Elecciones griegas. La venganza de un pueblo en lucha

Miércoles 9 de mayo de 2012, por Mar

Panagiotis Sotiris/Viento Sur

En las elecciones griegas, la venganza llegó con la fuerza de un terremoto. A pesar de los esfuerzos de los medios corporativos, a pesar de las múltiples formas de abierto chantaje por parte de la Troika formada por la UE – FMI – BCE, a pesar de los tiempos marcados en estas elecciones con la intención de hacerse con algún tipo de apoyos para ciertas medidas pro-austeridad, el resultado de las elecciones ha sido un rechazo explosivo a las políticas de austeridad y de limitación de la soberanía de Grecia. Se trata de un enorme golpe al intento de convertir a la Unión Europea en una “caja de acero” del neoliberalismo agresivo y de “devaluación interna”. Se trata de la prueba de que las políticas incluidas en los préstamos acordados con la UE y el FMI han perdido toda legitimidad. Insistir en su implementación no es únicamente un desprecio total a la voluntad del pueblo, sino equivalente a un golpe de Estado.

Los resultados electorales hablan por si solos, PASOK y Nueva Democracia, los dos partidos de la coalición de gobierno de Papadimos, perdieron más de 3 millones de votos y cerca del 76% del apoyo con respecto a las elecciones de 2009, y cuentan con un total resultante de algo más del 32% de los votos. El PASOK, un partido que ha estado en el poder más tiempo que cualquier otro en la historia reciente de Grecia obtuvo un humillante 13.20% de los votos, su peor resultado desde 1974. Nueva Democracia no consiguió aprovecharse de la caída del PASOK, también obtuvo su peor resultado electoral (18,85%) y presenció como el partido escindido “Griegos Independientes”, alcanzó más de un 10%. El total de todos los partidos partidarios de los planes de austeridad es inferior al 42%, una clara evidencia del rechazo a las políticas neoliberales.

Syriza (Coalición de la Izquierda Radical) terminó en segunda posición con un total de 16,78% (la última vez que la izquierda se encontró en esta misma posición fue en 1958) y el porcentaje total de la izquierda (SYRIZA, Partido Comunista y la izquierda anticapitalista) es de cerca del 27% lo que supone la mayor presencia electoral en la historia moderna de Grecia.

Para mostrar una imagen de la crisis política de los partidos gobernantes tradicionales, la suma de los votos de todos los partidos que no alcanzaron el umbral del 3% requerido para la entrada al parlamento es superior al total de los votos obtenidos por Nueva Democracia. Todo ello atestigua la flagrante crisis política del actual sistema político, resultante de la devastación social causada por las políticas de austeridad y de desempleo extremo. Por todo ello las mayores caídas de Nueva Democracia y del PASOK se dieron en Atenas, su área metropolitana y en el Pireo, así como en otras grandes ciudades; mayoritariamente áreas urbanas golpeadas por la austeridad y el desempleo. Es en estas áreas donde Syriza consigue ser el partido dominante, lo que supone un cambio histórico en las tendencias electorales en Grecia.

Por supuesto, también se ha producido la subida de los neonazis de Aurora Dorada, que desde una posición marginal han subido hasta el 7% y entran en el parlamento con una retórica abiertamente racista y fascista y una larga historia de ataques violentos a inmigrantes y a militantes de izquierda. El éxito electoral de los fascistas fue avivado por el cínico recurso al más abierto racismo tanto por parte del PASOK como por Nueva Democracia, pero también por el hecho de que ofrecía el aspecto de un voto “antisistema” a ojos de los votantes inseguros y desilusionados. Es por ello que la creación de prácticas colectivas de lucha y solidaridad, en vez de dejar a la gente merced de su desesperación individual e inseguridad, es la mejor manera de confrontar el desafío fascista.

