La izquierda frente a la crisis y la ofensiva ideológica

Lunes 22 de noviembre de 2010

Bruno Maia | Inprecor nº 566, octubre 2010. Traducido por Faustino Eguberri para Viento Sur

La estrategia del plan europeo de estabilidad, impuesta por Angela Merkel, la Comisión Europea y los demás gobiernos de la Unión, ha sido acogida con entusiasmo y sumisión por el gobierno portugués. El primer ministro socialista, José Sócrates, aspira a ser reconocido como el mejor alumno de la Unión Europea y cuenta para ello con el apoyo de toda la derecha.

La derecha y el Partido Socialista quieren dar garantías y distinguirse poniendo en marcha el Pacto de Estabilidad, que introduce sanciones más severas en caso de su no realización, autoriza el control de los presupuestos nacionales por la Unión y condiciona las ayudas a medidas draconianas de desvalorización de los salarios y aumento de los impuestos. Con ese objetivo, como en los años 1930, el gobierno ha comenzado la reducción del salario nominal, que debe bajar un 5% de aquí a 2013 y los aumentos de impuestos[1] tendrán inmediatamente el efecto de una devaluación de las rentas reales de un 2,5%.

El objetivo del plan europeo de estabilidad está claro: se trata de impulsar la especulación, la financiarización ilimitada y el saqueo de las economías europeas. Los 750 millardos de euros del fondo de estabilización del euro y las reglas draconianas impuestas a las economías nacionales deben servir para salvar el sistema financiero, pues de cerca de 7.000 millardos de euros de la deuda pública del conjunto de los países de la UE, 2.500 figuran en los activos de los bancos. Se trata pues de una gigantesca operación de rescate del sistema financiero, sin duda la más importante de toda la historia del capitalismo.

Pero tampoco esta transferencia de valores garantiza en absoluto el rescate. En efecto, esta decisión política no hace sino agravar los problemas estructurales de las economías de la zona euro pues la reducción de los salarios no produce automáticamente ganancias de competitividad. La estabilidad del euro continúa siendo amenazada: si las economías no crecen, todos los ajustes fiscales van a reducir la demanda y no serán sino medidas recesivas; si a corto o medio plazo se asiste a una nueva recesión, el riesgo de excluir a algunos países de la zona euro se hará más grande…

Crisis social

La aplicación a Portugal del plan europeo del Pacto Europeo de Estabilidad y de Crecimiento busca dos objetivos: reducir rápidamente (antes de 2013) y de forma draconiana el déficit presupuestario (del 9,3% del PIB al 2%). Las opciones elegidas son unívocas: destrucción de las políticas sociales públicas y desmantelamiento del estado providencia, esta vez hasta en sus raíces ideológicas. Es el papel del gobierno Sócrates, que puede seguir contando con el orgulloso apoyo del Partido Social-Demócrata (PSD, un partido burgués que debe su nombre al clima de rechazo a la burguesía tras la “revolución de los claveles” de 1974, que obligó al gran capital a cubrirse con una hoja de parra "social"). Si, en efecto, los dos partidos entretienen a la galería con sus pequeños litigios politiqueros, se ponen de acuerdo cuando las opciones de sociedad están en juego. El conjunto de las prestaciones sociales es atacado y debe ser robado, desde la tasa sobre el consumo hasta los subsidios de desempleo. El gobierno ha reducido los subsidios de desempleo, los ha limitado en el tiempo y ha modificado las reglas de su asignación, haciéndolos aún más inaccesibles. Ha inventado un techo de las prestaciones sociales para limitarlas independientemente de la realidad social. Las prestaciones dejan así de ser un derecho para no ser concedidas más que en las situaciones de extrema gravedad. Cuando el paro continúa creciendo, el gobierno aumenta los impuestos prometiendo no quedarse ahí.

La tasa de paro se acerca al 10%. Además, incluso quienes tienen un empleo están pauperizados, la renta del trabajo no basta para garantizar las necesidades esenciales de muchas familias. Ya cerca del 18% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y, en las regiones del norte del país el umbral del 25% ha sido alcanzado, cuando la pobreza aumenta cada año. Más de un millón de trabajadoras y trabajadores tiene empleos precarios y entre los más jóvenes afectan a más de una tercera parte de los asalariados. Las empresas de trabajo temporal proliferan, teniendo con Sócrates un representante en el gobierno. El Estado en efecto emplea él mismo a cerca de 150.000 trabajadores ilegalmente, cuando su función debería ser garantizar el empleo. Estas cifras esbozan el retrato de una crisis que desgarra el tejido social.

