Movilizaciones contra los recortes: de la “Marea Verde” a la “Primavera Valenciana”

Miquel Garcia

Viernes 16 de marzo de 2012, por Miquel

El ataque contra los servicios públicos, contra sus empleadas y usuarias, se va a mantener en el tiempo. Las movilizaciones, para ser eficaces, han de realizarse a medio y largo plazo. Para poder hacerlo es preciso adoptar las formas de lucha adecuadas; generar solidaridad entre los empleados del sector público y el conjunto de la clase trabajadora; potenciar la organización en los centros y localidades; reforzar las bases sindicales; y tener unos objetivos que vayan más allá de la misma paralización de los recortes.

La “Primavera Valenciana” ha dado nuevo impulso a las luchas contra los recortes en los servicios públicos que ya se iniciaron en su momento en Murcia, para continuar luego en Catalunya, en Madrid y tener ahora lugar en el País Valencià. A la vista de tales procesos se plantean una serie de problemas cuya solución es básica si queremos que éstos se salden con victorias y no con derrotas y nuevos retrocesos.

1.- Nos encontramos en una situación económica caracterizada por el avance de la crisis y por la aplicación de políticas neoliberales frente a ésta que no hacen sino profundizarla, en consecuencia los ataques que ahora mismo se están realizando van a continuar en el futuro, tanto en lo referente a la degradación general de los servicios públicos y a sus intentos de privatización, como en lo que atañe a los recortes salariales y de derechos laborales de la gente trabajadora del sector.

2.- Los ataques tienen una doble vertiente, como ya se ha señalado en el punto anterior. La primera de ellas, la degradación del servicio público, afecta tanto a la gente trabajadora del sector como a la usuaria del mismo y se produce en ella una convergencia espontánea de intereses. La segunda, la relativa a los salarios y condiciones laborales, afecta- en apariencia y conviene recalcar este “en apariencia” -tan sólo a las empleadas y empleados públicos.. En este segundo caso se produce un “aislamiento” de la gente trabajadora afectada, cuyas condiciones salariales y laborales son vistas como un “privilegio” por la mayor parte de la clase (sobre el origen de esta “percepción” se reflexionará en uno de los apartados siguientes [7]).

3.- El impulso fundamental de las luchas contra los recortes ha partido, tanto en Madrid como en el País Valencià, de la gente trabajadora del sector público de educación. Aunque las estudiantes han jugado un papel relevante en la “Primavera Valenciana”- por la represión ejercida contra ellos y por la masiva respuesta subsiguiente ocupando las calles -y el conjunto de la comunidad educativa ha participado con diferentes niveles de intensidad, los docentes han sido su motor. Pero esta movilización se ha generado, fundamentalmente, por causas salariales, de condiciones laborales y de pérdida de puestos de trabajo. Es cierto que en todo momento, como ya venía haciéndose con anterioridad, se ha reivindicado la defensa de una enseñanza pública de calidad y que ello ha favorecido la convergencia con el resto de la comunidad educativa, mas conviene no perder de vista que el ímpetu activista ha tenido su génesis en el malestar que entre la clase trabajadora docente se ha producido por el grave ataque que han supuesto el aumento del horario lectivo fijado en las instrucciones de inicio de curso del 4 de julio del 2011 en Madrid y el Decreto-ley 1/2012 de “Medidas urgentes para la reducción del déficit público” en el País Valencià con sus reducciones salariales.

Como consecuencia de los anterior es fácil deducir que una derrota en la defensa de las condiciones laborales- si los salarios acaban bajando en forma estable, consolidándose el aumento de las horas lectivas y degradándose las condiciones de trabajo -se producirá un reflujo de la movilización. Resulta pues imprescindible que esto no suceda. La defensa de la calidad de la enseñanza pública va estrechamente vinculada al mantenimiento de los derechos históricamente adquiridos en el sector.

4.- Las movilizaciones contra los recortes, para ser efectivas, han de plantearse a medio y largo plazo. Para poderlo hacer resulta necesario atender a importantes cuestiones:

- Las formas de lucha, que han de adaptarse a una movilización sostenida en el tiempo.

- La solidaridad entre los segmentos de la clase trabajadora afectados: el de los usuarios y el de la gente trabajadora del sector. Pero también entre los anteriores y el resto de la clase.

