El cierre de TV3 en Valencia desata una ola de protestas

Viernes 4 de marzo de 2011

Miquel Ramos / Diagonal

La televisión pública catalana emitía desde 1983 gracias a los repetidores de Acció Cultural del País Valencià (ACPV), que ha sido multada por el Govern valenciano con 600.000 euros por negarse a cerrarlos.

La única televisión íntegramente en lengua propia que recibían los valencianos dejó de verse el 17 de febrero por las multas que ha impuesto el Consell a la asociación cultural que trajo la señal de TV3 hace 28 años.

Acció Cultural del País Valencià (ACPV), una de las entidades valencianas más importantes en promoción cultural y lingüística, ha sido castigada por el gobierno de Francisco Camps (PP) con multas que ascienden a 600.000 euros por negarse a cerrar los repetidores que traían la señal desde el norte. Si no lo hacían antes del 20 de marzo, la sanción se incrementaría cada quince días en 60.000 euros más.

El Consell modificó la Ley 1/2006 de la Generalitat, del Sector Audiovisual a través de la Ley 16/2010 de 27 de diciembre de Medidas Fiscales, de Gestión Administrativa y Financiera y de Organización de la Generalitat. Con esta nueva norma, la Consellería de Justicia amenazaba a ACPV con multarla con otros 120.000 euros si no cesaban las emisiones de TV3 el 17 de febrero.

ACPV decidió entonces apagar la señal. De poco sirvieron las más de 650.000 firmas de apoyo que ACPV presentó en 2010 a la Iniciativa Legislativa Popular Televisió sense Fronteres, que fue torpedeada por el PSOE para que no se debatiera en las Cortes Valencianas. El Gobierno central se negó también a ceder un nuevo múltiplex para la reciprocidad de las cadenas autonómicas valencianas y catalanas.

En cambio, la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT) concluyó días después –tras una consulta de una empresa privada también multada según la nueva norma del Consell– que la Generalitat no tiene potestad para sancionar a Acció Cultural del País Valencià (ACPV) porque los repetidores con los que emite son competencia estatal y no autonómica al considerarlos “comunicaciones electrónicas”.

El Consell dijo no aceptar esta resolución y ACPV, aunque trate de reconducir la situación en base al dictamen de la CMT, deberá abonar la multa.

El fin de las emisiones de los canales catalanes en el País Valencià tuvo una rápida y contundente respuesta ciudadana: tres concentraciones en una semana en Valencia, una de las cuales reunió a unas 4.000 personas, 15.000 en Castelló y muchas otras protestas a lo largo del territorio organizadas a través de las redes sociales.

Éstas demostraron el interés que la televisión catalana despierta entre los valencianos. A la vez, las protestas por TV3 sirvieron para retomar la reivindicación de una televisión pública valenciana que cumpla su función de servicio público, promover la lengua propia y que deje de estar al servicio del PP.

El día siguiente del apagón de TV3, distintos foros de internet anunciaron un ataque masivo de protesta contra las webs del PP valenciano y de la Generalitat, que estuvieron prácticamente todo el día bloqueadas por la acción de los hackers. El Govern anunció que investigaría la autoría de dichos ataques y que denunciaría a los responsables, a los que calificó de “terroristas”.

La ‘catalanofobia’

El discurso catalanófobo es uno de los rasgos distintivos de la derecha valenciana desde el Franquismo. Ante las reivindicaciones nacionalistas valencianas, estrechamente ligadas a Catalunya, con quien comparten lengua y cultura, la derecha franquista azuzó el miedo a un “imperialismo catalán” que supuestamente pretendía “apropiarse” de las señas de identidad valencianas, para despertar una bestia que todavía hoy azota cualquier iniciativa valencianista que no reniegue de sus lazos con Catalunya.

El nombre de la lengua (‘catalán’ para denominar el conjunto de la lengua, y ‘valenciano’ para su variante valenciana) ha sido el eje de la polémica durante todos estos años, a pesar de no existir ninguna duda académica de que se trata de la misma lengua.

Aunque existe, además del nacionalismo catalanista, un nacionalismo estrictamente valenciano, éste no reniega de la unidad de la lengua ni de la vinculación histórica y cultural con el resto del área lingüística.

Es por esto que las desorbitadas multas a ACPV se interpretan como una ofensiva del PP contra la entidad, uno de los motores clave del nacionalismo valenciano y de la normalización lingüística. Sin embargo, las numerosas muestras de solidaridad y las quejas de intelectuales, académicos, artistas y del sector audiovisual valenciano han forzado al PSOE a denunciar ante la Comisión Europea el apagón de TV3, así como al presidente de la Generalitat Catalana, Artur Mas (CiU), a pedir una reunión con su homólogo valenciano, Francisco Camps, para tratar el tema, a lo que éste se ha negado al considerar que “sólo interesa a una minoría”.

 

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