El callejón sin salida del centroizquierda: los ejemplos griego e italiano

Martes 14 de enero de 2014, por Mar

Con el rechazo por parte de la mayoría de Kouvelis a la invitación que hicieron 58 históricos y personalidades de la esfera económica a una colaboración con el PASOK y con la confirmación de su desplazamiento a la derecha por medio de la búsqueda del llamado “tercer polo” concluyó el 2º congreso de DIMAR (Izquierda Democrática, escisión de Synaspismós en 2010).

Una imagen similar, la de una degenerada socialdemocracia sin ya nada que ofrecer a la gente que pide una solución alternativa a la austeridad en toda Europa proviene también de Italia con la elección del joven, responsable y centrista Matteo Renzi para la dirección del Partido Democrático.

Fotis Kouvelis fue reelegido presidente en el congreso de DIMAR optando como estrategia por el “tercer polo”, que supuestamente cubrirá ese espacio político entre Nueva Democracia y el “populismo radical” de SYRIZA. Es decir, así explicado estará un poco más a la izquierda que el centro-derecha, por lo tanto en algún lugar del centro liberal pro austeridad, como demostró durante todo su año de gobierno. Ciertamente la clase dominante mantiene su mal humor con DIMAR puesto que fueron los últimos que se retiraron del gobierno de los memorándums (de ahí también los porcentajes extraparlamentarios que les otorgan bastantes encuestas). Pero por otra parte Kouvelis intenta convencer a la clase dominante de que Venizelos (PASOK) está acabado y sólo él puede constituir un muro de contención hacia su izquierda, SYRIZA.

De hecho son significativos los disparos contra el “populismo” de SYRIZA, que señalan que Kouvelis aspira a una colaboración postelectoral con la derecha dura de Samaras, porque si han salido a pedir de boca sus planes no hará falta nada más. Cualquier posible deseo de colaboración tras las elecciones con SYRIZA no resultará de ningún movimiento interesado a la izquierda de DIMAR, sino de los muy probables elevados resultados de Tsipras y de la evidente agonía de DIMAR de volver a la gobernabilidad. Pero también hay más a la derecha otra línea diferente a la opción de Kouvelis, es el sector de Lykoudis. El secretario general saliente de DIMAR se manifestó a favor de un diálogo con los 58. De hecho, este sector considera que fue un gran error la salida del gobierno tripartito. Solamente su argumento es que así la formación dejó de mostrarse “responsable” frente a las instituciones y el parlamento.

DIMAR abandonó el gobierno con la aplicación del cierre ilegal de la ERT, pero si lo hiciera hoy a causa de las muertes por frío, de las subastas y el saqueo tributario, Lykoudis probablemente pensaría de nuevo también que su partido es irresponsable: la “irresponsabilidad” no conoce líneas rojas. Naturalmente el enemigo para Lykoudis es la principal oposición al memorándum: “El discurso de SYRIZA conforma conciencias que están a la expectativa del conflicto y se ve obligada a inventar un enemigo”.

Aparentemente Lykoudis y su círculo no están interesados en el reparto del poder, al igual que la troika y el gobierno griego de Samaras no son enemigos sino amigos…

Esta elección ideológica se expresó más elocuentemente en el apoyo a la intervención de la portavoz Tsikardani, que señaló su desacuerdo con la propuesta de Kouvelis para incorporar a DIMAR en el grupo europarlamentario de los Socialistas y Demócratas. “Se trata de una adhesión estratégica y no táctica, de la materialización de nuestra orientación europea”. En realidad es una muestra de la clara derechización del partido. A pesar de esto, incluso la plataforma Red Izquierda de DIMAR, que presentó un texto alternativo, ve a SYRIZA únicamente como posibilidad gubernamental futura, pero este sector también le atribuye “líneas de bipolarización y confrontación en la crisis actual que conducen a callejones sin salida”, a juicio de este grupo a la izquierda de la dirección del partido centroizquierdista.

Tampoco la Red Izquierda no sólo no habla de derribar los memorándums sino que casi los acepta en favor del desarrollo europeo del país: “Nuestro país paga un alto precio en el intento de permanecer como miembro de la familia europea y evitar la bancarrota. El valor de los sacrificios del pueblo griego tiene que ser “la integración europea democrática, una fuerte cohesión social y solidaridad”. El texto se distancia de los partidos pro-memorándum y de los contrarios: “Debemos seguir adelante con el programa y nuestras ideas lejos del cálido abrazo del PASOK y del paraguas de SYRIZA”.

En resumen, todas las alas de DIMAR elaboran tácticas para resucitar versiones de la socialdemocracia (una más a la derecha, otra a la izquierda, una de barniz ecologista). Sin embargo, en condiciones en las que la clase dominante ya no necesita servirse de la socialdemocracia, el intento de DIMAR, como el de los 58 ilustres políticos, está condenado al fracaso.