- La organización necesaria, a un doble nivel, sindical y de autoorganización en los centros de trabajo y localidades.

- Los objetivos a alcanzar, entendiendo por tales no sólo poner fin a los recortes sino también poner en marcha políticas que permitan mantener unos servicios públicos de calidad.

5.- Las formas de lucha han de permitir una movilización de larga duración y ser al mismo tiempo efectivas, algo que se ha denominado en lenguaje coloquial “hacer daño”. La huelga tradicional de la clase obrera, la de fábrica, afecta y daña en primer lugar a la patronal, que ve paralizada la producción; no sucede así con las huelgas en los servicios públicos, cuyos primeros afectados son los usuarios, mientras que el patrono- en este caso la propia Administración -permanece relativamente indemne e incluso disminuye sus gastos mediante los descuentos salariales. En este caso pues, la huelga resulta sólo exitosa si consigue generar malestar contra la Administración y los partidos gobernantes, al tiempo que evita los enfrentamientos entre trabajadores y usuarios o, por lo menos, genera una situación en la cual los usuarios afectados acaban haciendo responsable a la Administración del daño recibido y no a las huelguistas. Las huelgas de un día, aun repetidas, han demostrado ser poco funcionales porque, por su escasa duración, no consiguen alterar la “normalidad social” y por ello está abierto el debate sobre cómo pueden realizarse huelgas de mayor duración. Sin embargo para poderse enfrentar con éxito una convocatoria de huelga que vaya más allá de una jornada haría falta disponer de un nivel de organización y de combatividad de los que ahora mismo se carece. No obstante estas limitaciones, sí parece necesario llegar a tal punto para conseguir la “eficacia” de la huelga. Ello requerirá de un proceso de preparación y de organización previos. Se trataría, justamente, de que esta “gimnasia” preparatoria formase parte del mismo proceso de movilización y de su agenda, llevándose a cabo toda una serie de acciones encaminadas a extender la base de influencia social y a constituir la organización de base que en estos momentos falta.

Una movilización sostenida puede arrancar no sólo victorias de gran alcance sino también, en su mismo desarrollo, otras de menor envergadura que permitan generar ilusión y ganar aliento. De hecho, las luchas de la “Primavera Valenciana” han tenido como consecuencia inmediata el pago de las cantidades que la Administración adeudaba a los centros en concepto de gastos de mantenimiento, lo cual ha sido interpretado, correctamente, como una pequeña victoria. Conviene señalar esto para no pensar que, al perseguirse objetivos a largo plazo, esto priva de logros más inmediatos.

6.- La solidaridad entre usuarios y gente trabajadora plantea otro grave problema. Por un lado, los usuarios están poco sensibilizados respecto a la necesidad de exigencia de calidad en los servicios públicos. Esta afirmación podría no ser tan rotunda en el caso de la sanidad- servicio en el cual una mala atención motiva problemas inmediatos a la gente afectada -pero tiene plena fuerza en educación, donde a menudo la única preocupación existente parece ser que la prole sea atendida durante una parte importante del día y que, a lo sumo, “pase de curso” (cuestión muy distinta, como bien saben los docentes y cualquier persona que se haya preocupado por la educación, a la de la calidad de la enseñanza). En este sentido, aunque es cierto que sectores de madres, padres y alumnado reivindican la calidad de la enseñanza pública, otra parte amplia permanece indiferente ante esta cuestión. Igual de grave o más es el problema de la percepción distorsionada que una gran parte de los usuarios (y no usuarios) tienen respecto a la gente trabajadora del sector público y que se fundamenta en una serie de tópicos como el escaso trabajo realizado, las muchas vacaciones (en enseñanza) o la misma seguridad en le puesto del trabajo (visto como un agravio comparativo ante la inseguridad contante del trabajador o trabajadora ordinarios). Los tópicos se fundamentan en parte en hechos reales como son la existencia de sectores parasitarios entre el funcionariado (que existen de la misma forma en la empresa privada) o que las condiciones laborales y de seguridad en puesto el trabajo sean, efectivamente, mejores que las de la mayoría de la clase trabajadora. Pero, al mismo tiempo, tales distorsiones toman gran relevancia por la propaganda constante realizada desde los medios de comunicación de masas destinados a dar cobertura ideológica a las políticas neoliberales.

