiva en los meses que vienen. 


4. ¿"Vuelta del Estado"?.

Tras esta cuestión, está la discusión sobre la hipótesis de un cambio de las políticas económicas burguesas, de una cierta ruptura con las políticas neoliberales. Las clases dominantes van a intentar responder a los cambios históricos producidos por la crisis. Su "modelo" y aún más, la representación política e ideológica del modelo, ya no funcionan. Pero en esta etapa, hay que distinguir los discursos y los hechos. Los discursos pueden ser muy "regulacionistas", pero por lo que conocemos, ninguna de las decisiones gubernamentales americanas o europeas pone en cuestión el núcleo duro de la política neoliberal. La única iniciativa que merece ser subrayada, es la renacionalización de las pensiones y jubilaciones en Argentina, incluso si sirve también a las autoridades argentinas para gestionar el servicio de la deuda. En cuanto a las nacionalizaciones de bancos, son nacionalizaciones parciales y temporales que solo sirven para socializar las pérdidas. 

Se está muy lejos de las relaciones políticas que habían dominado, por ejemplo, la situación de la posguerra. Hay, efectivamente, una serie de intervenciones estatales, particularmente en el plano bancario, donde el estado viene en socorro de la economía capitalista, donde de alguna forma "se socializan las pérdidas" pero no hay vuelta del estado... porque el estado no se ha ido nunca. Hubo cambios de modos y funciones del estado pero este último ha seguido siendo siempre un instrumento de las políticas neoliberales. Todas las teorías de Negri y de Hardt sobre la "desaparición de los estados en el Imperio" son una vez más desmentidas por los hechos. Lo que es cierto, es que las políticas neoliberales han hecho retroceder al "estado social" particularmente en beneficio del "estado penal", pero los núcleos duros del Estado han permanecido y la vuelta al "estado social" no está al orden del día. 

Por lo que sabemos, no hay relanzamiento keynesiano, en el sentido en que la prioridad se daría al aumento de la demanda mediante aumentos salariales o una política de defensa y de extensión de los servicios públicos. Al contrario, la presión sobre los salarios, el empleo y los servicios públicos va a continuar. 

Así pues, ¡nada de "New deal”, nada de plan de relanzamiento en Europa, nada de vuelta al keynesianismo!. Todas las clases dominantes, más allá de discursos o gesticulaciones, permanecen fijas sobre sus políticas neoliberales. Ninguna medida significativa para "re-reglamentar". Es cierto que la "New Deal", así como los cambios keynesianos, resultaron de olas de luchas en los Estados Unidos a comienzos de los años 1930, o en Europa. Para salir de la crisis capitalista de la época, hizo falta la segunda guerra mundial... Es decir, enormes cambios de relaciones sociopolíticas... No habrá cambios sin luchas sociales de amplitud. Esto relativiza todos los discursos sobre esa "vuelta del estado". En un plano político más general, la crisis va a acentuar las polarizaciones de clase y puede poner al orden del día, para las clases dominantes, soluciones autoritarias que tomarán por objetivo particularmente a los inmigrantes... 

Otra cuestión sobre las relaciones interestatales, es Europa. Se han oído y sobre todo visto numerosas gesticulaciones, en particular de Sarkozy, sobre el relanzamiento de una Europa política. Se ha visto muchas reuniones europeas, pero no el equivalente de un plan Plawlson a escala de la Unión europea y sobre todo una concurrencia reavivada, por ejemplo entre Francia y Alemania, en el plano de las operaciones de reestructuraciones y concentración bancarias. Cada aparato de estado velando por sus propios intereses. 

5. ¿Nueva configuración para el movimiento obrero y los movimientos sociales?

