Frente de Izquierdas ¿Y ahora qué?

Jueves 3 de mayo de 2012, por Mar

François Sabado

Uno de los acontecimientos más importantes de la campaña presidencial 2012 ha sido la campaña del Frente de Izquierdas (FI) y de Jean-Luc Mélenchon: decenas de miles de participantes en los mitines, un lugar importante en el debate político, y el 11,01% de los votos, un resultado notable.

Ciertamente, los dirigentes del Frente de Izquierdas esperaban superar el 15% y, sobre todo, un tercer lugar por delante de Marine Le Pen. Pero, pasando del 5% de los votos que les concedían los sondeos al comienzo de la campaña al 11%, han logrado dominar el espacio de la “izquierda radical” y marginar a la izquierda revolucionaria.

Una dinámica real

En el curso de esta campaña, se ha asistido a la reconstrucción de una fuerza política reformista de izquierdas, con influencia de masas. Ello resulta de varios factores:

a) Una situación marcada por derrotas sociales, que favorece la aspiración y la ilusión de que “lo que está bloqueado por la lucha puede desbloquearse por las elecciones”.

b) La removilización de las fuerzas de los partidos comunistas (igual que en Portugal, en España o en Grecia), apoyándose en el hecho de que no han formado parte de gobiernos desde hace algunos años y que han preservado posiciones de aparato en las instituciones o las organizaciones sindicales.

c) Una buena campaña del candidato Mélenchon. Defendiendo objetivos radicales, como los 1700 euros de salario mínimo o la defensa de los servicios públicos, enlaza en sus discursos con el imaginario revolucionario de los textos de Victor Hugo y con las horas gloriosas del movimiento obrero. Esta química ha provocado una dinámica política más allá de los partidos del Frente de Izquierdas. Campaña tanto más destacada en la medida que venía como contrapunto de la de François Hollande particularmente apagada (es un eufemismo).

Ambigüedades y contradicciones

Esta buena campaña de Mélenchon, sin embargo, ha estado cargada de ambigüedades y de contradicciones que han justificado una campaña independiente del NPA.

En efecto, NPA y Frente de Izquierdas comparten posiciones comunes sobre temas como las reivindicaciones sociales (salarios, empleo, defensa de los servicios públicos), o democráticas (proporcionalidad o defensa de los derechos de los inmigrantes). Las dos organizaciones se han encontrado en su oposición al Frente Nacional. En cambio, otros puntos les dividen profundamente: sobre lo nuclear, un desacuerdo importante separa al NPA de la dirección del PCF, a la que numerosos lazos unen a la industria nuclear francesa.

Compartimos, pues, globalmente objetivos comunes y la dinámica alrededor de la campaña del Frente de Izquierdas abre nuevas posibilidades políticas para su realización. Sin embargo, en cuanto se trata de emprender una lucha seria y obtener la puesta en marcha de nuestras reivindicaciones, la dirección del PCF y Jean Luc Mélenchon se esfuerzan por esquivar la dificultad, por negarse a la confrontación con el poder de los capitalistas. Denuncian a las finanzas, no la propiedad capitalista. Exigen un polo bancario público pero se niegan a la expropiación de los bancos y a su nacionalización bajo control social, prefiriendo dejar actuar la competencia entre banca privada y sector público. Denuncian el escándalo de la deuda pero rechazan su anulación. Jean-Luc Mélenchon propone un pago de esa deuda a lo largo de muchos años, equilibrando los sacrificios entre los capitalistas y las clases populares. Ahí también, hay que ser consecuente. Si participamos en una campaña por una auditoría ciudadana, es para preparar el terreno a la anulación de la deuda, y no su devolución progresiva. El dirigente del Frente de Izquierdas evoca la “planificación ecológica”, sin indicar los medios estratégicos necesarios para esta planificación, en particular, la socialización de los sectores clave de la economía, transportes, energía.

En el plano político e histórico, la orientación reformista de la dirección del Frente de Izquierdas va acompañada por las posiciones “republicanas” de Mélenchon. No la de los communards, que oponían la república social a las clases burguesas, sino la de los republicanos que fusionan en su defensa de la república las palabras “nación”, “república” y “estado”.

