Ante las amenazas contra Alfonso Sastre y el último atentado de ETA

Jueves 25 de junio de 2009

Ni aullamos con los lobos, ni aceptamos tutelas

Declaración de Izquierda Anticapitalista

Como una jauría. Aún dolidos quizás porque el Tribunal Constitucional les enmendara la plana y no les dejase rizar el rizo de su antidemocrática ley de partidos ilegalizando la candidatura que encabezaba Alfonso Sastre en las recientes elecciones europeas (II-SP), he aquí que, al unísono, los grandes rotativos, los portavoces del PP, la españolísima Rosa Díez y la no menos patriótica portavoz del PSOE Leire Pajín se han lanzado a la yugular del dramaturgo tratándole de “matón” y acusándole de proferir amenazas terroristas por cuenta de ETA. Nada más lejos de la realidad. El “cuerpo del delito”, el punto de partida de tan rabiosa campaña mediática, no es otro que un artículo donde Sastre se inquieta de las declaraciones de Iturgáiz (PP) acerca de la conveniencia de “gasear” a la izquierda abertzale y se reafirma en lo que para mucha gente resulta a estas alturas una verdad insoslayable: sólo a través del diálogo es concebible resolver el conflicto entre el Estado y Euskal Herria. Y, efectivamente, como dice también Sastre, mucho sufrimiento espera a la sociedad vasca si no se alcanza a emprender ese camino.

La vacuidad de las acusaciones y la grosera tergiversación de sus palabras son tales que la propia Fiscalía del Estado ha alertado sobre la inviabilidad de emprender medida legal alguna. Mejor que así fuera. Sin embargo, el griterío, desencadenado y amplificado a raíz del último atentado de ETA, no es baladí y rebasa el deseo de revancha sobre II. En realidad, explotando la emoción del momento, se pretende inocular desde ese singular “frente constitucional” una nueva idea envenenada en la conciencia de la ciudadanía: sostener que existe en el conflicto vasco un contencioso de naturaleza política sería una “tesis terrorista”; propugnar una salida negociada, supondría poco menos que un enaltecimiento de las acciones armadas. 

Las reacciones oficiales tras la muerte del inspector de policía Eduardo Puelles revelan cuál es el verdadero sentido de la “condena” de que nos hablan. En realidad, no se trata del rechazo a los atentados de ETA – cosa que comparte buena parte del mundo abertzale -, sino de algo bien distinto. Tras años de consenso antiterrorista entre PP y PSOE, la palabra “condena” ha acabado convirtiéndose en un código de reconocimiento, en una especie de santo y seña. Quienes se reconocen en la “condena” son aquellos – y sólo aquellos – que aceptan repudiar a ETA desde la negación del conflicto político, desde el ocultamiento de la violencia del Estado contra Euskal Herria, desde el silencio ante las torturas policiales, la dispersión de los presos vascos o desapariciones como la de Jon Anza (que nos retrotrae a los tiempos del GAL, cuando Rubalcaba era portavoz del gobierno de Felipe González)… La “condena unánime” pone firmes ante la bandera de la monarquía, codo con codo, a la derecha más rancia y a la izquierda institucional. Y ante la evocación de un mítico “estado de derecho” - sin déficit democrático alguno - se cuadra incluso Izquierda Unida, presta a olvidar sus propias críticas hacia la ley de partidos cuando oye tocar a rebato. 

Ese espíritu de consenso ha corroído la izquierda de este país hasta sus mismas entrañas, liquidando su independencia política. Por mucho que suponga ponerse a contracorriente de la presión mediática, nadie oirá a Izquierda Anticapitalista aullar con los lobos. Ni nuestro republicanismo es intermitente, ni un atentado pone entre paréntesis nuestra defensa incondicional del derecho de autodeterminación del pueblo vasco. Tanto si rechaza la violencia de ETA, tanto si la considera legítima como si prefiere callar, defendemos la existencia legal de la izquierda abertzale. Guardar silencio es un derecho. Por el contrario, exigir condenas verbales so pena de cárcel o ilegalización constituye una perversión de la democracia que amenaza ya las libertades civiles en el conjunto del Estado.

Pero, al tiempo que nos mantenemos firmes en esa postura junto al pueblo vasco, no ocultamos nuestra opinión ni tergiversamos acerca de ETA. La tradición militante en que se inspira IA siempre ha sido contraria a violencia de individuos o grupos que pretenden sustituir a un movimiento de emancipación social o nacional, erigiéndose en sus guías. Además, hace mucho tiempo ya que, en un contexto de aislamiento de las izquierdas radicales, ETA entró en una espiral de crispación sectaria que ha tornado sus acciones cada vez más odiosas y aventureras, facilitando así la deriva liberticida de los gobiernos de Madrid. Las elecciones europeas han puesto de relieve la dificultad de la izquierda abertzale para conectar siquiera con aquellos sectores militantes del conjunto del Estado que, hace unos años, veían en Batasuna una formación radical acreedora de solidaridad.

No se equivoca Otegi cuando dice que hay que apostar por un escenario de paz en que todas las opciones políticas (incluida la independencia) sean democráticamente realizables. Pero para avanzar hacia esa salida, es necesario romper el círculo vicioso de los atentados de ETA y la represión generalizada del Estado. Es necesario que las armas callen y que los movimientos sociales y ciudadanos ocupen plenamente la arena política. Sin hipotecas, chantajes, ni tutelas por parte de pretendidas vanguardias armadas. El lenguaje que habló la izquierda abertzale el pasado 21 de mayo, impulsando la primera huelga general contra la crisis y conjugando la reivindicación de derechos sociales y libertades, encontrará sin duda eco y comprensión entre la gente humilde y la juventud. Los coches bomba y los tiros en la nuca sólo pueden sembrar desconcierto y enturbiar legítimas aspiraciones nacionales con repulsivos rasgos de barbarie e inhumanidad. Desde IA trabajaremos para que se abran paso la unidad de lucha de la clase trabajadora y el derecho a decidir de los pueblos. 


Izquierda Anticapitalista

25 de Junio de 2009

www.anticapitalistas.org
 

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