"El Foro Social ayudó a los cambios en América Latina y puede hacerlo en el mundo árabe"

Viernes 29 de marzo de 2013, por Mar

Luis Gimémez San Miguel ׀ Público

"El Foro Social Mundial es importante porque demuestra que podemos vivir juntos, cinco días, con ideas, culturas y religiones diferentes. Podemos alcanzar acuerdos a través del diálogo y no con el odio y las bombas". Es la visión optimista que muestra Tarek Ben Hiba, uno de los máximos responsables de la organización del encuentro altermundista que se celebra esta semana en Túnez. Sin embargo, él mismo reconoce que "en este país hay gente que pretende imponer sus ideas retrógradas por la fuerza". Recogiendo el lema con el que millones de personas hicieron caer a la dictadura de Ben Alí hace dos años, "Dignidad" es el nombre elegido para esta edición del Foro.

El miércoles comenzaron las cientos de conferencias, reuniones y talleres que están previstos para estos días en las facultades de la Universidad de Almanar. Tras décadas de falta de libertades, gran parte de la nueva sociedad civil tunecina ha acudido hasta allí para tratar de llevar la realidad de su país al resto del mundo. En un momento de apertura democrática, después de la caída del régimen, Túnez cuenta ahora mismo con un fuerte tejido asociativo y sindical. Y para sus habitantes, pese a los límites de un Foro pensado para otra época, esta es una experiencia única. "Estos encuentros contribuyeron mucho en América Latina a la lucha contra las dictaduras y a la construcción de los gobiernos que están con las clases populares. Y espero que eso ocurra también en el mundo árabe. No obstante, el Foro no puede reemplazar la debilidad de las organizaciones políticas de izquierda", asegura Tarek Ben Hiba.

Sin embargo, caminar por el campus de la universidad, en plena ebullición y con miles de personas venidas de todo le mundo, basta para ver los fuertes conflictos que atraviesan al mundo árabe en la actualidad, pues hasta la fecha nunca antes habían acudido movimientos islamistas a este evento. A la entrada del recinto, un grupo de iraníes levantan varios cuadros con la cara de Jomeini mientras unos niños reparten panfletos sobre las bondades del Corán. En los muros de las facultades hay carteles de Chávez junto a pintadas religiosas. La explosión de participación se da en todos los lados de la arena política.

Mientras se celebran decenas de actos feministas a lo largo del campus, en el interior de una de las facultades hay un grupo de estudiantes islamistas que llevan 30 días encerrados en protesta por la decisión del rectorado de la universidad de no permitir el niqab en el interior de las aulas. "Fueron los profesores de extrema izquierda los que impusieron esta regla", asegura Nahi Wahbi, pese a que esta norma también estaba vigente durante el mandato de Ben Alí. "No dejan libertad a las estudiantes, muchas de ellas quieren llevarlo y no se les permite". Pero a pesar de la visibilidad, "ellos son sólo una pequeña minoría", aseguran un grupo de estudiantes a las puertas del hall donde los islamistas han montado una mesa informativa.

En la plaza central del campus, bajo una gran bandera palestina que cubre todo el anfiteatro, asistentes venidos de todo el mundo árabe se fotografían pisando una bandera de Israel. La gran mayoría de los asistentes vienen de los países árabes y pocos de América Latina en comparación con ediciones anteriores. Al igual que ocurrió en la manifestación de apertura del martes, durante este jueves volvieron a resurgir las tensiones entre distintos movimientos. Los marroquíes han protestado por la participación de los saharauis y, en algunas de las reuniones en las que se ha tratado la guerra de Siria, han vuelto a surgir disputas con los kurdos. Además, al final de la tarde un centenar de personas se han concentrado en el campus con banderas del régimen sirio y lanzando consignas a favor de Bashar al Asad. Y no podían faltar discusiones entre partidarios y detractores de Gadafi.

Muchos de los activistas que se han trasladado a Túnez coinciden en la crítica a la burocratización del Foro y el patrocinio que le ofrecen gobiernos y grandes multinacionales. Además, algunos dudan de su efectividad. "Parece un mercadillo de las causas perdidas", comentaba uno de los activistas. "Recibimos subvenciones de muchas ONG y movimientos. El Gobierno tunecino también está colaborando, ha puesto los terrenos, sitios para dormir, autobuses... Siendo honestos, nos ha puesto las cosas fáciles, ya que ha comprendido que este evento puede ser bueno para Túnez", explica Tarek Ben Hiba. No obstante, reconoce que "hay críticas, especialmente desde las nuevas formas de lucha que llegan desde los movimientos de los indignados, por ejemplo. Hay críticas que deben ser escuchadas, porque son justas. El Foro tiene que encontrar un nuevo aire y saber adaptarse a esas nuevas formas de lucha. Se trata de una cuestión importante".

La jornada de este jueves ha concluido con un concierto en el centro de la ciudad en honor al presidente venezolano Hugo Chávez y a Chukri Belaid, el líder del Frente Popular tunecino que murió a manos de los salafistas el mes pasado . "Belaid no ha muerto, está con nosotros. Chávez no ha muerto, estamos con él", han gritado miles de personas en la avenida Bourgiba entre discursos de líderes tanto de América Latina como del mundo árabe. Y ha sonado el hip hop de los jóvenes tunecinos, el ritmo con letras reivindicativas que se han popularizado en el último año más que nunca. "Es la expresión cultural más fuerte de los jóvenes que acabaron con Ben Alí. Así expresan su rabia", comentaba un estudiante días atrás. Inimaginable para los tunecinos hace dos años: al terminar, miles de personas allí concentradas han cantado La Internacional y la esposa de Belaid ha acusado directamente al gobierno de Ennahda, cuyo ministerio estaba justo enfrente, de ser el responsable de la muerte de su marido.

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