Entrevista a Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, ganadores del premio Libertador del Pensamiento Crítico 2010

Martes 5 de julio de 2011, por Mar

Salvador López Arnal/Rebelion

Profesores de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, colaboradores de El Viejo Topo, Viento Sur, rebelión y de otras páginas alternativas, Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, que no necesitan presentación alguna, son autores de numerosos artículos de investigación y de libros como Educación para la ciudadanía. Democracia, Capitalismo y Estado de Derecho (2007) y Comprender Venezuela, pensar la democracia (2006). La editorial Akal publicó en 2010 su importante ensayo El orden de El Capital. Por qué seguir leyendo a Marx, con el que han obtenido el Premio Libertador del Pensamiento Crítico 2010.

Después de felicitaros calurosa y muy sinceramente, os pregunto sobre el premio. ¿Quién convoca el Premio Libertador del Pensamiento Crítico? ¿Qué obras pueden aspirar a él?

Cualquier obra que responda de un modo u otro al rótulo genérico de “pensamiento crítico” puede aspirar a este premio que convoca el Gobierno de Venezuela como parte de su proyecto de transformación social. Es un hecho que la mayor parte del sistema internacional de premios y reconocimientos está diseñado para promocionar el pensamiento hegemónico (especialmente en materias de alto impacto político). En ese sentido, parte de la batalla por la hegemonía pasa por ocupar espacios de producción teórica (en Universidades, Institutos, Centros de Investigación, etc.) y crear las condiciones para el reconocimiento, la difusión y la proyección internacional. El Premio Libertador es una de las más importantes contribuciones en esa dirección no sólo por tratarse de un premio con una extraordinaria dotación económica (más del doble que el Premio Príncipe de Asturias, por ejemplo) sino, sobre todo, por el impresionante trabajo de edición y difusión que realiza el gobierno bolivariano: 100.000 ejemplares para distribuir gratuitamente en Venezuela, Cuba y Bolivia y varias ediciones posteriores a precios muy reducidos realizadas por la Editorial del Ministerio de Cultura (que es, aprovechamos aquí para decirlo, uno de los proyectos más impresionantes que ha puesto en marcha el gobierno bolivariano).

El Ministerio de Cultura Venezolano afirma que el Gobierno Bolivariano otorga el premio “con el objetivo de reconocer la labor reflexiva de aquellos autores que han desarrollado una visión distinta a la mirada monolítica del pensamiento imperialista”. ¿Sobre qué tema habéis ejercido vosotros vuestra mirada crítica? ¿Hacia adónde apunta el título de vuestro ensayo?

El libro de El orden de ’El capital’ se inscribe en la misma línea de investigación que nuestros trabajos anteriores. En las últimas publicaciones hemos tratado de demostrar la radical incompatibilidad entre capitalismo y ciudadanía. En efecto, en contra del sistema de evidencias tejido por los relatos de legitimación del capitalismo, el proyecto republicano e ilustrado de una sociedad libre y en estado de derecho es incompatible con un régimen en el que las estructuras de poder público no pueden competir en poder con las corporaciones privadas; la democracia es incompatible con un sistema en el que las instituciones políticas soberanas están secuestradas por organismos económicos capaces de estrangular países (tanto del centro como de la periferia) y, llegado el caso, imponer decisiones políticas por la fuerza (ya sea mediante golpes de estado militares o golpes de estado financieros bajo la forma de planes de ajuste); ningún teórico de la tradición republicana e ilustrada habría dado por buena la estafa de considerar “libres” a los ciudadanos cuya subsistencia depende de la voluntad arbitraria de otro particular. Todo esto nos parece algo evidente. Sin embargo, una parte de la tradición marxista ha mostrado siempre gran resistencia a reivindicar como propios los conceptos jurídicos y políticos fundamentales de esta tradición republicana (considerándolos siempre productos teóricos del “orden burgués”). De este modo, hubo (y sigue habiendo) cierta dogmática marxista que, en vez de denunciar la estafa en la que consiste la usurpación por el capitalismo de los conceptos de la Ilustración, considera los conceptos del “Derecho” y el “estado civil republicano” como productos específicamente burgueses e indisociables del capitalismo (lo cual es una auténtica claudicación ante los mitos con los que el capitalismo se legitima).

