Miguel Romero o la alegría de la lucha

Miércoles 29 de enero de 2014, por Mar

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Querido sobrino:

Me preguntas si conocía a Miguel Romero Baeza y la respuesta es que sí. Me anima mucho el hecho de que el nombre te haya llamado la atención ya que, como tú bien sabes, las referencias humanas del combate contra el franquismo y contra el régimen ulterior, no es que haya sido muy conocida. De hecho ha sido más bien devaluada porque una parte destacada de esta generación acabó haciendo carrera, la mayoría se marchó a casa como en parte hicieron tus padres y solamente una minoría continuó. Una mayoría “romántica”, “irredenta”, que fue ninguneada, algo que ha quedado en evidencia en el hecho de que –que yo sepa-, solamente el diario Público y revistas como Diagonal, sin olvidar el programa de “La Tuerka”, han dado noticia de su muerte.

La muerte de Miguel era inminente desde hace bastante tiempo, pero no por esperada ha sido menos impactante para los que le tratamos y le admiramos, para los que hemos tenido la oportunidad de conocer la amplitud de una personalidad. Una personalidad que parecía de otras épocas, alguien que fue durante medio siglo un revolucionario ilustrado e incorruptible, orador, escritor combatiente, amante de las artes y las letras en una variedad que asombra -¿de donde sacaba el tiempo?-, pero, quizás especialmente, alguien que cultivó con una extraña fuerza el arte de la amistad, un arte que sin duda le ayudó a mantener a pesar de la precariedad de los tiempos, la revista Viento Sur y hacer de esta en un lugar de aportación y encuentro variadísimo. Una revista que ha llegado ya al número 151 y en la que, si pones un poco de interés, encontrarás un mapa detallado de nuestro tiempo.

No sé apenas nada, nació en Melilla en 1945, procedía de una familia numerosa y calurosa y en ella seguramente se sintió bastante querido porque, lo es era seguridad personal no le faltaba. En una ocasión que me pidió datos sobre el tema de los “moros” en la guerra española, salió a relucir el nombre del teniente general Mizzian, un exterminador y me dijo: “sí, ese pasó por casa”, pero no hubo lugar para más. el hecho es que Miguel se fue a estudiar a Madrid en un colegio mayor, luego pasó por la Universidad donde estudió periodismo y no tardó mucho en ocupar un lugar en la lucha contra la dictadura franquista, un lucha que bajo el prisma del Frente de Liberación Popular (Felipe), era al mismo tiempo una lucha el sistema capitalista. Como sabes, Franco era un personaje siniestro que reflejó las exigencias y las miserias de las clases dominantes que necesitaban de la dictadura contra los trabajadores.

¿Qué fue el FLP? El FLP fue un grupo surgido a finales de los años cincuenta que señala al menos tres cosas:

1) era un grupo que se situaba en el presente, apartado de las grandes divisiones de la izquierda republicana;

2) se hacía eco tanto de las revoluciones tercermundistas (Cuba, Argelia, Vietnam), como de los debates sobre el socialismo en Europa;

3) agrupaba tanto a marxistas heterodoxos como a cristianos disidentes y estaba abierto a una comprensión del “hecho nacional” en el Reino de Españas, pero eso existía un Felipe catalán (el Front Obrer Catalá) y otro vasco (ESBA). El FLP tuvo una trayectoria compleja y convulsiva, pero fue sin duda la organización militante más proclive al debate político, a la libertad de tendencias…

Dentro del FLP emergió una corriente de izquierda que tuvo en Madrid (Miguel, Jaime Pastor, Manolo Gari más otros y otras) uno de sus epicentros y que evolucionó, sobre todo a partir de las jornadas del mayo del 68 en Francia, hacia lo que se había venido a llamar “trotskismo”, específicamente hacia lo que Daniel Bensaïd llamaba “la promoción Krivine”, o sea una generación hecha a la resistencia, a la defensa del legado. La expresión de esta “promoción” había sido la JCR, un grupo de unos 300 muchachos y muchachas que habían participado en las barricadas con propuestas políticas de enorme calado y lo hizo como parte del “Movimiento 22 de marzo” cuyo portavoz era Daniel Cohn Bendit. Era una promoción trotskiana bañada en algunas libertarias…Ese fue el espíritu de las “Ligas”, entre ella la LCR española cuya historia no se podrá escribir sin señalar el papel jugado por Miguel hasta su desaparición, a principios de los años noventa, cuando tú naciste, me acuerdo muy bien.

