Reflexiones de la izquierda italiana tras el resultado electoral

Viernes 8 de marzo de 2013, por Mar

Rifondazione Comunista, surrealismo postelectoral

La secretaría de Rifondazione Comunista anuncia que presentará su dimisión en el próximo comité nacional del partido publicando un comunicado con pasajes al menos surrealistas que merecen algunas graves consideraciones. Éste además carece de una referencia a la gravedad de los errores cometidos por este partido y a la necesidad de una reflexión en profundidad que revise no sólo las decisiones de hoy, sino también de los muchos años pasados de los cuales las últimas son hijas.

Dice la secretaría de Rifondazione que con la lista Ingroia no se ha logrado “hacer emerger el perfil antiliberal, de izquierda y popular de la lista” y añade que “el fracaso de la lista tiene por tanto una causa política precisa en la incapacidad de interpretar e interceptar el fuerte disgusto social y la amplia oposición a las políticas de austeridad”.

Pero, ¿cómo podía esta lista, por la forma en que se ha hecho, sus contenidos y perfil político elegido, por las características de su candidato y apareciendo como una improvisada lancha de salvamento para algunos partidos en dificultad y poder garantizar un nuevo desembarco en el parlamento de sus desgastados líderes, llevar a cabo esa función cuando bajo los golpes de la crisis y la austeridad en el país crece un enorme sufrimiento en amplios sectores de masas? Recomendamos el análisis lúcido y despiadado de Guido Viale en “Il Manifesto” y las notas de Antonio Moscato.

Queremos únicamente subrayar que Rifondazione ha desempeñado un papel totalmente negativo en la convocatoria de “Cambiar se puede”: por una parte, condicionando el debate y las dinámicas internas (en las asambleas y el gran esfuerzo por determinar el desarrollo del referéndum online) y al mismo tiempo tejiendo el acuerdo con otros partidos escondidos detrás de Ingroia de espaldas al movimiento, consiguiendo al final hacer fracasar la originalidad del proyecto y “absorber” a una parte de los protagonistas en la lista Ingroia.

Rifondazione, con un acto absolutamente autodestructivo para preservar a sus dos líderes, ha sido incluso capaz de excluir de la lista del Piemonte a una compañera como Nicoletta Dosio, protagonista indiscutible, generosa y creíble del Movimiento No Tav desde sus lejanos orígenes, dando así luz verde al muy merecido éxito de los “grillini” (seguidores de Beppe Grillo) en el Val de Susa. Naturalmente era posible otra opción, la de favorecer al máximo la construcción de esta lista desde abajo, centrándose en la renovación, en la activación de nuevas energías en un proceso más lento pero más capaz de interpretar el disgusto social y la oposición a las políticas de austeridad.

Pero el comunicado de Rifondazione consigue “superarse” incluso cuando afirma que, a fin de contrastar las políticas liberales, “es necesario poner en marcha con fuerza la construcción de un polo político de la izquierda antiliberal y proponemos que Revolución Civil dé vida a un verdadero proceso constituyente. Paralelamente es necesario fortalecer y calificar la acción de Rifondazione Comunista, que de este proceso de unidad de la izquierda antiliberal debe ser motor y protagonista”.

La herramienta que ha demostrado la total incapacidad política de actuar en la convulsa sociedad italiana debería ser el sujeto de un proceso constituyente y democrático, Rifondazione Comunista, la fuerza que ha jugado un papel totalmente negativo, frenando la iniciativa de nuevos sectores sociales de la base por acuerdos verticales, debería ser el motor.

Pero la realidad es una: Rifondazione ha proclamado muchas veces en su historia ser la alternativa. En el movimiento antiglobalización intentó ser plenamente partícipe, pero como una maldición o legado insuperable, casi en todas las citas electorales ya sea nacionales o locales ha optado por retomar el acuerdo con los social-liberales, buscando una ventaja a corto plazo (puestos muy gratificantes para muchos de sus dirigentes) y renunciando a un trabajo de alternativa coherente, a medio y largo plazo.

