Murió Chris Maker, el gran creador y cineasta anticapitalista

Lunes 6 de agosto de 2012, por Mar

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Christian François Bouche-Villeneuve nació en Neuilly-sur-Seine, una ciudad francesa, el 29 de julio de 1921. Después de haber formado parte de la resistencia contra la ocupación de su país por los ejércitos nacional-socialistas, con el nombre de Chris Marker se dedicó a desarrollar una obra estético-ideológica vertiginosa en el área de la imagen cinematográfica y el documental, impar en la segunda parte del siglo veinte y hasta su fallecimiento. Marker se caracterizó por trabajar y reflexionar sobre los soportes técnicos audiovisuales más avanzados de su época. Así pergeñó un mundo expresivo propio de denuncia del capitalismo, y ayudó a todos los que pudo a realizar filmes de izquierda con similar sentido impugnador.

Fue parte del conjunto La orilla izquierda, a comienzos de los cincuenta, junto a creadores de la talla de Alain Resnais y Agnès Varda y otros cineasta amigos: un poderoso espacio de reflexión sobre los vínculos entre la novedad formal y la intervención política. Así colaboró con Resnais en una de sus obras maestras: fue asistente de dirección de Noche y niebla, sobre guión de Jean Cayrol.

Un poco más tarde, siguiendo el mismo camino, participó de diversas experiencias grupales de cine político. Fue en los años sesenta. Así, en 1967 fue promotor de la película colectiva Lejos de Vietnam, la cual, a la manera de un manifiesto antimperialista, sumó cortometrajes de los más destacados cineastas de la época. En 1967 también se topa con el cineasta ruso Alexander Medvekine, quien había sido miembro del Ejército Rojo y que tras la revolución impulsó el llamado Cinetren con el cual recorrió el territorio soviético retratando la vida de obreros y campesinos. Surgen entonces los “Grupos Medvedkine”, agrupaciones de cine político que se dedican a promover los conflictos obreros más destacados que se sucedieron antes, durante y después de los sucesos del Mayo del 68. En la experiencia se mezclaban los jóvenes cineastas con los obreros de distintas fábricas, y sus documentales se difundían por canales alternativos y generar los debates que no suelen tener cabida en los circuitos comerciales.

El reconocimiento internacional no le llegó por sus ensayos cinematográficos sobre las obras de Akira Kurosawa y Andrei Tarkovsky, o por sus ergistros de la luichas del pueblo palestino, cubano o chino, sino por un hermoso cortometraje. La Jetée, de 1962, que, anticipando casi una estética ciber-punk, especula en tono de ciencia ficción acerca de viajes en el tiempo en un universo post-apocalíptico. El corto fue la inspiración de Terry Gilliam para sus Doce monos.

El fondo del aire es rojo, de 1977, es una de sus obras más desatacadas. Se trata de un increíble trabajo de montaje con archivos históricos que transmite la fuerza en las calles, los debates y las contradicciones de la rebelión obrero-estudiantil de Mayo de 1968 en Francia. El boicot a las movilizaciones por parte del Partido Comunista ocupa allí un lugar fundamental. En el caso de Chris Marker, ocurre algo distinto.

“Diría que la materia prima es la inteligencia, la palabra su expresión inmediata, y que la imagen no interviene más que en tercera posición, en relación con la inteligencia verbal. El proceso se ha invertido. Arriesgaré aún otra metáfora: Chris Marker aporta en sus films una concepción completamente nueva del montaje, que yo llamaría horizontal, en oposición al montaje tradicional que se realiza a lo largo de la película, centrado en la relación entre los planos En el caso de Marker, la imagen no remite a lo que la precede o la sigue, sino que en cierta forma se relaciona totalmente con lo que se dice. Mejor aún, el elemento primordial es la belleza sonora, y es desde ella desde donde la mente debe saltar hacia la imagen. El montaje se hace oído al ojo”, escribió André Bazin.

La crítica dura y sin concesiones al estalinismo alimenta también El último bolchevique, de 1993. Se despliega allí el relato de vida de Alexander Medvekine junto con las persecuciones y la censura sufrida por los más importantes cineastas soviéticos. La contraposición, en definitiva, del impulso creativo de la Revolución Rusa con la estupidez del realismo socialista y los castigos a los artistas y opositores de izquierda, impulsados por José Stalin.

Piezas como Sin sol, de 1993, permiten ver hasta qué punto Marker experimentaba con el montaje y la mezcla inusual y creativa el documental, ensayo, ficción, filosofía, historia, memoria. Asimismo Nivel 5, de 1995, se sumerge en el uso de la tecnología digital; tentativa que a poco andar lo llevaría a explorar la creación audiovisual de los formatos de CD y DVD interactivos (IMMEMORY, de 1998). A los 91 años, justo el día de su cumpleaños, este gran creador que en pleno Mayo del 68 supo impulsar junto a Jean-Luc Godard y Resnais el formato de los 0cinétracts –boletines de urgencia informativa de la revuelta que se rodaron en 16 milímetros–, murió en su Francia.

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