La izquierda tunecina plantea el no pagar la deuda como el siguiente paso de la revolución

Lunes 25 de marzo de 2013, por Mar

Luis Giménez San Miguel  Público

Después de la primavera de 2011 y la caída de Ben Alí, Túnez es otro país. La llegada de los derechos civiles y las libertades democráticas ha venido acompañada de un aumento de la pobreza, la inestabilidad y el auge del islamismo, un movimiento político que había sido prohibido y reprimido durante la dictadura y que hoy, con el partido Ennahda, gobierna el país en un tripartito con dos formaciones laicas. Pero hay una herencia que los islamistas cargan sobre sus espaldas: la deuda contraída durante los 23 años de mandato de Ben Alí.

Mientras Ennahda se erige ante los tunecinos como defensor de la moralidad y los principios del Corán trata al mismo tiempo de salvaguardar un modelo económico muy similar al que ha dominado el país durante las últimas décadas y acallar las voces que en la primavera de 2011 derrocaron a la dictadura pidiendo dignidad y trabajo. En esta estrategia, los islamistas cuentan con el apoyo de los dos principales partidos laicos. Mientras, la oposición de izquierda se ha reorganizado en el Frente Popular, al que se han unido 12 partidos y que las encuestas sitúan como una fuerza capaz de lograr el tercer puesto en el Parlamento.

"Con la revolución que derrotó a la dictadura de Ben Alí el pueblo tunecino aspiraba a acabar con el paro y la misera. El pago de la deuda es lo que nos impide atender a las necesidades de la mayoría de la población. Porque la deuda que dejó Ben Alí es a la que se somete el Gobierno actual en las negociaciones con el FMI". Así lo afirmaba este sábado el líder del Frente Popular (FP), Hama Hammami, en la rueda de prensa previa al al Foro Mediterráneo contra la Deuda, un encuentro al que han acudido partidos progresistas de ambos lados del mar y de América Latina para trazar alianzas y compartir experiencias de oposición a la austeridad y que terminó este domingo en un multitudinario mitin en el Palacio de Congresos de la capital tunecina.

"La deuda forma parte de la estrategia contrarrevolucionaria coordinada por la troika europea (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional), ejecutada por el Ejecutivo tripartito liderado por Ennahda y con la ayuda de Arabia Saudí y Emiratos Árabes" afirmó también Hammami. Y por eso, desde su formación apuestan por suspender el pago durante tres años y en este tiempo llevar a cabo una auditoría para ver qué parte de la deuda no fue contraída en beneficio de la mayoría y negar su pago. También Fatih Chamki, número dos del Frente, se mostró convencido de que "los partidos que defienden a los movimientos populares han de adoptar un programa común contra la deuda".

Asesinatos políticos

Este encuentro, que se ha celebrado los días previos al Foro Social Mundial, que este año tiene lugar en la cuna de la Primavera Árabe, también ha servido como una muestra de solidaridad internacional por el asesinato el mes pasado del dirigente del FP, Chukri Belaid, a manos presuntamente de los islamistas radicales y que se ha convertido en el mártir de la izquierda tunecina. Su cara es visible en las miles de pancartas, estampas y chapas que llenan los lugares de encuentro de los activistas. En el mitin, el asiento de al lado de Hammami estaba ocupado por su retrato y las decenas de jóvenes que durante semanas se habían volcado en la organización del acto lloraron puño en alto cuando se proyectó un vídeo en su recuerdo.

"Chukri Belaid no ha muerto,vive en el pueblo que lucha por su dignidad", afirmó ante miles de tunecinos Manuel Monereo, el representante de Izquierda Unida en el mitin. Junto a él, también intervinieron Quim Arrufat, diputado de la CUP en el Parlament de Catalunya, y Miguel Urbán, de Izquierda Anticapitalista. "La solidaridad internacional es fundamental para la izquierda en este momento. No podemos dejar que los únicos internacionalistas sean las grandes finanzas y los islamistas", explicaban tras el mitin Urbán y Judith Carreras, una de las organizadoras españolas. "Han matado a un dirigente de la principal fuerza de izquierda en este momento en el mundo árabe y hemos venido a mostrar nuestra solidaridad. Si la Primavera Árabe comenzó en Túnez, la continuación de la revolución con la oposición al pago de la deuda puede comenzar aquí también".

Gibram Dhawedi, uno de los jóvenes que ha pasado varios días sin dormir para preparar este encuentro, asegura que el objetivo de los islamistas con el asesinato de Belaid es "infundir el miedo: atacan a militantes de izquierda, estudiantes y periodistas. Son los enemigos de la prosperidad en Túnez". Este joven cree que Ennahda "quiere una guerra civil contra la izquierda tunecina" y por eso alienta a los salafistas a cometer crímenes como este y desestabilizar la situación en las calles mientras ellos se hacen fuertes en las instituciones que dejó Ben Alí y que no han sido completamente transformadas. Porque para él, igual que para muchos otros tunecinos que repiten las mistas palabras, lo que está intentando hacer Ennahda es "implantar una dictadura que sustituya a la anterior, con contenido moral reaccionario y plegada a los intereses del FMI".

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