Sobre lo que sigue y sobre lo que podría seguir

Martes 22 de noviembre de 2011, por Mar

Gonza Donaire

Aunque las prisas no suelen ser buenas compañeras del análisis, en el calor del impacto suele aflorar el subconsciente y, a veces, algunas luces (aunque sean de emergencia). Ya habrá tiempo para sentarnos a pensar con la cabeza. Y más nos valdrá hacerlo: de un buen diagnóstico dependerá gran parte de lo que pueda seguir. Estas notas, sin embargo, salen de las tripas, de la rapidez de las primeras impresiones. Son algunas pinceladas lanzadas la mañana del 21N, sin vocación exhaustiva alguna. Una aportación al mapa profano, plural y colectivo que nos toca construir urgentemente para resituarnos en lo que sigue, que no es poco.

  • De ganadores y perdedores. El PP apenas ha aumentado su techo de votantes: poco más de 500.000 votos con respecto a 2008, aunque éstos se traduzcan en 32 escaños más, misterios poco misteriosos de la aritmética electoral. Es el PSOE el que se hunde, desperdigando sus trozos en todas las direcciones: izquierda, derecha, abstención, mayoritario, minoritario, nacionalista. Pero en ausencia de un sustituto, el vacío que deja en su caída abre una brecha posible a medio plazo, pero un presente inquietante. La solución al bipartidismo no puede pasar por el monopartidismo absoluto. Por Guatepeor no se llega a ningún sitio.
  • Una mayoría absoluta bastante relativa. De por sí (sola), la victoria del PP no es aplastante: ni por aumento de votos ni por expectativas. Por votos, 10,8 millones son muchos, pero poco o nada mayoritarios (en términos absolutos) frente al total de votos emitidos, y mucho menos frente a la población total: más de 47 millones de personas entre las que se cuentan también abstencionistas y varios millones de migrantes excluidos del proceso. Puede que no seamos el 99%, pero en absoluto somos minoría. Nada justifica entonces la carta blanca y la barra libre que se nos vienen encima. Por expectativas, el electorado que ha abandonado al PSOE lo ha hecho movido por los recortes y demás respuestas impopulares frente a la crisis. Nadie en su sano juicio espera un giro de timón por parte del PP, sino más bien un pisotón al acelerador que nos mantenga por la misma carretera de peaje que llevamos surcando desde hace un par de años (si sólo fueran dos…). Es cuestión de tiempo pues que a las respuestas en la calle se sumen las encuestas de opinión desfavorables con un Gobierno cada vez menos capacitado para utilizar su actual falsa mayoría como excusa legitimadora. Frente a su supuesta mayoría absoluta, nuestra absoluta oposición y desobediencia. Frente a la marea azul, nuestro rompeolas rojo, verde y morado.
  • Su frente será doble. La calle y los mercados atosigarán al Ejecutivo entrante. Presiones en forma de vectores paralelos pero de sentido opuesto. Hay quien habla ya de un probable ’Mariano el breve’. Un efecto Berlusconi sin 17 años mediante. De hecho, si algo salvó a Zapatero de seguir el camino de otros gobiernos periféricos fue la proximidad de la cita electoral. Una vez superada ésta, queda por ver cómo, cuándo y con cuánto se saciará la bestia, y, sobre todo, si lo hará. Mercados y/o calle. Copulativa o disyuntiva, la apuesta está clara por nuestro lado, aunque por ahora los primeros nos llevan la delantera. Y ahí cualquier alianza táctica sería suicida, además de indefendible. Que el Capitalismo se encargue él solo de hacerse el harakiri, que nosotrxs atacaremos por nuestro lado aprovechando sus tendencias suicidas. Entre el ‘menos malo’ del voto útil y el ‘cuanto peor mejor’ nihilista hay un amplio registro de posibles. Ni renuncia, ni nihilismo, ni desidia, ni disolución.
  • Tentaciones contra-hegemónicas. Parte del ascenso de IU se explica por haber recogido un buen pedazo de la vasija de votos rota del PSOE. La distancia electoral se ha acortado entre ambas formaciones y quién sabe si no habrá ya voces dentro de la coalición soñando con reducir aún más esta brecha y recuperar paulatinamente la voz cantante como organización de referencia de la izquierda. Más allá de la quasi-improbabilidad absoluta de que este efecto sustitución se produzca, planteárselo como horizonte posible podría acarrear serios errores tácticos, especialmente si vienen de la mano de un estrechamiento de la distancia política e ideológica: a saber un (nuevo) giro hacia el reformismo, la socialdemocracia y las medias tintas que profundice el efecto atracción y los guiños hacia el electorado descontento del PSOE en búsqueda de "nuevos" referentes (o de parte del que, en la misma huida, ha apostado por UPyD, y que no tardará mucho en descubrir lo amargo del pastel). Esto, combinado con la recuperada posición parlamentaria, se traduciría en un giro oficialista, gestionario, institucional y maquillador, precisamente lo contrario de lo que se espera de esta IU reforzada, al menos por parte de una calle que, dentro de su diversidad, buscará referentes y aliados en casi todos los campos. La izquierda a la izquierda del PSOE necesita un giro a la izquierda de IU. Puestos a romper lanzas, Alberto Garzón Espinosa apunta en la buena dirección (para muchxs, entre quienes me incluyo, constituye una de las mayores, por no decir pocas alegrías de este gris 20N).
