Daniel Bensaid, estratega melancólico

Jueves 21 de enero de 2010

Josep Maria Antentas | Diagonal

El pasado 12 de enero murió Daniel Bensaid. Fue uno de los fundadores de la JCR francesa en 1966 y de la LCR en 1969, organización de la que sería dirigente hasta los años noventa, en paralelo a sus responsabilidades en la dirección de la IV Internacional. En su figura convergían, de forma excepcional, un dirigente político y un intelectual de primer nivel.

Desde los años noventa, enfermo, dedicó sus esfuerzos al trabajo teórico. En un momento de capitulaciones y desconcierto, su voz fue una referencia imprescindible. Acometió una inmensa tarea de renovación del pensamiento marxista, dejando una vasta obra de más de treinta libros escritos con un estilo inimitable de gran calidad literaria.

Dedicó gran parte de su trabajo al estudio de Marx, ofreciendo una lectura innovadora e estimulante. Posiblemente su obra más significativa sea Marx l’intempestif (1995, publicado en castellano en 2003 por Herramienta), y su volumen complementario La Discordance des temps (1995). Marx intempestif muestra una interpretación de Marx que rompe con el determinismo y el cientifismo propios del marxismo dogmático organizada en “tres criticas”: crítica de la razón histórica, de la razón económica y del positivismo científico. Empezando por la negación de lo que no es la obra de Marx, “una filosofía especulativa de la historia, una sociología empírica de las clases o una ciencia positiva de la economía”, nos la presenta como “una teoría crítica de la lucha social y de la transformación del mundo”.

Entre sus influencias intelectuales sobresale Walter Benjamín, a quien consagró el libro Walter Benjamin Sentinelle Mesianique (1990). Bajo su impronta Bensaïd abraza una lectura no determinista de la historia, entendida como un camino de ramificaciones y bifurcaciones de resultado incierto. En su pensamiento, cobra relevancia la figura del “topo” “metáfora de quien camina obstinadamente, de las resistencias subterráneas y de las irrupciones repentinas” y la “noción estratégica de crisis” en tanto que “un momento de decisión y de verdad, cuando la historia duda entre un punto de bifurcación” (Resistencias publicada por el El Viejo Topo 2006).

Consecuentemente, la razón estratégica y la preocupación para repensar una estrategia revolucionaria para el siglo XXI está en el centro del pensamiento de Bensaïd. En Le pari melancolique (1997), en una interpretación marxista de la “apuesta pascaliana” define el compromiso político como una “apuesta razonada sobre el devenir histórico” basada “en el actuar, no en la evidencia de la solución asegurada, sino en la contingencia irreductible de la hipótesis”. La apuesta de Bensaïd es, sin duda, una apuesta melancólica por la revolución que “sin imagen ni mayúscula permanece pues necesaria en tanto que idea indeterminada de este cambio (...). No como modelo, esquema prefabricado, sino como hipótesis estratégica y horizonte regulador.”

Fiel a estas preocupaciones estratégicas intervino activamente en los debates en el seno del movimiento “antiglobalización”, polemizando con autores como Negri o Holloway, en obras como Changer le monde (2003, publicado en castellano por La Catarata). En una de sus últimos libros, Éloge de la Politique Profane (2009, publicada en castellano por Península) analiza las transformaciones de las categorías políticas de la Modernidad, el “eclipse de la política” y de la “razón estratégica” al filo de la ofensiva neoliberal, y discute las diversas “utopías contemporáneas”, propias de los periodos posteriores a las grandes derrotas, “donde lo posible y lo necesario ya no tienen puntos en contacto”.

Bensaïd solía definir la obra de Marx como “una herencia sin propietarios, ni manual de instrucciones. Una herencia en busca de autores”. Así debemos entender también la obra que él nos ha legado.

*Josep Maria Antentas es miembro de la revista Viento Sur. Publicado en Diagonal nº118.

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