En nuestros trabajos anteriores tratamos de realizar una recuperación para la izquierda anticapitalista de los conceptos centrales de la tradición ilustrada. Ahora bien, este planteamiento, sin perjuicio de la buena acogida que ha tenido en ciertos ámbitos desde el principio, ha recibido con frecuencia el reproche de contener tesis profundamente antimarxistas. El libro de El orden de ’El capital’ es un intento de demostrar, en contra de esto, que cualquier intento de arrancar a Marx de la tradición republicana de la que forma parte conduce a todo tipo de callejones sin salida y vuelve ininteligible la estructura de su obra. Por el contrario, la interpretación de Marx a la luz de este planteamiento permite aclarar no pocos malentendidos en los que se vio enredada la ortodoxia marxista.

El jurado del Premio sostiene en su resolución que El orden de El Capital es una obra innovadora y profunda, rigurosa y de amplias miras. “Con propósitos transformadores explícitos emprende una reinterpretación de la teoría crítica del capitalismo en consonancia con los desafíos de un mundo que se complejiza agravando y sofisticando sus contradicciones”. No exageran, puedo confirmarlo como lector. ¿Dónde está el nudo esencial de vuestra reinterpretación de la teoría crítica del capitalismo?

En realidad, el nudo esencial de lo que defendemos cabe localizarlo en algo bastante viejo, al menos tanto como Kant y Robespierre o como Miranda, Simón Rodríguez y Bolívar. El peor negocio teórico que se puede hacer es andar descubriendo la pólvora cada mañana e intentar inventarlo todo desde el principio. Bueno, en realidad hay un negocio aún peor: dar por buena la reconstrucción (siempre interesada) que de los grandes gigantes del pensamiento nos proporcionan las posiciones hegemónicas. En este sentido, es imposible exagerar la importancia crítica que tiene la posibilidad de reapropiarnos de los grandes productos del espíritu humano. Cómo son las cosas y los detalles concretos de su desarrollo es algo que varía más o menos a lo largo del tiempo; cómo deben ser para ajustarse a las exigencias básicas de la justicia y de las aspiraciones de la humanidad es algo que no cambia tanto y, una vez localizado, se convierte en un programa político al que no cabe renunciar hasta ser realizado. Los elementos fundamentales con los que se compone el libro son el análisis que hace Marx del capitalismo (que sigue siendo lo más clarificador que se ha escrito para entender las leyes fundamentales que rigen la sociedad capitalista, que es la nuestra) y la filosofía práctica de la tradición ilustrada (donde cabe rastrear la mejor formulación del programa político que debe seguir siendo el nuestro). Ahora bien, como es lógico, nos corresponde la tarea de poner todo ese bagaje a la altura de nuestro tiempo para que nos ayude a comprender y a transformar el mundo que nos ha tocado en suerte y que, por cierto, se caracteriza por el control progresivamente creciente de poderes salvajes, de poderes que ya no se dejan someter a ningún tipo de control civil o político, es decir, que no se dejan “civilizar” por la ley (por ejemplo, el gobierno despótico que ejercen los poderes financieros a los que nadie ha elegido ni se dejan someter a derecho).

Se afirma también que vuestro libro “trasciende las fronteras disciplinarias aportando una visión integral de lo social, apartándose de las interpretaciones dogmáticas e insertándose plenamente en el debate del pensamiento político con aquellas corrientes contrarias a la emancipación humana, ofreciendo así nuevos caminos al pensamiento crítico”. Dos cuestiones sobre esta afirmación: ¿qué significa para vosotros visión integral de lo social?

Según tratamos de defender, hay cierta fragmentación disciplinar en el terreno de las llamadas “ciencias sociales” que responde ella misma a prejuicios e intereses de carácter ideológico. Esto es algo especialmente llamativo en terrenos como, por ejemplo, la economía. Llama la atención el modo como esa disciplina académica se ha ido progresivamente desprendiendo de cualquier elemento de orden “político” (lo cual ha quedado recogido incluso en su propia denominación, que en cierto momento dejó de denominarse “Economía política” para pasar a llamarse, sin más, “economía”). Por esta vía, se han presentado grandes modelos matemáticos que logran su elegancia y eficacia a fuerza de suprimir elementos esenciales que caracterizan al propio objeto de estudio (en tanto objeto social). Y, a partir de ahí, tratan de presentarse como construcciones puramente técnicas, con un nivel de rigor análogo al de las propias matemáticas y, por lo tanto, con un carácter incontestable que debe imponerse sobre cualquier consideración de orden político. En El orden de El capital tratamos de rastrear también el tipo de estafas que se producen a ese respecto en el terreno de la ciencia económica pero, una vez más, no se trata de impugnar el concepto moderno de ciencia ni nada por el estilo. Por el contrario, lo que tratamos de hacer es una minuciosa recuperación del concepto de ciencia moderna pero, precisamente, para demostrar que es la intervención de Marx (y no la de la microeconomía neoclásica) la que se ajusta a las exigencias que le corresponden.