En este tema también es demasiado pronto para analizar todas las consecuencias de la crisis sobre el movimiento obrero. Con ella las clases dominantes acaban de sufrir una derrota política e ideológica. Esto abre nuevos espacios a las ideas antiliberales y anticapitalistas, pero se hace en relaciones de fuerzas globales que siguen siendo desfavorables para el mundo del trabajo. Es preciso, ahora, seguir en detalle lo que va a ocurrir en el plano de las luchas sociales en las empresas afectadas por la crisis, en el sector automóvil por ejemplo. Pero también más en general en todos los sectores del mundo del trabajo. En general en los primeros meses de la crisis, hay miedo, parálisis, desorganización. Pero ahí el potencial acumulado, la existencia de un fuerte sector público pueden dar puntos de apoyo a las resistencias contra gobiernos neoliberales tanto de derecha como de izquierda. La existencia de luchas parciales contra los despidos en Francia, así como la movilización excepcional de la juventud en Italia demuestran que en países que habían conocido hasta ahora movimientos sociales combativos, hay resistencias sociales. La huelga de dos meses de los mecánicos de Boeing en Seattlle va en el mismo sentido. 

Decíamos que no había cambio de dirección para las clases dominantes pero no hay, tampoco, cambio de orientación de la socialdemocracia y de sus aliados. La crisis va a provocar cambios enormes en toda la izquierda y el movimiento obrero, pues se va a profundizar enormemente la distancia entre la defensa elemental de las condiciones de vida y de trabajo de millones de asalariados y la adaptación de los grandes aparatos de la socialdemocracia y de sus aliados a la gestión del capitalismo liberal. Puede haber, en el seno de estos últimos, oscilaciones hacia la izquierda, pero en esta etapa, la socialdemocracia mantiene globalmente su orientación social-liberal, en relación a las privatizaciones, a los aumentos salariales, a las relaciones con el capital financiero. La confirmación de la orientación social-liberal de las direcciones de la socialdemocracia puede profundizar la crisis interna de ciertos partidos socialdemócratas, incluso suscitar la emergencia de corrientes de izquierda e incluso de pequeñas rupturas de izquierda como en el PS en Francia. Esta evolución es a menudo presentada como una vuelta a una socialdemocracia clásica. Algunas de estas corrientes dan un paso a la izquierda pero tienen como referencia la política de Die Linke y particularmente su política de alianzas con la socialdemocracia para gobernar. 

La crisis va también a percutir sobre el movimiento altermundialista: algunas corrientes van a radicalizarse orientándose hacia una ruptura con el capitalismo, otras a recentrarse sobre proposiciones “realistas”. Es el caso del presidente de ATTAC-Alemania que preconiza nuevas regulaciones del capitalismo con un “G23” como gobernanza, es decir, un “G20” ampliado a nuevas potencias de Asia y América latina. En el mismo sentido, el de la adaptación, hay que subrayar la amplitud del proceso de integración de las direcciones sindicales en la economía y en las instituciones, en particular las europeas. La estrategia de la CES y de las direcciones sindicales se limita, frente a la crisis, a proposiciones que se presentan más como buenas intenciones que como medidas concretas: menos créditos para la especulación, un mejor control de los bancos, la demanda de control de los paraísos fiscales, la reforma de las agencias de notación, el cambio de las normas contables, la regulación de los fondos de especulación. Como los responsables de la Unión Europea acaban de rechazar por otra parte todo plan de relanzamiento económico y todo dispositivo que obligue a los mercados financieros, las direcciones sindicales permanecen engullidas en el marco neoliberal. 

6. Algunos ejes programáticos frente a la crisis. 

La situación exige un “despliegue programático”. Con la crisis las políticas neoliberales han sufrido un fracaso estrepitoso. Dos cuestiones están de nuevo en el centro, el reparto de las riquezas y la cuestión de la propiedad. En las batallas o luchas sociales que emergerán, hay un formidable punto de apoyo: los miles de millardos de dólares concedidos a los bancos… en algunas horas o días… mientras las cajas siguen vacías para los asalariados, los parados, los pueblos. Hay que derrocar la tendencia tomada desde hace 25 años en el reparto de las riquezas, consagrar estas riquezas al empleo, a los salarios, a la seguridad social, a los servicios públicos y no a la especulación financiera. La gestión de la crisis, las quiebras de los bancos y de las empresas ponen de nuevo al orden del día los problemas de organización de la economía: ¿por quién? ¿y al servicio de quién?. ¿Se va a dejar la suerte de millones de personas en las manos de quienes se llevan las ganancias, de los especuladores, de los que echan a los trabajadores a la calle?. Es necesaria la intervención pública y social, la propiedad pública o la nacionalización de los bancos y de las empresas bajo control de los trabajadores. 

