El sindicalismo sociopolítico y de clase como instrumento de liberación

Lunes 13 de mayo de 2013, por Mar

Verónica Rodríguez, militante de CSI en la administración local de Gijón, Alonso Gallardo, militante de CSI en la administración de justicia de Asturias

Desde hace muchos años, la estrategia de negociación colectiva en el ámbito de la función pública por parte de los gobiernos con la complicidad de los sindicatos mayoritarios, pasa por que todo se negocie en las mesas generales, donde solo están presentes los sindicatos que lleguen a nivel general del ámbito con el 10% de la representación sindical, dejando sin función negociadora las mesas sectoriales, comités, juntas de personal y lejos de los centros concretos de trabajo.

Con este sistema no solo anulan la participación del conjunto de sindicatos minoritarios, generalmente alternativos y de clase, sino también al conjunto de los trabajadores y trabajadoras que ven anuladas, o cuando menos mermada, su capacidad de presión y control sobre sus representantes. Esta es una complicidad que se ha ido creando durante muchos años y bien alimentada por todos los gobiernos tanto del PSOE y del PP, como de las burguesías nacionalistas, formalizando pactos donde a cambio, estos sindicatos mayoritarios, reciben prebendas como obtener liberados sindicales por encima de la representación legal, más horas sindicales que las que legalmente les corresponden, financiación económica a través de los cursos de formación o directas o mejoras en sus puestos de trabajo o escalafón.

Al poder dominante, representado por el gobierno de turno, le interesa unos mecanismos de negociación lo más opacos posibles y lo más alejados de a quienes afectan directamente, necesitan unos sindicatos dóciles que no pongan en cuestión lo fundamental de la estrategia del capital: separar la negociación colectiva de los implicados directamente en ella, para así poder ejecutar con las mínimas protestas sus políticas de recortes y corrupción en los servicios públicos.

A los sindicatos mayoritarios les interesa, porque consolida su modelo como sindicalismo de gestión y servicios, conscientes de que abrazando esta estrategia forman parte del sistema y junto a los gobernantes, responsables y ejecutores de hecho de todos los programas de recortes de derechos, congelaciones salariales y venta de lo público, porque colaboran con el neoliberalismo en la privatización de los servicios públicos, cuando la única pretensión que tiene el capital es el de cobrar a los ciudadanos/as por su uso, abriendo así nuevos mercados para empresarios y banqueros en estos momentos de crisis económica y ayudando con estas políticas al descrédito de los sindicatos y del sindicalismo.

Con este sistema y la complicidad de los sindicatos mayoritarios, han implantado en el conjunto de las administraciones, organismos y entes públicos, un escenario de negociación que aparta a los empleados/as públicos de la negociación colectiva, en la práctica los anula como parte interesada, simbolizando en las cúpulas sindicales los intereses del conjunto de las clases trabajadoras.

El último pacto sindical estatal entre el gobierno de Rajoy y estos sindicatos, así como sus homólogos en las distintas comunidades, entes locales y organismos, avanza en una estrategia mucho más centralizada y vertical, no solo de control de los delegados y delegadas de estos sindicatos mediante las cesiones de las horas sindicales a las bolsas controladas por las cúpulas sindicales, cada día más elitista y burocratizada, sino que los integra como representación legal del sistema, anulando al conjunto de las representaciones unitarias de comités y juntas de personal, asumiendo de facto, dentro de la función de ser oídos los sindicatos como representantes de los trabajadores, la complicidad de la legalización de todos los recortes contra los empleados y empleadas de las administraciones públicas, al secuestrar y alejar de las y los interesados la negociación colectiva y la representación unitaria.

Planteamiento que también busca el objetivo de mermar el debate político y la búsquedas de consenso ante la necesidad de acuerdo y negociación que se precisa en los organismos unitarios, mucho más plurales, en el que se encuentran opciones sindicales con diferentes sensibilidades e ideologías, lo que complica y muchas veces impide, ante la agudización de la crisis y la lucha de clases, una política “de rodillo” en la que los mayoritarios deciden impunemente. Ante esta estrategia reaccionaria que nos devuelve a los tiempos de los sindicatos verticales del franquismo, debemos recuperar con fuerza la negociación colectiva por la base, con la participación de la base y la toma de decisiones por la base desde las representaciones unitarias. La tendencia ya casi generalizada de hacer macro comités y macro juntas de personal, va en la misma línea reaccionaria de separar la representación sindical de las y los trabajadores de los centros de trabajo y consolidar también de esta forma la estrategia de la negociación a través de las mesas generales.

No puede existir una estrategia sindical de clase, que no potencie y desarrolle la conciencia política y la necesidad de la organización para resolver los problemas laborales o políticos mediante la intervención personal de cada uno de los implicados en los problemas colectivos. Por eso hoy más que nunca, recuperar la negociación colectiva desde los centros de trabajo y la representación sindical por centros de trabajo es, por donde pasan los principios del sindicalismo de clase y de construcción de una conciencia colectiva para su emancipación como clase.

Asturies, 8 mayo de2013

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