La segunda pregunta que deseaba formularlos: ¿qué nuevos caminos al pensamiento crítico creéis que abre vuestro libro?

Creo que el principal camino que abre es la posibilidad de recuperar para posiciones transformadoras, al mismo tiempo, los grandes conceptos de la tradición ilustrada y el clarificador análisis aportado por Marx. Es un disparate intentar dar la batalla ideológica con los despojos teóricos que pretende dejarnos el capitalismo. Por el contrario, es fundamental recuperar todos esos conceptos centrales que no pueden dejar de ser aspiraciones de la humanidad. Regalar los conceptos de derecho y de ciudadanía para tratar de construir otros mejores o más novedosos u ocurrentes es algo tan insensato como intentar ganar una guerra fabricando tirachinas en vez de asaltando los polvorines del enemigo.

También afirma el jurado del premio que vuestra obra “fundamenta en un amplio estudio histórico, la incompatibilidad entre el capitalismo y la democracia, entre el capitalismo y la libertad y entre el capitalismo y la justicia social”. Hablabais antes de ello, pero dejadme insistir. ¿Estáis de acuerdo con todas estas incompatibilidades?

La radical incompatibilidad entre el capitalismo y los principios básicos del estado civil es, como hemos dicho ya, una de las tesis fundamentales que tratamos de defender. La reconstrucción histórica de su surgimiento es, sin duda, un lugar donde se puede ver con total transparencia y nitidez esa incompatibilidad. Pero, en realidad, se trata de una tesis que, a la altura del momento histórico que nos ha tocado vivir, se va volviendo cada vez más evidente.

Es impresionante ver, por ejemplo, la humillante puesta en escena de sometimiento y entrega de la soberanía que ha realizado el gobierno de España: para “tranquilizar a los mercados” ha escenificado de un modo abierto y público la cesión de la soberanía a las 40 principales empresas del país. Ahora bien, ningún régimen puede sostenerse indefinidamente prescindiendo de toda cobertura de legitimidad. Y el hecho es que este sistema, como está poniendo de manifiesto el movimiento del 15 de mayo, ha quebrado en gran medida su cobertura de legitimidad.

Algunos de los ganadores anteriores han sido Renán Vega Cantor, István Mészáros y Enrique Dussel. ¿Qué significa para vosotros estar en compañía tan grata?

Evidentemente, es un honor impresionante formar parte de esa lista. Y hay también otra lista que nos impresiona mucho y es, precisamente, la de los miembros del jurado que nos ha concedido el Premio. En efecto, para nosotros es un honor insólito haber sido seleccionados por un jurado del que forman parte intelectuales a los que admiramos y respetamos tanto como, por ejemplo, Atilio Borón.

Me habéis robado la pregunta sobre el jurado. Fuera ya del Premio Libertador: ¿qué respuesta ha tenido vuestro ensayo en la comunidad filosófica hispánica y europea?

Por ahora, nos han criticado mucho. Ha habido reseñas muy elogiosas, pero aquí mismohttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=119482 en Rebelion, se pueden seguir algunas polémicas encendidas. Diego Guerrero, que es un gran economista, nos criticó también desde su punto de vista, que consideramos equivocado http://www.rebelion.org/docs/121732.pdf

Vamos a intentar responder a estas críticas, porque resultan muy interesantes. De todos modos, el libro sólo hace seis meses que salió. Aún es pronto para juzgar. La edición se ha vendido muy bien, pero, ahora, gracias al Premio, su difusión será mayor todavía. Para nosotros lo importante es que el libro se lea y que contribuya a dar a conocer la obra de Marx. Porque lo que ante todo nos hemos propuesto es, por un lado, explicar la obra de El Capital de forma sencilla y accesible y, por otro, demostrar que el desastre humano al que nos estamos enfrentando con la actual crisis económica se comprende mucho mejor si partimos de Marx. Pusimos como subtítulo Por qué seguir leyendo a Marx porque estamos convencidos de que las leyes que explican lo que está ocurriendo siguen siendo, en el fondo, las que Marx descubrió en su estudio sobre el capitalismo. Y el libro se lo hemos dedicado a los y las comunistas, porque seguimos convencidos de que tenían razón en lo esencial: en luchar heroicamente contra el capitalismo para impedir que el mundo se convirtiera en lo que hoy se ha convertido.

Gracias. Me complace mucho cerrar la entrevista con esta última reflexión.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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