Ataque ideológico contra el Estado social

Todo esto ha sido acompañado de una feroz agresión ideológica de cara a preparar a la opinión pública. A medida que el discurso de la crisis se instalaba en toda la sociedad, que la opinión pública interiorizaba cada vez más la necesidad de la reducción de los gastos y de sacrificarse frente al desastre financiero, el discurso de los liberales se hacía cada vez más ambicioso: si los pobres son pobres, es porque no trabajan y no tienen ambiciones, los pobres no saben gestionar su dinero y por tanto no pueden tener derecho a las prestaciones sociales… El sentimiento de temor a la pauperización que existe actualmente y que se traduce en la dificultad de reaccionar frente a los ataques contra los derechos de los trabajadores y de las trabajadoras puede aún aumentar con la presión directa ejercida sobre las condiciones de vida. Pues la vida de mucha gente va a empeorar.

Durante el decenio pasado numerosas fábricas han cerrado en Portugal, sobre todo en la región del Norte y la región interior, donde familias e incluso poblaciones enteras quedaron devastadas por el paro cada vez que una gran empresa cerraba en la región. Frente a esto, no hemos visto mucho la presencia de los sindicatos -en la mayor parte de los cierres de fábricas no ha habido resistencia ni oposición y a menudo, sin la intervención del Bloque de Izquierdas, habían tenido lugar sin que la opinión pública hubiera sido siquiera informada. Los sindicatos y al Partido Comunista, concentrados en su ombligo, continúan movilizando sus recursos internos y la indignación popular a través de huelgas y manifestaciones rutinarias que no tienen otro efecto que marcar el orden del día de sus comités centrales con muy pocas otras consecuencias.

El gobierno se ha apoyado en la idea de los sacrificios supuestamente necesarios para conducir su política fiscal. Sus discursos proclaman que la fiscalidad permite repartir equitativamente los sacrificios. Se trata de una triple mentira. En primer lugar, las rentas del trabajo van a ser penalizadas doblemente, a través del aumento de las tasas del impuesto sobre la renta y a través del aumento del IVA. Luego, el aumento de las tasas del impuesto sobre las sociedades está erosionado por la relación entre las tasas legales y las tasas reales[2], en particular en el sector bancario. Finalmente, un justo reparto de los sacrificios implicaría la concentración de los ingresos fiscales sobre las rentas más elevadas y dejar fuera a quienes hay soportado ya otras medidas de austeridad, lo que no es el caso en absoluto.

El PSD, principal partido de la oposición de derechas, cuyo nuevo líder Passos Coelho asume su ultraliberalismo, se ha dado por prioridad la modificación de la Constitución a fin de suprimir en ella los artículos consagrados a la educación y la salud que les caracterizan como bienes públicos. Passos Coelho sabe muy bien que no es la Constitución la que ha molestado los sucesivos ataques de los gobiernos liberales en el curso de los veinte últimos años. Su estrategia es puramente ideológica. Aspira a ser el primer ministro que destruya hasta las raíces formales el estado social y todo lo que subsiste de la solidaridad social en un país al borde de la ruptura. Así, el ataque neoliberal más salvaje de la historia de Portugal y un debate ideológico cada vez más alejado de lo que interesa a los obreros se completan con vistas a infligir una profunda derrota a los trabajadores y provocar un retroceso de las luchas sociales, del movimiento sindical y de la izquierda política. Al mismo tiempo, el discurso de los sindicatos, siempre bajo la influencia del Partido Comunista Portugués y cada vez más distanciado de las preocupaciones de la mayoría de los trabajadores, deja el campo libre para que la derecha y los liberales impongan el debate sobre el fin del Estado social y el retorno a la asistencia ¡presentada como la única forma posible de la solidaridad!

La respuesta de la izquierda

La izquierda no puede esperar nada de las instituciones de la Unión Europea y no puede otorgarles ninguna confianza para afrontar la crisis: esas instituciones son las promotoras de la crisis y de la transferencia del valor del trabajo hacia el capital. Como defiende el Bloque de Izquierdas desde su creación, sin una refundación de Europa con un Pacto por el Empleo que sustituiría sus reglas y sus instituciones a las del Pacto de Estabilidad y de Crecimiento y del Tratado de Lisboa, no habrá política europea para hacer frente a la crisis sino siempre políticas europeas que la agravarán así como la recesión.

El papel del Bloque de Izquierdas es combatir a esas instituciones y esas políticas que bajo el pretexto de respuesta a la crisis imponen nuevas medidas de austeridad. Esta lucha se extiendo hoy al combate contra el proyecto de un directorio europeo que imponga límites de déficits presupuestarios nacionales y habilite al Consejo Europeo de ministros de Finanzas para ratificar los presupuestos. Consideramos en efecto que hay que diferenciar los campos en los que es necesaria una solidaridad y políticas comunes europeas de aquellos en los que es precisa más libertad nacional para proteger el empleo y las soluciones viables para las economías.