  • Sobre "frentes populares”. En un primer momento es improbable que veamos reeditado el cuarteto PSOE-IU-CCOO-UGT, organizando y convocando el descontento popular en plan revival iraquí y chapapote. Con la relativa excepción de IU, la impugnación y la deslegitimización es demasiada como para ser interlocutores de casi nada, al menos por el momento. Pero ganas no les sobrarán y tiempo al tiempo. A los sindicatos mayoritarios no les quedará otra, más pronto que tarde, ante la embestida que les espera. Comprobarán entonces qué capacidad de resonancia les queda después de años de co-gestión y concertación de espaldas a la realidad. Buscarán complicidades en la calle y encontrarán caras largas en muchos casos. Casi todas merecidas, no cabe duda. Ahora bien, la respuesta desde abajo a la izquierda también pasará (o al menos debería hacerlo) por los centros de trabajo, por la ruptura de la paz social (curiosamente siempre la rompemos lxs mismxs...), por convocar huelgas generales. Será difícil andar ese camino sin estos sindicatos. La presión desde abajo se impone, pero también tragar algún que otro sapo y avanzar conjuntamente, aunque sea con pinzas en la nariz. Los puntos de encuentro, por muy tácticos que sean, sólo podrán llegar desde un acercamiento real, mutuo y leal. Todo ello no quita que debamos investigar e impulsar otras formas renovadas de sindicalismo de base combativo y otras maneras alternativas de parar la producción y cortocircuitar el sistema económico (que al final es de lo que se trata) más allá del formato clásico de la huelga, especialmente en un contexto caracterizado por una enorme y creciente masa laboral desempleada.
  • 15M post 20N. Cuatro elementos caracterizaron y dotaron de su potencialidad al movimiento 15M: (1) la impugnación popular (pero también creativa y astuta) del decoro en el que vivimos, (2) situar en el centro del debate público (incorporando masivamente a nuevas generaciones hasta ahora desmovilizadas) cuestiones de centralidad política (democracia, representación, capitalismo, participación, etc.), (3) la ocupación del espacio público (en su sentido más geográfico, llámese calle, plaza o edificios) como arena política de debate, confluencia, convergencia y acción, y (4) la desobediencia civil no violenta. Tras el tsunami azul, estos cuatro elementos no permanecerán inmunes: la impugnación será contestada (incluso desactivada antes de tiempo) desde la formal y falsa legitimidad de los resultados electorales; el grueso de las problemáticas a debate se mantendrán, pero aparecerán en muchos casos bajo nuevas formulaciones; la ocupación del espacio público no gozará de la permisividad relativa de los últimos meses (cierto, sobran los ejemplos para lo contrario, pero aun así las agresiones han sido la excepción), siendo de esperar un cambio de registro en la respuesta policial, administrativa y judicial; esto nos obligará a reformular, o al menos a pensar en hacerlo, nuestras formas de desobediencia e interlocución con el poder instituido. De no hacerlo, no nos quedarán otras salidas que la retirada o la lluvia de palos extenuante. Pero haciéndolo tocaremos las otras variables: contenido, masividad, impugnación, acción colectiva y vuelta a empezar. Como siempre, será cuestión de astucia; y de eso hemos mostrado ir bien servidos hasta ahora.
  • ¿Una voz y un espacio anticapitalista? Ya antes del 20N resultó en ocasiones complicado defender la necesidad de reconstruir la izquierda desde otras prácticas y principios (no entraré aquí en los porqués ni en los cómos, porque no es éste el sitio y ya han sido suficientemente expuestos en otros espacios). Ante la crisis sin precedentes y el previsible (y a la postre definitivo) envite de la derecha, se multiplicaban a diario las voces en defensa de un ’frente de izquierdas’ más o menos amplio y que, según los casos, incluyese a unas u otros. Tras el 20N, estas voces no harán más que ampliarse. No seré yo quien les niegue gran parte de razón. Ahora bien, una cosa no debería quitar la otra. Sigue siendo igual de cierto aquello de que "para que otro mundo sea posible otra izquierda es necesaria". Las convergencias no deberían estar peleadas con la necesaria tarea de construir un polo anticapitalista amplio. De no hacerlo tendríamos pan para hoy y hambre para mañana. Pero todo esto no impide que la tarea se vuelva aún más ardua: por un lado, las presiones por el voto útil, los frentes comunes, las convergencias y las filas prietas suelen agudizarse frente a enemigos comunes; por otro lado, desde la oposición siempre es más fácil prometer giros a la izquierda, trasfondos transformadores y formas renovadoras. Separar el grano de la paja no será prioritario, pero sí necesario para no llevarse a inequívocos posteriores. Diferenciarse será complicado, pero tanto la disolución como la separación supondrían un error mayúsculo. De nuevo, habrá que transitar sin tocar los bordes. Nadie dijo que fuera a ser fácil.

Gonza Donaire, activista social y militante de Izquierda Anticapitalista

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