Declaración de Oujda: Otro Magreb y otras políticas migratorias son posibles.

Jueves 18 de octubre de 2012, por elecciones

Los migrantes, las asociaciones de la sociedad civil magrebí, los sindicatos y las organizaciones de solidaridad internacional reunidos en el marco de la segunda edición del foro social Magrebí, en Oujda los días 6 y 7 de octubre de 2012, sobre el tema de la migración y de la libre circulación en el Magreb, y en conmemoración con los acontecimientos de Ceuta de 2005 en los que murieron 14 migrantes subsaharianos, DECLARAN:

El costo del no-Magreb en lo que atañe a los planos económicos, sociales, culturales y también psicológicos constituye una pérdida enorme para el presente y el porvenir de los pueblos de la región. En el pasado llevaron un combate común contra el colonialismo tanto en sus territorios como en la inmigración en Europa. Han logrado forjar una identidad común, y un imaginario emancipador de la sociedad. Actualmente, mientras aspiran al advenimiento de un espacio geopolítico democrático, de justicia social, de libertad favoreciendo los intercambios entre los pueblos, espacio abierto y acogedor con respecto a los migrantes que están viviendo y trabajando en los diferentes países magrebís, presenciamos por el contrario desde decenios una acelerada inserción dependiente en el mercado mundial que se hace a expensas de una integración y de un desarrollo regional magrebí. Esta elección es incapaz de impulsar una dinámica magrebí unitaria a la altura de las apuestas globales regionales e internacionales, y de las aspiraciones de los pueblos de la región.

Sobre el la cuestión migratoria, presenciamos la aplicación de políticas de seguridad, estigmatizando a los migrantes que están viviendo en el suelo magrebí, sin tener en cuenta la historia que une los pueblos del Norte de África a los de África subsahariana, sin tener en cuenta los intereses mutuos de desarrollo y de enriquecimiento cultural y de civilización.

Nuestros gobiernos rivalizan en la aplicación de las políticas y directivas europeas, erigiendo un muro entre las dos orillas de la Mediterránea, responsable de miles de muertos y desaparecidos, transformando el Mediterráneo en un amplio cementerio.

Las oleadas de arrestos, de expulsiones, de tratamientos degradantes a los migrantes subsaharianos y la criminalización de su presencia constituyen una de las atentados más graves a los derechos humanos más elementales.

Los migrantes, las organizaciones de la sociedad civil magrebí y de solidaridad internacional reunidas en el Foro de los migrantes de Oujda, denuncian esta connivencia entre los intereses de una Europa parapetada detrás de sus fronteras y los de los gobiernos magrebíes incapaces de construir una política alternativa al servicio de los intereses de los pueblos de la región.

El tratamiento de seguridad de la cuestión migratoria es un callejón sin salida. Las migraciones han sido, desde siempre, un beneficio suerte para los pueblos de partida y de llegada. El Magreb, de tradición migratoria antigua, se ha convertido en un territorio tanto de inmigración que de emigración. La presencia de los migrantes subsaharianos y de otros países es una suerte para el desarrollo de los dos espacios africanos. El porvenir del Norte de África y de la África subsahariana pasa por la apertura al Otro, y por los intercambios humanos, que son una fuente de enriquecimiento mutuo.

La construcción de un Magreb de los pueblos, rico en su diversidad cultural, lingüística y social necesita una visión global de porvenir con un espacio sin fronteras, intra–países del Magreb, democrático y respetuoso de los derechos humanos, basado en algunos príncipes fundadores como:

  • La apertura de las fronteras, permitiendo la libre circulación e instalación tanto de los nacionales como de los migrantes que vieven en el suelo Magrebí,
  • La regularización de la situación de todos los sin papeles que quisieran instalarse y vivir en los países magrebíes.
  • El rechazo de la política europea de seguridad que erige muros en vez de construir puentes entre las dos orillas de la Mediterránea.
  • La cierre de todos los lugares de detención de los inmigrantes, y la despenalización de la situación de los sin papeles.
  • El cese de todas las formas de violencia con respecto a las mujeres migrantes que sufren graves humillaciones, y la necesidad de que se persiga judicialmente sin concesión con respecto a todas formas de ofensa a sus derechos.
  • La igualdad de derechos económicos, sociales y culturales reconocidos de manera universal, y el respeto con la aplicación integral de los convenios internacionales de protección de los inmigrantes y refugiados, especialmente los convenios de Ginebra del 28 de julio de 1951, relativo al estado de los refugiados, y el convenio internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y miembros de sus familias, adoptada por la ONU el 18 de diciembre de 1992, así que los convenios del OIT relativos a la migración.
  • El rechazo y la criminalización de las discriminaciones y del racismo, y la promulgación por los parlamentos nacionales de leyes que sancionan los actos racistas y xenófobos.

Oujda, frontera entre Argelia y Marruecos, el 7 de octubre de 2012

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