Pero no tenemos ilusiones sobre las correlaciones de fuerzas: ninguno de los gobiernos existentes en Europa defiende una perspectiva de refuerzo del papel del trabajo en la reconstrucción de la economía y las convergencias entre el liberalismo y la social-democracia son estructurales (incluso si, a veces, algunos partidos se diferencian). Es pues fundamental que la izquierda ponga el acento en otras dimensiones de la lucha contra la mundialización financiera, en particular sobre los medios de acción que permitan decisiones económicas favorables al empleo.

El contrato de trabajo, el salario, la reducción de la precariedad y la defensa de la seguridad social son los puntos centrales de la acción por una estrategia alternativa viable. La generalización de los contratos de trabajo, la determinación de salarios independientemente de la coyuntura financiera y de la especulación y la institucionalización de la protección social tienen no solo un efecto de redistribución de la riqueza que ninguna otra política había jamás alcanzado, sino que tienen igualmente un efecto automático de estabilización de la economía gracias a su repercusión sobre la demanda. Si el marco teórico de la economía capitalista puede aún integrar tales respuestas, no es el caso del capitalismo financiero que ha producido la crisis actual (lo que hace de ella una especie de "medida transitoria" actual).

La defensa de las políticas fiscales autónomas constituye otro pilar fundamental de una respuesta de la izquierda. El aumento de los ingresos fiscales es la única respuesta posible a la bola de nieve de la deuda y por tanto a los mercados financieros. Y es una cuestión esencial de la democracia económica que va en contra de una de las formas más violentes de la acumulación, la de la evasión fiscal o de las ventajas fiscales. El Bloque de Izquierdas defiende pues, a escala europea, el control del sistema financiero contra la especulación, comenzando por medidas autoritarias como el fin de los offshores y la imposición a las transacciones financieras: una tasa del 0,1% sobre las transacciones financieras (ya conocida como Tasa Tobin) representaría unos ingresos de 920 millardos de euros, es decir más que el conjunto del plan europeo de estabilización.

Para oponerse a la destrucción de los servicios sociales, la izquierda debe apoyar las inversiones públicas cualificadas, con prioridades claras. El Bloque ha propuesto que se de prioridad a la rehabilitación urbana, que tendrá efectos sobre la reducción del endeudamiento, la creación de los empleos y la reducción del coste de la vivienda. Al mismo tiempo hemos rechazado y peleamos contra toda reducción de las inversiones creadoras de empleo previstas y subrayamos que la ofensiva ideológica contra las inversiones públicas constituye uno de los principales frentes en los que la derecha ha pasado al ataque.

El combate ideológico es ahora una cuestión fundamental de la transformación social. Hay que reconocer que nuestro frente de batalla está más atrás que hace cinco o diez años. Sabemos que la crisis y la ideología del sacrificio han infligido a la izquierda numerosas derrotas en combates fundamentales y han tenido como efecto, en Portugal, hacer las luchas obreras menos visibles o menos ambiciosas en sus objetivos aún aparentes. Debido a ello, el combate por la opinión pública, a fin de impedir el aislamiento de las luchas obreras, constituye uno de los ejes de nuestra lucha. Debemos derrotar a la estrategia del temor de la propaganda del PS y del PSD, que intenta la aceptación de todos los "sacrificios" en nombre de los riesgos internacionales. Si esta ideología del sacrificio triunfa, el movimiento obrero sufrirá una derrota. Por esta razón el Bloque reforzará su agitación y su propaganda sobre las primas millonarias, los bonus, la acumulación de la burguesía en ascenso y de los boys, pues es la mejor forma de combatir la ideología del sacrificio. Denunciamos nominalmente estos casos, indicamos las transferencias efectuadas con vistas a la especulación y la corrupción.

La lucha generalizada necesita la acumulación de fuerzas. Las dificultades de las recientes huelgas son desde este punto de vista bien conocidas. El Bloque de Izquierdas elegirá en su momento las formas de confrontación con el gobierno. Pueden consistir, en el terreno institucional, en el voto de una moción de censura, en la exigencia de un voto de una moción de confianza así como en la presentación de las proposiciones alternativas con vistas a enfrentar a los partidos -el PS y su alianza con el PSD e incluso con el CDS.-PP[3]- con sus promesas electorales y la crisis social que el gobierno socialista ha provocado. El Bloque de Izquierdas trabaja así para reforzar la participación de sus militantes en el seno de los sindicatos y de las formas de lucha alternativas que aparecen (las organizaciones de precarios, que están en sus primeros pasos), a fin de estar más cercano a los nuevos trabajadores y los nuevos parados, con un lenguaje más cercano a su realidad.