La desmovilización de la clase trabajadora en defensa de sus intereses, que ha sido la tónica dominante en los últimos decenios, ha tenido como consecuencia la pérdida de la propia conciencia de clase y de la reivindicación de objetivos comunes. De esta forma, en lugar de tomarse como referencia los estándares de seguridad en el puesto de trabajo, de condiciones laborales y de salarios de la gente empleada de la función pública, para intentar conseguir una homogeneización “hacia arriba” del conjunto de la clase, se acaba adoptando una actitud pasiva- cuando no directamente cainita, de alegría ante el daño ajeno -ante la agresión de que son objeto las empleadas públicas.

7.- Para poder cambiar esta situación hay que avanzar en dos direcciones. Por un lado- quizás el aspecto más importante -favoreciendo la convergencia en la lucha de los empleados públicos con el resto de la clase trabajadora. Indudablemente la convocatoria de una Huelga General, como la del próximo 29 de marzo, es un momento excelente para ello. En este sentido hay que hacer todo lo posible para que la participación en la HG del sector público sea lo más amplia posible, explicando su conveniencia tanto por razones inherentes a la propia naturaleza de la Ley de Reforma Laboral, como por motivos de solidaridad con el conjunto de la clase trabajadora. Pero no únicamente la HG ha de ser motivo de acción solidaria, sino que hay que apuntar como norma a la participación activa en conflictos “externos” a los servicios públicos. Tal línea de actuación está en ruptura manifiesta con el modelo “aislacionista” y “corporativista” que hasta ahora ha imperado entre los empleados públicos y tiene sus dificultades evidentes pero resulta necesaria para ir tejiendo lazos solidarios u romper las percepciones distorsionadas de las que antes se hablaba.

Por otra parte la “ruptura de la normalidad”, el “hacer daño”, supone también realizar una amplia campaña de agitación fuera de las mismas fronteras de los centros de trabajo. Una buena parte de la agenda de acción debería ir encaminada a ello y tener como destinatarios a los mismos usuarios de los servicios públicos.

8.- Para poder sostener con éxito una movilización de largo aliento la organización es básica. Actualmente las fuerzas sindicales- con independencia de cuál sea su orientación sobre el proceso de lucha -se hallan muy debilitadas y con escasos cuadros que sean capaces de realizar una tarea efectiva en los centros de trabajo. Se debería intentar recuperar para la acción o incorporar a ella a una parte de la afiliación que hasta ahora ha tenido una actitud meramente pasiva o si la ha tenido activa la ha desarrollado de manera descoordinada.

En el caso concreto de la “Primavera Valenciana” ha sido la unidad de las fuerzas sindicales del sector público, CCOO, UGT, Intersindical Valenciana, CSIF y FSES, la que ha permitido impulsar en buena medida las movilizaciones. No obstante, como resulta obvio, una parte de estas fuerzas- CSIF, FSES -se hallan ideológicamente muy cercanas a la propia Administración, mientras que CCOO y UGT- a pesar de la convocatoria de HG del 29M -parecen no haber encontrado real alternativa a la política de concertación social seguida hasta ahora. Tal heterogeneidad puede determinar la ruptura de la unidad inicial, tanto si la Administración realiza ofertas que puedan parecer “aceptables” a algunas de ellas como si el proceso de lucha empieza a requerir- como de hecho lo requiere -la adopción de iniciativas más contundentes. Aunque en estos momentos no está nada claro qué es lo que sucederá en las próximas semanas y el calendario de movilización para marzo y abril se mantiene (en un tono bajo, es preciso decirlo), el posible problema resulta evidente.

Por su parte, los sindicatos estudiantiles, aunque tienen capacidad de convocatoria- como se demostró el 16 de febrero en el País Valencià -carecen sin embargo de una estructura sólida y arraigada en los centros, en particular en las enseñanzas no universitarias, lo cual es un obstáculo importante para una movilización sostenida y permite que cualquier posible reflujo- en un sector tradicionalmente inconstante -tenga mayores efectos.