Con Izquierda Democrática colabora Loberdos, mientras en el partido se integró Panos Beglitis, antiguo miembro de la dirección y también ministro del PASOK. Ciertamente nadie criticó el que hecho de la “izquierda de la responsabilidad” abraza desde todos sus sectores no sólo a destacados dirigentes sino a pilares de esta formación moribunda en dos áreas decisivas: sanidad y defensa. Nadie sugirió que DIMAR se arriesga a convertirse en el PASOK, como de vez en cuando se escribe de SYRIZA. Para la sociedad griega antes de la crisis el rostro bueno del PASOK se asocia con las prestaciones sociales, los derechos y la democratización. Todo esto ahora se denomina “populismo” y se atribuye a SYRIZA. Por el contrario el grupo de Loberdos se relaciona con su rostro malo de los últimos 20 años: corrupción, liquidación de la sanidad, racismo y programas de armamento, lo cual en cambio es “política responsable”.

El auténtico “Olivo” italiano: más a la derecha no se puede

En Italia hubo una larga marcha de mutación del cuerpo del Partido Comunista (PCI), a través de sucesivas oleadas de modernización. Empezó por el postcomunista Partido Democrático de la Izquierda en 1991, pasó luego al más “actualizado” Demócratas de Izquierda en 1997, para acabar al final con la supresión de “izquierda” del título con la constitución del Partido Democrático en 2007.

Hoy el Partido Democrático levanta de nuevo las banderas de la “modernización” eligiendo para su dirección a Matteo Renzi, el que es, según dicen ellos, un “exitoso gestor” como alcalde de Florencia y ha sido apodado el “rottamatore” (el que deshace la chatarra de los coches) porque quiere cambiar, dar la vuelta (o deshacer) todo lo hecho hasta ahora en el centro-izquierda. Este eterno intento de “modernización” se ha convertido en un chiste pero tiene una explicación política.

Este moderno centro-izquierda, del que se espera que gestione los problemas del capitalismo con una cierta sensibilidad social, que será socialmente justo pero ofrecerá rentabilidad y crecimiento económico, puede existir solamente en las mentes de aquéllos que lo desea. El modernismo de barniz se expresa como adaptación a la realidad actual, más allá de las “utopías, rigideces y populismos”. Por eso detrás hay un desplazamiento a la derecha nunca traumático. Porque mientras el marco económico y político dificulta la embestida del neoliberalismo, mientras los capitalistas aumentan su agresividad y exigencias, las “opciones realistas” se derechizan. Pero justo porque la sumisión a este realismo es una receta de fracaso, estos centristas se encuentran siempre ante de la necesidad de “refundar” su formación.

Ésta es la aventura del centro-izquierda italiano, que ofrece continuamente la misma sopa recalentada, y siempre adulterada hacia la derecha. La elección de Matteo Renzi es la culminación de este proceso. Detrás de las huecas y apolíticas palabras del tipo “joven, carismático” se esconde una mezcla de Tony Blair y Silvio Berlusconi. Del último en cuanto al modo en que se mueve políticamente: personalidad mediática que se proyecta como “manager capaz” y apoyada en su intención de “cambiarlo todo”. Las comparaciones con Blair son más acertadas. En los medios de comunicación burgueses predomina una ola de entusiasmo y júbilo por el “rottamatore” que está “preparado para incluir las doctrinas de izquierda dentro de su partido”. En realidad, Renzi prometió disminuir la fuerza de los sindicatos y liberar el mercado de trabajo. Como alcalde de Florencia despidió al 50% de los empleados públicos y tiene el objetivo de actuar del mismo modo a nivel nacional. Para pagar la deuda pública propone masivas privatizaciones, empezando por los ferrocarriles y correos. Había declarado recientemente que el problema con Italia es “el énfasis en la igualdad”. El centro-izquierda italiano llegó al “blairismo”, el estadio superior de la degeneración socialdemócrata. El mensaje desde Italia es claro: cuando se inicia la pendiente no existe final. “El Olivo”, como se llamó desde la década de los 90 a la alianza de las fuerzas de centro-izquierda, llegó incluso a su mínimo objetivo: el de “impedir que salga Berlusconi”. Sus políticas de fracaso como gobierno y como oposición fueron las que convirtieron a Berlusconi en un gato de siete vidas.

El Partido Democrático acabó gobernando con él (durante el gobierno de Monti y en los primeros meses del gobierno de Letta) y ya el actual “gobierno de entendimiento” de Letta funciona como el apoyo más fiel de los mercados en Italia. Hoy éste consigue concentrar todas las esperanzas de los medios de comunicación y de los inversores internacionales de que “finalmente, después de muchos años, se realizan las reformas necesarias en Italia”.

La perspectiva de un “Olivo griego” puede hechizar a un gran sector de los medios de comunicación. Y con toda la razón. El resultado práctico de esta fórmula condujo a la muerte a la histórica izquierda italiana, casi siempre más socialdemócrata que radical. Pero la gente que busca una alternativa a la barbarie actual no tiene que esperar nada de este tipo de iniciativas.

http://www.dea.org.gr

Traducción de Tomás Martínez para Izquierda Anticapitalista

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