La campaña presidencial

La próxima campaña presidencial se acerca [4]. Opondrá a Manuel Alegre[5] al actual presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva (PSD). Aunque la estrategia revolucionaria estará ausente de este debate y las dos orientaciones en presencia se sitúen en el marco del capitalismo, son diametralmente opuestas y las repercusiones son importantes.

El presidente saliente, Cavaco Silva, ha sostenido siempre la política de privatización de los servicios públicos y los recortes en las prestaciones sociales del gobierno del PS. Ha sido un ferviente defensor del primer ministro Sócrates en la elaboración del nuevo Código del Trabajo, que ha puesto en cuestión los derechos sociales más allá de todo lo que cualquiera haya osado proponer en Portugal desde el 25 de abril de 1974. Y sólo no ha apoyado a Sócrates cuando éste dio algunos pasos progresistas: se opuso así a la revisión de la ley sobre el divorcio y a la aprobación del matrimonio entre homosexuales…. En definitiva, es un neoliberal feroz, heredero de Thatcher y de Reagan y un conservador católico de la vieja guardia.

Frente a él, Manuel Alegre tiene una larga historia de oposición a las peores políticas antisociales del gobierno. Varias veces ha estado entre los principales adversarios de Sócrates, de la derecha y de los políticos que más han devastado el estado social. En el curso de estos cinco últimos años ha estado en el Parlamento al lado del Bloque de Izquierdas en los momentos de más vivas tensiones.

Es esta la razón por la que, para el Bloque de Izquierdas, no había otra opción: había que estar de un lado de la barricada de oposición a Cavaco y no hemos dudado en apoyar la candidatura de Manuel Alegre.

Estas elecciones serán un momento de intensa discusión ideológica sobre la crisis, la recesión y las respuestas de la izquierda. En ese debate Manuel Alegre no es el candidato del PS, ha comenzado como un candidato opuesto al PS, opuesto a la orientación de su dirección, un candidato independiente al que el Bloque de Izquierdas fue el primer partido en aportar su apoyo. Sócrates y sus hombres de paja han comenzado por rechazar esta candidatura, pues no sólo había sido anunciada sin el consentimiento del PS, sino sobre todo porque a sus ojos estaba opuesta al gobierno y a todo lo que este último ha representado durante estos últimos cinco años. El apoyo, tardío y apurado, que el PS ha finalmente aportado a Alegre no tiene otro objetivo que evitar el escenario de las presidenciales de 2006, cuando Manuel Alegre obtuvo más de un millón de votos, superando al candidato gubernamental socialista, Mario Soares, que fue el gran perdedor en esas elecciones.

(*) Bruno Maia, médico, es miembro del Comité Ejecutivo del Bloque de Izquierdas (Bloco de Esquerda), del Consejo de la asociación política socialista revolucionaria (sección portuguesa de la IV Internacional, una de las tres organizaciones fundadoras del Bloque de Izquierdas) y del Comité Internacional de la IV Internacional. Fundador de la asociación "Médicos pela Escolha" (MPE, Médicos por la libre elección), que lucha por los derechos sexuales y reproductivos (educación sexual, aborto, procreación asistida médicamente, identidad sexual y orientación sexual). Presenta aquí la orientación del Bloque de Izquierdas.

Notas:

[1] Las rentas de los hogares están sometidas a una sobretasa extraordinaria del 1% al 1,5% (según su nivel), la tasa normal del IVA aumenta al 21% y, para poder hablar del esfuerzo "justamente repartido", una sobretasa del 2,5% afectará a los beneficios de las empresas que superen los dos millones de euros anuales.

[2] Son así, por ejemplo, deducibles para la determinación del resultado fiscal de las sociedades: las amortizaciones y su depreciación, las provisiones, los alquileres, los salarios, los intereses, la remuneración de los dirigentes (en totalidad), los royalties, los dividendos, etc.

[3] Partido de Centro Democrático y social-Partido Popular, fundado en julio de 197, es un partido de derecha conservadora y nacionalista.

[4] La elección presidencial tendrá lugar a comienzos de 2011.

[5] Manuel Alegre, escritor y poeta, opositor a la dictadura de Salazar, exiliado durante diez años (1964-1974) en Argelia (donde animó Radio Argel, muy escuchada en Portugal por los opositores a la dictadura), miembro del PS y antiguo diputado (1976-2009), fue candidato independiente a la presidencial en 2006 (en oposición al candidato oficial del PS, Mario Soares, al que superó con el 20,72% de los votos, contra el 14,34%). De nuevo candidato para 2011, primero solo con el apoyo de su Movimiento de Intervención y de Ciudadanía y del Bloque de Izquierdas, ha obtenido en mayo de 2010 el apoyo oficial del PS, anunciado por el primer ministro José Sócrates.

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