El desorden energético

Domingo 13 de febrero de 2011

Manuel Garí

Pese a la evidente necesidad del apoyo financiero específico para impulsar la implantación y despegue de las energías renovables, cuya curva de aprendizaje todavía dista del punto de madurez requerido, el parlamento y el gobierno español dan muestras, con el Ministerio de Industria a la cabeza, de un comportamiento errático y equivocado. El Plan de Acción Nacional de Energías Renovables (PANER) fijó ante la UE que en 2020 la aportación al consumo final de energía de las renovables sería de 22,7%, cifra que ha quedado en papel mojado porque la Subcomisión de Estrategia Energética del Congreso de los Diputados la rebajó al 20,8%. El Real Decreto Ley 14/2010 contempla medidas de recorte de gastos en el sistema eléctrico por 4.600 millones de € en 3 años, que recaen fundamentalmente sobre las renovables: 2.220 son recortes de primas a la energía solar fotovoltaica -lo que significará un recorte medio de la facturación de un 30%-, 891 a la termosolar y 232 a la eólica. En el caso de los problemas en la fotovoltaica el culpable es el gobierno que reguló mal -abriendo el paso a fraudes de capitales especuladores ociosos de la construcción que convirtieron las instalaciones en productos financieros y rectificó a destiempo y sin concierto. Declaraciones como las recientes del diputado socialista Antonio Cuevas, vienen a reforzar a quienes desde los intereses de las energías convencionales han convertido a las renovables, particularmente la fotovoltaica, en responsables, sin mediar argumentación, de las perversiones de un mercado eléctrico opaco y un sistema de cálculo ineficiente.

Álvaro Mazarrasa de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos defendió en Cinco Días (7/2/2011): “…cada tipo de energía debe ser capaz de competir con otras fuentes sin subsidios estructurales ni costes añadidos; cargar a un tipo de energía con un sobrecoste para financiar el desarrollo de otra energía con un uso totalmente diferente carece de racionalidad económica, medioambiental y social”. Interesada versión de la competencia, el modelo energético y la racionalidad. Olvida los costes monetarios (pagados por todos) que suponen las importaciones de gas y petróleo que a finales de 2010 se habían incrementado en torno al 30% y que, dada el alza del precio del crudo, significó un sobrecoste de 7.000 millones de euros; lo que de seguir en 2011 impedirá la salida de la crisis. Olvida los costes sociales, sanitarios y económicos de la contaminación atmosférica que envuelve nuestras ciudades. Su discurso forma parte del que vienen manteniendo quienes interesada pero no inconscientemente ignoran los retornos que generan los incentivos a las energías renovables, confunden primas con subvenciones e identifican renovables con régimen especial.

Las emisiones de gases de efecto invernadero, inductoras del cambio climático, no se han detenido en la Cumbre de Cancún. Por contra, en una manifestación de irresponsable productivismo, la corrupta compañía BP aliada con la rusa Rosneft, se apresta a perforar en el Ártico dadas las facilidades que presenta su creciente deshielo. Nadie detiene la irracionalidad y no es casualidad: los intereses petroleros siguen, con Exxon Mobil a la cabeza, liderando el ranking global de empresas por capitalización bursátil, por delante de las TIC, encabezadas por Apple. Fin de la inocencia: el capitalismo realmente existente asienta sus ganancias en una charca de petróleo.

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