Izquierda de gobierno

Jueves 19 de marzo de 2009

 Lluís Rabell
 
La carga simbólica de lo que ha ocurrido esta mañana en Barcelona es tremenda para la gente de izquierdas. De madruada, la policía autonómica irrumpía en el Rectorado de la UB y desalojaba a las y los estudiantes que lo ocupaban en protesta contra el Plan de Bolonia. Poco después, cargas de los mossos y detenciones en la calle para dispersar una primera concentración a las puertas de la facultad. Al mediodía, nuevas cargas y persecuciones por todo el centro de Barcelona: antidisturbios frente a jóvenes sentados en el suelo con sus libros abiertos y gritando en favor de una enseñanza pública y de calidad; "secretas" por doquier, helicóptero volando muy bajo... Como en los viejos tiempos.

Resulta difícil no retrotraerse en la memoria a los estados de excepción franquistas: la policía en la universidad. Sólo que ahora solicitan su intervención rectores "democráticos", comanda las "fuerzas del orden" la "izquierda transformadora" y se trata de criminalizar y reprimir, desde un gobierno pretendidamente "progresista", la contestación juvenil a un devastador proceso de mercantilización de la enseñanza superior. Permítasenos resaltar el factor político de estos acontecimientos, de esta crisis de la representación democrática. Desde la derecha nacionalista (CiU) y desde el PP se frotan las manos: es difícil imaginar una izquierda más rastrera que la de este gobierno tripartito, con un president socialista que llama "a trabajar más y a ganar menos", con un conseller Huguet (ERC) amigo de Israel y martillo de estudiantes críticos y con un Joan Saura (ICV) convertido en cabo de varas.

 Esta izquierda está cavando su propia tumba, golpeando un día tras otro a su propia base social. Hoy, es la campeona de Bolonia: el PSC y ERC, entusiasmados con la modernidad liberal de la reforma.; ICV, en cuyas filas existe la mayor conciencia crítica de la izquierda gubernamental hacia ese proyecto, determinada a demostrar por encima de todo que es un socio fiable y que no le tiembla el pulso a la hora de repartir mandobles. La juventud universitaria está defendiendo en estos momentos la libertad y el progreso social frente a esa izquierda sin norte y sin alma. Mañana, lo harán los maestros, que convocan una huelga general de la enseñanza para exigir la retirada de un proyecto de ley de corte neoliberal - con el que anda encantada la patronal de las escuelas religiosas y concertadas - y la dimisión de su promotor, el conseller Ernest Maragall. El domingo, serán los agrupamientos ecologistas, los movimientos de defensa del territorio y la izquierda sindical quienes saldrán a la calle para denunciar la política medioambiental de la Generalitat, plagada de proyectos agresivos e insostenibles.

Los acontecimientos de esta jornada no constituyen un hecho aislado. Pero, no por derivarse implacablemente de una lógica de corresponsabilidad gubernamental revisten menor gravedad, incluso considerados en si mismos. ¿No es exigible acaso la dimisión de Joan Saura después del indignante espectáculo de los mossos cargando a diestro y siniestro ante la ciudadanía de Barcelona? ¿Qué demonios hacen todavía los "cargos de confianza" de EUiA - y los hay del PCC, pero también del PSUC y del POR - en ese gobierno? Desde luego, está a la orden del día la construcción de una izquierda leal y decididamente anticapitalista. Esa otra izquierda, pragmática y cicatera, pretendidamente "realista" y ciertamente acomodada al sistema, se hunde día a día en su propia impotencia.


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