Movimiento 15 de Mayo ¿Del Ágora al Poder?

Martes 14 de junio de 2011, por Mar

Antonio Liz

Ya ha pasado un mes desde el surgimiento del movimiento social conocido como “15 de Mayo”. Esto nos permite hacer una reflexión desde su primera etapa, la acampada en Sol, al comienzo de la segunda, la extensión a los barrios.

El movimiento 15-M nació tras la descarada traición que las dos grandes centrales sindicales a nivel estatal, CCOO y UGT, ejercieron sobre la clase trabajadora después de la huelga general del 29 de septiembre, que había puesto en evidencia que la clase obrera si se la convoca a la lucha es actuante. Las direcciones de CCOO y UGT tenían tras el 29-S la posibilidad de llamar a la clase trabajadora a nuevas movilizaciones sociales para tumbar la contrarreforma laboral pero hicieron lo contrario, frenaron su movilización. Si CCOO y UGT hubiesen canalizado el descontento de la clase trabajadora inmediatamente después del 29-S no estaríamos hablando, a buen seguro, del 15-M.

La traición pos 29-S de CCOO y UGT venía precedida en el tiempo por la propia desidia social de sus aparatos sindicales, por la traición de la izquierda institucional y por la precarización de la clase trabajadora a través de contratas, subcontratas, reajustes, despidos y bajos salarios. Pero en el estallido de la rabia social contenida no sólo influyó este negro panorama sino también el estimulante ejemplo que significaron las grandes movilizaciones de nuestro entorno, empezando por las griegas y terminando por las de los países árabes.

Sin todo lo anterior no se puede entender como una convocatoria por la red va a tener una respuesta social muy importante que se hace masiva cuando se represalia al naciente 15-M y se le declara ilegal por la Junta Electoral. La noche del 20 al 21 en Sol, del viernes al sábado, esperando el ecuador de las 00,00 horas, cuando el 15-M sería ya completamente ilegal, es el momento álgido de la primera etapa del movimiento. Tod@s l@s que estuvimos allí vivimos a las 00,00 horas una catarsis colectiva. Allí el pueblo reivindicó algo tan elemental como que la soberanía descansa en él y no en las instituciones, que cuando son representativas ejercen la soberanía por delegación. Fue, sin duda alguna, la mayor concentración popular de la Historia Contemporánea de España en Sol, superior incluso a las manifestaciones de júbilo que allí se dieron cuando se celebró la instauración de la II República, el 14 de abril de 1931.

La juventud trabajadora y pre-trabajadora (estudiantil) tuvo una grandísima presencia social en las concentraciones de Sol. Miles de jóvenes hicieron su bautismo político. Las mujeres jóvenes tuvieron una participación social enorme, no vista desde hace décadas. Dentro de esta juventud hay un grupo importante de titulados universitarios, algun@s pueden pensar que su titulación les da más derechos que a l@s trabaj@doras no titulad@s. Sería un craso error, el Capital no les instruye para que sean más libres sino para someterles a su servicio –con buena paga, en algunos casos. Pero si no se quiere estar al servicio del Capital no importa que se sea una trabajadora o un trabajador en paro, con trabajo, joven o mayor, titulad@ o no titulad@, del sector servicios, del primario, del secundario o de la administración, lo único determinante es que tod@s tenemos como renta exclusiva nuestro salario y que dependemos de la acción social del Estado para tener acceso digno a prestaciones básicas como el trabajo, la sanidad, la vivienda, la cultura y la cobertura por desempleo.

Que el 15-M sea un movimiento social nacido al calor de las traiciones de la izquierda institucional y de los dos grandes sindicatos estatales y de las degradantes condiciones sociales para la clase trabajadora, no quiere decir, ni mucho menos, que sea un movimiento políticamente definido. Entre las grandes aportaciones del 15-M están sus concentraciones masivas, su carácter asambleario y el haber identificado con claridad que el enemigo principal es el capital financiero y que los políticos institucionales están a su servicio. Otro rasgo positivo, que puede ser determinante, es que se ha extendido a los barrios.

No todo es positivo. El 15-M también tiene un rasgo negativo. Este es producto de una respuesta social intuitiva de una clase trabajadora que no es homogénea ni estructural ni generacionalmente. La clase trabajadora, como cualquier otra clase, tiene diversas capas por su función en el proceso productivo, comercial y administrativo y, por supuesto, por la diversidad generacional. Estas obviedades son un obstáculo político enorme cuando la clase no tiene un referente político claro, que le de coherencia a lo aparentemente incoherente, que es sencillamente diversidad y no antagonismo.

Mientras que la característica del 15-M como un movimiento popular asambleario es extremadamente positivo, sus primeras y agotadoras y no muy concretas deliberaciones se deben exclusivamente a que está en fase de aprendizaje, su asco genérico por las siglas, por los partidos y sindicatos, se puede convertir en un síntoma claramente negativo. El 15-M no comprende hoy que toda información es poder, poder de dilucidar en este caso. No se trata de que las personas que participen en el movimiento lo hagan en nombre de esta o aquella organización sino de que no oculten su pertenencia. La identificación sirve para ir sabiendo quienes tienen o no tienen en sus banderas las reivindicaciones democráticas del propio movimiento, algunas de tanto calado que de llevarse a la práctica supondrían el cuestionamiento del propio sistema. Es nocivo que el 15-M le haga ascos a las banderas de las organizaciones que están con el movimiento porque eso le impide reconocerlas en un primer vistazo. Una cosa son los sindicatos, partidos y políticos traidores y otra muy diferente los militantes, organizaciones y colectivos de la izquierda social. No ver esta diferencia básica y fundamental llevaría al 15-M a caer en el terreno del apoliticismo con la excusa del no partidismo. Sería una gran derrota política para la clase trabajadora que el movimiento no canalizase la energía social en él existente.

Las Asambleas de Barrios van a dar el tono del futuro político del 15-M. Una muestra de lo que podrán hacer en el futuro inmediato está en la marcha hasta el Congreso de los Diputados que se va a celebrar el 19 de junio. Marcha convocada por las Asambleas de Trabajadores de Barrios y Pueblos de Madrid. Sin en ella confluye una gran parte del 15-M, como es más que posible que ocurra, será un buen indicio de por donde puede pasar el futuro. Si las Asambleas Barriales del 15-M son capaces de consensuar un programa reivindicativo básico entre todas las que perduren, elegir delegad@s que las representen en una Asamblea General de Barrios (en Sol, en el caso de Madrid), el 15-M se convertirá en el Parlamento del Pueblo, donde todos l@s militantes, los movimientos y las fracciones políticas de la clase trabajadora llevarían a debatir sus programas. De esta forma el 15-M se convertiría en el sostén de las organizaciones de la izquierda social porque les indicaría el camino socialmente deseado y ellas someterían sus procederes a la Asamblea General. De ser así el Ágora sería la fuente del Poder. Otra coyuntura vendría, la fundada en la esperanza social.

Madrid, 13, junio, 2011

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