Pierre Rousset
¿Sobrevivirá Pakistán a
la prueba de la guerra de Afganistán? Si la pregunta puede plantearse,
es porque en lo esencial la crisis actual no es coyuntural. Se están
mostrando inconsistentes los fundamentos mismos del estado pakistaní
creado en 1947.
Para exigir la partición del imperio británico de las Indias, en el
momento del acceso a la independencia, los promotores de Pakistán
invocaron
la teoría de las “dos naciones”, identificadas a dos religiones:
islam e hinduísmo. La partición tuvo lugar al precio de terribles
masacres y de gigantescos desplazamientos de poblaciones. El nuevo
estado
indio rechazó la lógica religiosa, definiéndose laico y siguiendo
abrigando una importante minoría musulmana. Al contrario, el estado
pakistaní –construcción geográfica artificial- buscó en la identidad
religiosa el cemento de su unidad. Este proyecto ha fracasado
radicalmente.
Primer fracaso histórico : la guerra de 1971. El Pakistán de los
orígenes
estaba compuesto de dos partes separadas por toda la anchura de la
India.
El estado estaba bajo el control de las élites penjabíes en el oeste,
que rechazaron todo reparto del poder, provocando la revuelta de los
bengalís en el este. El país se rompió en un sangriento conflicto,
dando nacimiento al Pakistán actual y a Bangladesh.
Segundo fracaso histórico : las consecuencias de la islamización.
De musulmán, el estado pakistaní se ha convertido progresivamente
en islamista, estando sometidas las leyes a las exigencias de las
autoridades
religiosas, de la sharia. Las minorías, particularmente cristianas,
viven en una gran inseguridad, y los laicos sufren presiones crecientes.
En el seno mismo de la referencia musulmana, la islamización ha abierto
una verdadera guerra de religión que opone sectas armadas sunitas y
chiítas, alimentando el ascenso de la intolerancia fundamentalista,
todo ello apoyado por Arabia saudita y el wahhabismo.
Cuarto fracaso histórico : el llamamiento a la unidad de los musulmanes
no ha reducido las tensiones nacionales y regionales. Pakistán es un
puzzle en el que las élites penjabíes ocupan una posición de fuerza
(administración, ejército…). Ninguna fracción de las clases dominantes
ha presentado proyecto federal común en el Noroeste pachtún, en
Baluchistán,
en el Sind, en el Pendjab… El país sigue siendo un polvorín.
Quinto fracaso histórico : la guerra de Afganistán. Durante varios
decenios, con la ayuda de la irresuelta cuestión de Cachemira, India
ha jugado el papel de enemigo hereditario. Hoy, la frontera “caliente”
se encuentra al oeste y opone a antiguos aliados (los talibanes son
una creación de los servicios especiales pakistaníes). De nuevo,
musulmanes
contra musulmanes. En la misma medida en que el conflicto con India
ofrecía una legitimidad nacionalista al estado pakistaní, la guerra
afgana la mina.
La identificación “nación” y “religión” ha sido un factor
de división y no de unificación. Así, el estado pakistaní aparece
hoy como un eslabón débil cuando ocupa un lugar decisivo en tensiones
geopolíticas que van del Asia central al Medio Oriente y al Asia del
Sur. Washington se inquieta por ello. Sin embargo, el imperialismo
estadounidense,
por su intervención en Afganistán y su acercamiento a India, contribuye
él mismo a desestabilizar Pakistán. En una parte del mundo marcada
por el enfrentamiento nuclear indo-pakistaní, los Estados Unidos juegan
el papel de aprendices de brujo.
Traducción: Alberto Nadal