Por ello, muchas cuestiones, temas y reivindicaciones pueden pasar de la propaganda a la agitación, de las explicaciones generales a propuestas concretas, a objetivos de movilización o luchas. 

a) El punto de partida sobre la urgencia social: defensa del empleo contra los despidos, creación de empleo público, aumento de los salarios, freno a las privatizaciones. No corresponde a los trabajadores pagar la crisis, corresponde a los capitalistas. “¡Salvar a los pueblos y no a los bancos!”. Ese es el planteamiento que debiera ser el nuestro: defender las condiciones de trabajo y de vida de millones de trabajadores que están golpeados por la crisis y desarrollar esta política en reivindicaciones concretas que movilizarán en la unidad al conjunto del movimiento obrero y de los movimientos sociales. 
b) Sobre la crisis financiera y bancaria hay una serie de documentos que pueden ser puntos de apoyo: la declaración de Caracas /1, las intervenciones y documentos de los economistas de izquierda en Argentina, el llamamiento de Pekín. Estos documentos ponen el acento en reivindicaciones contra las desreglamentaciones financieras, las tasaciones de las transacciones financieras, los paraísos fiscales, el no pago de la deuda, el control de los capitales, el levantamiento de los secretos bancario y comercial, la nacionalización de los bancos sin indemnizaciones y su creación a nivel estatal o para estatal, como el Banco del Sur apoyado en Cuba y los regímenes progresistas. Debemos apoyar este programa de reivindicaciones y de ruptura parcial con el imperialismo y el capitalismo financiero globalizado, particularmente por la expropiación de los trusts imperialistas que se han apropiado de los recursos naturales y los sectores clave de la economía en numerosos países de Europa oriental, África, Asia y América Latina. Este programa debe ser opuesto a las nacionalizaciones o control del estado “temporal” o “parcial”. Debe acompañarse de una puesta en cuestión de la propiedad privada bancaria, por la nacionalización integral de todo el sistema bancario, financiero y de crédito. Esta nacionalización, para no volver a las “viejas nacionalizaciones” debe acompañarse del control de los trabajadores, de los asalariados y de la población. 
c) Frente a la quiebra del sistema bancario o el hundimiento de ciertos sectores como grandes empresas, si es preciso, para salvar el empleo, hacer incursiones en la propiedad privada de estas grandes empresas, no hay que dudar en ir en esa dirección defendiendo su nacionalización bajo control de los trabajadores. En la discusión entre reformistas o regulacionistas y anticapitalistas o revolucionarios, está la cuestión de la puesta en cuestión de la propiedad. No defendemos solo un nuevo reparto de las riquezas sino también un cambio de las relaciones de propiedad. Queremos reemplazar la propiedad privada del capital y de las grandes empresas por la apropiación pública y social de la economía a través del control o de la gestión por los trabajadores. Esto debe llevarnos a volver a dar vida no solo a una serie de medidas transitorias sino también a la actualidad socialista, a la toma a cargo de la economía por los trabajadores.

En este combate socialista, hay una dimensión ecosocialista, en relación con un modelo económico diferente, basado en la lucha contra el calentamiento climático, una organización diferente de la política de transportes, de la política de energía, la lucha contra la polución y la degradación del medio ambiente de los barrios y el campo. Hay que partir de la exigencia de desarrollo duradero en materia ecológica para volver a dar sentido a la idea de planificación económica. Ahí también la crisis va a llevar a clarificaciones. 

La puesta en marcha de estos programas exige gobiernos al servicio de los trabajadores, apoyados en la movilización y la autoactividad de las clases populares. Esta batalla –y es hoy una batalla central- implica el rechazo de toda participación o de todo apoyo a gobiernos social-liberales de gestión de los asuntos del estado y de la economía capitalista. 

Más que nunca, esta crisis debe conducirnos a combinar el plan de urgencia social, las medidas de transformación radical de la economía y las soluciones socialistas alrededor de la gestión de la economía por los trabajadores y los pueblos. Es el contenido que nosotros damos al socialismo del siglo XXI.

 

* Traducción de Alberto Nadal

 

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