Jesús Rodríguez
(militante de IA Cádiz y de CCOO, profesor de Economía)
A
finales de Diciembre en la web de Izquierda Anticapitalista salía publicado
un artículo* de un trabajador sueco de la Volvo, militante
de la IV Internacional, preocupado por su empleo y el de sus compañeros
, pero también por la salud de nuestro planeta (de nuestra Madre Tierra
en palabras de Evo Morales). En dicho artículo, Lars Henriksson planteaba
salir de las reivindicaciones inmediatas de sueldo y empleo para construir
un marco de reivindicaciones y alianzas que dotaran a los trabajadores
de mayor capacidad para defender sus vidas y al mismo tiempo la vida
en el planeta; es decir, que la lucha por no perder el empleo se podría
dirigir a construir una subjetividad mucho más potente para radicalizar
a los trabajadores y darles armas para relacionarse con el resto de
aspiraciones del conjunto de la sociedad.
Y
partir de su artículo y con tantos ERE´s en el estado español uno
no puede dejar de pensar soluciones para que la lucha por el empleo
en el sector del automóvil no quede presa de la inmediatez . Podemos
decir que el sector del automóvil aporta aproximadamente el 10% del
PIB y según la fundación Cajamar utiliza a 300.000 trabajadores. Pero
también sabemos que la movilidad privada a través del coche es uno
de los mayores potenciadores del cambio climático y sus requerimientos
en infraestructuras uno de los mayores enemigos del territorio y de
los equilibrios ecológicos.
Por
otro lado el empleo en el sector del automóvil está amenazado no sólo
por los límites ecológicos que el planeta está imponiendo ya a la
movilidad privada o por la crisis sistémica global, sino también por
los fenómenos de fusiones- que pretenden rentabilizar al máximo las
ganancias abaratando costes a través de la reducción de empleo y adquiriendo
mayor capacidad de control del mercado -y por la deslocalización de
la producción. Teniendo en cuenta, además, que gran parte de esta
última se destina a la exportación. Y aunque esto es una evidencia,
el destino ingente de subvenciones a las empresas de este sector no
ha cesado.
Los
trabajadores en general y la izquierda anticapitalista en particular
deben movilizarse por mantener el empleo en aquellas empresas con beneficios
(analizando los beneficios en términos globales y no sólo a escala
estatal) y por reducir la jornada de trabajo, pero también deben pasar
a la ofensiva en la lucha por generar nuevos empleos derivados de la
reconversión ecológica de la producción. Debemos pedir a las autoridades
que los saberes y destrezas de cientos de miles de personas trabajadoras
no acaben en las listas del INEM o en las de los nuevos prejubilados,
sino que se destinen a generar empleo para desarrollar un modelo de
movilidad compatible con la defensa del territorio.
Si se revitalizasen
sectores alternativos de transporte como el ferroviario, agonizante
en el país si exceptuamos las líneas de élite, se produciría una
fuerte inversión en infraestructuras y en equipos, con un impacto considerable
en la generación de empleo. Y se pondría en pie un modelo de transporte
mucho más sostenible que el actual, basado en la construcción de carreteras
y autovías. ¿Acaso no serían más útiles al conjunto de la sociedad
todos esos compañeros y compañeras trabajando ahí que abocados a
prejubilación o al desempleo diseñados por la patronal y los gobiernos
con el acatamiento de las direcciones sindicales?.
Sólo debemos
empezar a cambiar de prioridades, diseñando nuevas estrategias conjuntas
de trabajadores, ecologistas, ciudadanía en general y de la izquierda
anticpitalista para que el gasto público se oriente en esta dirección
y sea controlado por los trabajadores de la RENFE y del sector del automóvil.
Así se rompería la dinámica actual, en que subvenciones van parando
de manera permanente a bolsillos sin ningún interés por mantener
el empleo en nuestro país.