Recordarás que te he contado alguna que otra “batallita” sobre la LCR y aunque de eso hace tiempo, también te dejé el librito Trotskismos, de Daniel Bensaïd con epílogos de Miguel y otro mío. En su apartado, Miguel subraya el esfuerzo por crear una organización revolucionaria abierta, obsesionada por una formación cultural tan permanente como la revolución así como el respeto a la libertad de tendencias, a los debates. Esta es una historia que atraviesa los años sesenta, cuando se da una “repetición general” de situaciones revolucionarias y de crisis, y en la que las nuevas izquierdas juegan el papel de desbordamiento de la izquierda tradicional, asentada en un reformismo encubierto con referencia a la revolución de Octubre por parte de los partidos comunistas o a la China de Mao de los maoístas. Son años de clandestinidad, a veces con momentos muy duros. En estos tiempos, Moro jugó un papel destacado en el acercamiento y unificación entre ETA VI y LCR que culminó en la fusión de ambas organizaciones.

Aunque era un grupo minoritario, la LCR consiguió molestar. Mantener una incidencia en la juventud y en el movimiento obrero, alimenta una izquierda sindical que, al menos ocasionalmente, desborda las orientaciones dominantes que, con la colaboración activa de la jerarquía del PCE (con Carrillo como amo del aparato) y con el ascendente PSOE (que en 1975 era un verdadero grupúsculo), consiguieron imponer un régimen, el del 78, en el que la clase trabajadora pasó a ocupar el lugar de los parientes pobres, en el las nacionalidades sin Estado (Cataluña y Euzkadi), se vieron constreñidas al apaño autonómico, etc. Durante mucho tiempo, Miguel fue uno de los hombres de la IV Internacional en el trabajo hacia América Latina, trabajó codo con codo con Ernest Mandel, Daniel Bensaïd y otros grandes de una escuela cuyo mayor mérito era mantener viva la misma idea de una Internacional…

Moro fue fuera de toda duda, clave en la vida de Combate, el periódico de la LCR que llegó a ser semanal y luego quincenal, y en el que Miguel Romero, “Moro”, tuvo un papel de primer orden. Sería desde esta misma experiencia que luego pudo desarrollarse Viento Sur, pero ahora sin una base militante organizada. Miguel dejó numerosos trabajos escritos y siguió escribiendo otros nuevos. Trabajos pensados para iluminar la discusión sobre toda una serie de temas y que vistos en el día a día, no permitía ofrecer una idea de su alcance. Yo creo que será en el redescubrimiento de estos artículos que tendremos una idea más completa y cabal del valor y el alcance de sus aportaciones teóricas. Yo creo que con ellos se puede trazar un mapa bastante completo de una resistencia que Miguel pe4rsonificó en no poca medida.

Miguel dejó estudios bastante elaborados sobre del FLP (Enrique Ruano, memoria viva de la transición, 2009), el mayo del 68 (El mundo pudo cambiar de base, 2008); la revolución nicaragüense que siguió desde la mayor proximidad (¡Viva Nicaragüa libre! 1979); sobre las contradicciones de la República vistas desde las nacionalidades (La guerra civil española en Euskadi y Catalunya: contrastes y convergencias, 2006); sobre la historia “del tropismo en la LCR (en la ya citada Trotkismos); dejó constancia de su participación en los debates que tuvieron lugar en el los foros de los noventa (Porto Alegre se mueve, 2003); entorno a las esperanzas y dificultades de una nueva izquierda radical en Europa (Conversaciones con la izquierda anticapitalista, 2012), amén de un ajuste de cuentas crítico y sin contemplaciones del negocio de la beneficencia (Pobreza 2.0 (2012) y un largo etcétera.

Habrían otros muchos trabajos a señalar, por ejemplo sobre la Transición, la actualidad del marxismo, sobre Mandel (del que prologó una necesaria antología) y un largo etcétera.

Fue quizás en este tiempo de derrotas cuando Miguel desplegó más activamente sus múltiples capacidades y cultivo sus múltiples gustos por la vida lamentado que los días solamente contarán con 24 horas. Se mantuvo integro cuando tantos otros, antiguos amigos incluidos, colgaron las botas y apostaron por el yo contra el nosotros. Recientemente, cuando le propusimos que participará en un documental sobre los revolucionarios que no se habían bajado del tren, reaccionó desabridamente creyendo que lo que estaba preparando era un homenaje de despedida. Al igual que Bensaïd, detestaba estos gestos. La militancia, tal como la entendió, le había colmado. Pero no era esa la cuestión, el homenaje era colectivo y se pensaba como algo implícito. Nadie negaba lo de la alegría de la lucha, solamente se trataba de dejar constancia. Cierto que esta militancia –política y de vida- era de pro sí lo que correspondía a una opción personal, pero no es menos cierto que cobraba sentido en la transmisión. Se trabajaba a largo plazo, pero con la esperanza de ver algún día los resultados. Desde este punto de vista, lo de Moro es un referente de primer orden, alguien en el que vosotros, querido sobrino, habéis echado tanto de menos durante estas décadas de marcado cretinismo. En la medida en que esto avance, militancias y legados como los de Moro se mostraran con todo su valor.

Te invito pues a que después de conocer al Moro, lo leas.

Unaabraçada

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