En cuanto a la autoorganización de la gente trabajadora, ésta existe, sobre todo en enseñanza, pero a un nivel muy incipiente. Las luchas han servido para desarrollar este proceso de autoorganización y para que se vayan creando plataformas de ámbito local o comarcal. Sin embargo, este tipo de estructuración organizativa basada en los centros de trabajo tendría que desarrollarse mucho más para afrontar la lucha con garantías de éxito y- lo que es muy importante -para hacer frente también a cualquier posible ruptura de la unidad sindical o a las tentaciones de desmovilización que puedan tener las fuerzas sindicales. Este trabajo de autoorganización es una tarea imprescindible en estos momentos. Algunas de las fuerzas sindicales parecen apostar por esta vía de organización, aun careciendo de los recursos para impulsarla adecuadamente, pero otras recelan o se oponen a ella.

9.- El papel del 15M en las movilizaciones contra los recortes merece comentario aparte. Si bien es cierto que en algunas localidades o barrios, las asambleas han dado su apoyo a las luchas, hay que decir que este movimiento se está quedando muy por debajo de las expectativas que llegó a generar en su momento. La lucha contra los recortes, aunque privaba al 15M de protagonismo directo, ofrecía la oportunidad de conectar con un combate concreto muy importante. Pero varios factores parecen haber impedido esto de momento: el reflujo de las mismas asambleas, muy debilitadas en cuanto a participación; el protagonismo sindical, algo muy mal digerido por una parte del 15M; incapacidad para, en esta circunstancia, saber ubicarse y jugar un papel. Éste podría haber sido tanto el de unir a los diversos sectores afectados- usuarios, trabajadores -entre sí, como el de servir de herramienta de extensión hacia otros sectores de la clase trabajadora. La propia estructura asamblearia y local o de barrio facilitaba inicialmente la tarea. Para realizarla se necesita no obstante claridad de ideas, disposición unitaria y gente trabajando, elementos que parecen haber estado, en la mayor parte de los casos, ausentes. Tras esta experiencia, y sin negar la posibilidad de que el proceso se invierta a través de nuevas convocatorias e iniciativas, el futuro del 15M parece ahora más problemático.

10.- Las luchas contra los recortes- todas las cuales se originan en la misma causa, la restricción del gasto público encaminada a pagar la deuda pública y a socializar la privada -se están desarrollando de manera aislada en las diferentes administraciones autonómicas. Cae por su peso que las movilizaciones ganarían en eficacia si se coordinasen entre ellas y coincidiesen en el tiempo. Esto, que en las circunstancias anteriores podía resultar muy difícil, por la no coincidencia temporal de los ataques, puede resultar más sencillo si las movilizaciones se alargan. Una de las cuestiones que dificulta la convergencia de las luchas contra los recortes es que el motivo de éstos se atribuya- por razones interesadas -a especificidades de la gestión autonómica. Por ejemplo, en el caso valenciano, es de sobra conocida la mala gestión histórica del PP y su despilfarro, sin embargo, atribuir a ésta el origen último de los ataques es erróneo, ya que todas las políticas de ajuste tienen sus causas en la propia crisis y en la firme decisión de los gobiernos de pagar religiosamente a la banca la deuda pública contraída.

11.- Para acabar se hará referencia a los objetivos de las luchas. Está claro que el inmediato y más evidente para toda la gente implicada en los recortes es acabar con ellos. Sin embargo, para poderlo hacer de manera definitiva, hay que poner en marcha políticas eficaces que pongan freno a la acción especulativa y extorsionadora de la banca- mediante su nacionalización -al pago de una deuda en buena medida ilegítima y que pongan en marcha un sistema fiscal progresivo que permita recaudar los recursos necesarios para unos servicios públicos de calidad. El movimiento, si quiere tener éxito, ha de adquirir claridad respecto de estas cuestiones, pues de lo contrario se verá debilitado y finalmente hundido ante los argumentos sobre la “inevitabilidad” de los recortes.

A modo de resumen

El ataque contra los servicios públicos, contra sus empleadas y usuarias, se va a mantener en el tiempo. Las movilizaciones, para ser eficaces, han de realizarse a medio y largo plazo. Para poder hacerlo es preciso adoptar las formas de lucha adecuadas; generar solidaridad entre los empleados del sector público y el conjunto de la clase trabajadora; potenciar la organización en los centros y localidades; reforzar las bases sindicales; y tener unos objetivos que vayan más allá de la misma paralización de los recortes.

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