Marin Civera Martínez, un anarcosindicalista que se acercó al marxismo

Lunes 9 de abril de 2012, por Mar

Pepe Gutiérrez-Álvarez

La historia de las dos ramas de la AIT en el Reino de España se asemeja un tanto a la de los Montescos y los Capuletos, tal como la concibió Shakespeare en su inmortal obra sobre los amantes (trágicos) de Verona. Aunque ambas pertenecían al mismo movimiento obrero y casi las mismas finalidades, disintieron en métodos y se desarrollaron en geografías diferentes, aunque al final, tantos unos como otros acabaron bajo los mismos pelotones de fusilamientos y en las cárceles del sanguinario y cruel de los enemigos que los unificó…Quizás por eso valga la pena resaltar los pos ejemplos de militantes que trataron de crear puentes entre unos y otros sin renunciar a sus propias creencias. Chris Ealham, quer lo define como “uno de los pensadores más originales de la izquierda revolucionaria durante la década de 1930”, dice que “llevó a cabo un breve intento de construir un puente entre el anarcosindicalismo y el marxismo para unir las energías revolucionarias, (pero) fue sólo una voz en el desierto marginado por el patriotismo de las organizaciones existentes” (1) Marí (que en algunas partes figura como Martí) Civera Martínez(Valencia 1900-México 1975)., destacada figura cultural anarcomarxista ligada al pestañismo, y muy abierto a las aportaciones marxistas, sobre todo en el ámbito de la economía que estimaba como primordial para comprender el proceso revolucionario, y en el que reconocía una superioridad analítica. Estudió contabilidad mientras trabajaba en una carpintería del Grau valenciano, lo que compaginó con el estudio de la economía. Se afilia a la CNT en 1919, y representa al Sindicato Único de Empleados de Comercio de Valencia en el Congreso de la Comedia». En dicho congreso su delegación fue la encargada de proponer la creación del Sindicato de Profesiones Liberales y de los Sindicatos de Distribución con la voluntad de encuadrar técnicos e intelectuales en la Confederación, medidas que fueron aceptadas y que supusieron un avance en las tesis del sindicalismo revolucionario. El 20 de enero de 1925, Marí ingresó, con el nombre de Mario, en la francmasonería valenciana (en la Logia llamada “Patria Nueva”), en la llegó a conseguir una alta gradación hasta el final de la guerra civil.

Cuando comenzó su actividad militante en la CNT valenciana, ya era reconocido por su importante trabajo como editor, sobre todo por haber sido el principal impulsor de los Cuadernos de Cultura, con un centenar de títulos publicados quincenalmente entre 1930-1932. Se trataba de una colección didáctica y muy asequible en la que la presencia anarquista coexistía con la pretensión general de «difundir entre el proletariado conocimiento científicos de todo tipo», y con firmas republicanas, incluso de conservadores contrarios a la monarquía; la distribución de los Cuadernos la efectuaba la revista “Estudio”, también editada en Valencia por Félix Martí-ibáñez. Más tarde, Civera animó más tarde la revista mensual Orto (1932-1933), una singular tentativa “de ligar doctrinariamente el marxismo y el anarcosindicalismo”; la revista publica alrededor de un centenar de títulos sobre diferentes disciplinas: economía, sindicalismo, sociología, historia, filosofía…Se trata de una empresa que mira siempre hacia el movimiento obrero y están escritas por plumas que van desde la izquierda radical hasta liberales antimonárquicos. No es abusivo pensar que este ejemplo tuvo que tener su impacto en la militancia editorial de otro anarquista abierto, José Martínez, que fue el “alma mater” de Ruedo Ibérico.

Entre los autores editados se cuentan el marxista Andreu Nin, el artista y militante del PCE, Josep Renau, Angel Pestaña, Valeriano Orobón Fernández, Émile Armand con el que mantuvo una estrecha amistad. Esta propuesta fue asumida personalmente por el propio Civera que trató de establecer una síntesis particular entre un marxismo analítico y un anarcosindicalismo en la acción que habrían sido del gusto de una tradición que va desde Cafiero a Guerin o Chomsky.