A pesar del auge de las tendencias derechistas reaccionarias – los “Griegos Independientes”, más allá de su retórica anti-Troika apoyan de hecho una mezcla de nacionalismo y de agresivo neoliberalismo – , los mayores beneficiarios del rechazo a las políticas de austeridad han sido los partidos de la izquierda. Syriza ha conseguido un importante triunfo, que debe ser atribuido a su opción de llamar a la conformación de un “gobierno de izquierdas”. A pesar de la ausencia de radicalismo de su programa, ejemplificado en su renuncia a desafiar a la UE y a realizar un llamado para la salida inmediata del euro, su énfasis por la unidad de la izquierda y de la posibilidad de una gobierno de izquierdas le ha ayudado a ganarse el apoyo de gran parte del electorado que buscaba una alternativa. Al auge de Syriza también han contribuido el sectarismo y derrotismo del KKE, el Partido Comunista, que ostensiblemente minó la posibilidad de la unidad en la izquierda e insistió en la imposibilidad de ver cambios en un futuro inmediato. La izquierda anticapitalista, Antarsya, la única tendencia de la izquierda que abiertamente llamó a la anulación del pago de la deuda y a la salida de la eurozona, consiguió triplicar sus votos, alcanzando un 1,2%; aunque es obvio que sufrió finalmente la presión de Syriza.

El resultado de las elecciones, que difícilmente deja posibilidad a la formación de un gobierno duradero (puesto que no hay a la vista una coalición con mayoría amplia) significa que unas nuevas elecciones tendrán que producirse en breve tiempo. Entre tanto, se puede prever un creciente chantaje por parte de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional, principalmente a través de amenazas a que cualquier cambio en las políticas hará peligrar la financiación pública, con la esperanza de que este miedo infundido pueda empujar a los votantes de nuevo hacia los partidos mayoritarios tradicionales. Sin embargo, esta es una apuesta no segura, en el sentido que los actuales cambios en las tendencias electorales reflejan una divisiones sociales profundas en la sociedad griega y que por tanto el chantaje podría tener un efecto contraproducente.

Esto implica que la izquierda griega se enfrenta a un gran desafío histórico. Dos años de intensas luchas y de amargas medidas de austeridad han llevado a mucha gente a demandar una alternativa radical. Este no puede ser únicamente un “gobierno progresista” que vaya a tratar de evitar la austeridad mientras permanece incrustado en el neoliberalismo de la eurozona y en la violencia sistémica de la deuda. Debe de darse un intento hacia la conformación de un “bloque histórico”, una amplia alianza social y política en torno a un programa anticapitalista de cambio social radical. Este programa debería incluir una inmediata anulación del pago de la deuda, salida de la eurozona y la recuperación de la soberanía monetaria, nacionalización de la banca y de infraestructuras estratégicas, así como un amplio programa de reconstrucción de la producción acorde a pautas socialistas, basado en la iniciativa, en la experiencia colectiva, el ingenio, y la autogestión de los pueblos en lucha. Tal “bloque histórico” debe de aspirar a conseguir poder político, no únicamente en el sentido de un gobierno de izquierdas sino también (y principalmente) en el sentido de un cambio en la actual configuración del poder social. Sin un potente movimiento obrero, sin movimientos sociales radicales, sin un desarrollo integral de todo tipo de poder popular y autoorganización, cualquier gobierno de izquierda no conseguirá aguantar y sostenerse frente a las inmensas presiones que recibirá por parte de las fuerzas del capital, la UE y el FMI. El reto es enorme, las dificultades importantes, pero los dos últimos años han demostrado que la historia de Grecia no se ha escrito de acuerdo a los manuales neoliberales, sino en base a la voluntad colectiva de los pueblos en lucha.

Panagiotis Sotiris es profesor de filosofía social y política en el Departamento de Sociología, de la Universidad del Egeo. Se le puede contactar en psot@soc.aegean.gr.

Traducción: Ivan Molina Allende para VIENTO SUR

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