Se ha llenado la boca de estar en los movimientos “desde la base” pero el centro siempre ha estado identificado en otro lugar, dando prioridad a tácticas institucionales; excepto en algún momento en que el mecanismo se ha atascado e invertido, con la desafortunada experiencia del gobierno Prodi, hacia el lado contrario. En una entrevista Alberto Perino, líder del No Tav, quizás exagera las cifras, pero evidencia lo sustancial cuando afirma haber dicho a Ferrero que “si hubieran dejado caer al ejecutivo (Prodi) en la financiación de las misiones al extranjero y en la del TAV ahora obtendrían el 20%”.

De esta forma no sólo se ha renunciado a la perspectiva del “sol del futuro”, sino que también se ha perdido la presencia institucional. Nunca se ha tenido la fuerza para empezar un camino más complejo que pudiera tener mayor influencia social y sirviera, cuando fuese posible y necesario, para lograr también una útil presencia electoral. Por supuesto estas consideraciones no ponen en duda la generosidad, militancia y el gran esfuerzo de tantas compañeras y compañeros de Rifondazione en la actividad político- social y ambiental en los movimientos contra las políticas neoliberales.

Todas estas compañeras y compañeros deberían hacer una profunda lectura de orden político y estratégico del recorrido de su organización y sobre todo optar por dedicarse enteramente a la construcción paciente y difícil de tantas resistencias sociales para unirlas, reforzar la compleja dinámica de estos movimientos embrionarios para construir frentes que se transfieran en el plano de la movilización, de la posibilidad de un nuevo protagonismo en los lugares de trabajo, de estudio, donde crecen la rabia por las decisiones de las fuerzas económicas dominante, el rechazo de las políticas de austeridad y la batalla por los derechos económicos, sociales y ambientales.

Naturalmente esta propuesta de compromiso y trabajo vale para todas y todos, también para nosotros, que queremos ser partícipes de esta reconstrucción del movimiento de masas y de una izquierda fuerte, no queremos renunciar al proyecto complejo y redefinido de alternativa al actual sistema capitalista.

Franco Turigliato http://sinistracritica.org/2013/02/...

Partido Democrático, final del partido

“Con esta clase dirigente no ganaremos nunca”. Nanni Moretti lo había dicho hace algunos años, pero se olvidó de ello justo en la víspera de las elecciones. Pero si lo examinamos bien, “no ganar nunca” no es una característica específica de Bersani y d’Alema, sino que forma parte de la historia. La historia del gran Partido Comunista Italiano, cuyos dirigentes no han brillado nunca por su coraje y audacia política.

Ya en 1944, con Italia en desbandada y el ejército partisano en manos de la izquierda, Togliatti decide frenar los deseos revolucionarios de los militantes de la resistencia para decir: “Quietos todos. No debemos hacer la revolución. Basta con la “progresiva democracia”. Decisión dictada por Stalin, que se repetirá en Julio de 1948 después de la derrota electoral de Abril, cuando el atentado al líder comunista produce una nueva explosión social que en algunas zonas del país asume carácter insurreccional. Pero llega puntual la orden del grupo dirigente del PCI. No se pueden violar los acuerdos entre la URSS y Estados Unidos.

Sin embargo esta fidelidad no se ahorra de la llamada “Conventio ad excludendum”, por la que a pesar de la renuncia a la vía revolucionaria, el PCI no puede considerarse una posible fuerza democrática de gobierno. Y se convierte en un verdadero y auténtico complejo de su grupo dirigente. En los años setenta, sobre la ola de las luchas sociales que estallaron en el país con el 68, el PCI crece electoralmente llegando a alrededor del 35%. Podría jugar la carta del gobierno de las izquierdas, poniendo en minoría finalmente a la Democracia Cristiana, pero esta vez Berlinguer los detiene.

Empieza la época del “compromiso histórico” y de los gobiernos de la abstención, con el PCI fuera del gobierno y actuando de muleta de la Democracia Cristiana. Berlinguer tiene miedo que Italia acabe como Chile, con el golpe de estado al gobierno de Allende. Y así los comunistas pierden una ocasión irrepetible para llegar al gobierno.

El resto es la historia reciente de los últimos veinte años. El PCI convertido en PDS (Partido Democrático de Izquierda), DS (Demócratas de Izquierda) y después PD (Partido Democrático) consigue finalmente llegar al gobierno. Pero no se libera del complejo de la “Conventio ad excludendum”. Podría hacer reformas de izquierda incluso compatibles con el sistema, pero cree que tiene que demostrar a los Estados Unidos que es más fiel a la OTAN que la derecha, a los mercados que son más liberales que los liberales, al Vaticano que es más católico que los democristianos.