Esta concepción subordina la “revolución ciudadana” o “la revolución por las urnas” al respeto de las instituciones del estado de las clases dominantes. Mélenchon evoca fácilmente el imperialismo americano, pero no el imperialismo francés. Durante la campaña presidencial, reafirma en los Cuadernos de la revista de la Defensa Nacional que “en la situación actual, la disuasión nuclear sigue siendo el elemento esencial de nuestra estrategia de protección”.

Lejos de ser cuestiones de detalle, estas concepciones son piezas clave de la política de J.L. Mélenchon que hará todo lo que pueda para canalizar, subordinar, hacer compatibles los movimientos de masas con las instituciones de la república. Estas cuestiones se vuelven incluso decisivas cuando se trata de discutir sobre estrategia y partido o movimiento político.

¿Qué política respecto del Frente de Izquierdas?

Para hacer política con el Frente de Izquierdas, hay que tener en cuenta el conjunto de estos elementos: la dinámica, pero también el proyecto; la movilización, pero también el programa político de conjunto; la recuperación militante, pero también la política de los dirigentes.

Decenas de miles de militantes, centenares de miles de electores han cargado de un contenido radical, social, democrático, su voto o su participación en las iniciativas del Frente de Izquierdas. Para ellos, se trata así de rechazar la austeridad de derechas pero también la austeridad de izquierdas movilizándose juntos por reivindicaciones vitales, como los 1700 euros, la prohibición de los despidos, la defensa de los servicios públicos, la titularización de los precarios en la función pública, la defensa de los sin papeles. Por nuestra parte, pensamos que hay que ir más allá de solo la unidad de acción puntual. Frente a la austeridad que nos prepara un gobierno Hollande, proponemos al Frente de Izquierdas, así como a otros (LO o los alternativos) la construcción de una oposición unitaria al gobierno. El NPA está dispuesto a ello. ¿Y el Frente de Izquierdas? Esta batalla es decisiva para no dejar al Frente Nacional la bandera de la oposición. Es lo que debe llevarnos al diálogo, a la acción común, con los militantes y los simpatizantes del Frente de Izquierdas.

Al mismo tiempo, no tenemos que olvidar que el Frente de Izquierdas es una construcción política, dirigida por el PCF y Mélenchon, y no un simple frente único. No es un partido, pero es ya un movimiento político.

Esto no significa que todo esté escrito. Hay temas que permanecen abiertos. Parece que en esta etapa los dirigentes del Frente de Izquierdas no desean participar en el gobierno. Planteándose “la toma del poder, de todo el poder en diez años”, Mélenchon descarta la participación en un gobierno que no dirigiría. Las presiones de la crisis son de tal calibre que el PCF parece optar por una fórmula de “apoyo sin participación”, ya utilizada en el pasado. Pueden surgir tensiones entre la dirección del PCF y Mélenchon. Pierre Laurent, secretario nacional del PCF, da como objetivo para las elecciones legislativas el “hacer elegir una mayoría de izquierdas en la Asamblea Nacional, con el máximo de diputados del Frente de Izquierdas”. ¿Una mayoría de izquierdas con el PS? ¿Qué harán los diputados del Frente de Izquierdas cuando haya que votar el presupuesto del gobierno Hollande? ¿Lo que los consejeros regionales del Frente de Izquierdas han hecho ya en casi todas las regiones, alineándose con el PS? Muchas preguntas permanecen abiertas. Para permitir acciones comunes, exigirán por nuestra parte una táctica política apropiada.

Ninguna de las hipótesis contempladas por el Frente de Izquierdas en esta etapa pone en cuestión su proyecto reformista. Por ello, ahora, cuando se oyen llamamientos para sumarse al Frente de Izquierdas, incluso en el seno del NPA, pensamos al contrario que el reagrupamiento de los anticapitalistas no puede depender de los avatares tácticos de las evoluciones del Frente de Izquierdas. Integrarse en el Frente de Izquierdas, es aceptar la dirección del PCF y de Mélenchon. Influir en la escena política, estimular la acción unitaria y conservar todas las posibilidades de crítica, es algo que exige un NPA independiente del Frente de Izquierdas. El reagrupamiento independiente de los anticapitalistas no tiene que ver con decisiones tácticas. Se trata de una opción estratégica que mantiene la continuidad histórica de la corriente revolucionaria. Un doble desafío se plantea ya al NPA: relanzar su construcción y desplegar una política unitaria, en particular respecto al Frente de Izquierdas.

Traducción: Alberto Nadal para anticapitalistas.org

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