La guerra de Afganistán inestabiliza al Estado pakistaní

Viernes 23 de abril de 2010

Pierre Rousset 

¿Sobrevivirá Pakistán a la prueba de la guerra de Afganistán? Si la pregunta puede plantearse, es porque en lo esencial la crisis actual no es coyuntural. Se están mostrando inconsistentes los fundamentos mismos del estado pakistaní creado en 1947. 
 
Para exigir la partición del imperio británico de las Indias, en el momento del acceso a la independencia, los promotores de Pakistán invocaron la teoría de las “dos naciones”, identificadas a dos religiones: islam e hinduísmo. La partición tuvo lugar al precio de terribles masacres y de gigantescos desplazamientos de poblaciones. El nuevo estado indio rechazó la lógica religiosa, definiéndose laico y siguiendo abrigando una importante minoría musulmana. Al contrario, el estado pakistaní –construcción geográfica artificial- buscó en la identidad religiosa el cemento de su unidad. Este proyecto ha fracasado radicalmente. 
 
Primer fracaso histórico : la guerra de 1971. El Pakistán de los orígenes estaba compuesto de dos partes separadas por toda la anchura de la India. El estado estaba bajo el control de las élites penjabíes en el oeste, que rechazaron todo reparto del poder, provocando la revuelta de los bengalís en el este. El país se rompió en un sangriento conflicto, dando nacimiento al Pakistán actual y a Bangladesh. 
 
Segundo fracaso histórico : las consecuencias de la islamización. De musulmán, el estado pakistaní se ha convertido progresivamente en islamista, estando sometidas las leyes a las exigencias de las autoridades religiosas, de la sharia. Las minorías, particularmente cristianas, viven en una gran inseguridad, y los laicos sufren presiones crecientes.

En el seno mismo de la referencia musulmana, la islamización ha abierto una verdadera guerra de religión que opone sectas armadas sunitas y chiítas, alimentando el ascenso de la intolerancia fundamentalista, todo ello apoyado por Arabia saudita y el wahhabismo. 
 
Cuarto fracaso histórico : el llamamiento a la unidad de los musulmanes no ha reducido las tensiones nacionales y regionales. Pakistán es un puzzle en el que las élites penjabíes ocupan una posición de fuerza (administración, ejército…). Ninguna fracción de las clases dominantes ha presentado proyecto federal común en el Noroeste pachtún, en Baluchistán, en el Sind, en el Pendjab… El país sigue siendo un polvorín. 
 
Quinto fracaso histórico : la guerra de Afganistán. Durante varios decenios, con la ayuda de la irresuelta cuestión de Cachemira, India ha jugado el papel de enemigo hereditario. Hoy, la frontera “caliente” se encuentra al oeste y opone a antiguos aliados (los talibanes son una creación de los servicios especiales pakistaníes). De nuevo, musulmanes contra musulmanes. En la misma medida en que el conflicto con India ofrecía una legitimidad nacionalista al estado pakistaní, la guerra afgana la mina. 
 
La identificación “nación” y “religión” ha sido un factor de división y no de unificación. Así, el estado pakistaní aparece hoy como un eslabón débil cuando ocupa un lugar decisivo en tensiones geopolíticas que van del Asia central al Medio Oriente y al Asia del Sur. Washington se inquieta por ello. Sin embargo, el imperialismo estadounidense, por su intervención en Afganistán y su acercamiento a India, contribuye él mismo a desestabilizar Pakistán. En una parte del mundo marcada por el enfrentamiento nuclear indo-pakistaní, los Estados Unidos juegan el papel de aprendices de brujo. 
 
Traducción: Alberto Nadal

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