Jara Calvo / Redacción Iruñerria/DIAGONAL
La Semana de la Solidaridad, en la que participó Sandra Ezquerra, fue organizada por Zabaldi (zabaldi.org) y este año estuvo dedicada a “los trapos sucios del capitalismo”.
En estas jornadas el DIAGONAL aprovecho la ocasión para entrevistar a Sandra Ezquerra, integrante del Centro de Estudios de MovimientosSociales de Barcelona.
DIAGONAL: ¿Cómo afecta esta crisis
a las mujeres?
SANDRA EZQUERRA: En este momento,
en general, estamos peor situadas
para soportar la destrucción
de empleo y la crisis, ya que no contamos
con las mismas oportunidades
económicas, laborales y sociales
que los hombres. Además, nuestra
cobertura por desempleo es más de
20 puntos porcentuales inferior a la
de los hombres, ya que, como resultado
de la precariedad y discriminación
laboral que sufrimos, cotizamos
menos y generamos menos derechos
contributivos. Por otro lado, cuando
nos encontramos en el paro, recibimos
cantidades en forma de subsidios
significativamente inferiores a
las que reciben los hombres. Pasamos
más tiempo en el paro que
ellos, y el aumento del desempleo femenino
se ha incrementado en todas
las edades y perfiles de formación.
D.: ¿Qué realidades están detrás de
los datos sobre el aumento del paro
en relación al empleo femenino?
S.E.: Al principio de la crisis, sobre
todo entre otoño de 2008 y la primavera
de 2009, los medios destacaron
que ésta estaba teniendo un impacto
mayor sobre los hombres que sobre
las mujeres. El estallido de la burbuja
inmobiliaria, las deslocalizaciones
y los ERE masivos en la industria, explican
la aceleración que se dio del
incremento del desempleo entre los
hombres y los recortes de las diferencias
entre paro masculino y paro
femenino. A pesar de ello, es importante
tener presente que la tendencia
de crecimiento del paro empezó por
ciertos sectores económicos, pero se
ha ido haciendo extensiva cada vez
más al conjunto de la sociedad. A
partir de primavera, se empezó a visibilizar
la crisis del sector servicios,
muy afectado por la contracción de
la demanda, y es donde existe el mayor
porcentaje de mujeres ocupadas.
La destrucción de empleo en este
sector, caracterizado por sus altas tasas
de precariedad y temporalidad,
se ha intensificado con el final del verano,
y esto tiene, y seguirá teniendo,
un impacto dramático sobre miles de
mujeres trabajadoras.
D.: ¿Por qué aseguras que ha crecido
la sobreexplotación de las mujeres?
S.E.: Desde nuestra incorporación
masiva al mercado laboral, las mujeres
hemos sufrido una mayor vulnerabilidad
que los hombres a causa,
entre otros factores, de nuestra identificación
histórica como responsables
de las tareas domésticas y de
cuidado. Dicha identificación ha condicionado
nuestra presencia en el
mercado laboral, ha permitido el
mantenimiento de la doble jornada y
potenciado el desarrollo de una sobreexplotación
específica. Con ello,
quiero decir que los hombres continúan
teniendo una participación más
alta en el mercado laboral y las
mujeres continuamos sufriendo la
precariedad, el subempleo y la discriminación
laboral de manera más
acusada. Por ejemplo, las mujeres
inmigradas son una mayoría aplastante
en el sector del trabajo doméstico,
donde las oportunidades de movilidad
laboral son inexistentes y que
sigue regulado por un obsoleto Real
Decreto 1424/1985 que ni siquiera
garantiza derecho a paro.
Las mujeres estamos muy concentradas en trabajos como la limpieza, el telemárketing, el teletrabajo, la hostelería, servicios, etc. En sectores con un alto porcentaje de contrataciones temporales y a tiempo parcial, lo que significa trabajos mal remunerados y con poca cobertura social. Por ejemplo, más del 80% de las personas asalariadas con jornada parcial son mujeres y en más del 90% de estos casos, la razón es la necesidad de cuidar a un niño o un familiar en situación de autonomía restringida.
La insuficiencia de recursos públicos para la atención a la infancia y a la “dependencia” obliga a cientos de miles de trabajadoras a reducir su jornada laboral o a pedir permisos no retribuidos, lo cual comporta una disminución de su salario. Como hemos podido averiguar, los contratos a tiempo parcial, parte importante de las políticas neoliberales de flexibilización, tienen un impacto negativo en las condiciones de trabajo, en las prestaciones de jubilación y desempleo y en la trayectoria profesional y personal de la trabajadora.
Aunque durante los últimos 25 años la tasa de ocupación de las mujeres en el Estado español ha aumentado, continuamos estando infrarrepresentadas en puestos cualificados y de dirección, y seguimos concentradas en sectores que presentan altas tasas de flexibilidad y precariedad laboral. Esta segregación se traduce en diferencias retributivas importantes entre hombres y mujeres.
D.: ¿Qué papel tiene la crisis de cuidado
en la crisis general?
S.E.: Lo que se viene a llamar la crisis
de cuidado es resultado de distintas
dinámicas sociales, demográficas
y políticas. El envejecimiento de la
población española y la incorporación
de la mujer al mercado laboral
no se ha visto acompañado por una
respuesta por parte de los Estados
que ayude a llenar el vacío de cuidado
o atención que esta entrada ha generado.
La crisis económica está
afectando a la inversión en servicios
sociales públicos y a la salud de la
población en general. Esto no hará
otra cosa que profundizar la crisis
del cuidado gestada durante décadas
de raquítico gasto social. De hecho,
el gasto público en jardines de infancia
en el Estado español ya es el más
bajo de la UE, y leyes como la de la
Dependencia no acaban de despegar
por falta de presupuesto. Además, la
Ley de Dependencia no cuestiona la
división sexual del trabajo.
En general, estas tendencias agudizan la exclusión social creada por las tendencias privatizadoras de los últimos años, y suele descansar sobre los hombros del trabajo no remunerado de las mujeres por dos razones.
Primero, porque como principales responsables de la salud y el bienestar de las familias somos las que más sufrimos los recortes sociales, ya que multiplican nuestras responsabilidades de cuidado y limitan nuestra capacidad de conciliar vida personal, familiar y laboral. Por otro, todo ello nos ubica en una situación de desventaja en el mundo laboral. También cabe destacar que los recortes sociales se apoyan de manera importante sobre el trabajo de las mujeres inmigrantes, que llegan al Estado español para llenar el vacío de cuidado que la incorporación de las mujeres autóctonas al mercado laboral crea, así como la debilidad del Estado de bienestar.
D.: ¿Cómo afectan a las mujeres las
medidas anticrisis puestas en marcha
por las diferentes instituciones?
S.E.: Las medidas diseñadas por el
Gobierno han sido destinadas principalmente
a paliar los efectos de la
crisis en sectores económicos marcadamente
masculinos. De los más
de diez mil millones de euros que se
han destinado a crear empleo, el
grueso ha ido al sector de la construcción,
que ocupa a menos de un
2% de las mujeres. En los proyectos
que se han financiado no se ha impuesto,
por ejemplo, ninguna obligación
referente a la presencia de mujeres
en las contrataciones. Además,
como medidas anticrisis se han estado
prolongando las prestaciones de
desempleo entre 90 y 120 días para
las personas afectadas por expedientes
de regulación cuando menos de
un 20% de las personas afectadas por
ERE han sido mujeres.