En 1931 publicó El sindicalismo. Historia, filosofía, economía, del cual llegó a publicar 10.000 ejemplares, y le brindó un cierto reconocimiento. Su línea de argumentación se apoya en teóricos como Ángel Pestaña, Pierre Besnard (2) y Christian Cornelissen (3), de los cuales figura como un activo divulgador. El análisis de Civera sobre la “subclase”, o sea sobre los trabajadores expulsado del mercado del trabajo, es que esta modalidad se había convertido en ellos en un recurso realista y legítimo, pero distinguía en una diversidad de grados que no era aceptada desde el anarquismo que entendía que esta era una forma más de distribución de la riqueza…

En 1933 marchó a Madrid agobiado por los problemas editoriales. Según le contó a Armand en un carta, el trabajo editorial no le permitía vivir de tal manera que tuvo que buscar un empleo que consiguió por oposiciones en el Instituto del vino En 1934, se pronunció a favor de Ángel Pestaña y tomó parte en la creación del Partido Sindicalista. De nuevo en Valencia, será el responsable de la dirección de Pueblo, el antiguo diario blasquista (de Blasco Ibáñez). También participó en la fundación de la sección de Estudios Económicos del instituto de Estudios Valencianos. En 1937 marcha a Barcelona para dirigir Mañana, órgano del Partido Sindicalista en Cataluña, y escribió el prólogo de de la obra de Pestaña, ¿Debe disolverse el Partido sindicalista?, que se considera el testamento político de éste…

Entre sus militantes más renombrados figuran el soldado, resistente, periodista e historiador Eduardo Pons Prades (cf. Eduardo Pons Prades, un soldado de la República, estelnegre.balearweb.net/post/37628) el novelista ángel Mª de Lera que en su (hagio)biografía de Pestaña (Retrato de un sindicalista, Argos-Vergara, Barcelona, 1978), define a Marí Civera como “un gran humanista y el mejor teorizante del sindicalismo español” (p. 345; kaosenlared.net/noticia/evocacion-de-angel-pestaña), el abogado de la CNT, Benito Pabón (kaosenlared.net/.../benito-pabon-abogado-obreros-campesinos-cn.), que tuvo que exiliarse prematuramente debido a las amenazas que sufrió por actuar como defensor en el proceso contra el POUM. El 11 de diciembre de 1937, tras la muerte de Pestaña, Civera asumió la presidencia de su partido. Al acabar la guerra cuza los Pirineos, y pasó una temporada en el infierno del campo de concentración de Argelers hasta que consiguió un visado hacia México donde siguió ejerciendo como editor, trabajando como gerente de la editorial mexicana Uteha, junto con otros camaradas suyos del Partido Sindicalista. También colabora en diversas publicaciones, como CNT, Comunidad Ibérica, España Libre, Espoir, Horizontes, La Humanitat, Ilustración Ibérica, Mediterrani, Orfeó Català, Quaderns de l’Exili, etc.

La actuación de algunos de los miembros del Partido Sindicalista durante el tardofranquismo fue muy discutida. Luego conoció en la segunda mitad de los años setenta una tentativa de reconstrucción que no acabó de cuajar. No hay duda de que esta desaparición ha influido para que personalidades como Civera (que murió el 25 de mayo de 1975) no haya obtenido el reconocimiento que merecía.

Entre sus escritos cabe reseñar: La política del porvenir (1928), Sindicalismo (1930), La formación de la economía política (1930), El marxismo. Origen, desarrollo y transformación (1930), El sindicalismo. Historia, filosofía, economía (1931), Socialismo (1931), El sindicalismo y la economía actual (1936), España contra el fascismo. La guerra civil desde el punto de vista internacional (1936), La sensibilidad en el mundo (1938), Rebelión del hombre (1948), Presencia del hombre (1957), La industrialización del espíritu: evolución de las doctrinas sociales de vanguardia (1962) i El sindicalismo. Origen y doctrina (1963).

Notas

(1) Chris Ealham, “Nosaltres sols”:La CNT, la unidad antifascista y los sucesos de Octubre de 1934 en Cataluña, texto incluido en De un Octubre a otro, editado por El Viejo Topo (Barcelona, 2010, p. 196), y La lucha por Barcelona (Alianza Editorial, Barcelona, 2005, pgs, 248-249).

