La izquierda alternativa arraiga entre los jóvenes portugueses

Viernes 25 de septiembre de 2009

Josep Saurí | El Periódico

«Os pido el voto a todos los que tenéis el corazón a la izquierda», dice en sus mítines Francisco Louçá, el economista de 52 años que encabeza el Bloco d’Esquerda, la sensación de la campaña electoral portuguesa. Con una imagen fresca y moderna, las manos limpias y un osado programa que incluye salir de la OTAN, nacionalizar el sector energético y legalizar las drogas blandas, los sondeos apuntan a que el domingo se convertirá en la tercera fuerza del país. Y en la puerta a la que un Gobierno en minoría del socialista José Sócrates debería llamar, por más que el primer ministro haya sido el blanco predilecto de las andanadas de Louçá no solo durante la campaña, sino a lo largo de la legislatura.

Mientras la izquierda más tradicional, la CDU (coalición de comunistas y verdes), mantiene un voto proletario y de más edad, el Bloco –creado hace una década por trotskistas, maoístas y comunistas críticos– atrae al voto socialista desencantado con las políticas centristas de Sócrates y arrasa entre los jóvenes urbanos, que parecen movilizados como nunca. «Por desgracia, tanto si ganan los socialistas como el PSD [derecha], será lo mismo de siempre. Y yo quiero un gran cambio, algo nuevo», dice Ricardo, de 24 años, camarero en una cafetería del Chiado, el viejo pero bellamente remozado corazón de Lisboa. El encargado del local, Belarmino, de 30, tercia para afirmar que el Bloco hace «el mejor análisis de los problemas reales del país». «Sus críticas son constructivas», sostiene Sara, una estudiante de Bellas Artes de 23 años que pasea por los alrededores del Rossío.

Pese al descrédito –«total», insiste Belarmino—de los políticos portugueses, tras repetidos escándalos que han sacudido casi todo el espectro político, Ricardo dice estar convencido de que Louçá «tratará de cumplir lo que promete» porque «es más pueblo». ¿Cuál es el secreto de esta proximidad con los jóvenes? «Nuestra defensa de la libertad, de la solidaridad, y cómo hemos plantado cara al Gobierno en defensa de la escuela y la sanidad públicas y contra la precariedad laboral. Además, no hacemos política a distancia, como otros. Nos reunimos con la gente, la dejamos hablar, la escuchamos. Por eso la representamos», explica Louçá a este diario.

«HAY QUE REPENSARLO TODO»

Prohibir a las empresas con beneficios los despidos colectivos y las deslocalizaciones, aumentar el subsidio de desempleo y su duración y levantar el secreto bancario para combatir la evasión fiscal son otras propuestas llamativas del Bloco. «Claro que nuestro programa es muy difícil de aplicar –admite Louçá sin tapujos–. Pero el resultado de las políticas actuales es una crisis dramática, más desempleados que nunca [el 9,3%], y muchos de ellos sin ningún tipo de apoyo social. Por eso hay que repensarlo todo».

«Las propuestas del Bloco son inaplicables, pero la intención es muy buena. Y como no va a gobernar nunca, pues da igual», argumenta Belarmino. «Son utópicas, sí, y si ganara el Bloco sería un desastre», concede Sara. «Lo mejor que puede pasar es que ganen los socialistas y que un gran resultado del Bloco les obligue a girar a la izquierda», apunta Raquel, de 21 años, su compañera de paseo y de estudios, que sin embargo no las tiene todas consigo: «Temo que la derecha capitalice el voto de castigo y acabe ganando».

Pero en las razones que han contribuido a que el Bloco crezca –una presencia destacada en los medios y un electorado de aluvión que incluye a activistas de causas igualitarias, movimientos alternativos y antiglobalización, socialistas decepcionados y voto de protesta– puede estar también su talón de Aquiles cuando pierda la virginidad y se meta en harina de Gobierno, según el politólogo António Costa Pinto: «Su voto es volátil. Si negocia con Sócrates, una parte de él será difícil de retener».

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