Tanto, que de esta forma apoyaron las guerras en Kosovo y Afganistán, las duras reformas estructurales del sistema de pensiones, dar vía libre al trabajo precario. Siempre guiñándole un ojo a la Iglesia, tanto que en las últimas primarias Bersani coloca en su Panteón al papa Juan Pablo II, seguido por su otro competidor, Vendola, que en cambio pone al cardenal Carlo Maria Martini. Nunca debieron pensar que somos comunistas…

Pero en la segunda mitad de los años noventa están en el gobierno y pueden ahogar de un golpe a Berlusconi y a su conflicto de intereses. Pero de nuevo “Quietos todos”: D’Alema explica que con él se deben hacer las reformas institucionales. Una vez más en el 2011 pueden barrer a Berlusconi llamando a votar después de su desastrosa caída, con los sondeos dándole un mínimo histórico y Grillo todavía no es tan preocupante. Pero en cambio no, otra vez “Quietos todos”, tranquilos los mercados. Llega el gobierno Monti, en connivencia con Berlusconi, al que apoya en las más duras políticas de austeridad, pidiendo a la CGIL que no haga más que una hora de huelga.

Sin embargo están satisfechos de haber llevado la dote al siglo XX, a partir de la gloriosa historia del gran Partido Comunista Italiano, las raíces sociales, la hegemonía en el sindicato y entre los intelectuales de este país. En definitiva, de haber constituido el núcleo duro. Un electorado fuerte e identitario, dispuesto a confiar en la secretaría general del partido, sea cual sea la decisión que tome por la causa.

Pero mientras tanto cambia el mundo y la causa ya no es tan clara. La violenta lucha de clases desde arriba, hecha por las grandes empresas y poderes bancarios, se formaliza en leyes de los gobiernos que se alternan desde 1994 hasta hoy, en los que el centro-izquierda con varias fórmulas gobierna durante 9 años. Pero a pesar de haber impuesto una derrota al movimiento obrero, están convencidos de haber apoyado a los trabajadores. Porque “Nosotros somos la izquierda. Y al otro lado está Berlusconi”.

La campaña electoral de 2013 es para dar el golpe, para “decir algo de izquierdas”, como pedía siempre Nanni hace una década. A lo mejor no un impuesto sobre el patrimonio pero, quién sabe, al menos la tributación de los ingresos por encima de un millón y medio de euros como Hollande en Francia. No, “Quietos todos”, no se hacen promesas. No hace falta, porque “Nosotros somos el PD”. La única organización sin el nombre del líder en el símbolo. La única que reivindica el modelo de partido del siglo XX, mientras los otros tienen instrumentos propiedad privada de sus líderes.

Sólo se mantiene del siglo XX el modelo organizativo, no las grandes narraciones ni las ganas de cambiar el mundo. Ahora hace falta gestionar lo existente, dominado por los mercados. La política ahora es tarea de los profesionales de la política. La participación democrática y directa de los ciudadanos es, eso sí, cosa del siglo XX. Desde el 2008 hasta hoy el Partido Democrático pierde más del 30% de sus electores, 3,5 millones de votos. Pero no se dan cuenta, creen que han ganado.

Pero de que el PD se está derrumbando no se da cuenta ni siquiera la izquierda radical, también en gran parte proveniente del PCI. Una izquierda que define siempre su propia identidad en relación, contraposición o alianza con la antigua “casa madre”. Con la que va al gobierno aunque no comparte las políticas. Porque “Bueno o malo es siempre mi gobierno”. Pero después no entra en el parlamento en el 2008 tras participar en el gobierno Prodi y en 2013 centra la campaña de Ingroia en los intentos de alianza con el PD, hasta decir que la derrota de Revolución Civil es culpa de Bersani, que no ha querido aliarse con ellos.

Mientras tanto el mundo sigue ahí fuera. Hay un mar abierto. Pero todos están tan encerrados en su barca que no se dan cuenta que llega un tsunami. “No hay ningún boom de Grillo”, decía hace algún mes el presidente Napolitano, analista siempre atento a los fenómenos políticos. El tsunami vuelca la barca y concluye una historia. Ahora, o se nada en el mar abierto o se ahogan definitivamente.

Giulio Calella

http://sinistracritica.org/2013/02/...

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