El feminismo frente al Derecho

Viernes 4 de septiembre de 2009

Begoña Zabala | Viento Sur

No hay buenas relaciones entre el feminismo y el Derecho, así, escrito con mayúsculas, en referencia al cuerpo legislativo de un Estado o de una comunidad concreta. Las actitudes se combinan desde una profunda desconfianza hacia las normas, pasando por una crítica implacable por lo que supone de normativa sexista o masculina, hasta llegar a considerar al sistema jurídico como un mal padre que pretende proteger a las mujeres, lo que conduce a un paternalismo que, como todos, resulta autoritario, cuando no extremadamente represivo.

Sin embargo, las apelaciones al Derecho y a los derechos, no son sólo infrecuentes, sino cada vez más constantes en muchos ambientes feministas. Incluido el llamado al sistema penal, y por tanto a la punición más pura y dura. Miles de mujeres agredidas, desatendidas, en precario, que sufren injusticias, invisibilizadas, ninguneadas,... acuden esperanzadas al mundo del derecho para solucionarsus problemas. La transformación de los temas o problemas sociales en asuntos legales es casi inmediata. Pareciera que el derecho tiene solución para todo.Cualquier reivindicación, queja, o demanda aspira a convertirse en una normativa concreta que especifique y regule cómo se materializa el ejercicio de tal derecho.Es lógico pensar esta ansiedad en el feminismo llamado oficial o institucional,p ues casi es una justificación de sus flamantes puestos y profesiones. Más difícil es aceptarlo en movimientos feministas reivindicativos y radicales, que desconfían, y con argumentos certeros, de todo lo que sea el sistema de poder y su entramado jurídico-institucional.

Realiza Carol Smart (1994) una interesante llamada de atención sobre este fenómeno o estrategia que supone dar al derecho un lugar especial en la resolución de problema sociales, lo que contribuye, además de al otorgamiento de más poder, a extender el “alcance imperialista del derecho”, utilizando el término como “proceso de legalización de la vida cotidiana que en los países occidentales desarrollados se ha hecho cada vez más visible… la idea de que todo problema social tiene una solución legal se ha convertido en una cuestión aceptada, y cuando el derecho fracasa en la solución se propone más derecho para encubrir las deficiencias del derecho existente”.

A mi entender estamos asistiendo en estos momentos –y muy especialmente desde el arribo del PSOE al Gobierno de Madrid– a este proceso creciente de legalización máxima de la vida de las mujeres. La producción legislativa “de género” o que afecta a derechos importantes de las mujeres va en aumento. Así lo demuestran las sucesivas leyes: Ley 1/2004, de protección integral contra la violencia de género, Ley 12/2005 que modifica el Código Civil para extender el concepto de matrimonio a personas del mismo sexo, Ley 39/2006, de la dependencia, Ley Orgánica 3/2007, de igualdad efectiva entre hombres y mujeres, Ley 3/2007, de identidad sexual... además de las legislaciones autonómicas y legislación de desarrollo.

Ya hay, a pesar de ello, muchas voces en contra de esta legislación de género. No se trata para éstas de un tema de derechos, ni del Derecho, ni de la justicia. Se trata de un tema de sujetos, de libertades, de emancipaciones, de autodeterminaciones. Y se trataría sobre todo de discutir los grandes principios o paradigmas jurídicos y plasmar los más importantes de forma específica, más allá de utilizar el único referente de género hipertrófico de la igualdad.

El debate es extenso y a veces complejo. Se juntan voces de especialistas de derecho y de feministas, lógicamente de diferentes tendencias y concepcione ideológicas. Si ya el feminismo de por sí, como teoría política, concita diversidad en sus planteamientos, ¿qué podemos decir del Derecho y de sus múltiples escuelas?. Abordaremos algunas cuestiones, que considero importantes, dejando bien claro que no es un debate “técnico” o sobre técnicas jurídicas, sino, sobre todo y por encima de todo, un posicionamiento político fundamental: nada menos que situar el lugar que queremos que ocupe el Derecho –su aplicación y sus litigios e nuestras vidas. Como el derecho es vehiculizado por el aparato del Estado, también analizaremos la tolerancia que consideramos viable a la intromisión de aquél en nuestras relaciones, sobre todo en nuestras relaciones más queridas y más íntimas. Ycomo paradigma permanente y circulante estará el sujeto. Yo sigo pensando en que hay que construir un sujeto mujer con entidad propia, por lo menos, mientras la dominación masculina, de los hombres sobre las mujeres, sea tan feroz y mientras los hombres biológicos sigan acaparando los derechos privilegios de todas las legislaciones.

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