(2) Besnard Eugène, Pierre, militante de la CGT, ferroviario de profesión y teórico sindicalista revolucionario francés (Montreuil-Bellay, Maine et Loire, 1886-Bagnolet, Seine, Francia, 1947). Como uno de los animadores de su ramo en el sindicato, en 1919 fue despedido en la estación de Autoil por su actuación en una huelga. También fue uno de los animadores de la tendencia internacionalista, opuesta a la guerra en¬tre 1914 y 1918. Secretario general de los Comité Sindicalistas Revolucionarios, se manifiesta, como anarcosindicalista —aunque no está adherido a la Unión anarquista— con¬trario al acercamiento de Monatte y Alfred Rosmer al naciente Partido Comunista. Su doctrina se puede resumir en una fórmula: "Todo los poderes para los sindicatos". Durante muchos años se mantendrá en esta línea, opuesta igualmente a la de los anarquistas, con la intención de recuperar a la CGT para el sindicalismo revolucionario de sus primeros años. Expresará sus ideas sobre el sindicalismo en Los sindicatos obreros en la revolución social (1930). Se convertirá desde 1925 en uno de los dirigentes de la AIT, al frente de la cual contribuyó a organizar la ayuda internacional a la CNT-FAI, y colabora en Acción, la "Soli", y Cultura Libertaria. Entre sus obras escritas cabe mencionar Anarcosindicalismo y anarquismo, informe presentado al congreso Internacional de la AIT en 1937 (reimpreso en 1963), La ética del sindicalismo, El mundo nuevo, y especialmente, Los -sindicatos obreros y la revolución social, que apareció en Barcelona en 1931, en una traducción de Felipe Aláiz y con un prólogo de Joan Peiró. Esta obra, que influyó notoriamente entre los "trentistas", fue igualmente importante para ala izquierda del sindicalismo belga durante muchos años. Besnard efectúa en este trabajo un análisis del sindicalismo como instrumento de la lucha anticapitalista y como escuela para los cuadros de una sociedad futura basada en la libertad y el control obrero de las industrias. Por la amplitud de sus actividades al frente de la AIT, Maitron dedica hasta tres páginas de su diccionario.

(3) Cornelissen, Christian, destacado anarcosindicalista holandés (1864-1942), muy influyente entre finales de siglo XIX y 1914 entre los marxistas «tribunalistas» (Antonn Panenkoeck, Hermann Gorter, Henriette Roland-Holst), y en sindicalistas hispanos como Joan Peiró. También su influencia fue determinante para el cambio del marxismo al anarquismo por parte de Domela Nieuwenhuis. Anarquista en un principio, fue inclinándose hacia un anarcosindicalismo que refleja de su dedicación a la organización de diversos sindicatos a los que pasó a federar en 1893. Antiguo maestro, Cornelissen comenzó destacando en el movimiento obrero como periodista y publicista, escribiendo en el diario Recht voor Allen. Estuvo durante un tiempo muy unido a Kropotkin, pero se distanció de éste al ser influenciado por Merlino en la concepción de una entente entre las diferentes corrientes revolucionarias. Su actividad como escritor fue muy activa a finales del siglo XIX, y entre sus obras cabe destacar: Las diversas tendencias del Partido obrero internacional (1893) y El comunismo revolucionario. Proyecto por una entente y por la acción común de los socialistas revolucionarios y los comunistas anarquistas (1896). Cornelissen realizó un notable esfuerzo por crear una Internacional Sindicalista cuyo primer paso fue la publicación de un boletín que tuvo un cierto eco, pero que fue perdiendo fuerza en la medida en que el mismo fue agotando su influencia en su país natal. Fue más un teórico que un militante práctico y mostró una gran preocupación por la economía política, fruto de la cual serán obras como: Teoría del valor (1903), Teoría del salario y del trabajo asalariado (1908), Teoría del Capital y del beneficio (1926), y sobre todo su Tratado general de la ciencia económica… En estas obras se denota una importante influencia de las teorías marxistas. Cornelissen creía en la necesidad da una amplia formación teórica entre los obreros, que no podrían abordar sus tareas revolucionarias si no recibían un largo aprendizaje en la lucha de clases a través del sindicalismo revolucionario cuyo punta de partida era la empresa. En este aprendizaje tenían un lugar importante tanto el estudio y la formación como la unidad de acción con otras tendencias socialistas. También concebía una alternativa de poder basada en el Estado obrero sindicalista. Su compromiso con las posiciones de pacto con la Entente durante la «Gran Guerra» acabó con el gran prestigio internacional que había logrado en la etapa anterior. No obstante, sus obras siguieron siendo una referencia para las posiciones más sindicalistas del cenetismo, y su nombre es indisociable de los planteamientos de los «trentistas». Algunas de sus obras fueron traducidas al castellano.

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