Yolanda González: 1980-2013

Martes 5 de marzo de 2013, por Mar

Jesús Jaén, (ex-militante del PST y actualmente militante de I.A.)

La noticia publicada por el diario El País en donde se informaba que Emilio Hellín Moro (uno de los asesinos de Yolanda), estaba trabajando como asesor de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, ha convulsionado a una parte de la opinión pública. Para los que fuimos amigos y compañeros de partido de Yolanda, esto, nos ha retrotraído al escenario de los años de la Transición y de la lucha que desarrollamos buscando la investigación, el juicio y el castigo de los culpables.

Febrero de 1980

Eran años de tremenda inestabilidad política y social. El Gobierno de la UCD se veía arrinconado por las luchas obreras y populares, además de por su propia crisis interna. En octubre de 1979 había estallado una gran movilización estudiantil contra el Estatuto de Centros y la Ley de Autonomía Universitaria. En Madrid la huelga adquirió una gran dureza como se demostró con los asesinatos de dos estudiantes por disparos de la policía nacional en la Glorieta de Embajadores. La Coordinadora de Estudiantes de Enseñanza Media y la Coordinadora de Universidades, centros de referencia en esta lucha, empezaban a acusar síntomas de agotamiento después de tres meses.

Así mismo, la situación en Euskadi era explosiva. Además de las movilizaciones por los derechos nacionales, la actividad de ETA era frenética. En 1980 se produjeron más víctimas que en ningún año. Uno de ellos, fue el atentado de Ispáster donde murieron seis guardias civiles y dos miembros de ETA, a causa de las bombas arrojadas contra un convoy que transportaba armas a la fábrica de Esperanza y Compañía de Bilbao. Era la mañana del 1 de febrero de 1980.

Otro síntoma de la tensión social eran las actividades de organizaciones de extrema derecha como Fuerza Nueva (muchas de sus acciones entrelazadas con los aparatos y servicios de inteligencia del franquismo). A partir de estas fechas veremos nacer el Batallón Vasco Español precursor de los GAL, integrados por elementos fascistas y sobre todo por miembros de los cuerpos de la policía nacional o la guardia civil.

Yolanda y el PST

Yolanda tenía diecinueve años cuando fue asesinada. Había nacido en una zona obrera de Deusto, una población en la margen derecha de la ría. Comenzó militando en las Juventudes Socialistas pero sus inquietudes políticas le llevaron al trotskismo. Cuando comenzó la movilización estudiantil ella fue elegida representante de la Coordinadora por el Instituto de Formación Profesional de Vallecas. Siempre se sintió orgullosa de su origen vasco y solía llevar la cruz de lauburu colgada sobre su cuello.

Por su parte el Partido Socialista de los Trabajadores éramos una organización joven y de jóvenes. Habíamos salido a la luz en octubre de 1979 tras una dolorosa separación con la LCR. Formábamos parte, como todos los trotskistas, de un nuevo centro internacional y tuvimos la suerte de aparecer en el momento que explotó el movimiento estudiantil en Madrid donde el PST jugó un papel muy importante.

2 de febrero de 1980

Recibimos una llamada a media tarde desde el local de Augusto Figueroa de la Liga. No recuerdo ahora con quién hablé pero aún siento cómo me quedé congelado: “Yolanda ha aparecido muerta en una cuneta en la carretera que va a San Martín de Valdeiglesias”. La habíamos esperado todo el día pero no aparecía en ningún lado (pensábamos que podía estar detenida por ser dirigente estudiantil). La última vez que la vi fue la noche anterior cuando acabábamos de hacer la célula de enseñanza media en nuestra sede de la Avenida de Jose Antonio (hoy Gran Vía). Se fue a casa y no regresó.

En su casa fue detenida y conducida a la fuerza por varios integrantes de Fuerza Nueva, algún policía nacional y guardia civil. Una vez encerrada en uno de los coches fue “interrogada” y acusada de ser miembro de ETA. Sabemos que ella lo negó todo. Absolutamente todo. Sabemos que se defendió y declaró que era militante trotskista del Partido Socialista de los Trabajadores. Los asesinos no tuvieron escrúpulos, la bajaron en medio de un descampado y la dieron tres tiros. Los autores confesos de estos disparos fueron Hellín (seguramente el cabecilla del comando) e Ignacio Abad.

La respuesta

La contestación social fue muy grande. La sociedad, los partidos y los sindicatos de izquierda o democráticos se unieron para exigir la investigación y castigo. Unos días después el Ministerio del Interior encontró a los culpables. ¿Estaban todos? Por supuesto que no. Solamente la punta del iceberg. El crimen de Yolanda fue otro crimen de estado. En el mismo estuvieron implicados miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del régimen que junto con Fuerza Nueva y otros lobbys de la ultraderecha que constituían el llamado Batallón Vasco Español. Eran años en donde militares ultras, bandas parapoliciales o grupos de extrema derecha formaban un todo indivisible, como lo demostraría un año más tarde el golpe de estado del 23 de febrero de 1981.

La lucha por Yolanda y por ajustar cuentas con sus asesinos materiales ha sido larga y dura. Comenzó ese 2 de febrero de 1980 pero todavía sigue. En el camino tuvimos que derribar muchas barreras, innumerables obstáculos y peligros inciertos. Primero para que se detuviera a los culpables materiales, después para profundizar en la trama; más tarde para conseguir la reapertura del sumario, a continuación para exigir la extradición de Hellín (fugado en dos ocasiones y con domicilio en Paraguay). Una vez conseguido esto, Hellín solamente cumplió trece años de los cuarenta y tres por los que fue condenado. Se le conmutaron los otros por buena conducta (jamás se arrepintió de haber matado a Yolanda). Y ahora es premiado con un cargo de asesor de la policía nacional y guardia civil.

Febrero 2013

La campaña que estamos desarrollando en estos momentos forma parte de la misma lucha que hemos llevado a cabo siempre. Hellín ha sido perdonado y premiado por el Estado, pero nunca encontrará un minuto de descanso mientras sigamos vivos los que fuimos compañeros y amigos de Yolanda. No hay venganza, es justicia. Nosotros ni olvidamos ni perdonamos a un asesino que seguramente volvería hacer lo mismo hoy.

Nuestra satisfacción es nuestra lucha. Nuestro consuelo es continuar luchando por una sociedad mejor sin ese tipo de monstruos capaces de cercenar la vida de una joven de diecinueve años. Queremos una sociedad libre de Hellines y de toda esa calaña que ayer levantó la pistola contra las libertades y que hoy en nombre de los Mercados Financieros nos roba nuestros derechos.

Que por cada Yolanda caída aparezca mil yolandas; que su lucha por una enseñanza pública, laica y gratuita; tenga hoy su correspondencia en la defensa de una educación y una sanidad al servicio de la sociedad.

5-3-13 Jesús Jaén (ex-militante del PST y actualmente militante de I.A.)

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